Relatos
 
 
 

 

"LA CAÍDA DE MEDUSA V"

Autor: Karze

Por el Hermano Bibliotecario Karze (C. Fernández)

 

“Este planeta va a morir. Lo único que está por decidir es a cuántos de nosotros arrastrará consigo”.

Inquisidor Baptiste


1. Conclavium Angelicae

- Coordenadas de reentrada fijadas, señor, a la espera de su orden.

El Capitán Berethor se estremeció ligeramente en su trono, hacía cientos de años que no se movía del torno donde estaba, literalmente, conectado a la nave.

Aumentando la sensibilidad de su comunión con el espíritu de la nave Berethor pudo sentir las corrientes de la disformidad sobre su propia piel, pudo ver por cientos de ojos mecánicos y sentir un cosquilleo en sus extremidades inferiores que indicaban sin duda que los motores de disformidad trabajaban a plena potencia.

- Efectuando reentrada – la voz artificial resonó por todo el casco de la nave, en cada una de las celdas, corredores y almacenes. Era la voz sintética de Berethor, la voz del Cuervo de la Tempestad.

La nave gimió con la reentrada al espacio real, era uno de los momentos más delicados, la brecha en el espacio material se abrió y el largo casco de la nave comenzó a materializarse.

El casco se estremecía con terribles descargas y los escudos se sobrecalentaban. Los artilleros estaban en sus puestos, preparados para cualquier imprevisto. Las cañoneras Thunderhawk estaban también listas para cualquier problema, nunca se sabía que podía ocurrir en una reentrada.

La silueta del arcaico crucero se perfiló contra la imponente figura de una estrella. Sus arcobotantes desvelaron una arquitectura recargada y ostentosa a la par que sombría y misteriosa.

En sus dos flancos un observador apostado muy cerca habría podido observar un impresionante trabajo de artesanía que mostraba una hoja alada, símbolo de los Ángeles Oscuros.

No obstante esa habría sido la última imagen que habría visto el observador, pues a esa distancia habría sido detectado inmediatamente y en escasos segundos habría conocido toda la potencia devastadora que un navío de ese estilo podía desplegar.

Con unas últimas sacudidas la nave terminó la reentrada, las luces que indicaban el protocolo Prometeus se apagaron cuando los sensores de la nave completaron un barrido de escaneo sin detectar fuerzas enemigas.

Algunos de los servidores, arrojados al suelo por la fuerza del estremecimiento, se pusieron en pie entre silbidos hidráulicos y quejidos pseudohumanos.

La nave puso rumbo sin más dilación hacia la inmensa masa que se hallaba frente a él, Medusa II, un planeta estéril y olvidado por todos.

Su objetivo no era Medusa II, su objetivo se encontraba en órbita de Medusa II, estacionado en el lado más alejado de las rutas de navegación.

Conclavium Angelicae

Poco a poco el Cuervo de la Tempestad entró en la órbita más alta del planeta y comenzó a rodearlo ayudado por la rotación de éste. Sus sistemas estaban al mínimo de potencia, toda fuente de energía que no fuese estrictamente necesaria había sido desconectada para evitar cualquier tipo de rastreo.

Finalmente terminaron de rodear el planeta y un teatro oculto para todo aquel que no fuese un No Perdonado ocupó todos los arcos ojivales de observación.

La titánica forma de la Catedral Oscura, la reverenciada barcaza de los Ángeles Oscuros, se encontraba estacionada en el medio de lo que parecía ser una enorme fuerza de No Perdonados reunida.

Las naves más ligeras y cientos de Thunderhawks patrullaban por todo el perímetro de la zona de encuentro. Sus coordenadas habían sido elegidas en el máximo secreto y enviadas de la forma más segura a todos los capitanes que se dirigían al conflicto que se avecinaba.

Si algún pobre desgraciado cometía la imprudencia de acercarse demasiado moriría sin saber quien le había abatido, daba igual si el enemigo abatido era un alienígena, un traidor o incluso una nave de otro capítulo del Adeptus Astartes.

El Cuervo de la Tempestad se apresuró a retransmitir los códigos de identificación, Berethor no pudo menos que sentirse emocionado ante la presencia de tantas naves de guerra de sus hermanos, tanto él como el espíritu de la nave podían sentir a decenas de espíritus a su alrededor.

Muchas de las naves hablaban de milenios al servicio del León y el Emperador, de cientos de batallas ganadas y cientos de planetas arrasados. Sus cañones cantaban el nombre de los enemigos abatidos, sus hangares recitaban el nombre de los héroes a los que habían transportado y sus cascos mostraban la experiencia de años de viajes continuados.

- Saludos hermanos – anunció Berethor por el comunicador de larga distancia – código de identificación betha – cero – cero – tres, el Cuervo de la Tempestad se presenta.

El transmisor chasqueó cuando la respuesta llegó al puente de mando:

- Bienvenidos hermanos.

Al instante una nube de Thunderhawks rodeó al crucero para escoltarle hasta las inmediaciones de la Catedral Oscura. Durante el último tramo del trayecto los tripulantes pudieron observar a naves de todas las clases y tamaños apostadas en el Conclavium, la mayoría de las naves pertenecían a los Ángeles de la Venganza, su esquema de color negro las hacía aún más sombrías e intimidadoras.

Poco a poco la silueta de la Catedral Oscura se fue haciendo más grande, hasta alcanzar todo su tamaño y esplendor. Era una barcaza colosal, su arquitectura recordaba a la de una inmensa catedral real, pero a una escala que empequeñecía a cualquier templo, salvo algunos de los más magnánimos templos del Emperador.

Uno de sus hangares estaba abierto, esperando la llegada de todos los hermanos, una Thunderhawk con el esquema de color del Librarium salió desde el Cuervo de la Tempestad y entró en el hangar.

Entre las luces intermitentes del hangar y el humo de las combustiones el portón hidráulico de la Thunderhawk Biennacida y la figura de un bibliotecario se recortó sobre ella, iba acompañado de varios marines más, todos ellos en vestidos con túnicas.

El hermano bibliotecario levantó la mano ordenándoles que les esperaran allí, no hacia falta que le acompañasen, tampoco les estaba permitido.

- Bienvenido a bordo, hermano Karze

Una figura encapuchada apareció caminando con paso fuerte entre unas cajas almacenadas. Bajo una túnica de color blanco hueso se evidenciaba una servoarmadura de color verde oscuro, la insignia de la hoja rota alada brillaba tenuemente entre varios sellos de pureza. En un momento dado la túnica se entreabrió y la insignia de la Campaña de Medusa V asomó pintada en una de sus rodilleras.

Sin más, comenzó a andar por un largo pasillo que se adentraba en las entrañas de la nave.

Karze perdió la cuenta del tiempo que pasaba caminando, pero no puedo evitar maravillarse del paseo, en los altos muros del pasillo se sucedían imágenes grabadas de viejas batallas, grandes honores ganados haciendo frente al enemigo, héroes cuyo nombre ya era recordado por muy pocos.

Finalmente llegaron a una arcada cerrada y custodiada a ambos lados por sendos Ángeles Oscuros ataviados con la insignia del Ala de la Muerte.

Antes de que el marine llegase a la puerta esta ya se había abierto y reveló una enorme estancia al otro lado.

La figura del capellán se hizo a un lado e indicó con un gesto de mano la estancia.

- Bienvenido al Conclavium Angelicae, hermano. Si sois tan amable de aguardar al resto de hermanos…

Una simple mirada al interior bastó para confirmar al hermano Karze en su decisión y henchirle de orgullo.

Alrededor de una gigantesca mesa ovoidal, sin distinción de rango o clase en ningún de sus asientos, se encontraba reunido un gran número de hermanos.

Mientras avanzaba para tomar asiento vio que la mayoría de los asientos aún estaban vacíos, un capellán – interrogador de los Ángeles Oscuros estudiaba atentamente un holoplano de batalla, sin duda debía ser el Gran Capellán Interrogador Lemariont.

También pudo distinguir a un par de hermanos conocidos de largo tiempo atrás, camaradas en lo más crudo del combate, también habían rostros desconocidos.

Todos ellos eran comandantes de algún contingente de No Perdonados en la zona Euriales, la zona de la capital de Medusa V. Todos ellos eran héroes, todos ellos tenían la responsabilidad de un planeta en sus manos.

Todos ellos ardían en deseos de portar un mensaje a los enemigos de la humanidad “arrepentíos hoy, pues mañana moriréis”.


2.La calma que precede la Tempestad.

(Adaptado del Conclavium Angelicae, autores: Lemariont, Brother_Luther y Karze)

La Gran Sala de Honor estaba inundada por un tenue halo de incienso que los servidores esparcían por el habitáculo con cánticos ceremoniosos. Los servocráneos se apresuran de un lado a otro para copiar todas las conversaciones, nuevos servidores aparecían con placas de datos que repartían velozmente entre los reunidos. El ambiente estaba cargado por al tensión del momento, se avecinaba una nueva guerra.

Los representantes de distintas flotas de los No Perdonados se encontraban allí reunidos para debatir el futuro del capítulo en aquel mundo condenado, Medusa V. Tan sólo en la Decimotercera Cruzada los Ángeles Oscuros habían reunido a tantas fuerzas como en aquel planeta, era un asunto de vital importancia que había reunido a los mejores comandantes y representantes del capítulo. El Círculo Interior se había reunido, secretos ancestrales y ocultos circulaban en los pensamientos de todos los presentes.

De pronto la gran figura vestida de armadura negra se alzó de su sillón, su imponente máscara de muerte era símbolo de su poder como guerrero, su rosarios de su estatus en el capítulo y su nombre… terror de enemigos y respeto de hermanos. El silencio se hizo, la reunión debía comenzar.

-“Saludos Hermanos, son tiempos de guerra y por eso nos encontramos aquí reunidos” –hizo una pausa y miró al resto, caras conocidas con las que había luchado codo con codo en mil batallas. –“El loado Emperador nos guía hacia la redención, y debemos servirle y luchar en su nombre”. – El resto de hermanos asintieron.

-“Todos me conocéis hermanos de batalla, soy Lemariont, nombrado Gran Capellán Interrogador y comandante de la Fuerza de Combate de la barcaza Venerable Catedral Oscura”- su voz levantó el tono-“Azrael, Señor Supremo de los Ángeles Oscuros nos ha ordenado honrar Medusa V, y acercarnos al perdón del Emperador. Que así sea.”

Un servidor que se encontraba a su espalda acercó una copa de vino al capellán interrogador, este la alzó junto una plegaria y la depositó de nuevo frente así, quitándose un guantelete y con un ligero corte dejando caer unas gotas de su propia sangre.

-“¿Quiénes son aquellos que lucharán por el honor del capítulo y la gloria del Emperador?”- con estas palabras comenzaba el ritual del conclave. Pasó el Cáliz de la Retribución al siguiente hermano.

El crujir de la servoarmadura del hermano más próximo despertó la atención de los presentes. Pese a estar envuelto en los pesados hábitos de la orden, la heráldica y la ornamentada capa de piel de León delataban al héroe de la 5ª Compañía. Aquel hermano de rostro sombrío tomó el sagrado cáliz con ambas manos desnudas, inclinando la cabeza en señal de respeto repitió las palabras del Capellán Lemariont –“Loado Emperador que nos guía hacia la redención, al que servimos y por el que luchamos”. – El resto de hermanos asintieron.

El veterano guerrero sostuvo la copa con su mano derecha y deslizó el seguro de la negra espada que portaba en su costado izquierdo. Pasó suavemente su dedo pulgar sobre la hoja y, tras guardar el arma, vertió algunas gotas sobre el receptáculo sagrado.
-“Tánathos, Capitán de la 5ª Compañía. Mi brazo será implacable verdugo de aquel que se oponga a la voluntad del Capítulo." estas palabras, llenas de ira pese al tono frío y cortante, reverberaron en la Sala.

