Relatos
 
 
 

"Toletvm Prime"

Autor: Guntor

 

 

 

Soplaba el frío viento del Norte llevando consigo las hojas secas caídas, pasaba entre los árboles y las rocas de la zona, provocando aullidos, alaridos fríos que se perdían en todas direcciones. El crujido de un árbol hizo volver en sí a la figura que permanecía oculta entre las sombras de aquel refugio pétreo. El verano había pasado con rapidez y un prematuro invierno, dentro de aquel frío otoño, dejaba su huella helada, no sólo en el accidentado terreno sino también en los corazones de los descarriados y los parias.

Isaiah dejó caer su triste mirada, resbalaban lágrimas por sus mejillas, recorriendo suavemente la tez morena del joven ángel oscuro, para caer como gotas de lluvia. Volvió a acomodarse en su asiento improvisado de piedra, intentando alejar de sus pensamientos la razón que le había llevado hasta aquella situación, hasta aquel lugar. Al pie de aquel recodo se apilaban sus únicas pertenencias durante la travesía de su posible eterno viaje. Una mellada servo armadura y una bolsa un tanto más pequeña era todo lo que llevaba consigo. No se distinguía ningún arma, a pesar de haberse adentrado ya en la profundidad del bosque prohibido, refugio y hogar de temibles animales y criaturas aún peores.

El sol había renunciado a quedarse en su posición más alta y caía lentamente. Aquel astartes, considerado un gran explorador entre los de su compañía, no tenía la más mínima intención de abandonar ese lugar ante el frío, que ahora se hacía más notable. Empezó a sacar todo aquello que le ayudara a pasar la noche. Había llegado el momento de relajarse y abandonarse a las circunstancias, su soledad, sucumbiendo tal vez al sueño eterno que le proporcionaran......., aún circulaba por su mente toda una película de su pasado más reciente mientras lentamente se cerraban sus párpados, liberando al sueño de la prisión de la consciencia......

…….Nada obstaculizaba su pesado caminar. La reputación de aquel inmenso bosque, no había sido aún constatada. "Yo que fui en busca de un traidor...." , pensaba Isaiah.

Las voces del pasado inundaban su mente, alimentaban su ira..... "¡¡No eres nada!!". "¡¡No tienes nada!!" , le decían... El puño de Isaiah se encontró súbitamente contra el tronco de un árbol seco, desprendiendo trozos de corteza y ahuyentando a los pájaros que en él se posaban.

Cayó de rodillas al suelo, apoyando las palmas de las manos; la herida de su nudillo quedó empequeñecida por la nostalgia y el desánimo, derramaba gotas de sangre que formaban un pequeño camino señalando la herida del impacto. No podía quitarse de la cabeza lo cerca que habían estado sus pensamientos de la herejía, pero aún así, algo en su corazón le decía que era lo correcto. Raziel, comandante al mando de la flota, se encontraba en el puesto de mando de la zona donde habían decidido establecer su base de operaciones, iban a abandonar el planeta abandonando a los milicianos del planeta Toletvm Prime y a sus billones de habitantes a su suerte, los Orkos los exterminarían como sucedió en la Colmena Gatling. El hermano astartes, mano derecha del Señor del Capítulo, prefería obtener su recompensa tomando cautivo a Kellgar el caído anteponiéndolo a la seguridad del mundo imperial, sin poder evitarlo, su pensamiento recordó aquel desagradable capítulo sucedido en la Colmena Gatling cuando también se repitieron los mismo hechos para capturar a Baalakai, aquello le producía nauseas, el aire le faltaba…

Lo que sus ojos dejaban caer, no fueron lágrimas, sino gotas, tan similares como las que manaban de sus nudillos. La imagen de su Raziel señalándole con el dedo acusador, ¿Porque Isaiah?,¿Por qué lo has hecho?... mi propio hermano astartes, no doy crédito a lo que está sucediendo… ¿porqué me tiene que pasar esto a mi?...

