Relatos
 
 
 

"El Comienzo..."

Autor: Lemariont

Fragmento: D.O.S Zaragoza 2005 1/3

 

Los disparos sonaron entrechocar contra las paredes de ladrillo, destrozando su estructura y haciendo saltar pedazos por todos los lados. Los soldados del 4º pelotón del Regimiento de la Guardia Imperial de Zhyensa mantuvieron la cabeza agachada mientras aun caían fragmentos de escombros sobre sus cabezas, los orkos estaban arrasando aquella parte del poblado de Dunquen, su artillería y sus guerreros de asalto habían echo retroceder al regimiento, el 4º pelotón estaba rezagado en la huída y tras esta tormenta de disparos se habían quedado estancados sin poder salir del laberinto de ruinas donde se habían metido. Una nueva ráfaga de disparos retumbó sobre sus cabezas, seguida de un gran estruendo de gritos de guerra y pasos acelerados que se acercaban a la carrera, era un asalto en toda regla.

El sargento del pelotón miró sobre su escondite y recibió un impacto de proyectil sobre el cuello haciéndole saltar hacia atrás casi dos metros, el pánico cundió entre los muchachos del 4º, ya bastante diezmados. El cabo Hoppins instó a sus hombres para la lucha, sus gritos resonaron entre las altas paredes casi derruidas de aquel lugar, vio a los orkos saltar hacia ellos disparando y gritando, enseñando sus feroces rostros y ansiosos de matar. Fue entonces cuando supo que no había manera humana de sobrevivir, eran al menos veinte y su pelotón estaba reducido a menos de seis. Sabía que tras esa veintena de orkos habría mas de sesenta, estaban muertos. Un disparo le alcanzó en la cabeza. Al menos no tenía que torturarse mas pensando que iba a morir.

El asalto orko fue muy rápido. Apenas duró siete segundos. Los soldados humanos no pudieron resistir el envite furioso de aquellas maquinas de músculos de muerte. De repente el orko mas grande ordenó silencio alzando su gran hacha de energía. Algo había caído desde el cielo provocando un tintineo al llegar a las ruinas... cuando alzó la vista, vio a la mismísima muerte. Seis marines espaciales caían del cielo con sus retroreactores. Antes de caer, la primera granada estalló matando a varios orkos. El líder Orco se quedó extrañado cuando vio caer sobre él una figura negra que de un solo golpe le separó la cabeza del cuerpo, aquella gran figura negra se incorporó de nuevo y avanzó lentamente, habían acabado con todos sus enemigos, sin bajas, en tres segundos.

“¡Colocad la baliza! Mientras llega el contingente limpiaremos de esa carroña este Santo Lugar. Avanzad! Sólo son un pequeño grupo de orcos, no mas de cincuenta!” – Gritó aquella figura alzando su Crozius. Eran marines Espaciales, nada podía detenerlos.

En menos de una hora aquel lugar sólo tenía cinco seres vivos, el hermano Fagael había muerto en un asalto contra los puestos de artillería orka. Ningún enemigo quedaba con vida, y pronto el resto del contingente marine llegaría. Estandartes con espadas aladas surgieron en el horizonte y una pequeña fuerza de combate marine apareció. Cuando todos se reunieron la gran figura negra ayudada por los servidores se quitó el retroreactor y se colocó su estandarte. En el ondeaba una calavera con dos espadas cruzadas y su nombre... Lemariont, el Gran Capellán Interrogador.

Lemariont se acercó al LandRaider Rapax, en él montaron sus hombres, la escolta del sargento Luxen, la escuadra de mando asignada al reclusiarca. Cuando montaron todos, estando las puertas aun abiertas y Lemariont sobre la puerta de acceso alzó su crozius y gritó a sus hombres... “¡Hermanos! Por el capítulo de los Ángeles Oscuros, Gloria al Emperador y Muerte a sus enemigos!” y mientras su imponente figura desaparecía entre las fauces de Rapax el estruendo de los motores de todos los vehículos al arrancar sonó al unísono como una tormenta, y avanzaron, avanzaron hacia la victoria.

Las acciones valerosas de los Ángeles Oscuros en aquel planeta fueron numerosas y gloriosas, pero entre ellas destaca la realizada por el Señor del Ala del Cuervo Isaac que al mando de un pequeño contingente fue al rescate del Sargento Veterano Explorador Leegrash, único superviviente de la escuadra que había ido a las Montañas de la Desolación en donde se presuponía que había una gran base desuministros de las fuerzas del caos, y donde había sido avistado un marine espacial del caos, un hereje, en cuya armadura aún podía distinguirse una espada alada...

Leegrash y su escuadra habían sido lanzados hacía unas semanas, se infiltraron rápidamente en las montañas para localizar los puestos de la Guardia Imperial Traidora, cuya base suministraba material a las hordas del Caos. Ya en el salto a las montañas tuvieron problemas, los fuertes vientos hicieron peligroso el descenso y fue cuando perdió al primer hombre de su escuadra, ya sólo quedaban cuatro exploradores formando una escuadra de muerte, cuatro guerrilleros solos en las montañas. Las patrullas enemigas de reconocimiento exploraban constantemente las zonas circundantes de la base haciendo que fuera muy peligrosa la infiltración de los marines. De los supervivientes del salto, el primero cayó muerto al escalar una cumbre nevada, el equipo de escalada falló... lejos del cuerpo del explorador muerto, tres marines pensaban “yo tenía un camarada...”. El segundo murió de un tiro en la frente, una patrulla los localizó e intentó darles caza. Fracasaron, al igual que las otras tres patrullas de traidores que lo intentaron, todas acabaron muertas. Pero en la siguiente refriega, la mala suerte quiso que un francotirador descubriera a la patrulla, abatiendo de un tiro limpio y en la frente a uno de los exploradores, cuando este vio un destello entre las montañas, lejos del cuerpo del explorador muerto, dos marines pensaban “yo tenía un camarada...”. El tercer explorador murió por no decir nada tras ser capturado cuando una de las patrulla les dio alcance y se fracturó una pierna en la huída quedándose atrás para ganar tiempo en la persecución de su sargento. Lo torturaron hasta los límites del cuerpo humano, pero no dijo nada. Lejos del cuerpo del explorador asesinado, un marine pensaba “yo tenía un camarada...”. Del último y mas valiente, el Sargento Veterano Leegrash no se supo nada, tras quedarse sólo y haber localizado en la base de la Guardia Imperial traidora,un Marine Espacial del Caos con un pequeño símbolo de la espada alada y dar el aviso a la nave de los Ángeles Oscuros Catedral Oscura las comunicaciones se perdieron. Tan sólo saben que el último mensaje fue emitido desde la falda de la montaña, así que presuponen que está cerca de los valles.

Una fuerza traidora en pie de guerra tras él, un grupo de valientes marines espaciales del Ala del cuervo para rescatarlo, y el factor tiempo, en contra de la humanidad.

 

 

 
 
 
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