Tánathos miró a los presentes y pasó el Cáliz de la Retribución al siguiente hermano.

El Hermano Karze, sentado al lado del hermano Tánathos, tomó el cáliz de las manos de éste.

Habitualmente taciturno y callado aún con sus hermanos, Karze tomó el cáliz sin decir ni una sola palabra. Con gran ceremonia desenfundó una ornamentada hoja y dejó que su sangre goteara hasta el cáliz.

No pronunció ninguna palabra, pero sus movimientos ceremoniosos y la determinación de su mirada bastaron para infundir respeto en sus hermanos, el silencio había reinado mientras tenía el cáliz en las manos, hasta el constante zumbar de los servocráneos se había detenido. Una vez enfundó su hoja de nuevo la ceremonia continuó.

El hermano bibliotecario reservaba sus palabras y energías, muy pronto la situación exigiría el máximo de cada uno de ellos...

El resto de hermanos reunidos hizo lo mismo con gesto solemne. La reunión del Círculo Interior daba comienzo.

El hermano Lemariont como Comandante de Catedral Oscura y anfitrión dio la bienvenida al resto de comandantes alzándose sobre su silla y extendiendo sus brazos.

-"Hermanos recitad conmigo... ¡Somos la furia del Emperador! ¡Qué la sangre de los impuros..." - Y así recitaron todos el Himno del capítulo, con fervor y devoción.

-"Hermanos No perdonados, la llamada de la guerra toca a nuestra puerta de nuevo, el honor nos reclama en Medusa V. El Comandante Supremo Azrael me reclama en la Roca para ultimar los detalles del asalto, pero los hermanos Tánathos y Karze expondrán los pormenores de la misión y lo que debemos discutir. Habrá tres fuerzas; Venganza, Castigo y una de reserva que comandará el Señor del Ala del Cuervo Isaac." -Isaac asintió.

El capellán miró a Karze y este asintió, levantándose para exponer su plan.

El hermano Karze se levanto consternado, arrugas de preocupación surcaban su rostro, habitualmente impasible. Cuando habló, lo hizo con voz ronca y un gesto de dolor.

- "Hermanos, un gran golpe psíquico se ha dejado sentir en los alrededores de Medusa, debo trasladarme sin más dilación a la fuente de la señal psíquica para averiguar de que se trata. Esto me mantendrá alejado físicamente del Conclavium por unos días, pero me manifestaré psíquicamente en él.

De todas formas, antes de partir, expondré mi plan. Las fuerzas de No Perdonados en la zona Euryales será considerable, pero baja. Una gran división de nuestras fuerzas permitiría a nuestros enemigos superarnos al abrumarnos. Aún así, debemos mantener una estructura móvil y capaz de adaptarse a cualquier advenir de los hechos.

Por eso propongo la subdivisión de nuestras fuerzas en tres grupos de combate, el primero, Venganza, liderado por mi mismo si es necesario; se encargará de la defensa de la capital a toda costa, evitando que el archienemigo lleve a cabo su ritual. Los últimos informes que hemos recibido aseguran que las fuerzas del archienemigo se preparan para atacar con el máximo de sus fuerzas y de forma continuada la colmena, será una misión dura.

El segundo, Castigo, supondrá una fuerza de objetivo no definido, capaz de adaptarse a diferentes objetivos a lo largo de la campaña. Comandado en un principio por el hermano Tánathos podría comenzar desplegándose de forma inmediata sobre la penitenciaría, para contrarrestar el asedio de la Legión Negra.

Finalmente, un tercer grupo de reserva, de fuerzas de la 2ª Compañía se mantendría como reserva, capaz de apoyar a cualquiera de los dos grupos principales cuando sea necesario o llevar a cabo arriesgadas misiones en solitario si fuese necesario."

Hasta aquí el plan conforme e podido concebirlo, espero poder ponerme en contacto con el Conclavium en breve.

Respecto al ascenso de nuestros hermanos, me muestro de acuerdo, necesitamos ser cuantos más mejor para hacer frente a la oleada que se avecina."

El hermano Karze abandonó la sala con paso rápido, los sucesos de aceleraban cada vez más, la hora de empuñar las armas se acercaba cada vez más.

Los pasos del bibliotecario se perdieron tras la pesada puerta de la sala, Lemariont observó como los presentes murmuraban sobre los consejos del enigmático hermano Karze. El capellán alzó la mano para restaurar el orden y dirigió su atención en Tánathos, pues este permanecía en silencio devolviéndole la mirada cruzado de brazos.
-"Hermano Capitán, ¿cual es su opinión al respecto?"

Tánathos activó los controles de su antebrazo y un tenue mapa holográfico apareció ante los presentes, en él podía distinguirse el mapa del continente principal de Medusa V, así como las posiciones de la planta potabilizadora, la ciudad-colmena y otros objetivos de interés estratégico.

-"Como ya sabrán, tras la solicitud de auxilio recibida, la mayor parte de las tropas imperiales de refuerzo han llegado al sistema y están comenzado a tomar posiciones, principalmente formando un perímetro defensivo en torno a Euryales y los campos de refugiados. Sin embargo nuestros enemigos no han tardado en moverse, acaba de confirmarse que una incursión de los xenos Tau ha logrado ocupar la planta potabilizadora, vital para poder mantener a los ciudadanos imperiales, y el Alto Mando Imperial ha solicitado la ayuda del Adeptus Astartes. Además se han detectado fuerzas alienígenas eldar y tiránidas acercándose al planeta. Todo esto sumado a los rumores de actividad orka y a la principal rebelión formada por herejes nos sitúa en una guerra con demasiados frentes."
Tras un breve silencio, el guerrero continuó su exposición....

-"En mi opinión el hermano Karze tiene razón, y es fundamental que la rebelión en Euryales sea aplastada de inmediato, y por nuestra fuerza principal debe destinarse a este cometido. De igual forma no podemos ignorar la amenaza que supone el asalto que el Caos puede llevar a cabo contra a la penitenciaria, es evidente que de caer en sus manos puede ser la cabeza de puente para dirigirse contra la Colmena a corto plazo. Ya que la GI estará demasiado ocupada en defender el perímetro y recuperar la planta potabilizadora, es nuestro deber auxiliar al Adeptus Arbites. Si el Circulo Interno lo considera adecuado, mientras La Fuerza Venganza lleva a cabo el despliegue en Euryales, la Fuerza Castigo permanecerá en órbita y contraatacar a cualquier asalto que sufra el complejo penitenciario. Por otro lado, en principio destinaría la 3ª fuerza a apoyar el asalto imperial a la planta de agua potable, pues dudo mucho de que los comandantes de la GI logren su objetivo fácilmente."

Con estas palabras desapareció la imagen fugazmente.

-"Que así sea, preparemos a las tropas para su despliegue." -dijo tenuemente el Capellán.

Lentamente dirigió su mirada hacia el bibliotecario Karze, pronto deberían partir hacia la Roca, el Señor Supremos de los Ángeles Oscuros, Azrael le reclamaba y Karze deseaba acudir allí, el restallido psíquico lo había dejado muy preocupado.

-"Hermano Capitán, en mi ausencia y la del Hermano Karze os quedáis al mando del navío de guerra Catedral Oscura, no será mucho tiempo espero. Organizad todo para la guerra."

-"Será un placer hermano. Nos veremos en Euriales."

Tánathos se volvió y se dirigió con paso firme hacia la salida, sus hombres aguardaban impacientes y había mucho que preparar.

En la sala del Conclaivum, ya vacía, las pantallas de datos continuaban iluminando la sala con una luz verde espectral. Una larga fila de nombres de comandantes y contingentes brillaba en la pantalla principal. Se trataba de todos los comandantes y fuerzas movilizadas en Euriales, así como su distribución en los grupos de combate.

“+++

+ Hermano Bibliotecario Karze, contingente "Lasciate Ogne Speranza", comandante del Grupo de Combate Venganza +

+ Gran Señor del Ala de la Muerte Remiel, contingente “Furia de Caliban” +

+ Gran Señor del Ala de la Muerte Lituriel, contingente del Ala de la Muerte “Arcángeles de Caliban” +

+ Gran Señor Xenobius, contingente de la Tercera Compañía +

+ Hermano Artael, contingente de la Quinta Compañía +

+ Hermano Bibliotecario Tanathos, contingente del Ala de la Muerte +

+ Hermano Codiciario Baloc, contingente del Ala de la Muerte +

+ Hermano Druiman, contingente “Redención” +

+ Hermano Bibliotecario Khonthos, contingente de la Décima Compañía +

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+ Hermano Bibliotecario Tanathos, contingente del Ala de la Muerte, reemplazado por el Gran Señor Nolferek en la tercera semana de la campaña +

+ Capellán Maloc, contingente “Catedral Oscura” +

+ Gran Señor Nolferek, contingente de la Quinta Compañía, comandante del Grupo de Combate Castigo +

+ Capellán Galathilion, contingente de la Tercera Compañía +

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+ Señor del Ala del Cuervo Isaac, fuerza de combate “Alas Negras de Isaac”, comandante del Grupo de Combate Penumbra +

+ Señor del Ala del Cuervo Gideon, fuerza de combate “Talon” +

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La Catedral Oscura apuntaba a Medusa V, y con su llegada se llevaría a cabo el exterminio de todos los enemigos del Imperio.


3. Confrontare Est.

La flota al completo de los No Perdonados llegó a la órbita de Medusa V, alrededor del planeta, y extendiéndose por todo el sistema, una batalla naval de proporciones apocalípticas se desarrollaba sin descanso, decenas de naves habían llegado a la altura de desembarco y escupían a sus guerreros sobre el planeta.

Decenas de naves eran destruidas sin saber que enemigo las había destruido. La flota imperial y de algunos capítulos del Adeptus Astartes se enfrentaba a la flota del Caos, a su vez se habían detectado avanzadillas de otras flotas avanzando desde el exterior del sistema.

En el interior del Cuervo de la Tempestad, la fuerza de combate de aproximadamente media compañía de Ángeles Oscuros se encontraba en sus puestos, aún sin luz, las escuadras estaban formadas y los sargentos pasaban revista.

Horas antes se había celebrado un rito en la capilla, el Capellán – Interrogador Arpphaon había arengado a los reunidos, había orado de la forma más radical que sabía, haciendo palpitar odio en los corazones de los marines y sintiendo como la sangre pedía más sangre en sus venas.

Cuando acabó, tras el último rito, podía ver decenas de ojos ardiendo por la llama de la batalla, aún sin haber entrado en ella. Ahora sus espíritus estaban listos para llevar el fuego purificador a la batalla.

Los marines marcharon hacia sus respectivas cápsulas de desembarco o Thunderhawks asignadas, las puertas de los hangares comenzaron a abrirse entre las luces rojas que indicaban precaución.

La guerra había comenzado y las piezas se colocaban sobre el tablero, ahora le tocaba mover al enemigo.

 

4. La colmena Euryales

Los servidores del tecnomarine Gethel comenzaron a revestirle con las grebas de una reverenciada armadura táctica dreadnought. Poco a poco las placas de armadura color azul encajaban entre sí y eran conectadas al caparazón negro y al propio exoesqueleto.

Con reverencia el marine se colgó una creux terminatus de la cintura, sin poder evitar recorrer con uno de sus dedos los gravados de las placas superiores de las grebas, ahí, entre varios sellos de pureza, estaban gravadas escenas de guerra e imágenes de gloria y honor.

Con el dedo índice recorrió la escena de la batalla por Sidi, ese gravado estaba medio oculto y era el signo de su dolor. También puedo notar gravados más antiguos, de su predecesor, la armadura contaba con miles de años de historia y cada propietario había dejado sus marcas en ella.

Los servidores continuaron con su trabajo y encajaron las piezas del pecho y el generador de energía del exoesqueleto. Por unos instantes el marine liberó su sentido psíquico y se enroscó alrededor de la armadura, sintiendo los ecos psíquicos de cientos de miles de batallas y todos sus predecesores.