No había ninguna duda, Raziel se las había arreglado para que la perspectiva de capturar al caído fuese más importante que varios billones de vidas, se había quitado de encima a su máximo detractor en aquella locura como quien aparta una rama seca del camino, desoyendo sus consejos y advirtiéndole de la posible herejía, ahora no tendría oposición para abandonar a las brigadas de milicianos a su propia suerte.

Las súplicas de Isaiah sucedían en aquel penoso espectáculo que se prolongó durante un buen rato antes de que reaccionara; el suelo se empapó de llanto..... "¡¡¡Pues en nada me convertiré!!!" , espetó con la mirada aún perdida en el suelo……

Dirigiendo sus pasos hacia la salida del puesto de mando ante la mirada de los allí presentes, desposeído de sus preciadas armas aunque con su servo armadura de combate, Isaiah observaba como las barcazas de transporte y las cañoneras Thunderhawk abandonaban la superficie planetaria. Pero él se había decidido. No partiría con sus hermanos con todo el dolor de su corazón, no era lo que su amado primarca haría, se quedaría a morir con los milicianos, a defender su colmena como buenamente pudiese y a mantener intactos su aparentemente extintos principios, no permitiría que Toletvm Prime cayera en manos de los Orkos, al menos intentaría impedirlo o moriría sin esa carga sobre sus hombros. Eso era lo que Lion le había enseñado.

¿Qué se hace cuando uno pierde el rumbo? En ocasiones, la vida nos sitúa ante encrucijadas en las que una decisión puede significar el fin y nuestro destino está tan sólo en manos de la madre tierra y el padre Emperador. Miro al cielo e intento imaginar un buen final para esta vida, me convenzo a mi mismo de que así será, busco lo mismo que todos, estar en paz conmigo mismo....

No nos engañemos, nada tiene que ver ser bueno o malo, este concepto es muy subjetivo de unos a otros; tienes que ir por delante de la gente y vigilar siempre la espalda, ¿esta es la vida que vale?
Tengo la esperanza de que no sea así.

 

Criaturas en el bosque

Los ronquidos de Thorkrod podían oírse desde el exterior de la cueva. Todas las criaturas de la zona conocían sobradamente su crueldad y ni siquiera los pájaros se posaban en los árboles cercanos.

La piel del Troll era de un tono verdoso y su textura muy similar a la corteza de un árbol. Habían pasado ya varios días desde que iniciara su siesta, un nido de hormigas había decidido instalarse en una de las hendiduras de su piel y varias hileras recorrían su pierna. Sin duda, habían elegido el lugar equivocado para su hogar.

El picor se acentuaba por momentos y Thorkrod no dejaba de frotar la pierna contra el suelo. Un gran alarido resonó en la cueva, el silencio se apoderó de aquella parte del bosque. El Troll se había despertado……

La mañana era soleada aunque un poco fresca. El pequeño Sárgol miró a su alrededor intentando reconocer el lugar en el que se encontraba. La vegetación era casi ausente, la tierra era seca y los árboles tenían un aspecto monstruoso. Se había alejado demasiado en un intento por no ser encontrado por sus amigos, con los que competía en un juego de astucia. Andaba sin orientación ninguna, mirando a los lados, dando vueltas sobre sí mismo, nervioso, en busca de alguna seña de un posible camino hacia “ElBleni”su poblado, o hacia algún entorno que le fuera más familiar. La aridez de la zona le hizo sospechar en donde podía estar, y la idea le produjo escalofríos y temblores, típicos de alguien muerto de miedo, “El Páramo del Troll”.

Había oído hablar de aquellas extrañas criaturas, y sabía de su fiereza en el combate y de su gran tamaño y fortaleza. Andaba perdido y gimoteando, rogando a la madre tierra por su vida. Una piedra se interpuso en su camino, haciéndole tropezar en su torpe y perdido andar. Cayó por una pequeña pendiente atravesando pequeños matojos, rodando y chocando contra las piedras. Triste y lastimado, empezó a llorar, alzó su vidriosa mirada y ante él se mostró un pequeño sendero que se perdía entre dos grandes rocas……

Thorkrod se levantó sobresaltado dándose manotazos en la pierna por donde correteaba el motivo de aquel terrible picor. Cuando al fin consiguió liberar su pierna del mayor número posible de aquellos “molestos insectos”, se desperezó, estirándose pausadamente, poniendo el techo de la caverna el tope para sus brazos.

