El Desastre
de Jakaro IV
Autor:
Lemariont
++++++++++++++++++++Trasmisión:
Planeta Jakaro IV
++++++++++++++++++++++Situación
actual: Destruido
++++++++++++++++++++Comunicador: Satélites
Mk30
++++++++++++++++++++Interventor: Servidor 2039/K1
+++++++++++++++++++++++++++Fecha: 801.003.M4
++++++++++++++++++++++Misión: Combate Nocturno
+++Pensamiento del día: Los presentimientos son brujería.
Capítulo I
-“¡Aquí esta el lugar
de evacuación! Deberemos asegurar
la zona para que las ThunderHawk aterricen
y nos saquen de aquí.”
Gran Señor
Malakias- Momentos antes del comienzo
de la batalla.
...Tres semanas antes la nave de combate
Catedral Oscura había recibido una
señal de socorro desde el planeta
Jakaro IV, un mundo agrícola con
muy poca población y muy dispersa.
Jakaro IV era un planeta de grandes llanuras
verdes, con alguna amplia zona de bosque
abierto y sus estaciones largas y húmedas
de lluvia. Sin embargo ahora... parecía
tan muerto...
Malakias y sus hermanos marines llegaron
dos semanas después, dirigiéndose
hacia la ciudad principal, Nueva Milos,
pero los exploradores no regresaron con
buenas noticias puesto que al parecer la
ciudad estaba semidestruida con síntomas
de muchos combates feroces, pero no quedaba
rastro de nadie, no encontraron el cuerpo
de ningún ser humano.
No tardaron en hallar la respuesta, la
primera noche desaparecieron dos centinelas
y al día siguiente la ciudad se
convirtió en un hormiguero... cientos
de gantes comenzaron a salir de las profundidades
hacia el exterior, donde los marines espaciales
habían establecido su campamento,
obligándoles a retirarse hacia los
campos de cultivo lejos de la ciudad.
Durante 5 días estuvieron replegándose
hasta la zona prevista de evacuación,
enviaron mensajes de socorro a la nave
Catedral Oscura pero no recibían
respuesta, se encontraba en la cara opuesta
del planeta y era imposible la comunicación
por lo que sólo les quedaba la única
salida de llegar al punto de encuentro
E.12, una antigua refinería de mineral
vegetal donde había una plataforma
de aterrizaje...
...Oscurecía y a duras penas se
podía distinguir las lejanas figuras
de la refinería y la pista de aterrizaje.
Una ligera pero constante lluvia les había
acompañado durante los 5 días
de viaje, retrasando su huída y
provocando así constantes combates
contra la vanguardia Tiránida, cientos
de gantes... y sabía que eso solo
era la punta del iceberg. Habían
perdido la escuadra de exploradores Tanalith,
y varios marines tácticos, demasiados
marines para un mundo que quizás
no tuviera salvación.
Malakias ordenó parar la columna,
dio ordenes de preparase por si tuvieran
que defender la zona de aterrizaje en caso
de retrasarse la evacuación. Se
volvió hacia Hephaestus, su hermano
de armas y amigo. El agua de lluvia empañaba
su vista, lo vio agachado preparando su
equipo y absorto en sus plegarias, juntos
habían ascendido a la primera compañía
hace mucho tiempo, grandes honores para
grandes guerreros de otros tiempos. Ahora
estaban juntos de nuevo, el destino quiso
que tras seguir diferentes caminos estos
se volvieran a encontrar, un destino caprichoso
e impredecible. La lluvia resbalaba por
su rostro guiada por los surcos de las
cicatrices que la adornaban, miró a
su amigo e intentó decirle algo,
su voz se entumeció incapaz de pronunciar
palabra alguna, de esas palabras que no
se guían por la razón y que
apenas recordaba ya, palabras de otros
tiempos y de otra vida tan lejana y distante...
hacía tantos años de aquélla
otra vida. Su mano se quedó a media
distancia, sin llegar a tocar la hombrera
adornada por la espada alada, símbolo
de su capitulo, por el que tantas guerras
había librado, por el que tantos
hermanos había visto morir, por
el que seguramente aquella noche, él
moriría. Mal presagio sintió.
Incapaz de hablar con su amigo, activó de
nuevo el comunicador y se dirigió a
sus hombres...
-“¡Hermanos! Pronto vendrán
las ThunderHawk a recogernos. Este planeta
ha muerto, y con él morirán
sus asesinos. ¡Venganza en nombre
del Emperador!” – la voz metálica
retumbó en los auriculares de los
marines.
-“¡Venganza!” – Fue
la respuesta.
La noche oscura y fría caía
a pasos agigantados sobre el cada vez más
muerto Jakaro IV, la lluvia se había
vuelto mas fuerte y el barro que se formaba
hacia mas duro el avance de la infantería
y los vehículos.
La voz de Malakias volvió a sonar
por los auriculares. –“Escuadras
tácticas desplieguen para defender
la zona junto a los vehículos.”
-“Luxen recibido.”
-“Afirmativo para la escuadra Mathias.”
-“Sargento Rekeene asegure una buena
posición para vigilar el perímetro
y Sargento Bavaro adelántese con
su escuadra y Rapax hacia la zona de aterrizaje”.
-“Escuadra de reconocimiento avanzando.”
Capítulo
II
“¡Gran
Señor! En el bosque situado
entre las ruinas de la refinería
y la plataforma de aterrizaje... creo
que se ha movido algo... con las miras
de nuestros rifles no distinguimos
nada.”
Sargento
Rekeene, explorador. Minutos antes de
morir.
Malakias y su escolta, la escuadra del
sargento Hephaestus, había avanzado
hasta la antigua refinería para
tomar buenas posiciones elevadas, sus retro-reactores
dejaron de producir ese ensordecedor sonido
al tomar tierra, lentamente y sin querer
hacerlo fue girando la cara para observar
el bosque. Estaba lejos, oscuro, inmutable,
pero no necesitaba verlo para saber lo
que ocultaba.
-“Reflector activado. Encuadre hacia
cuadrante 34.B.3. Energía a... ¡Por
el Emperador! ¿Que es eso? ¡Alarma! ¡Alarma!.” -consiguió articular
Barael, un artillero de Rapax. Del bosque
comenzaron a salir como una marabunta los
enemigos que les acechaban.
-“Es monstruosamente enorme...” pensó Rekene,
intentando articular palabras coherentes
a sus hombres... al fin –“¡Olvidaos
de los gantes! Disparad a... disparad...
disp... disparad a ESO grande!.”
El Land Rider Cruzado Rapax frenó en
seco, patinando a causa de la gran cantidad
de barro. Su color verde oscuro, casi apagado
por el barro, brilló en la noche
cuando el reflector iluminó aquellos
seres monstruosos. Barael no soltó el
dedo del gatillo mientras apuntaba a todos
los gantes que se abalanzaban sobre su
vehículo, los enemigos dejaron de
ser puntos para convertirse en una masa
verde iluminando la pantalla de blancos
antes oscura y silenciosa. El conductor
dio las ordenes al espíritu máquina
para operar independientemente, rezando
una plegaria de pureza. Los enemigos comenzaron
a caer bajo el intenso fuego de Rapax.