Mientras los servidores colocaban las hombreras y las holoinsignias de la hombrera derecha se iluminaban con el símbolo de la espada rota, el bibliotecario vivió la recreación de una batalla lejana en el tiempo.

Él era otro, uno muy antiguo, su nombre perdido en las arenas del tiempo, sus botas pisaban suelo pantanoso y prácticamente se hundía hasta las rodillas. Estaba rodeado de sus hermanos, pero todo era diferente, frente a él también estaban sus hermanos. Reconoció el suelo que pisaba, la tierra se convertía en barro a causa de un intensísimo bombardeo orbital, la tierra se sacudía y las construcciones se desgajaban, las selvas eran aniquiladas por el fuego y las bestias intentaban huir para encontrarse con al muerte en el fuego cruzado. Fuego cruzado entre hermanos. Caliban. Hacía diez mil años.

El bibliotecario aferró su esencia psíquica y la ató de nuevo al presente, no quería ver más, no quería sentir nada más de aquella guerra.

En esos instantes los servidores terminaron su tarea y se alejaron con una reverencia.

El hermano bibliotecario miró a su alrededor, estaba medio oculto en las sombras de sus aposentos, el librarium a bordo del Cuervo de la Tempestad. La intensidad de las electrovelas estaba al mínimo y éstas arrojaban sugerentes sombras por doquier.

El marine se observó de arriba abajo, revestido por la sagrada armadura, su ya de por si complexión destacable era inmensa. Pensó en mover la pierna izquierda y la armadura respondió al instante, Gethel había hecho bien su trabajo.

Lentamente se dio media vuelta, recogió el yelmo de la mesa y se cubrió el rostro con su capucha.

Caminó entre los pasillos silenciosos del Cuervo de la Tempestad hasta la zona de los hangares, la mayoría de sus hermanos ya estaban siendo desplegados, de hecho las primeras escaramuzas ya se habrían realizado.

La figura negra de Arpphaón apareció a su lado.

- Hermano, es la hora – con una reverencia el capellán interrogador entregó al bibliotecario una alabarda de la que colgaban múltiples cables y enchufes, había sido santificada con los óleos más sagrados, las letanías apropiadas habían sido recitadas. – me he permitido recitar las Letanías de la Destrucción Demoníaca, lo he considerado apropiado.

- Bien hecho, hermano Arpphaón. Espéreme junto a la Thunderhawk Biennacida, en seguida acudiré.

El bibliotecario sopesó su arma psíquica y comenzó a conectarla metódicamente, su esencia psíquica se derramó por la hoja del arma y sintió el frío metal como si fuese su propia piel.

Acto seguido, mientras llegaba a unas compuertas blindadas, conectó los cables de su capucha psíquica al enchufe de su nuca. Sus capacidades psíquicas se vieron potenciadas y a la vez sintió como una barrera impenetrable se erguía entre su ente psíquico y el resto de la disformidad.

A su llegada las inmensas compuertas se abrieron a gran velocidad y revelaron una austera sala en penumbra.

El marine avanzó hasta el centro de la sala y se arrodilló cuanto le permitió la voluminosa armadura.

El sonido de su exoesqueleto apenas se oyó comparado con el estruendo metálico que se oyó en el otro extremo de la sala.

Aún a oscuras, la gigantesca figura del hermano Kohan era capaz de intimidar.

Kohan hizo girar su cañón de asalto a modo de bienvenida y chasqueó su puño de combate.

Karze aún no se había habituado a verle en su forma de guerrero de antaño, de dreadnougth.

- Nuestra amante la guerra nos llama una vez más, Karze – sonó su voz artificial por toda la sala.

- Si, señor. Nuestras tropas han sido desplegadas, las fuerzas de los No Perdonados han llegado a la superficie y pronto el resto de los Astartes estarán siguiéndonos.

- Extraños días en los que los Ángeles Oscuros asumimos el mando de otros capítulos…

- Era necesario, esta vez combatiremos guiados por el rugido del León, es en los tiempos de mayor necesidad cuando los líderes son necesarios. Nosotros les hemos mostrado un camino y ellos, desorientados como estaban, no han dudado en seguirnos, con mayores o menores reticencias.

- He “oído” que el primer asalto de nuestras tropas contra la colmena ha sido abortado por esos xenos de orejas picudas.

- Exacto, aún no se que pretenden lograr con ello, si es que esos xenos se rigen por algún designio, el asalto ha sido ordenado, ahora mismo Arpphaón y el resto del Grupo de Combate Venganza me espera en el hangar. Me gustaría contar con tu presencia Kohan, como en los viejos tiempos, pero la hora final aún no ha llegado.

- Los eldars buscan algo, si mi sabiduría sirve de algo, sé que ellos jamás se rigen por sin sentidos…

- Sí, lo sé, el portal… pero…

- Has decidido obviarlo, has aceptado el mando de defender la colmena, no envidio tu postura. El portal tendrá que ser preocupación de otros. Ahora parte y cumple la voluntad del León y el Emperador – interrumpió Kohan mientras comenzaba a darse la vuelta.

- ¡Por el León! – susurró Karze apenas audible.

Karze se dirigió rápidamente la hangar y se detuvo junto a la figura de Arpphaón que le esperaba en la rampa de la Thunderhawk.

- ¿Todo listo, hermano? – apuntó Arpphaón.

- Si, hermano, despleguemos nuestras fuerzas lo más rápidos posible, nuestra avanzadilla se ha visto frenada por exploradores eldars… atacaremos directamente en los barrios superiores de la colmena, al corazón del enemigo. Encárgate de reorganizar a los hermanos ya desplegados, que utilicen técnicas de infiltración y se preparen para apoyar a nuestro grueso cuando sea necesario.

- Así se hará – respondió Arpphaón mientras la rampa se cerraba tras ellos.

5.Amanecer de guerra

Las terribles sacudidas de la cápsula de desembarco anunciaron a toda la escuadra la inminente llegada, el impacto tardó apenas dos segundos en producirse. Era en los próximos cinco segundos donde se diferenciaría el entrenamiento de un marine espacial del de cualquier otro humano.

Las compuertas de la cápsula de desembarco se abrieron con un chasquido y el ruido y el humo de una batalla ya comenzada penetraron en ella.

A pesar de sus voluminosas y pesadas armaduras, el hermano Karze y su escuadra de mando, todos revestidos con armaduras tácticas dreadnought salieron de la cápsula y se desplegaron en formación.

Toda la información de lo que ocurría se mostró en el visor de los cuatro exterminadores, dos de ellos nada más desembarcar ya habían elegido un blanco y abrían fuego con sus cañones de asalto. El bibliotecario ni siquiera necesitó recibir esa información, instantes antes de desembarcar de la cápsula de desembarco supo la localización exacta de las fuerzas enemigas.

Un pelotón de guardias imperiales con sus armaduras decoradas con obscenas runas que herían a la vista se giró para encararse a los exterminadores.

Karze proyectó directamente en sus mentes la imagen de la pura muerte y el pelotón se retiró en desbandada, sin saber a donde huir.

Mientras su escuadra destrozaba al pelotón enemigo que huía Karze observó el despliegue de su contingente. Habían atacado en el corazón mismo de la colmena mediante cápsulas de desembarco, las tropas del Caos, lideradas por marines espaciales del caos habían tomado muchos de los barrios de la colmena. Uno de ellos estaba a punto de volver a manos imperiales.

La guardia traidora, sobrepasada en número y potencia por un enemigo que no paraba de descender como Ángeles de la Muerte desde los cielos huyó en desbandada hacía los edificios más cercanos.

- Muy bien, hermanos, hemos conseguido desembarcar, pero la guerra comienza en este mismo instante, ¡Por el Emperador! ¡Por el León! – bramó el bibliotecario en medio de sus hombres, girándose hacía donde se suponía que estaba el mando del enemigo añadió unas palabras en tono más bajo – arrepentíos hoy, pues mañana moriréis.

El enemigo había huido en desbandada, pero regresaba reorganizado y preparado para frustrar el desembarco de los Ángeles Oscuros.

- ¡Tercera escuadra, fortifíquense en el edificio del flanco derecho; cuarta escuadra, establezcan un depósito de munición en el edificio central; escuadra de devastadores, acuda a las instalaciones médicas junto con el Apotecario Privus; Predator martillo celestial, listo para abrir fuego contra los transportes enemigos, exterminadores a mí! ¡Muerte al impuro! – bramó Karze por el comunicador de frecuencia media, no pudo evitar sentirse orgulloso cuando sus hombres cumplieron sus órdenes sin perder tiempo.

El enemigo no tardó en responder, en el centro de sus líneas tropas de infantería ligera de camuflaje ocupó un edificio fortificado, en el flanco izquierdo, frente a Karze y su escuadra un chimera apareció a toda velocidad.

Escuadras de armas pesadas abrieron fuego desde la cobertura de los edificios fortificados intentando abatir de mayor número de marines posibles. En el flanco izquierdo unas unidades de bestias berreantes se abalanzaron hacia una de las escuadras tácticas.

Los primeros movimientos no causaron grandes bajas en ninguno de los dos bandos, pero el poco a poco el avance de las bestial del flanco izquierdo fue repelido por dos de las escuadras tácticas.

Sus certeros disparos retrasaron su avance y cuando finalmente llegaron uno de los sargentos veterano desechó a los supervivientes fácilmente.

El Predator disparó con una cadencia de fuego elevada gracias a sus bolters pesados, aunque debido al camuflaje y los edificios de que disponía el enemigo gran parte del fuego fue en vano.

Por su parte los devastadores, emplazados en uno de los edificios barrieron sistemáticamente a todos los enemigos a tiro, cualquier traidor lo suficientemente loco como para asomarse de su cobertura no recibía más que un proyectil explosivo de bolter pesado y una muerte rápida, aunque no siempre indolora.

En el flanco izquierdo se decidió la batalla, el chimera salí disparado hacia delante, pero un certero disparo de plasma consiguió destruirlo justo instantes después de que desembarcase la tripulación. Los exterminadores liderados por Karze, mientras éste lanzaba manifestaciones psíquicas que arrasaban las filas enemigas, cargó contra el líder renegado y su séquito.

El combate se decantó desde el comienzo a favor de los Ángeles Oscuros, el líder enemigo fue machacado sin piedad y los exterminadores se sacrificaron para dar tiempo al resto del ejército para acabar con los renegados.

Cuando el hermano bibliotecario Karze se preparó para descargar toda su furia psíquica un enrome estallido de potencia disforme barrió toda la colmena y le hizo trastabillar, sus defensas habían bajado unos instantes, los suficiente para que cientos de entidades disformes se arremolinaras en torno a él.

En una maniobra arriesgada atrajeron todo el fuego sobre sí, de forma que el resto del ejército consiguió abatir prácticamente hasta el último hereje y Karze quedase protegido mientras intentaba recuperar el control.

Era solo el comienzo.

Cuando Karze se alzó de nuevo rayos de pura energía asomaban de sus visores del casco y el aire estaba intranquilo entorno suyo, había necesitado de todos sus poderes para mantenerse a salvo.

- ¡Avanzad, avanzad! Debemos tomar las posicione de los renegados, las fuerzas del caos han comenzado sus sacrificios rituales.

Más fuerzas renegadas estaban esperándoles, el archihereje Valmor había jurado con su sangre a Ygethmor que detendría el avance de los No Perdonados y mandaba a todas sus fuerzas en pos del contingente Venganza desplegados en la colmena.

En una serie de arriesgadas maniobras Karze hizo avanzar a sus exterminadores por un flanco y esta vez cargó contra el transporte de tropas enemigo, los puños de combate de los exterminadores atravesaron el blindaje como si se tratase de papel, Karze no solo resistió la contracarga, sino que acabó con todos su atacantes sin problemas.