Intentó mirar hacia el exterior de la cueva, pero sus ojos no estaban acostumbrados a tanta claridad, poniendo su brazo como improvisada visera. Decidió salir de la cueva para acostumbrar la vista a la luz del día y a pesar de preferir la noche para salir a cazar, empezó a caminar por el sendero opuesto que llevaba a su cueva, en busca de algo que echar al vientre…

…Sárgol sintió aquellas pesadas pisadas, que se aproximaban a su situación. Un oso o tal vez alguna criatura peor se aproximaba hacia él. Miró a un lado y a otro de aquel sendero, examinando el terreno para poder encontrar algún lugar donde esconderse, pero este tiempo de reflexión le sobró cuando ante él se alzaba una figura de algo más de tres metros de altura. A unos veinte metros de Sárgol miraba con atención a aquel apetitoso bocado Thorkrod, habiéndose percatado de la presencia del joven humano hacía ya rato por su olfato. Había descubierto a su presa y no la iba a dejar escapar.

Un chillido de terror surgió del muchacho que echó a correr sin mirar atrás. La criatura sin pensárselo, se echó hacia delante apoyando sus manos en el suelo y corriendo, utilizando sus manos en la carrera, dándole un gran impulso y velocidad, que le hacía ganar distancia. Ni siquiera los pájaros que en ese momento permanecían en los árboles se quedaron para ver aquel dantesco espectáculo….

El aire pasaba entre las piernas torsionadas de Isaiah, como si de un pequeño y afectuoso felino se tratara. Había llegado a una loma desde donde se divisaba una amplia extensión del bosque. En una de las rocas salientes había decidido sentarse para seguir mortificándose un ratito más. A sus oídos llegó un fuerte aleteo, producido por los pájaros, a los que veía abandonar los árboles de una extensión no muy lejana bajando aquella loma. Seguidamente, sintió aquel espeluznante chillido de angustia.

 

De inmediato se puso en pie, sin poder saber por qué o quién había producido aquello, corrió lo más rápido posible en dirección a la creciente estampida de los pájaros que señalaban con claridad el camino de, tal vez, “alguien en apuros”. Su equipaje no iba a serle útil de modo que lo dejó sin vacilar.

Isaiah era muy rápido gracias a su modificada estructura humana de astartes y pronto estuvo muy cerca de donde creía podía estar el objeto de su curiosidad, a pesar de correr bosque a través, por encima de matojos y piedras.

Llegó a un sendero de tierra seca y percibía un ligero temblor en el suelo que quedó explicado al mirar hacia su izquierda. Una criatura bastante grande perseguía a un niño, creyó ver él. El polvo que levantaba aquella bestia con su galope impedía la visibilidad.

Los siguió hasta que llegaron a lo que parecía el final del camino, una explanada con paredes de piedra, donde aquella bestia se detuvo al ver que su presa no tenía escapatoria; se tomaría su tiempo haciéndole sufrir antes de ser devorado, por haberle hecho correr.

Thorkrod se irguió, mostrando sus garras, relamiéndose mientras andaba tranquilamente hacia Sárgol, Isaiah también se detuvo tras ellos.

Otra criatura más observaba sin perder atención. Había estado siguiendo al joven humano, vigilando las intenciones del intruso. Dudaba mucho que éste pudiera hacer algo contra un rival tan formidable. Había que estar loco o tener ganas de morir para enfrentarse sin ningún arma e incluso sólo una persona al Troll. Tenía curiosidad, sin embargo, por saber como acabaría la escena, convenciéndose a sí mismo de que este no era asunto de su incumbencia.