-“¡Salvajes de Bavaro! Preparados
para desembarcar, tenemos que cruzar el
bosque y consolidar una posición
allí. ¡Estar preparados para
cuando nos limpien el camino!
-“¡Salvajes!.” – Fue
la respuesta de 7 voces deseosas de salir
de aquel habitáculo.
-“Piloto, en cuanto sobrepasemos
la línea de los gantes y el carnifex
saltaremos”
-“Negativo, los sensores indican
que hay mas enemigos detrás, no
hay forma de traspasarla”
-“La traspasaremos... en cuanto
estemos en tierra avance hasta la plataforma
de aterrizaje y cubra al resto hasta la
evacuación tot...” –Un
poderoso haz de luz le hizo volver la vista
hacia la escotilla de visión derecha,
Ignis, el venerable dreadnougth había
disparado su cañón láser
sobre otro objetivo diferente al reflector,
no era muy grande, pero su respuesta fue
titánica... un rayo de disformidad
se dirigió directo hacia Ignis,
mientras hacia un surco levantando el barro
en su trayectoria, fue terrible. El venerable
guerrero de 12 siglos de batallas estalló en
una gran bola de fuego iluminado la oscura
noche y revelando la naturaleza del enemigo.
Cientos de gantes avanzaban a pasos agigantados
sobre los marines espaciales, el Emperador
los tenga en su Gloria.
El reflector había iluminado la
zona boscosa, ni la oscuridad que engullía
aquella noche ni la lluvia que resbalaba
por los visores de los cascos de los marines
pudo impedir ver lo que tras el se ocultaba...
toda una gran horda... cientos de gantes
y bestias gigantescas capaces de aterrorizar
al hombre más valiente, pero no
a ellos, no a los primogénitos del
Adeptus Astartes, no a los Hijos del León.
-“¡Disparad! ¡Disparad! ¡Disparad! ¡Gloria
al Emperador y Honor para el Capítulo!” –Gritó voz
en cuello Malakias alzando su antigua y
ornamentada espada, tesoro y reliquia antigua
de su capítulo.
-“¡Skirla efectuando fuego!”
-“¡Disparad! ¡Disparad! ¡Disparad!.” Fue
la respuesta de todos los jefes de escuadra.
Una gran lluvia de proyectiles cayó sobre
la horda de gantes, la devastadora tormenta
de la artillería pesada descargó sus
relámpagos de muerte ejecutando
sin piedad a sus enemigos, destrozándolos
y mutilándolos sin contemplaciones.
Pero a veces la victoria no sirve, no
al menos contra estos seres sin sentimientos,
sin razón, sin humanidad. Debían
destruirlos, borrarlos de la faz de aquel
plantea, eliminar todo vestigio de existencia.
El tiempo corría de su contra, la
nave Catedral Oscura orbitaba alrededor
de Jakaro IV acercándose hacia la
zona de aterrizaje para lanzar primero
sus Thunderhawks y recoger a sus hermanos,
y para después purgar inicialmente
ese planeta lanzando una lluvia mortífera
sobre su superficie y esperar a la Gran
Flota del Almirante Terrenx, para purgarlo
definitivamente con una orden “Exterminatus”.
La escuadra del sargento Rekeene al ver
la ingente masa enemiga trató de
cubrirse tras el avance de Rapax...
-“Ni la noche, ni la lluvia, ni
el terreno, nada, nada podrá protegernos
de ese enemigo y su arrollador avance el
tiempo suficiente para acabar con ellos
o al menos con su cuartel general y retrasarlos.” –Rekeene
sacudió su cabeza para quitarse
sus pensamientos, la capucha de la capa
de camuflaje resbaló sobre su cabeza
descubriendo su rostro y dejando que la
lluvia acariciara sus mejillas tatuadas. –“¿cómo
van a tener cuartel general estas bestias?
Si no están organizadas, sólo
son bichos... que el Loado Emperador nos
proteja”.
-“¡¡¡Los tenemos
encima sargento!!!”
-“¡Elegid los objetivos y
apuntar bien!” . Gritó a sus
exploradores mirando a través de
la mira telescópica de su rifle.
-“Que tontería...” –pensó Rekeene –“Es
imposible fallar...”
Cientos de gantes y tiránidos poderosos
avanzaron sobre la posición de Rekeene
y ni las bajas que sufrían les retrasó el
avance ni un segundo, varios bichos de
la escolta del carnifex cayeron bajo el
fuego de los rifles... pero no fue suficiente.
-“¡Disparad! ¡Disparad! ¡Disparad!” –ordenó Rekene
y sus hombres obedecieron.
Con el primer disparo abatieron un guerrero
de la escolta, con el segundo a otro, con
el tercero hirieron al carnifex, uno de
los exploradores sacó su largo cuchillo
y lo clavó en la tierra delante
de él, con el cuarto lo volvieron
a herir y Rekeene en el instante de recargar
para el quinto vio los ojos del primer
gante tan cerca que casi pudo ver de que
color eran.... si es que esos seres tenían
ojos... no hubo un quinto disparo.
-“¡Semper Fidelis!” – Y
Rekeene golpeó con la culata de
su rifle al primero mientras otro gante
le clavaba sus aceradas garras en la pierna
derecha, traspasándola seccionando
músculos y partiendo el hueso, obligándole
a arrodillarse de dolor. La rabia le invadió.
En otra ocasión había sufrido
una herida peor, pero esta humillación...
arrodillarse... pidió perdón
al emperador y recitó la plegaria
de la Fortaleza y la Redención,
pidió fuerzas, para morir como un
marine espacial, con honor.
-“¡Por la derecha!” -gritó el
explorador que había dejado el cuchillo
clavado en la tierra. Con rapidez esquivó el
tajo de las garras saltando a un lado,
recogiendo el cuchillo y sin dudarlo le
traspasó la cabeza con este, haciéndole
caer al suelo junto al gante rodando por
el barro. Miró a su alrededor. –“Escuadra
Rekeene al resto, han traspas...”.
-Una garra le seccionó limpiamente
el cuello.
Hamalias luchó ferozmente, él
era el último explorador tras morir
Venture. Los gantes se habían echado
sobre Venture como los carroñeros
a los animales muertos, cuando este los
vio acercarse dejó a un lado el
rifle y dirigió su mano hacia el
cuchillo que tenia en el pecho, y la otra
hacia la bolsa que tenia en el costado
izquierdo. La desesperación brotó de
su rostro cuando un gante le clavó sus
garra en el pecho, sobre el corazón
y la mano que se dirigía a sacar
el cuchillo. El gante emitió un
sonido victorioso, mientras la sangre del
marine espacial le salpicaba la piel quitinosa,
pero esa alegría se tornó sorpresa
cuando el explorador en su ultimo suspiro
de vida, escupiendo sangre y al grito de “Siempre
Fiel”, voló por los aires
a causa de la explosión de la granada
que sostenía su otra mano, se llevó al
infierno al menos a 6 gantes con él.