Aquellos que le rodeaban podían sentir como las Cadenas de la Furia se estremecían con cada nueva muerte, aumentando el poder de Karze hasta límites insospechados.

El resto del contingente, desplegado por los edificios desplegó toda su potencia de fuego contra las fuerzas enemigas desgajando incluso las piedras con su cadencia.

Apenas sufrieron bajas por el fuego enemigo, Karze y sus exterminadores habían llegado a una velocidad antinatural hasta sus líneas y los herejes se enfrentaban al dilema de una muerte segura sus manos o morir por le torrente de disparos.

Pese a que los disparos concentrados de los herejes atrincherados lograron detener el avance de los exterminadores, Karze en solitario atravesó las trincheras enemigas cortando cabezas y entrañas en un huracán de destrucción.

Cuando sus ansias se aplacaron Karze observó el campo de batalla, sus escuadras, exceptuando la de exterminadores, paneas habían sufrido bajas, mientras que el último hereje resbalaba inerte en esos momentos por su hoja.

La noticia de la masacre pronto se extendería entre las filas del enemigo, la muerte que y destrucción provocada por los No Perdonados anidaría en forma de miedo en sus corazones.

- ¡Hermanos! – gritó Karze desde las líneas enemigas, jadeando – la de hoy ha sido una gran batalla, ahora sabemos que el archihereje Valmor ha jurado detenernos, ¿qué me decís, hermanos, le mostramos la furia del León? ¿Portamos a nuestros enemigos nuestro mensaje de muerte y destrucción? ¿Honraremos al Emperador y el León?

La respuesta se escuchó como un solo grito por todo el campo de batalla sembrado de muertos, todas las voces de los Ángeles Oscuro sonaron como una sola, como un rugido que vaticinaba la muerte que se extendería a sus pies.


6. El enemigo.

Una figura encapuchada recitaba varios salmos en el centro de la sala, la temperatura era extremadamente baja y el aliento de los presentes se condensaba instantáneamente en nubecillas de vapor.

Dos círculos concéntricos de chamanes y hechiceros rodeaban a la figura central, sus voces eran una sola con el hechicero, sus movimientos resultaban hipnóticos para cualquiera que los siguiese con la mirada.

La enorme figura de Valmor miraba la escena extasiado, pese a ir sin su armadura de combate su complexión resaltaba incluso entre aquellos que eran marines espaciales. Valmor flexionó varias veces sus puños, él era un guerrero, pero aún así apreciaba el poder de la hechicería.

Sin embargo odiaba perder el tiempo acudiendo de un lado a otro o preparando a sus guerreros, él solo quería entrar en combate rodeado de sus hombres, combatiendo por un solo ideal, el único que consideraba posible, el poder.

Cada victoria le acercaba un paso más en la dirección de la inmortalidad, a cada nueva victoria sus dioses posaban la mirada en él y resultaba favorecido. De hecho ardía en deseos de acudir de nuevo a la batalla, sus músculos estaban en tensión, preparados para cualquier imprevisto, su mirada era penetrante y llevaba oculto un cuchillo de combate de hoja negra en el cinto.

En sus manos ese cuchillo era lo suficientemente letal como para defenderse de una cantidad inverosímil de enemigos. Él era Valmor, El Que Ha Visto, su historia se remontaba milenios en el pasado.

Hubo un tiempo, recordó Valmor, que combatía como uno más por el Emperador y la idea que éste representaba, era el portaestandarte de un capítulo de marines espaciales cuyo nombre hacía años que no se pronunciaba.

Llegó un día que su capítulo vio la Verdad y todos se arrodillaron ante ella, recibieron las bendiciones de la Verdad y las maldiciones de los leales al cadáver del Trono Dorado.

Tras siglos de combates continuados en una cruzada para convencer al mayor número de mundos imperiales de la existencia de la Verdad el capítulo había sido parado en seco por las fuerzas imperiales. Su señor por aquel entonces ordenó lo único que podía ordenar: la huída al Ojo del Terror.

Valmor abandonó a sus hermanos en algún momento, después de la retirada ya antes de que éstos se convirtiesen en aberraciones estúpidas. Él aún recordaba el secreto de la Verdad, la Verdad era Poder, el Poder era Verdad. Poder, nada más importaba.

Y era eso mismo, Poder, lo que el buscaba y lograba en cada batalla, Poder en estado puro. Cuando Valmor caminaba las realidad misma parecía arremolinarse en torno suya, zarcillos de esencias malignas pugnabas por escaparse de su prisión y tomar el mundo material.

De nuevo posó su mirada en los hechiceros, todos ellos estaba confiados de poseer Poder, pero no eran más que siervos del Poder, canopes a través de los cuales se manifestaba la pura esencia del Poder.

Incluso él mismo lo era, uno entre tantos, si fracasaba en Medusa V, sería destruido como muchos otros, degradado a una bestia berreante sin conciencia, había visto a muchos más poderoso que él caer. Por eso quería alcanzar un grado más en su ascenso, pasar de ser canope del Poder a portador del Poder, estar tocado por él, ser uno con él, ser elevado al rango demoníaco.

Al fin el ritual llegó a su fin, los hechiceros se dejaron caer al suelo, exhaustos y débiles, las runas del suelo de la habitación se diluyeron, la figura central tuvo una ligera convulsión.

Sin ni siquiera girarse para mirarle le habló, su voz estaba empapada de Poder, lo cual hizo estremecerse de placer a Valmor:

- Detenlos, Valmor – su voz retumbó por toda la estancia, parecía capaz de desgajar la misma piedra y condenarlos a todos al infierno – detenlos, y estarás un paso más cerca de tu preciada meta.

Ygethmor se giró y fijó su vista en Valmor. Los ojos del hechicero brillaron bajo la capucha, los de Valmor desviaron la mirada rápidamente.

- Mi espada esta ansiosa, Ygehtmor, todos ellos sucumbirían a ella y a mis manos, ¡Por el Poder!

Cuando Valmor comenzó a girarse la voz del gran hechicero le hizo detenerse de nuevo, su voz parecía extrañamente… preocupada.

- Tus primeras defensas han caído, Valmor, no les subestimes.

- Mis primeras defensas han caído por que no estaban preparadas para ese abordaje, me dijiste que me prepara para un contraataque de la guardia, a lo sumo de un par de capítulos desorganizados. Su organización ha sido impecable, su fuerza desplegada constaba de fuerzas de cuatro capítulos aliados, incluso han enviado destacamentos compuestos solo por exterminadores. Pero ahora que están desplegados es la hora de mi ataque, ¡pasado su ímpetu no serán rivales!

- Escúchame bien, Valmor. No se trata de cuatro capítulos cualesquiera, ni siquiera están ellos solos. Acércate y mira a través de mis ojos.

Valmor se mantuvo indeciso a una distancia prudencial, pero Ygethmor hizo un gesto con la mano y sus piernas reaccionaron antes de que pudiese evitarlo. Con paso inseguro se situó al lado de Ygethmor y miró a través de su experiencia, viendo lo que él quería mostrarle.

Poco a poco comenzó a ver los hechos del presente entre las brumas de las posibilidades, vio una gran barcaza de batalla, Catedral Oscura supo que se llamaba, acercándose lentamente a la órbita de Medusa V, vio las fuerzas de los No Perdonados desembarcando sobre la superficie de Medusa, pero especialmente se fijó en aquellos que llegaban a la zona Euryales, pudo ver el grupo de combate desembarcado directamente sobre la capital y la afrenta personal que ello suponía.

Cuando la visión terminó supo muchas cosas, no puedo evitar sentir respeto hacia sus oponentes, casi tanto como ansias de arrancarles la vida; supo que tenía que detener la punta de lanza desembarcada sobre la colmena a cualquier precio, que si no lo hacía no solo se enfrentarían al poder de los No Perdonados, sino de todos los Adeptus Astartes que les seguían. Cuando la visión terminó supo la amenaza que los hijos del León suponían para los planes de Ygehtmor.

- Antes de que marches para detenerles, Valmor… hay algunos guerreros que se unirán a ti.

Humillado y sorprendido Valmor no supo que decir cuando varias figuras revestidas con servoarmaduras negras se presentaron ante él, sus escrutadores ojos en seguida repararon en su insignia, y no puedo evitar una sarcástica sonrisa cuando reconoció la espada alada de la legión de los Ángeles Oscuros.


7. El cazador cazado.

Unas figuras encapuchadas aparecieron en su campo de visión, avanzando hacia el entre el humo y los escombros de las calles de la colmena Medusa, sus túnicas hondeaban con furia a su alrededor, y las boquillas de algunos de ellos aún humeaban.

Poco a poco se formó un círculo a su alrededor, pero solo dos de los hombres se atrevieron a acercarse más.

Sus pisadas resonaban en la marea de sangre y entrañas que había esparcida por el suelo. Parte de esa sangre era suya propia, pero poco a poco se diluía entre la de sus enemigos.

Entre terribles calambres de dolor que recorrían su cuerpo alzó la cabeza y miró las calles que se extendían a su alrededor.

Hasta el último de sus enemigos yacía sin vida por las ruinas, sus servoarmaduras yacían por doquier, esperando un trato de honor que jamás recibirían.

En el flanco derecho, las tres unidades de traidores que el enemigo había hecho avanzar para atraer el fuego de sus hombres yacía destripada en el suelo, las terribles explosiones del gran calibre de los bolters pesados les habían desmembrado, e incluso en algunas ocasiones reducido a papilla.

Las fuerzas del tejado de uno de los edificios se habían retirado ante el dantesco espectáculo.

Pero el resto de enemigos se habían mantenido firmes hasta el final, pese a todas las bajas sufridas por el temible fuego desplegado, cuando la escuadra con armas pesadas del enemigo fue aniquilada por el sagrado predator y una de las escuadras tácticas, cuando su escuadra de asalto fue detenida mientras se lanzaba al salto.

Aquel momento fue clave, pensó entre los espasmos de dolor que le rodeaban, habían abortado la carga enemiga y a su vez habían lanzado una contracarga que había barrido a todos sus enemigos.

Con la escuadra de asalto enemiga barrida sus fuerzas habían avanzado sin oposición hacía la zona del enemigo, abatiendo a todo aquel que encontraban.

Incluso el blindado enemigo, oculto hasta el final de la batalla, había caído por un certero disparo de plasma.

La bola de fuego blanco resultante fue como un fuego artificial se sonrió, fue como la felicitación del mismísimo Emperador por la batalla.

Las dos figuras adelantadas, los sargentos veteranos Lucius y Zadakiel, consideraron que habían dejado tiempo suficiente para recuperarse y avanzaron con la intención de levantarle en vilo, pero el hermano Karze alzó una mano rechazando la ayuda y costosamente se irguió sobre una de las rodillas de la pesada armadura táctica dreadnought.

El combate final había dañado el generador de la armadura y necesitaba todas sus fuerzas para alzar el desproporcionado peso de la armadura.

Cuando al fin se irguió por completo, se retiró el casco y la cogulla y dejó que el viento azotase su cara.

A su alrededor estaban sus hermanos de batalla, los Ángeles Oscuros, victoriosos una vez más por la gracia del León. El enemigo había sido barrido como jamás se lo habrían imaginado, hasta el último de ellos había muerto, mientras que las bajas entre sus filas habían sido mínimas.

Su presa había escapado, pero no podría esconderse por siempre.

Mientras unos servidores del tecnomarine Gethel se apresuraban a reparar el sistema de energía de la armadura Karze ordenó que remataran hasta el último de los oponentes. La caza debía continuar, pero no iba a permitir que nadie escapase de la furia del León.

Habían sido dos batallas prácticamente seguidas contra los seguidores de Valmor, esta vez contra marines espaciales renegados, la élite de sus fuerzas. Sus hombres no habían tenido apenas descanso, pero no lo habían necesitado.