Aparentemente ninguno de los otros dos personajes se había percatado de su presencia, el muchacho aterrorizado y la bestia cegada con ensañarse con su presa. Sin tiempo para mayores reflexiones, había encontrado la manera de que su pobre paso por este mundo sirviera de algo. No iba a permitir que el niño sufriera ningún daño, a costa, claro está, de su propia vida, pues sabía que no tenía nada que hacer ante un ser con unas robustas protecciones naturales y unas armas que eran sus garras, algo de lo que él carecía. La diferencia de peso además era algo notable. Tal vez podría entretener a la criatura el tiempo suficiente como para que su atemorizada presa escapara…..

Isaiah era fuerte y muy ágil, además contaba con el entrenamiento al que había sido sometido durante su formación como Marine Espacial, las largas horas en la jaulas de combate y aquellos partidos del que había sido su deporte favorito el “BröinderWar”, un juego de pelota en el que la lucha era el punto fuerte en pos de la posesión del balón.

“¡¡¡¡Eh!!!!” , espetó Isaiah, estrellando su sangriento nudillo en la faz abominable del Troll, antes de que este pudiera siquiera reaccionar. Un alarido, más de ira que de dolor, salió de Thorkrod quién se llevó otro puñetazo en el rostro.


Atacó con sus garras con toda la rapidez que podía, pero en ninguno de sus ataques encontró materia que rasgar; las fintas y esquivas de su adversario eran aún más rápidas, hasta el punto de llevarse algún que otro puñetazo en la cara. El cansancio empezó a hacer mella en los dos adversarios y Thorkrod pensó en ser más práctico, intentando ignorar los ataques de aquel desconocido ser que le había impedido darse una merecida comilona tras su siesta e ir hacia el desvalido niño. Isaiah se había dado cuenta de la estratagema y también de que la única parte sin protección del monstruo era la cabeza, de modo que concentró sus ataques en este punto, intentando entretenerle lo suficiente. Thorkrod se cubría con el brazo mientras avanzaba hacia Sárgol.

Paralizado por el terror, el muchacho estaba sentado con la espalda apoyada en la roca, viendo lo que se le echaba encima chilló con todas sus fuerza. El final estaba cerca y sus músculos no le respondían, no hacía falta que le tradujeran lo que aquel extraño hombre le decía en aquella lengua desconocida, estaba perdido, no podía ni moverse, estaba bloqueado.

En una acción desesperada y viendo que aquel aluvión de golpes no hacían desistir lo más mínimo a su contrincante de la idea de cazar a aquel niño, se lanzó contra su espalda, rodeando el cuello de la bestia con sus potentes brazos y apretando con todas sus fuerzas. La presión de aquellos brazos en su cuello hizo que sus ojos se inyectaran en sangre.

Thorkrod agarró los brazos del humano, en un intento por liberarse de la presa, apretó, con más fuerza aún, los antebrazos de Isaiah haciendo fuerza con sus garras. Varias heridas se abrieron, los desgarros habían conseguido aflojar la fuerza que le oprimía el cuello. Isaiah se tapaba las heridas del brazo mas dañado con la mano del otro, cargando con su hombro a modo de placaje contra la criatura, pero esta era más pesada de lo que parecía. Un fuerte manotazo de revés levantó por los aires a Isaiah que se estrelló contra las paredes de piedra con un sordo crujido. Al menos dos costillas estaban partidas, el dolor ya no era problema, las endorfinas de su cuerpo modificado lo amortiguaban, pero también sumió su cabeza en un baile de estrellas. Notó como la zarpa de Thorkrod rasgaba su servo armadura, abriendo profundas heridas en su pecho que también intentarían ser compensadas por su afortunada genética y su armadura de astartes, pero no fue suficiente.