Hamalias intentó retroceder resbalando
repetidas veces a causa del barro y la
lluvia, buscando refugio donde poder sacar
ventaja y ralentizar el avance Tiránido.
Los mantuvo a raya unos metros, tenía
en una mano su cuchillo y en la otra el
rifle, sosteniéndolo a modo de garrote,
ya prácticamente inservible por
los golpes. Su respiración era muy
rápida y exhalaba vaho por el contraste
de la temperatura, la carrera había
sido muy fuerte y sintió como se
ahogaba mientras respiraba ruidosa y desesperadamente,
arañando el barro del pequeño
montículo por el que intentaba ascender
con sus puños cerrados sujetando
sus armas. El blanco de sus ojos contrastaba
con el barro oscuro que manchaba su cara.
Se giró sobre su espalda tumbado
sobre el barro dando cara al enemigo. Multitud
de gantes se le tiraron encima, no pudo
hacer nada mientras lo descuartizaban con
sus poderosas garras, cortes y tajos profundos,
por suerte el tercero fue mortal, no sintió el
resto.
Capítulo III
“¡Disparad! ¡Disparad! ¡Disparad!
Por el honor del Capítulo ¡Disparad! ¡Disparad! ¡Disparad!”
Única y constante
trasmisión de los jefes de escuadra
Mathias y Luxen.
Mientras la artillería pesada barría
la mayor parte de la horda Tiránida,
algunos grupos consiguieron traspasar el
circulo de fuego... varias decenas de gantes,
unos poderosos genestealers y los rápidos
mantifex. Si llegaban hasta las posiciones
de los marines... sería el fin.
-“¡Reflector en 30.B.12!!!!! ¡Iluminando
zona!!!.” – comunicaron desde
Rapax. La artillería localizó a
sus objetivos.
Malakias observó desde la altura
de la refinería el avance enemigo,
la cerrada noche no le permitía
ver con claridad el campo de batalla. Vio
como unos mantifex y al menos dos docenas
de gantes de menor tamaño entraron
en combate cuerpo a cuerpo con la escuadra
Luxen, tenía que ayudar a sus hermanos,
se lanzaron a por ellos.
-“Disparad! Disparad! Disparad!” –Luxen
acabó con el cargador de su bolter,
sabia que no había mas tiempo. Los
tenían encima. Sacó su largo
cuchillo y se preparó para recibirles
y darles el mejor trato que a esas malas
bestias se les podía dar, la muerte.
-“¡Vienen tres mantifex por la izquierda sargento!”
-“¡Defender la línea! ¡Gloria
a los Hijos del León!”
Los gantes se lanzaron sobre la escuadra
Luxen como aves de presa, rápidos
y mortales. Los marines espaciales formaban
una línea dando frente a sus enemigos,
estos avanzaban desordenados y a saltos
sobre el barro, cayendo muertos por los
certeros disparos de los marines espaciales,
la gran masa de gantes no se detuvo. Zakarias
estaba en el extremo izquierdo de la línea
defensiva, su corazón principal
latía con mucha fuerza, sujetó el
bolter con una mano al tiempo que disparaba
a los gantes y con la otra sacó su
cuchillo de una forma ágil y sin
dejar de moverlo, siseando al viento como
una serpiente en esa noche oscura y lluviosa
mientras espera su presa. Se encaró con
el primer mantifex que llegó, su
bolter se había quedado sin munición
y lo lanzó hacia el rostro de aquella
bestia distrayendo su atención,
no dudó en clavarle el cuchillo
hasta las entrañas. Le hundió el
puño también y el líquido
interno de aquel bicho empezó a
brotar. Se encaró con el segundo.
El primer gante saltó sobre la línea,
derribando al hermano Paulo y estrellándolo
contra el barro, el resto le siguieron.
Mathias miró hacia su izquierda,
la noche cerrada no le permitía
ver mucho, pero si lo suficiente como para
saber que los destellos que veía
y el ruido ronco que oía a través
de la lluvia no muy lejos de su posición
eran sus hermanos de batalla librando un
feroz combate a muerte. Dos brillantes
luces surcaron el oscuro cielo para desaparecer
en la noche sin mas, su escuadra siguió disparando
a los gantes que avanzaban frente a ellos,
los bolters descuartizaban los cuerpos
de aquellos seres y el plasma de sus armas
los reducían a la nada...
En el otro extremo del campo de batalla,
la escuadra Bavaro se abría paso
entre los resquicios de gantes que la artillería
no había eliminado, metro a metro,
bala a bala consiguieron llegar hasta las
ruinas de una antigua ermita. Destrozada
por la artillería y mancillada por
los Tiránidos apenas quedaba nada
en pie, bancos de madera rotos y astillados,
muros semidestruidos y el altar a punto
de derrumbarse. Los pocos pendones que
aún colgaban se prendían
fuego lentamente en una lucha constante
con la lluvia que se filtraba por lo que
quedaba del techo.
-“¡Deprisa! ¡No os paréis! ¡Avanzad! ¡Avanzad! ¡Avanzad!.” –El
suelo retumbó bajo los pies de la
escuadra de Bavaro. Movió los servo
dedos de su puño de combate intranquilo
mientras la lluvia caía sobre su
rostro . –“¡Cruzar! ¡Deprisa!”
-“¡Ha cruzado!.” –Simeón
se había quedado el último
para cubrir la entrada, el carnifex que
vieron desde Rapax apareció de nuevo
ante sus ojos estaba bordeando la ermita
para encararse al Land Rider, un relámpago
iluminó toda la silueta, era impresionante.
El gran bicho siguió avanzando sin
percatarse de la presencia de la escuadra.
Simeón corrió entre los escombros
sorteando los cascotes que aisladamente
caían de lo que quedaba del techo
para reunirse con el resto de la escuadra
al otro lado de la ermita. Murió aplastado.
En el trayecto escuchó el siseo
de balas y como estas chocaban contra la
piedra y los escombros, balas que venían
de su espalda, Rapax descargó toda
su ira contra aquel mastodonte, sus bolters
y sus cañones de asalto escupieron
muerte y destrucción pero sin embargo
resbalaron como la lluvia sobre la piel
quitinosa de la bestia, algunas balas perdidas...
encontraron muros de piedra donde estrellarse,
derribando la vieja ermita. Todo fue muy
rápido, Simeón no tuvo tiempo
de reaccionar cuando una columna cayó sobre
su pierna derecha, partiéndola sin
que su armadura pudiera hacer nada para
protegerla. –“¡Sargento! ¡Aaaargh!