Recordó como en la primera de las batallas el resultado había sido el mismo, el enemigo había ofrecido una tenaz resistencia, pero cuando estuvo reducido por la temible potencia de fuego desplegada por los Ángeles Oscuros una gloriosa carga había decantado finalmente la batalla hacia el bando imperial.

Prácticamente lo mismo que en la segunda batalla, con la diferencia que Valmor en persona había tomado cartas.

Imbuido por temibles poderes Valmor había buscado a Karze durante toda la batalla, pero Karze se había negado a enfrentarse a él hasta el final, era más útil entre sus hombres y ese archihereje no se había ganado aún el honor de enfrentarse a él en épico combate.

Finalmente, cuando la orden de contracarga se extendió entre los Ángeles Oscuros Karze salió a terreno despejado, burlándose de los cañones enemigos y había buscado a Valmor con la mirada.

La escuadra de mando de exterminadores de Karze apuntó con sus cañones de asaltó contra Valmor, pero Karze levantó una mano deteniéndoles. Valmor era suyo.

Mientras los supervivientes de las fuerzas de Valmor intentaban resistir el empuje de las fuerzas del Lasciate, Valmor y Karze se enfrentaron en singular combate.

Valmor descargó un torbellino de golpes contra Karze, pero éste los detuvo sin problemas con su arma psíquica, mientras Valmor extendía el brazo con el que empuñaba su espada Karze realizó una finta y hundió su hoja en el pecho de Valmor.

Fue entonces cuando descubrió que algo fallaba, cuando liberó su esencia psíquica en la hoja y buscó la mente de Valmor para reducirla a cenizas se encontró de cara con una barrera psíquica.

El combate físico se detuvo, pero el combate psíquico que tuvo lugar destrozó varios de los pilares de los edificios cercanos. Valmor estaba protegido por las mismísimas fuerzas de la disformidad, y ahora su esencia se debatía en un combate mortal con la de Karze.

Finalmente Karze rompió el contacto psíquico de golpe, sufriendo un duro golpe en el proceso. Mientras caía de rodillas por el esfuerzo vio impotente como Valmor se alejaba arrastrándose.

El hereje apenas podía ponerse en pie, se arrastraba ayudándose de la fuerza de los brazos y dejando un reguero de sangre tras de si.

Un chasquido eléctrico indicó a Karze que los servidores habían terminado su trabajo, con un dedo señaló el rastro de sangre dejado por el archihereje y bramó:

- ¡Hermanos, que la cacería comience!


8. La amenaza alienígena

Las escuadras de exploradores se dedicaron durante horas a seguir el rastro de Valmor, Karze estaba dispuesto a cualquier cosa con tal de dar con él. Lo que pocos sabían, nadie fuera de los miembros del círculo interior y los sargentos veteranos Lucius, Zadakiel, Balathasar y los exterminadores; es que por unos breves instantes la mente de Karze y la de Valmor habían estado en contacto y el bibliotecario había conseguido hacerse con retazos de los recuerdos del hereje.

Karze había revivido el encuentro entre Valmor e Ygehtmor desde los ojos de Valmor, y lo más importante de todo, había visto a los Caídos. Tras ponerse en contacto con los miembros de más alto rango del Círculo Interior los Caídos fueron identificados como los miembros de la escuadra Efestión, al mando del Ángel Caído Zirón.

Finalmente, tras una ardua labor, los exploradores localizaron el escondrijo de Valmor, donde éste intentaba recuperarse de las heridas sufridas y reorganizar a sus hombres.

El contingente de batalla al completo se detuvo para esperar la orden de atacar del hermano Karze, los que estaban cerca de él sintieron un descenso brusco de temperatura y supieron que la orden se iba a retrasar.

- “¡Hermanos! – Comunicó Karze en la frecuencia de corto alcance – Valmor y sus hombres están acorralados, sin posibilidad de escapar, sin embargo la resistencia que ofrecerán será encarnizada y nosotros no somos suficientes para tomar su plaza por la fuerza.

He enviado una petición de refuerzos a la honorable barcaza de batalla Catedral Oscura, pero éstos aún tardarán, su despliegue va a ser complejo.

Sin embargo no podemos permitirnos perder un tiempo precioso montando guardia, una pequeña parte de nuestro contingente se quedará aquí, haciéndole parecer al enemigo que todos estamos esperándoles, el resto me seguirán”.

Tras asignar un pequeño grupo de marines y los exploradores a Balathasar se giró hacia los hombres que le seguirían.

- “El hermano Hezekiah, del contingente Arcángeles de Caliban, se ha enfrentado a un temible enemigo… los tiránidos.”

Algunos de los más veteranos, guerreros que ya se habían enfrentado con anterioridad a la amenaza tiránida no pudieron reprimir un estremecimiento. La escuadra de exterminadores tocó con reverencia sus armaduras blanco hueso.

- “Lamentablemente, nuestros hermanos de la primera compañía deberán hacer frente al problema sin apoyo, no tenemos tiempo de ayudarles. Sin embargo si que podemos hacer algo por nuestros hermanos, atacaremos la localización que se nos ha facilitado de uno de los nidos en la parte más baja de la colmena. Es todo lo que podemos hacer”.

La Thunderhawk Biennacida se encargó de recogerlos en unos minutos, durante el corto trayecto todos los Ángeles Oscuros recitaron letanías de odio contra los xenos, odiaban no poder ayudar a sus hermanos y se concienciaban para lo que les esperaba.

Una leve sacudida indicó que estaban muy cerca del suelo, las escuadras tácticas saltaron de Biennacida y aseguraron el perímetro mientras los lentos exterminadores y los devastadores descendían a paso más lento.

La inmensa mole de un Predator se perfiló contra las luces de aterrizaje de la cañonera, las mismas luces que iluminaron la dantesca escena.

Los tiránidos, cogidos por sorpresa en un principio, reaccionaron al ataque abalanzándose contra los recién llegados.

Cientos de cuerpos quitinosos avanzaron entre las escasas ruinas presentes en los niveles inferiores de la colmena. Éstos parecían haberse convertido en el territorio de caza privado de los alienígenas y habían sido arrasados.

Antes de que las escuadras estuviesen afianzadas, las rápidas siluetas de genestealers, un líder de la progenie, varios mantifex y un poderoso tirano alado se abalanzaron desde el flanco derecho.

Los devastadores intentaron rechazarlos, pero el tirano avanzó haciendo caso omiso a la tormenta de fuego y se lanzó a la carga.

Un instante después el cuerpo del tirano yacía sin vida atravesado por la espada del bibliotecario, el crepitar de las energías liberadas aún se podía escuchar junto con la voz del bibliotecario gritando órdenes desesperadamente.

Su apoyo al flanco derecho le impidió apoyar al izquierdo, donde dos progenies interminables se lanzaron contra las escuadras tácticas a cubierto. Pese a que las progenies fueron reducidas y arrasadas esto permitió que dos cárnifex, un zoántropo y tres guerreros tiránidos llegasen indemnes.

El Predator, al quedarse sin objetivos a los que disparar intentó apoyar a las escuadras abatiendo a varios de los guerreros tiránidos y al zoántropo, antes de que este desplegase sus temibles poderes.

El sargento veterano Lucius, haciendo gala de una formidable bravura lanzó a sus hombres contra uno de los cárnifex y éste cayó atravesado por los disparos de plasma y bolter. No obstante la situación se volvía desesperada, y mientras en el flanco derecho los últimos genestealers y los mántifex eran rechazados el cárnifex superviviente y los tiránidos contra cargaron contra la escuadra de Lucius.

Los marines eran superados una y otra vez por tan formidables oponentes, y poco de la escuadra solo quedó el propio Lucius, resistiendo hasta la muerte en el combate.

Cuando sus fuerzas estaban a punto de agotarse el resto de sus hermanos consiguieron llegar a socorrerle y los últimos vestigios de la marea tiránida cayeron ante la furia de los Ángeles Oscuros.

Sin ningún descanso, los marines avanzaron contra la titánica construcción alienígena que parecía ser un gran nido. El sacrificio de Hezekiah y los suyos no iba a ser en vano, el nido había sido tomado por sorpresa y fue debidamente reducido a pulpa.

Los marines, encabezados por los exterminadores y el propio Karze desatando arcos de poder avanzaron en un amplio semicírculo incendiándolo todo con sus lanzallamas y purgando cada milímetro de ese sector.

Los tiránidos, pese a ser una marea inagotable, se lanzaban sin ningún sentido contra las ráfagas de fuego, presas del descontrol por el ataque al nido. Una tras otra las oleadas descontroladas fueron rechazadas mientras los exterminadores llegaron hasta la base del nido y se encargaron de arrasarlo.

Finalmente el rugido de los motores de Biennacida alejándose fue el único ruido que se escuchó en todo el sector purgado, y la única prueba de la existencia de los tiránidos fue el olor a promethium y los restos de icor en las túnicas de los Ángeles Oscuros.

9. Asalto final.

El rugido de bolters aumentaba in crescendo, por unos instantes el hermano Karze recordó la antigua música de la sagrada Terra y se maravilló ante el arte de la guerra.

Hacía una hora que había ordenado el asalto final contra las fuerzas de Valmor, los refuerzos habían llegado en la Thunderhawk Biennacida y habían sido desplegados a lo largo del cerco.

Las fuerzas supervivientes de Valmor se apiñaban en las ruinas de un barrio del Manufactorium, las enormes construcciones de cadenas de montaje y factorías se extendían a lo largo y lo alto.

Los traidores resistían a la desesperada, sabiendo que la furia de los Ángeles Oscuros no se iba a aplacar hasta que todos ellos estuviesen muertos.

Karze caminó lentamente revestido con su armadura táctica dreadnought entre las líneas de No Perdonados. Habían ocupado y fortificado todos y cada uno de los edificios que les habían sido posibles, un vuelo rasante de la Thunderhawk había obligado a los traidores a agachar las cabezas y ellos habían avanzado hasta el límite del perímetro defensivo del archihereje.

Pasó junto a la escuadra del sargento Lucius y la del sargento Zadakiel, ambas escuadras habían avanzado a distancia de fuego con sus bolters y acribillaban las líneas de traidores una y otra vez.

Protegidos pos sus servoarmaduras y las ruinas sus posiciones eran prácticamente inexpugnables, pero lo mismo pasaba con las líneas enemigas. Karze echó de menos no poder lanzar un ataque mediante cápsulas de desembarco directamente contra las líneas enemigas pero las necesidades de la guerra lo hacían impracticable.

Un par de fogonazos al rojo blanco de plasma le cegaron momentáneamente, acto seguido fueron sendos lanzamisiles quienes hicieron activar los controles acústicos de su casco. Si no hubiese sido un Ángel Oscuro habría sentido compasión por su enemigo.

Siguiendo su revisión, saludó con una inclinación de cabeza a Balathasar, sargento de la escuadra de asalto que tantos honores había adquirido desde su encuentro en Faerun.

Cuando estaba a punto de llegar a la altura de los devastadores de Uriel un grito ensordecedor le hizo girarse.

Todos y absolutamente todos los traidores que aún podían combatir habían abandonado sus posiciones en un intento desesperado de alcanzar las líneas de Ángeles Oscuros. Todas sus fuerzas confluían en un punto, el edificio defendido por Zadakiel.

Karze sintió la locura en sus mentes, la desesperación en sus actos y la furia en sus pasos cada vez más rápidos. Entonces recordó las palabras del sabio Kohan “un enemigo acorralado es el más peligroso de todos”, iba a ser cierto después de todo.

Decenas de marines de armadura color rojo se dirigían como una marea, los hombres de Zadakiel intentaron por todos los medios detenerles mediante le fuego concentrado de sus bolters, el rifle de plasma y el lanzamisiles. El concierto de destrucción llegaba a su punto álgido.