 

Había sido derrotado, aquella criatura infernal que se erguía frente a él jactándose de su victoria aún tenía sangre en sus garras… su propia sangre. Aún con el rostro helado por el espanto, Isaiah caminó tambaleante hasta que sus fuerzas comenzaron a abandonarle, calló de rodillas, e intentó resumir en un breve pensamiento todo lo que había vivido. El susurro del viento su agonizante aliento, y muy lejos el crepúsculo se pintó de sangre. Eso sería lo último que vería Isaiah y lo sabía.

Lentamente se inclinó hasta poner la mejilla sobre la arena húmeda y mientras su sangre se negaba a impregnar la arena, sintió como sus huesos se transformaban en piedra. El cielo sangra conmigo antes del amanecer murmuró, y cerró los ojos. Así permaneció mientras el gélido aire enfriaba su piel, mientras su destino comenzaba a extinguirse. Isaiah, Comandante de la 2ª Compañía del capítulo de los Ángeles Redentores, entregó su alma al hálito del infinito de la noche, llevado consigo las memorias y las posibilidades de una vida que nunca fue.

En ocasiones, es más fácil ver con los ojos cerrados. Poco a poco, la vista se fue nublando, tomando un tono negruzco, hasta que la oscuridad, por fin reinó. Durante un segundo, aquel cuerpo de muñeco, pareció sostenerse en el aire por unos hilos invisibles, haciendo su caída como la de las hojas caducas en otoño. El tiempo se detuvo, sólo un sonido hacía eco en la mente, un silbido desgarrador que se alejaba hasta perderse en el horizonte del silencio. Al suelo llegaron antes las ilusiones, las ganas de vivir, los sueños en común con los seres queridos, las enseñanzas de su querido primarca Lion y sobretodo sus principio, pero….también….el dolor, agudo, frío, y los recuerdos vienen sin quererlo, es entonces, cuando realmente se puede ver.... con los ojos cerrados. Todo se tiñó de color bermellón a los pies del humano antes de que este cayera sobre un pequeño charco de sangre sumido en la inconsciencia.

La criatura se estaba tomando su tiempo, admirando a aquel gusano, giró la vista hacia Sárgol, que no paraba de gritar. Se le escapó un pequeño gruñido de satisfacción al ver la superficie acuosa sobre la que estaba sentada su próxima víctima y giró de nuevo la vista hacia el humano caído intentando resolver el dilema de si acabar su tortura, para más tarde empezar con la del niño, o directamente empezar a divertirse con este último.

Nïmdoll, sentía pena y respeto por las nobles acciones del humano, intuyendo un trasfondo un tanto negro en su decisión al enfrentarse a su adversario sin ningún tipo de arma. La ira que afloraba de él, era debido a la impotencia de la situación por parte del valeroso humano y de saber que las normas de su raza no le permitían intervenir en este tipo de dilemas. Los Varling no podían entrometerse en los asuntos de su señor, vivían al margen de todo, como guardianes, vigilando porque ningún intruso del mundo desarrollado les dañara o dañara a su pueblo. Apretó el puño con fuerza intentando contener su morfismo. La piel empezó a cambiar a un color negruzco, el pelo desaparecía como si los folículos lo contrajeran, su espalda se ensanchaba, de sus manos aparecieron garras, más temibles aún que las del Troll, y sus ojos adoptaron un color rojo intenso. Su rabia había forzado su cambio de forma y no encontraba la manera de contenerse en un súbito impulso por lanzarse a acabar lo que el humano había intentado conseguir, defender una vida inocente.

Thorkrod permanecía de pie, levantando con un brazo el cuerpo de Isaiah agarrándolo por la cabeza. Alargó su otro brazo y abrió su zarpa con la intención de dar más amplitud al golpe más terrible que tenía pensado dar. En ese mismo instante, un zumbido quedó amortiguado por la carne del Troll. El ojo derecho de Thorkrod salió disparado de la cuenca, chocando contra el torso inerte de Isaiah, a quien dejó caer ipso facto. En dicha cuenca del ojo apareció una gruesa punta de flecha y pequeños chorros de sangre se escapaban por la herida. Demasiado certera, la flecha había atravesado el cerebro, quitándole la vida a Thorkrod, que cayó como un plomo hacia atrás, haciendo que la flecha se partiera por el lado de entrada de la herida. Atónito, Sárgol miró en la dirección de origen de aquel disparo, que sólo podía pertenecer a un cazador.