-“¡No!.” –Bavaro
activo su puño de combate e intentó acercarse
hasta su compañero, vio los ojos
desesperados de Simeón mientras
alzaba una mano hacia el resto de la escuadra
pidiendo ayuda cuando una gran explosión
sacudió la estructura de la ermita
y sepultó al marine. Se volvió hacia
el bosque, y comenzó a correr. –“Avanzar
maldita sea, cumpliremos nuestro objetivo,
cruzaremos el maldito bosque aunque sea
lo último que hagamos”
Capítulo IV
“Cada
batalla es una redención. Espérame,
y juntos haremos el último tramo
hacia el perdón del Emperador”
Malakias, sosteniendo
el cuerpo inerte de su amigo Hephaestus.
La escuadra Luxen se encontraba en un
feroz combate cuerpo a cuerpo, todo parecía
perdido frente aquellos bichos tan rápidos
y mortales, el pequeño terreno que
defendían los bravos marines se
había convertido en una maraña
de golpes y estocadas, revolcones entre
el barro y sobre todo muerte, demasiada
muerte.
En mitad de la oscuridad, bajo el fuerte
siseo de los retro-reactores y acompañados
por la lluvia descendía Malakias
y su escolta como Ángeles de Muerte.
Cayeron sobre sus enemigos, aplastándolos
con sus pesadas botas sobre el barro, destripándolos
con sus ráfagas de las pistolas
bolter, descuartizándolos con sus
espadas sierra, uniéndose a la danza
de la muerte que allí se celebraba.
-“Acabad con todos! Muerte a los
bichos!!!.” –Malakias rebanó la
garra de un mantifex que pretendía
degollar a Umiel, el especialista de rifle
de plasma, no sirvió de nada.
-“Graci...arrrh!.” –consiguió decir Umiel mientras
otra garra acerada le traspasaba desde la espalda todo el torso, dejando caer
el rifle de plasma sobre el barro.
Un marine táctico golpeo con la
rodilla el abdomen de un gante estrellándolo
contra otro bicho, notó un golpe
a su espalda, se giró y consiguió parar
el segundo golpe de un mantifex, agarrando
la extremidad y partiéndola de un
golpe seco, resbaló y cayó sobre
el barro de cara, su corazón latía
desenfrenado, el vaho de su respiración
se mezclaba con la lluvia y el contraste
de la fría y oscura noche. Levantó el
rostro, manchado por el barro, hacia rato
ya que de un golpe le habían roto
parte del casco obligándole a quitárselo.
Apoyó sus brazos sobre la mojada
tierra, de agua de lluvia y sangre, mientras
alzaba la vista. Entre las piernas de sus
camaradas, la escuadra de Hephaestus pudo
distinguir entre la oscura penumbra las
patas de unos horribles seres... Genestealers.
-“¡Genestealers! ¡Genestealers!.”-
Gritó mientras se intentaba reincorporar,
fue tarde, cayeron sobre ellos sin piedad.
La progenie genestealer acabo con los marines
de asalto mas alejados, fueron descuartizados
en cuestión de segundos.
Hephaestus se giró tras de sí para
ver que ocurría cuando varias garras
le traspasaban la armadura por el pecho
y una por la pierna, paralizando su cuerpo,
quebrando así la fuerza de su puño
de combate, pero no su aliento de vida.
No muy lejos de allí la escuadra
Mathias vio acercarse rápidamente
una horda de gantes hacia la posición
de la artillería. Skirla y Purificación
estaban vomitando una lluvia de muerte
sobre la marea de gantes que se aproximaba
sobre la infantería, pero no parecía
que hubieran visto a esa pequeña
progenie acercándose, la que había
acabado con la vida de sus hermanos exploradores.
Pero ese no era el mayor peligro que se
acercaba, Purificación encontró frente
a sí la horma de su zapato...
-“Mathias a Skirla y Purificación!
Enemigos a vuestras tres!!!”
-“Recibido para Skirla! Iniciando
maniobra...” –respondió el
piloto mientras se daba cuenta desesperado
que las orugas no respondían, y
el Whirldwind no avanzaba ni retrocedía...
estaban atorados en el barro. –“mas
potencia...” –pensó...
-“Fin del fuego de cobertura, Purificación
retomando posición!”
Mathias se giró sobresaltado tras
oír un siseo a su espalda, su bolter
humeante apuntó sin vacilar al extraño
globo viviente que se erguía a escasos
metros de ellos, flotando en el aire a
la deriva, dio un paso sin dejar de apuntar
cuando distinguió otro de esos extraños
globos flotando no muy lejos de allí también
a la deriva. El Cañón de
Plasma disparó y el globo viviente
mas cercano se estremeció, y se
estremeció mas todavía cuando
los bolters empezaron a escupir proyectiles
sobre la horda que se avecinaba a su posición.
Mathias de espaldas a sus hombres fue el único
que lo vio. La mas alejada de las esporas
vivientes se volatilizó en una explosión
de llamaradas que incineró los restos
de un árbol quebrado y viejo, no
le dio tiempo a dar el alto el fuego cuando
la espora mas cercana estalló en
llamas, alcanzando a su escuadra. La onda
de la explosión le hizo retroceder
y lo proyectó hacia el suelo, pero
Aniel no tuvo tanta suerte. De espaladas
a la explosión su generador de potencia
dorsal estalló en mil pedazos destrozándolo
y envolviéndolo en una bola de fuego,
que la lluvia se encargo de apagar lentamente...
El humo del gran cañón Demolisher
del Vindicator escupía humo tras
el último disparo, empezó a
mover sus orugas cuando tras todo aquel
humo y tras las ruinas aparecieron un gran
carnifex y su escolta, encarando con furia
renovada sus ataques hacia ellos mientras
recibían el fuego mortal de Rapax.
-“¡Retrocede! ¡Retrocede! ¡Debemos
evitar al carnifex! ¡Deprisa!”-
gritaron al piloto desesperados mientras
el empujón de la aceleración
enviaba a la tripulación de Purificación
hacia las planchas metálicas del
suelo del vehículo. El vehículo
empezó a retroceder con rapidez
escupiendo barro en su huida. Pero sus
enemigos, los temibles bichos, dispararon
con sus bioarmas quebrando la oruga izquierda
del Vindicator, y haciéndole perder
el control hasta chocar contra unas ruinas
cercanas. El pequeño muro se desmoronó bajo
el peso del poderoso vehículo, el
motor aún rugía con fuerza
pero sin nada que mover. La tripulación
aturdida todavía por el impacto
intentó salir del vehículo
por la escotilla del artillero, el primero
fue el jefe de vehículo que de un
salto se puso sobre el cañón
Demolisher y comenzó a disparar
sobre los bichos para cubrir la salida
de sus compañeros, la lluvia, el
barro, el olor a combustible... todo se
mezcló.
-“¡Salir! ¡Deprisa! ¡No
tenemos tiempo, vienen hacía aquí!” Gritó a
su tripulación mientras su pistola
bolter no dejaba de escupir balas que resbalaban
sobre la quitinosa piel de las bestias.