A esa distancia prácticamente cualquier disparo de bolter significaba una baja entre la marea de servoarmaduras rojas, Karze sintió como Zadakiel ordenaba a sus hombres abrir fuego en modo automático.

Su voz no dejaba lugar a dudas, no había victoria contra ese asalto, pero no iban a dar un paso atrás. Henchido de orgullo por la actuación del sargento Karze se giró y ordenó su propia carga.

Todas las fuerzas estaban confluyendo en el mismo punto, los traidores más avanzados habían ya llegado a la carga de la escuadra de Zadakiel, el resto habían sido retenidos unos instantes por la cadencia de fuego, más que suficiente.

Desde el flanco izquierdo el Land Speeder Cazador sobrevoló la calle abatiendo con su armamento a plena potencia a todo objetivo que parecía demasiado fuerte, en otra situación el vuelo del gravitatorio habría sido un suicidio, pero los traidores ni siquiera se preocuparon de él. Las brechas abiertas por el Speeder se cerraban al instante, como una herida supurante.

La escuadra de Lucius, en el flanco izquierdo abandonó sus posiciones y se lanzó a la carga junto con la escuadra del Ala de la Muerte y el bibliotecario. Cuando llegaron a distancia afianzaron sus pies en el suelo y desplegaron todo el poder de sus armas a corta distancia, haciendo flaquear aún más el asalto enemigo.

La escuadra de exterminadores liderada por Karze llegó al asalto. En el centro de la calle reinaba el caos más absoluto, la cacofonía discordante del concierto, los traidores se lanzaban como locos contra los exterminadores, para morir abatidos por bolters de asalto, cañones de asalto o puños de combate. Sin embargo la escuadra de exterminadores corría el riesgo de ser superada.

Dos escuadras de asalto enemigas descendieron furiosamente directamente sobre ellos. Karze partió en dos a uno de ellos mientras descendía y se quedó asqueado al darse cuenta del motivo por el cual sus armaduras lucían un color rojo más intenso: las habían cubierto con la sangre de sus caídos.

Karze giró sobre sí mismo haciendo trastabillar a todos cuantos le rodeaban, maldijo la lentitud de su armadura y bendijo la sagrada protección que le ofrecía.

La escuadra de Lucius estaba a punto de ser superada, Karze ya podía distinguir solo a Lucius, abatiendo enemigo tras enemigo con su arma de energía, sin dar un solo paso atrás.

Otra escuadra enemiga llegó a la refriega y la balanza pareció volcarse a favor de los traidores. Un grito resonó tras Karze, éste se giró y vio la imponente figura de Valmor avanzando hacia él y señalándolo con un dedo a modo de desafío.

Karze recordó su anterior enfrentamiento, el duelo de mentes, la forma en la que Valmor había huido, arrastrándose sobre su pecho con ayuda de sus brazos. Recordó también toda la información que había arrancado de su cerebro, como si se tratase de una violación. Entonces decidió que Valmor ya no le servía para nada.

Abrió un canal de comunicación psíquico con el conductor del Predator Martillo Celestial y otro con el sargento Balathasar.

Un instante después un rayo súper calentado de láser al rojo blanco se dirigió en línea recta contra Valmor, desintegrando todo lo que tocaba. Valmor sintió la amenaza justo antes de que los cañones láser acoplados disparasen, pero para cuando terminó de girar el cuello ya había muerto calcinado dentro de su servoarmadura. Murió calcinado antes de que el rayo láser le impactase, pero murió esbozando una sonrisa, pues al fin había conocido el Poder en su estado máximo, el Poder de la Furia del Emperador, el Poder de la Furia de los Ángeles Oscuros y el Poder de unos Cañones Láser Acoplados de Torreta Kz9,76 “Stormbringer”. Un instante después su armadura también había sido desintegrada.

En el mismo momento que la armadura de Valmor era desintegrada la escuadra de Balathasar descendió sobre la marea de enemigos disparando sus pistolas bolter y sendas pistolas de plasma. Los fogonazos abrieron varios huecos entre los traidores, pero el impulsó de la carga de la escuadra de Balathasar fue lo que equilibró de nuevo la batalla.

Karze se abrió paso a golpe de espada hasta donde Zadakiel sobrevivía como podía y le cubrió, haciendo retroceder a los enemigos de nuevo hasta la calle.

La escuadra de Balathasar junto con la de exterminadores rechazó a los últimos hombres de Valmor y los devastadores y la escuadra de Lucius junto con los dos Predators se encargaron de abatir a todo aquel que huía.

El concierto llegó a su final y los acordes finales sonaron junto con el rugido de los bolters rematando a todos los traidores.

El sol ya se ponía cuando los últimos estampidos de descargas se silenciaron, Karze se giró hacia los suyos y todos juntos rugieron por la victoria y por el honor de los caídos en combate.

Hasta el último traidor de Valmor, incluido él mismo, habían sido ajusticiados. Cuando abandonaron el campo de batalla los Ángeles Oscuros dejaron tras de sí a todos los cadáveres enemigos intactos crucificados, a modo de advertencia para todo aquel que se quisiera apartar de la Luz del Emperador.

El resto de cuerpos ardía en una inmensa pira en el edificio mejor conservador de la zona industrial. Karze maldijo no poder contar con siquiera un fragmento de la armadura de Valmor a modo de trofeo, y justo en el instante que ese pensamiento acudía a su mente le pareció ver una figura revestida con una servoarmadura negra y una túnica que había estado observando el advenir de los hechos y se retiraba.


10. Viejos amigos.

Una Thunderhawk de color verde oscuro y con la insignia de los Ángeles Oscuros aterrizó en una zona exterior a la Colmena Euryales con las luces de posición desconectadas.

El sonido de los cierres hidráulicos y el ronroneo del motor al mínimo era lo único que delataba su presencia. Cualquier observador se habría sentido más atraído por el espectáculo de la ciudad en el horizonte que por una masa negra irreconocible.

Cuando la rampa se terminó de abrir la luz hirió en la noche, siete figuras se recortaron contra la luz y comenzaron a descender. Cuando llegaron al final de la rampa se detuvieron y las puertas se cerraron de nuevo.

Las túnicas que vestían se revolvieron furiosas cuando una segunda Thunderhawk se aproximó y tomó tierra peligrosamente cerca. Su color era azul oscuro y el signo del capítulo no se distinguía en la noche no obstante Karze sabía que era de los Caballeros de la Tormenta.

La segunda Thunderhawk había descendido con la rampa ya extendida e instantes antes de que tocase tierra dos figuras saltaron a tierra.

En la más negra de las noches, con la amoratada y henchida catapulta del infierno brillando en el cielo de Medusa V la guardia de honor de seis exterminadores del bibliotecario Karze se pusieron en posición de firmes a su alrededor. El bibliotecario Ixart y el juez Anithos de los Caballeros Grises avanzaron hasta su posición.

Abandonando todo el protocolo, y ante la mirada grave de Anithos, Karze e Ixart avanzaron hasta darse la mano y abrazarse como dos viejos conocidos.

- Nos encontramos en este infierno también, viejo amigo.

- En efecto, Karze, parece ser que se nos quieren llevar a los dos juntos al infierno.

- ¿Entonces, qué tienes para mí exactamente?

- El mismísimo infierno… he oído de tu purga al nido Tiránido y he pensado que esto te gustaría: una horda Tiránida como jamás habrás visto. Ha atravesado las defensas de la cicatriz de Guilleman y se dirige directamente contra la colmena. Si logra llegar y absorber el resto de nidos será el final. Enfrentarse a ellos es como mínimo un suicido.

El bibliotecario Karze observó la armadura de Ixart, estaba llena de trofeos Tiránidos, su capítulo era un experto en enfrentarse a esa amenaza, si Ixart decía que era un suicidio… es que lo era.

Acto seguido miró interrogativamente al juez, no le gustaban los Caballeros Grises, y menos a los inquisidores a los que servían.

- Un viejo pacto y una vieja deuda de sangre, venimos a morir junto al hermano bibliotecario Ixart – dijo Anithos la sentirse observado.

Karze ni siquiera se molestó en contestarle, señaló la Thunderhawk azul y cuando comenzaba a girarse hacia su propia Thunderhawk añadió.

- Detrás de vosotros, Ixart.


11. Portadores de la muerte.

Ixart no había mentido, la avanzadilla de las fuerzas Tiránidas superaba más de tres veces a la fuerza reunida entre Ixart y Karze.

Las primeras lecturas de auspex mostraron un resultado que muchos pensaron que era erróneo, sin embargo cuando alzaron la vista desde el Rhino Damocles de mando se estremecieron al ver la realidad.

Un tirano alado, otro tirano acompañado de tres fenotipos conocidos como escoltas, veintisiete fenotipos de guerrero tiránido, dos cárnifex, tres extraños zoántropos, visibles claramente también para los bibliotecarios, dieciocho mantifex, treinta y seis genestealers y noventa y seis hormagantes. Y era solo la avanzadilla.

Las fuerzas del Adeptus Astartes eran cincuenta y nueve hombres y un Predator.

Los primeros movimientos de la batalla se desarrollaron en noche cerrada. Las fuerzas imperiales desplegaron en línea, preparados para contener el avance tiránido a toda costa. Aprovecharon todas las coberturas ofrecidas por varios edificios derruidos frente a los que se extendía una explanada sin cobertura apenas para los tiránidos.

Varios pozos de tirados y varias líneas de espinos habían sido construidos a toda prisa. Los espinos tenían la dudosa misión de detener el avance tiránido por unos instantes e incluso llegar a dividir su avance en varias oleadas.

Karze e Ixart recorrieron las líneas imperiales saludando a cada uno de sus hombres por su nombre, eran conscientes que pocos sobrevivirían. Eran miembros del Adeptus Astartes, no conocían el miedo pero aún así sus miradas eran las de hombres que encarnan la muerte y se enfrentan a ella.

La escuadra de Lucius y la escuadra de Zadakiel desplegaron en los puntos más críticos, donde su testarudez sería más necesaria. Junto a ellos desplegó una escuadra táctica de los Caballeros de la Tormenta y otra de Caballeros Grises listos para lanzarse a la carga cuando la horda tiránida llegase.

Dos escuadras de devastadores, una de cada capítulo y el Predator Martillo Celestial desplegaron una posición mas retrasados, preparados para descargar una tormenta de fuego sobre sus oponentes. Una escuadra de exploradores francotiradores de los Caballeros de la Tormenta avanzó sobre el flanco derecho para abatir a cualquier criatura monstruosa.

Finalmente una escuadra de asalto se parapetó tras unas ruinas aguardando el momento de la contracarga, el bibliotecario Ixart lo hizo en el flanco derecho y el bibliotecario Karze en el izquierdo junto con su escuadra de mando del Ala de la Muerte.

Los últimos vestigios de la noche comenzaban a desvanecerse y una cacofonía de ruidos quitinosos, de garrar rozando el suelo y cuerpos rozándose entre sí invadió el campo de batalla. Las primeras criaturas aparecieron en el horizonte.

- Uriel, que tu escuadra de devastadores abra fuego contra los genestealers a tiro y posteriormente contra los mantifex, no permitas que lleguen a nuestras posiciones. Predator Martillo Celestial, acaba con ese tirano alado del flanco derecho, ¡destrózalo por el Emperador! Escuadras tácticas tres y cuatro, mantengan sus posiciones en los pozos de tirador, abatan a las progenies más avanzadas, usen misiles de fragmentación.

Como respuesta a sus órdenes toda la línea de batalla abrió fuego simultáneamente, la luz cegadora provocada por los disparos convirtió la noche en día.

Muchos de los disparos no dieron en el blanco debido a la oscuridad, impenetrable aún incluso para los sentidos mejorados de los marines.

- ¡Ala de la Muerte a mí! ¡Acabad con ese Cárnifex antes de que llegue a nuestras líneas!