Tres cazadores humanos adultos aparecieron por el camino. Vestían capas con capucha de color gris, dos de ellos iban espada en mano y el otro llevaba el arco cargado con otra de aquellas flechas de punta ancha. Sárgol, en completo estado de “shock”, ni se inmutó, seguía tembloroso, gimoteando con la mirada perdida en el cuerpo sin vida de la bestia. Dos de ellos corrieron a calmar a Sárgol; El otro, el autor de aquel increíble disparo, se acercó a Thorkrod y efectuó otro disparo en la cabeza, quitando así, toda posibilidad de que siguiera con el menor rastro de vida.

Cogió otra flecha de su carcaj y apuntó a Isaiah. Los Varling Eldrün eran muy recelosos con los desconocidos. No sabía nada de aquella figura humana que yacía en el suelo con una extraña armadura hecha trizas, serias heridas en el pecho y un fuerte desgarro en el brazo izquierdo. Su rostro, tapado con una especie de capucha que se ajustaba perfectamente a la cabeza, dejando solo visibles los ojos, no le inspiraba ninguna confianza y al no ser seguramente de su raza no le atribuía importancia a su vida.

“¡Espera!” exclamó una voz grave y firme en el arcaico gótico imperial desde el follaje. Los tres cazadores se giraron encarándose con sus armas dispuestas hacia la silueta, que se apreciaba al lado de un gran árbol seco.

“Ese joven salvó a vuestro cachorro”, continuó Nïmdoll, “no merece semejante final”.

“Mira su aspecto” , dijo uno de ellos, “podría ser un delincuente perseguido o un desterrado…”

“…Eso no importa”, cortó tajante, “lo importante es que valora la vida lo suficiente como para dar la suya por uno de vuestros cachorros sin importarle la raza. Estáis en deuda con él…”

“…Quién o qué eres??” espetó impertinente el cazador cortando a Nïmdoll.

“Sobran las presentaciones” dijo tranquilamente Nïmdoll ante aquellas desafiantes palabras. Sus ojos brillaron con un intenso rojo, “Sabes lo que soy, el quién, es lo de menos”.

Los tres cazadores percibieron la extraña tranquilidad de quien les hablaba, y relajaron los brazos bajando las armas, sabían con lo que hablaban. La hostilidad era inútil llegado el momento, nada tendrían que hacer, mejor era atender y calmarse. Temibles eran aquellos guerreros alienígenas fuera de control.

“Ahora es vuestra responsabilidad la vida de ese joven, mejor que lo atendáis pronto…” Quedó esa inquietante advertencia mientras se alejaba de la zona perdiéndose la última expresión de la frase como un susurro en el viento.

Haciendo caso de las palabras del extraño, el portavoz de aquellos cazadores fue el primero en reaccionar, despojando a Isaiah de su destrozada armadura y quitándose la capa, que hizo jirones para hacer un torniquete en el brazo herido y taponando con el resto de capa la herida del pecho, “ayudadme” , añadió

“Esperad mientras voy por los caballos” dijo el tercero dirigiéndose hacia el camino. “Esperemos que no sea demasiado tarde” , pensó, “ha perdido mucha sangre” , dijo ya en voz alta observando el charco de sangre sobre el que yacía el humano.

 

Tiempo más tarde, avanzaban despacio, sin decir ni una sola palabra, camino al poblado, Sárgol no había salido aún de su trauma, que se encontraba sobre uno de los caballos enrollado en una manta y cabizbajo. Habían improvisado una camilla con dos ramas, unas cuerdas y mantas, que iba a su vez arrastrada por uno de los caballos. Terminó así el caminar sin rumbo de Isaiah, inconsciente y malherido, apenas se notaba su respirar. Sólo su fortaleza física podía ahora decidir por su vida.