De repente dejó de disparar, alzó su
cuerpo para ver mejor entre la lluvia. –“¡Al
suelo! ¡Al suelo!” – no
pudo repetirlo una tercera vez más,
el carnifex disparo por última vez
su terrible bioarma sobre ellos, haciendo
saltar en mil pedazos el Vindicador, y
con él su tripulación, envueltos
en una gran bola de fuego que iluminó el
campo de batalla como una antorcha en una
caverna oscura.
El piloto de Skirla salió de sus
pensamientos cuando un gran estallido de
luz brotó en la noche. Intentó sacarlo
del barro una vez mas. El cargador y el
artillero empezaron a abrir la puerta trasera
para ver como podían sacar al vehículo
del barro.
-“Vamos a salir, para indicarte
y sacar el vehículo de aquí” dijo
el cargador terminado de abrir la compuerta.
El piloto golpeó el panel de luces,
luego volvió la vista hacia la mirilla
y vio algo que lo dejó sobrecogido,
no le dio tiempo a gritar, la puerta estaba
abierta. –“¡Noooo! ¡Tiránidos!”-
Vociferó mientras oyó varios
golpes atrás y un único disparo
de bolter. Se quitó el arnés
de seguridad para salir cuando una garra
le traspasó el costado y el pulmón
derecho... pocos segundos después
Skirla había sido completamente
destruido.
Mathias vio una gran luz en unas ruinas
cercanas, sabía que aquella bola
de fuego era un vehículo marine
destruido, rezó al Emperador pero
sus plegarias se vieron interrumpidas cuando
a los pocos segundos una pequeña
explosión apareció donde
antes estaba Skirla...
-“¿Skirla? ¿Me recibe
Skirla!?!?!?!”- gritó por
el comunicador mientras intentaba distinguir
algo entre la distancia. Mientras su escuadra
acababa con una horda de gantes que les
hacia frente consiguió distinguir
no muy lejos de ellos, el grupo de gantes
que había acabado con Skirla y ahora
pretendía acabar con ellos...
-“¡A la derecha! Escuadra
Mathias cerrad la línea frente a
ellos y preparados para su carga!”. –Gritó con
la voz metálica del intercomunicador
mientras sus hombres tomaban posiciones.
-“¡Marius en posición! ¡Objetivo
localizado!”. –respondió el
especialista del cañón de
plasma.
-“¡Fuego! ¡Fuego! ¡Disparad
a discreción!”. –Y una
lluvia de proyectiles bolter cayó sobre
la horda tiránida como un enjambre
de abejas enfurecidas, unos segundos después
dos bolas de plasma rugieron en la noche
para unirse al enjambre asesino...
En escasos segundos se lanzaron sobre
los marines magullando sus oscuras armaduras,
mancillando el águila imperial de
su pecho con sus afiladas garras, haciendo
callar sus rugientes armas no sin antes
pagar cara su atrevida osadía...
Marius había retrocedido unos metros
en la carga, aturdido por el fuerte empujón
de uno de los gantes que se había
lanzado sobre él desplazándolo
hacia atrás y derribándolo
al suelo, cuando consiguió deshacerse
del gante y miró hacia sus compañeros
observó triste como su escuadra
en escasos segundos había sido diezmada.
Giró la cabeza atrás distinguiendo
el combate que todavía libraba su
Señor Malakias mientras acariciaba
su cañón de plasma una vez
mas, lentamente retomó la mirada
hacia los gantes mientras alzaba su cañón
sonriendo tímidamente con la satisfacción
del deber cumplido... estaban a menos de
quince metros cuando disparó.
A un centenar escaso de metros del calcinado
cuerpo de Marius el hermano Rasael lanzó su
cuchillo contra un Genestaealer que pretendía
segar la vida de su Señor Malakias
con las guadañas que tenía
por brazos, distrayendo así su atención
pero quedándose desarmado cuando
un mantifex a traición seccionó su
antebrazo y seguidamente le abrió su
armadura pectoral de varios golpes mutilando
así sus entrañas y robándole
su preciada vida.
La inesperada aparición de los
Genestealers había truncado las
posibilidades de realizar una contundente
victoria en aquel combate cuerpo a cuerpo.
En escasos metros de radio había
un circulo donde se realizaba una danza
de muerte, y donde sólo unos pocos
bailarines estaban destinados a triunfar
en aquel espectáculo. Los Genestealers
habían acabado con la escuadra de
asalto y el resto de bichos había
exterminado prácticamente a la escuadra
Luxen, pero los marines espaciales no se
rendían, y poco a poco la victoria
prefería bailar a su lado...
Malakias sujetó la cintura de su
pareja tiránida a la vez que estiraba
su garra obligándola a seguir sus
pasos en esta danza macabra haciendo que
chocara contra otra de esas horribles criaturas
ganando el espacio suficiente para que
su espada cortara el frío aire de
la noche y los cuerpos de sus enemigos.
La antigua espada de energía rugía
de ira cada vez que segaba una bestia tiránida,
compitiendo así con su compañera,
la pistola bolter que escupía ráfagas
de muerte sobre las criaturas que encontraba
a su paso. Juntas acabaron con todas las
monstruosidades alienígenas que
Malakias encontró a su paso. Varios
relámpagos iluminaron la noche,
como aplausos al artista que ha terminado
su coreografía. Malakias estaba
con la rodilla derecha sobre en el barro,
con la lluvia y la sangre de sus enemigos
y sus hermanos adornando su armadura, alzó la
vista, y se levantó ayudándose
de su espada. Su figura rompía la
monotonía de los cuerpos que yacían
bajo sus pies, mutilados y muertos. La
espada le pesaba por momentos, y la punta
empezó a acariciar el barro mientras
sus pies le llevaban lentamente sin rumbo
a través de aquella matanza, en
dirección de su amigo Hephaestus.
Apartó el cuerpo de un Genestealer
empujándole con una pierna y bajo él
descubrió la armadura de su hermano
Hephaestus. Clavando la espada en el barro
se quitó el casco, dejando que el
agua de la lluvia resbalara sobre su rostro,
haciendo lo mismo con el marine caído
y descubriendo así que aún
quedaba un aliento de vida en él.
Un ruido ensordecedor rompió el
silencio que se había producido
tras el combate, alguna máquina
voladora que se acercaba a gran velocidad
había roto la barrera del sonido
no muy lejos de allí.
-“Gran Señor, ¿hemos
vencido verdad?”. –consiguió decir
tras escupir un poco de sangre. –“¿Las
Thunderhawk ya vienen a recogernos no es
así?” .-dijo con esfuerzo.
-“Así es, hemos vencido.
Hemos luchado con honor y el Emperador
nos reclama a su lado, para perdonarnos
por fin”. –Malakias cogió la
mano de su hermano marine mientras le cerraba
los ojos, cuando un rayo de luz le hizo
levantar la vista. Lentamente suspiró al
tiempo que su cuerpo se volatilizaba por
el rayo disforme que lo había alcanzado.
Fue todo muy rápido, sin tiempo
a reaccionar. El Loado Emperador también
lo había llamado a él.