Toda la marea tiránida se abalanzó hacia delante, sorteando los obstáculos con facilidad y esperando ahogar a los defensores con su mero número. Una auténtica nube de proyectiles bolter les recibía a cada paso que daban, las escuadras tácticas abrían fugo contra las progenies más avanzadas, los devastadores abrían fuego contra las progenies más peligrosas, convirtiéndolas en nubes de pulpa y caparazones quitinosos en suspensión.

Los marines veían con desesperación como cada baja parecía no contar en la batalla, cuando se abría una brecha en una de las progenies otra corría a sustituirla.

El hermano bibliotecario Ixart avanzó en solitario por el flanco izquierdo, abatiendo a innumerables enemigos con sus descargas psíquicas. El tirano de enjambre alado, una de las criaturas más peligrosas presentes, avanzó por el mismo flanco, esperando poder lanzarse en una carga casi suicida pero que ganase tiempo al resto de progenies.

Una soberana actuación de los exploradores francotiradores, digna de mención, y el Predator de los Ángeles Oscuros mandó al tirano alado al infierno de los tiránidos, si es que existía.

En el flanco derecho el bibliotecario Karze y la escuadra de exterminadores abandonaron las filasy se internaron entre las filas tiránidas, dispuestos a abatir a toda criatura que se acercase demasiado

- Hermano Karze, el flanco derecho está sufriendo mucho, el tirano alado ha sido eliminado pero las bajas que sufre el enemigo son insuficientes para detenerlos. Me temo que hay presencia de demasiadas criaturas sinápticas, ¡no podremos eliminar la red sináptica!

- Hermano, intentad resistir todo el tiempo posible, intentad retrasar a los exploradores y preparad a los caballeros grises para la contracarga.

Karze maldijo y cortó la comunicación psíquica con el bibliotecario Ixart, un enorme cárnifex había comenzado a disparar contra las líneas y sus cañones orgánicos estaban causando una gran devastación.

Giró la cabeza y asintió al sargento de los exterminadores, éste, entendiendo la señal dio las órdenes pertinentes y el inimitable sonido de rotación de un par de cañones de asalto se dejó oír por encima del estruendo causado por el cárnifex.

La mayoría de los impactos rebotaron contra la gruesa armadura natural del tiránido, pero comenzó a sangrar, o lo que quiera que fuesen aquellos fluidos, por varios impactos.

- ¡Continuad, continuad!

Dos progenies de guerreros tiránidos se dirigían hacia ellos y apenas les quedaba tiempo, si no volvían a las líneas defensivas serían rodeados y superados.

En el flanco izquierdo Ixart observó impotente como un cárnifex y varias progenies llegaban a la altura de los exploradores y los despedazaban en un abrir y cerrar de ojos, ni tan siquiera había tenido tiempo de ordenar la retirada.

La escuadra de Lucius, apoyada por los Caballeros Grises también sufría la carga de una progenie de hormagantes, los devastadores al mando de Uriel y el Predator, ligeramente retrasados intentaban evitar la llegada de genestealers y mantifex a las líneas.

La escuadra de Zadakiel había sufrido también otra carga de hormagantes y sus bolters se habían silenciado dando paso al sonido de los cuchillos desenfundándose.

La escuadra de Caballeros de la Tormenta también recibió su propia carga de gantes, pese a que éstos habían sufrido incontables bajas.

Karze y los exterminadores se vieron rodeados por guerreros tiránidos y el cárnifex se abalanzo sobre ellos rugiendo.

La línea había sido alcanzada y las bajas entre los tiránidos eran insuficientes.


12. La hora más oscura.

El tiempo y la esperanza parecía haberse acabado, cada marine combatía como un héroe por derecho propio, pero ninguno lo hacía con esperanzas de sobrevivir

Varios exterminadores cayeron a causa de los ataques del cárnifex y los guerreros tiránidos, la escuadra de Caballeros de la Tormenta rechazó a los gantes entre gritos jubilosos solo para darse cuenta que dos progenies más estaban a punto de lanzarse a la carga.

Los últimos devastadores de los Caballeros de la Tormenta murieron bajo el fuego continuado de las criaturas tiránidas y sus armas se acallaron para siempre.

La escuadra de Zadakiel resistía como podía, los marines de asalto de los Caballeros de la Tormenta salieron de sus posiciones para cargar a la progenie que les superaba y acabaron conjuntamente con todos ellos en una marea de surtidores de sangre e icor. La escuadra de asalto consolidó contra las líneas tiránidas, intentando ganar tiempo a la escuadra táctica.

No obstante los tiránidos les recibieron en un mortal abrazo, rodeándolos y superándolos antes siquiera de que tomasen tierra. Todos ellos murieron antes de que los supervivientes de la escuadra de Zadakiel recargasen sus bolters.

En el flanco izquierdo la situación era más delicada aún. Toda la marea tiránida comenzó a dirigirse a ese flanco para superarlo.

La escuadra de Lucius fue finalmente superada, no sin antes llevarse por delante a varas progenies y los Ángeles Oscuros cayeron entre el barro y las entrañas. Los Caballeros Grises se lanzaron a la carga profiriendo salvajes gritos y se descubrieron absolutamente solos frente a toda la marea.

El bibliotecario Ixart se lanzó contra una progenie de genestealers, el Predator despedazó a todos menos a uno de ellos, pro aún así el último superviviente se enfrentó contra todo pronóstico al bibliotecario y atravesó su ancestral armadura con sus cuatro pares de garras.

Ixart cayó momentáneamente de rodillas, sangrando por la boca y observando sorprendido la herida de su torso, por la que casi asomaban sus entrañas. Giró la cabeza y vio a todas las escuadras luchando amargamente por su supervivencia, toda estrategia perdida y la línea defensiva superada ampliamente.

Apoyándose sobre su hoja intentó alzarse de nuevo, negándose a morir frente al genestealer, cuando estaba irguiéndose de nuevo las garras impactaron en él. Decenas de luces de regencia se encendieron en el visor resquebrajado del casco.

Ixart se lo quitó y escupió sangre a un lado, el genestealer se lanzó sobre él de nuevo y comenzó a despedazar la armadura de exterminador con total facilidad. Cuando el genestealer alzaba su cara en una mueca de victoria una descarga de proyectiles alter le hizo estallar como a un muñeco.

El sargento Uriel había abandonado la posición junto a sus devastadores y se encontraba erguido en toda su estatura sujetando firmemente una pistola bolter aún humeante y un cuchillo de combate, se agachó y comenzó a arrastrar el cuerpo aún con vida del bibliotecario hacia la relativa seguridad de la retaguardia.

El sol había alcanzado su cenit, compitiendo en intensidad con la Catapulta del Infierno.

- Uriel, Predator, dejad de disparar a los objetivos marcados, abatid la línea central de los tiránidos, dividid la horda en dos oleadas, ¡hacedlo por el León y vuestros hermanos!

La furia y rabia no contenida por las muertes de sus hermanos se transformaron en salvas de proyectiles bolter que impactaron en las filas centrales de la marea, dividiéndola tal y como se había ordenado en dos oleadas.

En el flanco izquierdo los Caballeros Grises se enfrentaron a ambas oleadas y consiguieron detenerlas, mientras los devastadores y el Predator atacaban a las progenies que aparecían por el horizonte.

En el flanco derecho, el hermano bibliotecario Karze bajó unos instantes su arma psíquica para observar el campo de batalla.

La escuadra de Caballeros de la Tormenta situada tras él estaba prácticamente intacta, la escuadra de Zadakiel a mitad de efectivos resistía con dificultades, en el flanco izquierdo los Caballeros Grises, los devastadores de Uriel y el Predator eran los últimos supervivientes.

Con un rugido y acompañado de los dos únicos exterminadores que quedaban en pie pasó por encima del cadáver del cárnifex abatido y se lanzó contra otra progenie de guerreros, similar a la que acaba de despedazar.

Su carga evitó que la línea de Zadakiel se viese abrumada de nuevo y éstos abrieron fuego de nuevo contra las progenies que inundaban el flanco izquierdo.

De pronto, cuando el sol comenzaba de nuevo a ponerse una progenie de guerreros tiránidos y dos de mantifex comenzaron a retirarse hacia donde habían venido.

Los marines no daban crédito de lo que veían: habían triunfado.

Tan rápido como habían aparecido todos los tiránidos se escabulleron, dejando tras de sí un campo de batalla en el que hasta el último centímetro cuadrado estaba cubierto por cadáveres.

Un grito de victoria y rabia recorrió la línea de marines, varias salvas sonaron a lo largo de la línea y los sargentos clavaron sus armas en el suelo a modo de respeto.

Las bajas habían sido terribles, pero ninguno de los supervivientes había esperado sobrevivir. Habían detenido el avance de un enjambre tiránido con su tenacidad y heroísmo y el nombre de los caídos no se olvidaría jamás.

Karze avanzó a paso rápido hasta donde se encontraba el hermano Ixart, a salvo en la posición de Uriel.

- ¿Cómo ha ido hermano? Si estás aquí o todos estamos muertos o el Emperador nos ama más de lo que creíamos… - a cada palabra su rostro se transformaba en una máscara de agonía y dolor, intentaba desesperadamente cubrirse la herida del vientre con las manos, el color de su armadura se había tornado prácticamente rojo.

- Ha sido un gran combate, hermano. El más grandioso que jamás había presenciado – Karze se incorporó y alzó la voz para que todos le oyesen – hoy la voluntad del Emperador ha sido cumplida, nos hemos alzado con la victoria frente a los alienígenas cuando era imposible, ¡Por el Emperador! ¡Que el nombre de los caídos no caiga en el olvido! ¡Haremos pagar a nuestros enemigos por cada gota de sangre derramada!

Un estruendoso rugido se extendió entre los presentes, incluso el Juez Anithos se animó a rugir por la victoria y por los caídos en un combate que jamás habría imaginado.

13. Situación

La línea crepitó con aspereza, esperando que alguien la utilizase un vez había sido abierta. El tecnomarine Gethel se retiró respetuosamente para aumentar su intimidad como hacía de costumbre.

Los servidores lobotomizados se desconectaron automáticamente a una orden suya, el interior de la sala era uno de os lugares más seguros en ese mismo momento.

La Thunderhawk Biennacida había tomado tierra en cuanto le había sido posible y había evacuado a los heridos y supervivientes del enfrentamiento contra los tiránidos. Ahora la Thunderhawk aguardaba en el hangar principal de la nave Cuervo de la Tempestad, la ligera y maniobrable nave que servía como cuartel genera al Lasciate Ogne Speranza.

Tres días de descanso habían seguido al enfrentamiento con los tiránidos, era un tiempo del que no disponían, pero Karze no iba a hacer combatir a sus hombres antes de un mínimo de tiempo. Se habían ganado el descanso, Gethel y sus servidores habían trabajado frenéticamente esos tres días, reparando y preparando todo el equipo necesario para continuar la campaña. El Apotecario había tenido el mismo más trabajo, multitud de heridos, bajas hasta el final de la campaña y varias bajas definitivas cuyas semillas genéticas debían ser recuperadas.

Línea con el Conclavium Angelicae abierta” Repitió la máquina.

Karze se situó sobre un círculo de color oscuro en el suelo y oprimió una runa en el panel de control. Las puertas de la sala de comunicación de sellaron automáticamente en respuesta a un código de seguridad primario y un escáner de luz azulada comenzó a recorrerle de arriba abajo. Sus heridas y cicatrices, pues iba sin su armadura, se hicieron más visibles bajo la luz. Los tatuajes que le llegaban desde el dorso de la mano izquierda hasta la mejilla izquierda pasando por el hombro resplandecieron con furia.

Uno de ellos era muy reciente, estaba situado cerca de lóbulo de la oreja y, pese a que seguía la geometría del tatuaje inicial podía verse una pequeñísima cabeza de tiránido con un cuchillo de combate atravesándola.

- “Venerable Conclavium Angelicae, hermano bibliotecario Karze informando de la situación del Grupo de Combate Venganza.