No pararon siquiera para descansar, con la noche echándoseles encima llegaron a una zona donde los colores de la vegetación ganaban en viveza, con el suelo tapizado de verde, donde los árboles dominaban las alturas. El aire, era suave y puro, no tan cargado como en los páramos.

Tras pasar varios árboles marcados en la corteza con extraños símbolos, una hermosa mujer rubia se interpuso en el camino, con el brazo extendido, sujetando firmemente su vara de madera. "Parece que no ha habido suerte con la caza" , dijo en un tono suave pero al mismo tiempo irónico.

"…..no es necesaria una explicación, sé todo lo que debo saber" , cortó tajante la hechicera, "llevad al herido a mi tienda, ya hablaremos" , concluyó con dureza.

Isaiah pasó varios días bajo la tutela de aquella mujer misteriosa, aprendió que aquellos cazadores eran humanos alejados de la vorágine de la gran ciudad colmena de Toletvm Prime descubrió que pronto se verían involucrados en la ola de destrucción que los Orkos estaban desatando en el planeta, solo era cuestión de tiempo que aquellos seres humanos y su pequeño pueblo desapareciese para siempre al igual que el resto de sus congéneres más “civilizados” de la ciudad colmena. Algo en su interior le seguía recordando quien era, de donde venía y por supuesto, qué le había llevado a esta situación…

 

La Causa Justa

La mañana trajo consigo el ensordecedor rugido de algo que descendía del cielo, salió de su cabaña ante el familiar sonido y lo que vio le alegró el corazón. Un Stormbird se acercaba a toda velocidad en el horizonte…

La nave aterrizó a varios metros del pequeño poblado mientras Isaiah iba a su encuentro. Justo después del rápido aterrizaje la pesada rampa de desembarco del Stormbird se abrió lentamente, dando paso al descenso de varias figuras en armadura de Exterminador, a su cabeza iba Ashlan, su hermano de sangre estaba con él. Había llegado a sus oídos que Isaiah se había quedado en el planeta y había conseguido un salvoconducto de Raziel para descender al planeta a recuperar a su hermano y además no venía solo.

Una mirada cómplice se cruzó entre los dos amados hermanos, los dos pensaban igual y sus pensamientos solo llevaban a un sitio. Raziel había entrado en razón y había advertido a Ashlan de que una flota de los Puños Imperiales se acercaba a la órbita planetaria, aunque no sabía cuanto tiempo tardaría en llegar y en estar en disposición de ayudar en la defensa de Toletvm Prime. Supo entonces Ashlan que su destino estaba junto al de su querido hermano.

Isaiah subió a bordo del Stormbird y vio que Ashlan había traído consigo una pequeña fuerza de combate, ambos la bautizaron con “Fuerza de Combate Narthecium”, ya que a ambos les ayudaría a curar sus heridas abiertas durante el desagradable episodio de la Colmena Gatling. El hermano Venerable Vortex le saludó al entrar en el Stormbird, también vio que disponía de un par de escuadrones de motocicletas, la escuadra “Aquila” y la escuadra “Raptor” incluyendo al hermano apotecario Nestor.

También disponía de dos Land Speeders, “Redemptus” y “Ferus”, y un carro de combate de la clase predator además de la escuadra “Válidus”, la guardia personal de su hermano Ashlan con sus formidables armaduras de exterminador, que le habían acompañado en su descenso por la rampa del Stormbird. Pero lo que más le alegró ver fue su antigua montura de guerra, su fiel “Sagitta”, su venerada motocicleta a reacción estaba en perfecto estado y lista para el combate. Pronto su servo armadura estaría reparada y sus brazos armados, pues también su hermano había traído a “Exalta”, su apreciada espada de precisión...

Estaban listos, Toletvm Prime prevalecería y resistiría a los Orkos, sus vidas estaban preparadas para ello y las entregarían con determinación a su justa causa.

 

 
 
 
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