Capítulo V
“Que
el Loado Emperador se apiade de nuestra
alma... Aceleraaaaa!!!”
-Jefe de Vehículo
Dominus, tras quedar envuelto Rapax en
una bola de fuego.
El Land Rider descargó sobre los últimos
gantes que tenia enfrente la munición
bolter de sus barquillas mientras marchaba
hacia la plataforma de aterrizaje, abriéndose
paso entre los cuerpos inertes de aquellas
abominaciones y el barro que le hacía
perder fuerza sobre la tierra y dificultaba
su avance.
-“¡Objetivo eliminado!.” -Barael
suspiró aliviado soltando el gatillo
y dejando que poco a poco los refrigeradores
de nitrógeno fueran evacuando el
calor que aún quedaba en los bolters
de las barquillas. Entre la lluvia y el
humo que tenía ante sí pudo
vislumbrar en la lejanía una gran
figura de una vieja estructura. La Plataforma
de Aterrizaje.
-“Hebraam, pon rumbo a la plataforma
de aterrizaje pasando cerca de aquellos
restos metálicos”. -Ordenó Dominus,
el jefe de vehículo de Rapax.
Dominus tenía poco mas de dos siglos
de edad, había sido veterano de
varias campañas contra los Orkos
y tenía mucha experiencia en combate,
lo cual además de ser un magnífico
jefe de vehículo le había
dotado de una especie de sexto sentido.
En la oscura noche, mientras la lluvia
rompía cada vez con mas fuerza sobre
la piel metálica de Rapax, Dominus
vio a través de la mirilla frontal
unos pequeños destellos... sonrió,
no se había equivocado.
-“Disminuye la velocidad... ve rodeándolo
poco a poco haciendo un arco de unos 30
metros , poco a poco... Barael, prepárate.” – Ordenó con
voz muy suave Dominus mientras forzaba
la vista por distinguir en la distancia
alguna silueta “extraña”.
Dos nuevos destellos salieron en la penumbra
iluminado la grotesca figura que los había
provocado. Un biovoro.
Bavaro encabezaba la marcha hacía
el tenebroso bosque, de repente alzó el
puño y lo cerró, al unísono
la escuadra paró y adoptó una
posición defensiva oteando el horizonte
negro en busca de cualquier movimiento.
La lluvia seguía cayendo con fuerza
y apenas se podía ver, Bavaro suspiró creando
una nube de vaho cuando dos luces iluminaron
el cielo tenuemente, giró la cabeza
y fue entonces cuando vio como dos cables
se estampaban contra la placa pectoral
de Akarael fracturando su águila
imperial. Debió atravesarle los
pulmones porque no consiguió emitir
ningún sonido cuando le perforó ni
cuando de un súbito impulso fue
arrastrado por los cables hacia la oscuridad.
-“¡Iluminar la zona! ¡Preparad
las armas!” –Bavaro saltó tras
una pequeña cobertura que le ofrecían
unas rocas húmedas por la lluvia
mientras trató sin éxito
lanzar una micro bengala, vio desesperado
como esta caía y se perdía
entre el barro, sacó rápidamente
otra y la lanzó sobre la zona donde
había desaparecido Akarael, la zona
estaba iluminada ya... de la oscuridad
brotó la luz y de la luz apareció el
Tirano de Enjambre con su escolta y el
cuerpo del marine muerto y desangrado arrastrándolo
como un muñeco de felpa, sus brazos
caídos arañaban el suelo
bañado por la sangre que brotaba
de su cuello, lo había decapitado
con sus poderosas garras.
No fue necesario dar mas ordenes, la escuadra
al unísono disparó sobre
las bestias que aparecían en la
penumbra. En pocos instantes una lluvia
de proyectiles bañó los cuerpos
de los tiránidos pero no consiguieron
ni tan siquiera magullarlos, sin embargo
un certero disparo que surgió de
una pistola de plasma envolvió a
un tiránido de la escolta, la bola
de plasma volatilizó parte de su
quitinoso cuerpo reduciéndolo a
nada. El combate a muerte no había
hecho nada mas que empezar.
Bavaro alzó su crepitante puño
de combate a la vez que descargaba una
lluvia de proyectiles sobre el Tirano de
Enjambre que tenía cogido por la
cintura a Sammael, forcejeando desesperado
para soltarse del agarre. Golpeó con
tal furia al Tirano de enjambre que le
partió las garras con las que sujetaba
a su hermano marine ya inerte y sin vida.
Los disparos de las pistolas bolters habían
cesado, Bavaro sabía que era el último
de los Salvajes con vida. Dos luces iluminaron
la noche de nuevo, la lluvia resbalaba
sobre su rostro sudoroso y cansado, semiarrodillado
y apoyado sobre su puño de combate,
desafiaba con la mirada al Tirano que le
hacia muecas provocativas con su quitinosa
mandíbula. De repente a traición
un tiránido de la escolta le golpeó la
espalda empujándolo contra el Tirano,
este lo apretó sobre si mismo con
las dos garras que aun le quedaban, clavándole
una en el torso y condenando así al
marine espacial a una muerte segura. Bavaro
comenzó a derramar un hilillo de
sangre por la boca, sus ojos se nublaban.
Sobre el barro y bajo la lluvia se alzaba
el Tirano con el cuerpo del último
Salvaje, el único tiránido
que quedaba de la escolta se acercó.
La gran bestia hincó mas su afilada
garra sobre el torso del marine, y este
gimió levemente mientras emanaba
mas sangre de su boca, su cuello casi no
tenia fuerzas para sostener la cabeza.
El localizador ajustó el blanco
en décimas de segundo, las luces
de la pantalla parpadearon en tonos claros
sobre el paisaje tridimensional de la pantalla
holográfica. Las Armas de Rapax
escupieron ráfagas de muerte sobre
el biovoro, haciéndolo saltar en
mil pedazos sobre la tierra mojada y húmeda.
Dominus sintió un estremecimiento,
se fundió con los sensores y detectó un
halo de fuerza psíquica no muy lejos
de su posición, donde debería
estar Malakias...
-“¡Hebraam! Deprisa! Pon rumbo
34.5.Alfa, debemos ayudar a nuestro Gran
Señor y limpiar al menos un cuadrante
mas, para que los refuerzos puedan aterrizar.”
Barael alimentó de nuevo las armas
de Rapax. Los sensores del armamento del
Land Raider no mostraban enemigos cercanos,
pero tampoco a sus hermanos de batalla... ¿dónde
estaba la escuadra de Bavaro? No desembarcaron
muy lejos de su posición pero sin
embargo ningún sensor detectaba
movimiento de sus camaradas. La alarma
saltó de repente en sus sensores... –“¡Por
fin! Ya están aquí...” -pensó aliviado –“¡Sargento!
Ya están aquí, los detectores
de movimiento del armamento indican que
dos naves se acercan a gran velocidad hacia
nuestra posición, son thunderhawks!”
Sí, dos naves detectadas en sus
sensores... pero nada de sus camaradas.
Dominus amplió el espectro de Rapax,
pero no detectó mas que las naves
acercándose y el rastro psíquico
que había cerca de Malakías...
o de su última posición.
Todo los sensores indicaban que sus hermanos
habían muerto. Tan sólo el
hermano Bavaro mantenía unas tenues
constantes vitales... Todos, todos habían
muerto.
-“Avanza hasta las coordenadas 32.5
para limpiar el sector, debemos acabar
con el engendro que se encuentra en la
posición de Malakias, sino las thunderhawks
no podrán recogernos!” – Dominus
pensó en lo difícil que resulta
perder a un compañero... aún
siendo un marine espacial. El Land Raider
avanzó y sus sensores detectaron
al ser que había acabado con la
vida de Malakias, debían abatirlo...
Debían vengar la muerte de su Señor,
debían limpiar la zona... un estallido
en el cielo confirmó que las thunderhawks
estaban cerca... rompieron la barrera del
sonido a unos pocos kilómetros...
Bavaro estaba atrapado bajo las garras
de un guerrero tiránido. Un estruendo
en el cielo lo despertó... vio la
gran figura de su enemigo e intentó moverse.
Su cuerpo no le respondía ya...
era inútil intentar luchar contra
su destino. La muerte. Poco a poco vio
como todo el contingente tiránido
se iba acercando hacía su posición,
los bichos se le acercaban pero ninguno
osaba tocarle. –“Bastardos...
soy un siervo del Emperador, un Ángel
de Muerte, mientras me quede un halo de
vida lucharé!” –pensó mientras
el dolor atenazaba cada vez mas su cuerpo,
consiguió mover un dedo... suficiente.
El ruido de las Thunderhawk era cada vez
mas fuerte, él era el último
Salvaje con vida, él era el último
marine vivo de la Fuerza de Malakias pensó con
tristeza mientras su dedo toco entre el
barro algo pequeño y metálico.
Sonrió. Empezó a reír
a grandes carcajadas, y de su boca y heridas
brotaba cada vez mas intenso un reguero
de sangre. Tosió, y vio como los
bichos lo observaban, todos estaba ya allí...
faltaba el Tirano. Las naves se acercaban
a gran velocidad... demasiada velocidad.
La lluvia limpió su rostro de sangre.
-“¡Maldita sea! Acelera! ¡Ese
bastardo está allí, los sensores
indican una fuente de calor, prueba con
el reflector! ¡Barael!”
-“¡Lo tengo sargento! Telémetro
láser activado, cañón
de fusión preparado... ¡Por
los guardianes de la oscuridad! Estamos
lejos...” –apretó con
fuerza el botón del telémetro
láser y le dio el mismo resultado...
desesperado vio gracias al reflector la
gran bestia que había matado a Malakias
mientras repetitivamente seguía
calculando el disparo hasta estar lo suficientemente
cerca...
Dos estelas de humo se dejaron ver en
el oscuro cielo de Jakaro IV, dos thunderhawks
sobrevolaban a gran velocidad el terreno
abrupto y embarrado en dirección
hacia el campo de batalla a gran velocidad...
La tormenta había estropeado las
comunicaciones y hacía imposible
establecer contacto con las fuerzas de
Malakias, todos los sensores indicaban
que nadie había sobrevivido salvo
un tenue movimiento de lo que pudiera ser
un vehículo imperial y la leve señal
del sargento Bavaro...
Dominus lo vio claro... iban demasiado
deprisa... –“¡Envía
el sello de seguridad a las naves inmediatamente! ¡Barael
dispara en nombre del Dios-Emperador!” –Y
un potente haz de luz surgió de
Rapax dirección hacia su objetivo,
abriéndose paso a través
de la lluvia.
-“¡Sargento! El sello de seguridad
no emite, no existimos para nadie, no hay
forma de comunicarnos en medio de esta
tormenta... las thunderhawks... van muy
deprisa, sargento no van a poder parar
a recogernos si...”
–“¡Hebraham! A toda
máquina marcha atrás”-
Dominus le cortó tajantemente. Mientras
miraba a través del visor como el
disparo del cañón de fusión
se había quedado corto. –“¡Maniobra
evasiva! No van a recogernos...”
Un tenue pitido sonó firme sobre
los sensores de la thunderhawk Inmisericorde,
Bavaro había muerto... ya no quedaban
mas marines espaciales vivos sobre el campo
de batalla. –“Oficial de a
bordo, preparados para el bombardeo de
superficie en rumbo 34.E, destrucción
masiva PRE-EXTERMINATUS” –Una
voz ronca le llamó la atención
–“Capitán, los sensores
de Bavaro han dejado de emitir... pero
en cambio... una luz de bengala ha iluminado
parte de su posición... y esta plagada
de tiranidos” –El capitán
de navío no daba crédito
a lo que veía... una zona iluminada
plagada de Tiránidos... –“Thunderhawk
Ejecutora mantenga el rumbo establecido
de bombardeo, Inmisericorde cambió de
rumbo... ¡hacia la luz!”
El cuerpo de Bavaro se encontraba tendido
sobre el barro y bajo la lluvia, rodeado
por una gran masa de tiránidos,
que miraban atónitos el cielo...
y el cuerpo inerte del marine espacial,
con una mueca de satisfacción en
el cara sujetando un objeto incandescente
y brillante con su mano. Apareció una
nave volando raso... y soltando una lluvia
de muerte y destrucción. Nada pudo
sobrevivir...
-“Que el Loado Emperador se apiade
de nuestra alma... Aceleraaaaa!!!” – Gritó Dominus
mientras se aferraba con fuerza al habitáculo
preparado para ser golpeado con una furia
sin igual...
El piloto acelero para comenzar a dar
la vuelta pero las orugas de la gran bestia
de metal parecían negarse, habían
encallado y cualquier intento de salir
hacia delante los hundía mas y mas
en el barro... un impulso ajeno a él
le guió hacia la palanca selectora
de marchas. Hebraam cambió ágilmente
el selector de velocidad a la marcha atrás
y la máquina comenzó a rugir
con fuerza, resbalando sobre el barro al
principio y cogiendo velocidad poco a poco
mientras la aeronave se acercaba a gran
velocidad, cara a cara, dispuesta a segar
la vida de todo lo que había sobre
aquel campo de batalla.
–“¡Sargento! ¡Estamos
a máxima potencia y vamos a quemar
los generadores! ¡La marcha a tras
no da mas de sí, no hay escapatoria!” – el
indicador sobrepasó el límite
de seguridad... y una de las aeronaves
no muy lejos de su posición comenzó a
bombardear la tierra húmeda de Jakaro
IV, bañada por la lluvia, bañada
por la sangre y el esfuerzo de los defensores
de la humanidad.
Rapax retrocedía a la máxima
potencia marcha atrás aplastando
todo a su paso sin piedad, mientras al
Thunderhawk se acercaba mas y mas... estaba
a unos pocos cientos de metros cuando comenzó a
soltar la lluvia de proyectiles. Hebraam
era un buen piloto, y sabía que
con esta velocidad no podían escapar,
si al menos hubiera podido dar la vuelta...
-“¡Hebraam!!! ¡Sácanos
de aquí!”
-“¡Es imposible Sargento!” -gritó desesperado
el piloto aferrando con fuerza los mandos
de Rapax, sabiendo que ni el poderosos
blindaje de Rapax podría salvarles
de aquello frente a un impacto directo...
De repente Hebraam, se sintió como
en una burbuja de éxtasis ajeno
a las dolencias mundanas, sintió como
si por sus venas cabalgara una bestia,
sintió que su piel era de frío
acero, y por fin se sintió libre
de sus ataduras humanas.... el espíritu
máquina se fusionó con su
alma y juntos hicieron un todo. Imágenes
de guerras y conflictos pasados recorrieron
su mente, Rapax era realmente antiguo y
venerable, y muchos pilotos expertos lo
habían llevado hacia la victoria,
dejando parte de su humanidad en él.
Unos confunden la sensación con
el aumento de adrenalina y no se abandonan
al éxtasis, otros dejan que el espíritu
de la maquina cabalgue por sus venas y
los conduzca a la victoria.... en una fusión
de cuerpo y alma.
Las explosiones empezaron a sucederse
invadiendo la noche con su resplandor,
descuartizando la tierra donde caían,
compitiendo con la fuerza del sonido de
la tormenta. Reduciéndolo todo a
la nada mas absoluta. Barael miraba aterrado
el resplandor, sujetando con fuerza el
mando de las armas de Rapax, en tensión,
luchando contra el sentimiento de la muerte.
Dominus observaba los indicadores de Rapax,
los motores estaban a punto de estallar,
si no los mataba el bombardeo los mataría
la explosión interna... encomendó su
alma al Emperador y le agradeció los
años de victorias bajo su servicio
con una vieja letanía.
Rapax pareció cobrar vida y su
motor parecía un corazón
bombeando sangre para todo el cuerpo a
marchas forzadas, latía y latía,
y cada rincón de su mecanismo vibraba
lleno de vida. Hebraam entró en
un estado de semicosciencia y miles de
imágenes de tiempos remotos brotaron
en su mente como una secuencia de diapositivas
a gran velocidad, y fue entonces cuando
lo vio. En el campo de entrenamiento nunca
lo había estudiado y mucho menos
lo había echo, en el campo de entrenamiento
nadie le había hablado de que un
Land Rider pudiera hacer semejante cosa
sin reventar, esas maniobras eran para
vehículos mas pequeños, era
imposible hacerla con un tanque de semejantes
características y en aquellas condiciones,
materialmente imposible. Sin embargo Rapax
albergaba el recuerdo... El piloto aceleró mas
aún hasta llegar al límite
de seguridad, la marcha atrás no
daba mas velocidad y no había forma
de escapar de aquella tormenta de bombas.
-“¡Sujetaos fuerte!” – gritó al
tiempo que sin frenar y con las explosiones
a escasos metros de ellos tiró con
fuerza de los mandos para que girara hacia
el lado derecho, Rapax comenzó a
girar sobre si mismo, derrapando sobre
sus cadenas y el barro. Destrozando todo
a su paso mientras giraba y sus orugas
patinaban en un frenesí sobre el
lodazal de tierra, partiendo ramas, empujando
piedras. Dominus debido al repentino giro
se golpeó la cabeza fuertemente,
contra el visor delantero, un hilillo de
sangre recorrió su frente, el casco
se agrietó. Su cuerpo se quedó relajado
sobre el cuadro de mandos, a merced de
la fuerza centrífuga. Un sonido
ronco retumbó en las entrañas
de Rapax, el frío metal que lo protegía
comenzó a crujir, demasiadas toneladas
para realizar una maniobra así sin
que la estructura cediera... había
girado ya 90 grados cuando la plancha protectora
de la parte delantera de la oruga derecha
cedió debido a la presión
saltando por los aires.
Las bombas estaban muy cerca, 100 metros
de la onda expansiva era muy fuerte acercando
el calor abrasador hacia el frío
metal... 50 metros cuando Rapax llegó a
los 170 grados de giro... fueron empujados
por una terrible fuerza, que los elevó casi
un metro en el aire. Hebraam consiguió cambiar
la marcha poco antes de desfallecer...
una bomba explotó a escasos metros
de ellos, empujándolos hacia delante
con gran fuerza sobre el colchón
de aire que los separaba del suelo y mientras
la onda expansiva llena de furia y llamas
envolvía al Land Rider, Barael se
desmayó poco después de ver
por el visor como las llamas los envolvían
y como la temperatura del interior del
habitáculo hacía imposible
la supervivencia. El silencio se hizo...
quizás el tiempo se paró.
Son estos momentos en los que no se sabe
realmente que esta sucediendo. En el exterior
de Rapax todo era muerte y destrucción,
la llamas lo consumían todo. Los
caprichos del destino son extraños,
muy extraños.
De repente el silencio de rompió,
Rapax rugió como un león
herido en su último envite sangrando
por sus heridas, tomó tierra empujando
el barro hacia delante y desplazándolo
con gran fuerza, sus cadenas chirriaron,
su armazón se estremeció y
un poderoso rugido de victoria se alzó entre
los estruendos de las explosiones mientras
escapaba de la muerte, el espíritu
máquina tomó el control total.
Era libre, no había nadie para dominarlo.
Dos estruendos se oyeron en el cielo...
habían roto la barrera del sonido,
las dos thunderhaws se elevaban de nuevo
hacia el oscuro cielo rompiendo a su paso
la lluvia que caía sobre el suelo
inerte de Jakaro IV.
Pasaron varias horas antes de que localizaran
el vehículo, en el bombardeo habían
descubierto un movimiento extraño
que no correspondía a una criatura
tiránida. Cuando lo recogieron descubrieron
en su interior el cuerpo abrasado de Barael,
su armadura no había soportado las
altas temperaturas que se formaron en el
habitáculo cuando el infierno del
bombardeo consiguió abrirse paso
a través de Rapax. Dominus había
muerto por los fuertes golpes y el abrasador
calor, su cara sin rostro ya, se encontraba
casi carbonizada y Hebraam... se encontraba
con un último suspiro de vida, tan
sólo su alma podría sobrevivir,
pues su cuerpo, destrozado y quemado apenas
podía soportar un instante mas,
el Apotecario Laertes preparó su
cuerpo. El capellán Interrogador
Lemariont preparó su alma. Los tecnomarines
del Capítulo hicieron lo mas apropiado,
Rapax lo reclamó, y ahora forma
parte de su espíritu.
++++++++++++++++++++Fin de la transmisión...
+++++++++++Código de sellado: Beta/4990.00.A
Pensamiento del día: Han pasado
muchos siglos... y cada vez que se pone
en marcha Rapax, su motor ruge como un
león sembrando el pánico
entre sus enemigos.