Las escaramuzas iniciales para desplegar los diferentes contingentes han concluido y la guerra en toda su crudeza ha comenzado. La situación en la colmena está bajo control por el momento, pese a un número desestimable de derrotas, todas las actuaciones de los No Perdonados del Grupo de Combate Venganza han concluido satisfactoriamente.

La misión de aniquilación de las fuerzas de Valmor, asumida por mi contingente ha sido todo un éxito, pese a no tener pruebas físicas de la muerte del archihereje todas sus fueron erradicadas.

El hermano Ezekiah del Ala de la Muerte ha informado también de varias victorias, incluida un gran noticia: un posible informador de la situación de uno de los Caídos de la escuadra Efestión ha sido capturado. Parece ser que un capellán de nuestros hermanos os Ultramarines poseía cierta… delicada información. El enfrentamiento ha sido inevitable pero completamente satisfactorio: no se ha dejado ninguna prueba de la matanza y el capellán fue apresado.

A parte de las victorias contra los traidores de Valmor, los marines del Caos de la Guardia de la Muerte y otros seguidores de los Poderes Ruinosos por parte de Grupo de Combate también cabe destacar las victorias frente a la amenaza tiránida que se ha cernido en los últimos días sobre la Colmena.

Un enjambre completo fue erradicado hace tres días junto a los Caballeros de la Tormenta como fue debidamente informado, adjunto lista de bajas y recomendaciones de recompensas al honor.

Debido a la situación de la ciudad colmena y de los avances conseguidos por los tres Grupos de Combate los objetivos del Grupo de Combate Venganza continuará su misión en la Colmena.

El objetivo primario continúa siendo acabar con todos los contingentes del caos desplegados en a colmena, pero se añade como objetivo primario adicional la búsqueda y captura de los Ángeles Caídos de la escuadra Efestión que siguen a Zirón.

El objetivo secundario será la derrota de toda fuerza tiránida que amenace el precario equilibrio de fuerzas en la colmena y socorrer a cualquier frente de guerra abierto por otras fuerzas imperiales.

La situación de la zona Euryales es delicada, extremadamente delicada me atrevería a decir, pese a que la situación imperial en la globalidad del planeta es satisfactoria. Será necesario aumentar nuestras maniobras en la zona.

Sin más, corto la comunicación, mi contingente será redesplegado en breve, marcharemos tras la pista de uno de los mayores generales del Caos en la zona Euryales. ¡Gloria al León y sus Hijos! ¡Hasta que la espada sea reforjada!”

Karze abandonó el círculo y la luz del escáner azulada se detuvo inmediatamente, las compuertas se desbloquearon y una de ellas se abrió.

- Adelante hermano Arpphaón, espero no haberle hecho esperar excesivamente.

- Señor, las fuerzas del general del Caos Soulbraker han sido localizadas como ordenó…

- Perfecto – interrumpió Karze – pasemos a discutir acerca de ellos al strategium.


14. El pulso de Soulbraker

Las fuerzas de Soulbraker avanzaban sin oposición por todo el sector Euryales, las masacres que provocaban eran de las mayores vistas en todo el sector y ya eran varios los comandantes, incluso del Adeptus Astartes, que habían sido arrasados por él.

Sus fuerzas se dirigían en una columna cuidada hacia la Ciudad Colmena, listas para tomarla por la fuerza desde los barrios más bajos hasta la cúspide. Nadie les había plantad frente desde su último enfrentamiento con fuerzas enemigas y los marines de la Legión Negra avanzaban confiadamente por los páramos creados por la artillería.

La larga columna de guerreros estaba seguida por varios transportes, entre ellos un Land Raider, que avanzaban al paso de la infantería para no dejarlos atrasados.

Dos máquinas, mitad máquina mitad demonio, avanzaban sobre sus seis patas arácnidas inspeccionando los alrededores con sus cañones de batalla.

Una escuadra de motos iba en el flanco izquierdo, reconociendo el terreno y listas ara avisar de cualquier problema al resto del contingente.

El propio Soulbraker, quien había alcanzado el grado de príncipe demonio, dirigía a las tropas desde su forma cambiante. Su armadura demoníaca gritaba con las voces de centenares de almas condenadas y las entidades de la deformidad se arremolinaban en torno suyo. Su presencia había bastado para evitar muchos de los enfrentamientos, y su corrupta alma comenzaba a sentirse sedienta.

Poco a poco su alma se encaminaba por los pasos del dios de la sangre, y Soulbraker no hacía nada para evitarlo, sus ansias de matar eran tan grandes que varios de los suyos ya habían muerto al ofrecerle la más mínima excusa para ganarse una atroz muerte.

La columna ya estaba cerca de la base de la colmena cuando unas figuras aparecieron en el horizonte.

- Escuadra de motoristas Apocalipsis, enemigo localizado mi temible señor Soulbraker, son fuerzas del Adeptus Astartes, contingente no identificado, sus armaduras les delatan como Ángeles Oscuros. Esperamos órdenes.

Cuando Soulbraker habló la tierra gimió de dolor por su presencia a su alrededor, su presencia era absolutamente antinatural, su voz se alzó sin necesidad de ningún artilugio para que todos le oyesen.

- Guerreros, tomad posiciones de combate, les abatiremos desde lejos con nuestra artillería – los profanadores resoplaron y chasquearon sus pinzas al asentarse listas para abrir fuego – escuadrón Apocalipsis, avance hasta sus líneas e intente abatir todos los blindados posibles.

Mientras tres escuadras de marines de la Legión Negra se asentaban y los dos profanadores comenzaban a abrir fuego un Land Raider del Caos avanzó por el flanco derecho y las motos se lanzaron contra los Ángeles Oscuros por el izquierdo.

Los Ángeles Oscuros llevaban varias horas esperando al enemigo, su columna de blindados avanzó a plena potencia hacia el frente, conscientes de que a la distancia a la que se encontraban poco podían hacer.

Un Vindicator, un Predator Annihilator, un Land Speeder y un Land Raider Cruzado avanzaron hacia el frente levantando una gran nube de humo. Tras el Land Raider avanzó la escuadra de asalto del sargento Balathasar.

En la retaguardia la solitaria figura de un Rhino Damocles destaca con sus antenas desplegadas.

De pronto, dos escuadras de marines de la Legión Negra se abalanzaron contra el flanco derecho, habían conseguido infiltrarse a la perfección. Sus lanzamisiles dispararon contra el Land Speeder y el Predator, pero el primero solo quedó aturdido y el segundo continuó impávido.

“¡Mierda!” Gritó uno de los dos sargento antes de caer atravesado por una lluvia de bolters pesados, cañones de asalto, bolters tormenta y cañones pesados.

Ambas escuadras habían estado a punto de hacer mucho daño a la línea de Ángeles Oscuros, pero cuando éstos terminaron de disparar solo quedaban los cadáveres de algunos de ellos, de los otros ni tan siquiera quedaban restos reconocibles.

Cuando el choque entre las motos y el frente de Ángeles Oscuros parecía inevitable una amenaza inesperada atacó a ambos bandos por igual. Varias progenies de tiránidos salieron de todas partes para enfrentarse a los recién llegados, genestealers, espinagantes, hormagantes, un cárnifex y un tirano con escolta aparecieron desde el flanco izquierdo.

Los tiránidos parecían huir de una batalla y atacaban de forma desorganizada a ambos bandos, lo que obligaba a estar pendiente de la amenaza que suponían.

Un disparo de unas de las demoníacas máquinas logró derribar casi por completo a la escuadra de asalto, solo el sargento Balathasar sobrevivió al temible impacto, viendo con frustración como sus hermanos perecían.

La línea de Ángeles Oscuros parecía a punto de desmoronarse y los marines de Soulbraker se lanzaron al frente para rematar a los oponentes.

Fue entonces cuando los Ángeles Oscuros revelaron su plan, un rugido de un proyectil inmenso surcó el cielo y se incrustó justo tras uno de los Profanadores. Cuando el humo se dispersó la inmensa mole de un Dreadnought apareció desembarcando de una cápsula de desembarco.

Un certero disparo contra el Profanador más cercano hizo saltar a la máquina-demonio por los aires, un grito de raba y frustración se elevó del espíritu que había poseído a la máquina. Kohan pisaba el campo de batalla de nuevo tras años sin hacerlo.

Fue entonces cuando el sargento de los motoristas liberó la carga que portaba en medio de la filas de los Ángeles Oscuros: un inmenso devorador de almas se alzó de su cuerpo convulsionado.

Con un rugido infernal se lanzó hacia el Vidicator, no obstante los Ángeles Oscuros del Lasciate Ogne Speranza estaban acostumbrados a enfrentarse a lo demoníaco y no se amedrentaron. Abrieron fuego con todas sus armas, incluido el Land Speeder que sobrevoló la zona y cuando el fuego cesó solo quedaba un cráter en el suelo y los restos humeantes de materia disforme que se deshacían en una extraña efervescencia.

Era todo el tiempo que necesitaban, los motoristas Apocalipsis se situaron en el lateral del Vindicator y abrieron fuego con sus rifles de fusión, acribillando a la tripulación y haciéndolo explotar de forma inmediata.

Un monstruoso Cárnifex llegó a la altura del Land Raider Cruzado y abrió su blindaje como si se tratase de papel. La escuadra en su interior descendió justo a tiempo por uno de los accesos laterales. Cinco exterminadores de asalto liderados por el capellán Arpphaon en armadura de exterminador desplegaron conscientes de que no tendrían tiempo de alcanzar las líneas enemigas.

Un Dreadnought del Caos, con miles de años de experiencia a sus espaldas cargó contra el Dreadnought Kohan y se enzarzaron en un mortal baile en el que ninguno logró imponerse al otro.

La línea de Ángeles Oscuros se tambaleaba al borde de la derrota y las tropas de Soulbraker se creían ya merecedoras de la victoria cuando la nube de polución se abrió de nuevo y siete cápsulas de desembarco cruzaron a mayor velocidad d la que le ojo modificado de un marine podía seguirlas el espacio hasta el suelo.

Una de las escuadras tácticas desembarcó justo al lado de los motoristas Apocalipsis y abatieron a todos menos a uno de ellos con su fuego rápido antes de que pudiesen reaccionar. Con es y con la potencia de fuego del Predator y el Land Speeder dirigida a los tiránidos la línea de Ángeles Oscuros se sobrepuso y miró desafiante a los marines del Caos.

Cinco escuadras tácticas, todas al mando de un sargento veterano y equipadas con un rifle de plasma y un lanzamisiles desembarcaron en medio de las líneas enemigas en dos oleadas.

El ruido de las compuertas hidráulicas al abrirse y los pasos de las botas metálicas al desembarcar sembró la confusión entre sus enemigos. Los Ángeles Oscuros habían jugado peligrosamente al atraer toda la atención de las fuerzas de Soulbraker sobre sus pocas fuerzas desplegadas, pero ahora la línea fracturada d Soulbraker parecía incapaz de detener la marea de Ángeles Oscuros.

El mismísimo Soulbraker se lanzó a la carga de una de las escuadras tácticas con la esperanza de rechazarla, sin embargo mientras se alzaba sobre sus alas pudo sentir un cambio de presión y tras un breve crepitar azul una escuadra de exterminadores del Ala de la Muerte se materializó detrás suya. Sin darle tiempo a detener su asalto abrieron fuego con todo su armamento, incluidos sendos cañones de asalto y consiguieron producirle dos agónicas heridas. No obstante, no bastó para detener la carga y se enzarzó en un agrio combate contra la escuadra táctica cuyo final era previsible de no ser por la legendaria testarudez de su sargento, Zadakiel.

El resto de escuadras tácticas abrieron fuego contra las escuadras enemigas y, pese a que un de ellas fue rechazada el resto abatieron a todos sus oponentes. Dos de ellas abrió fuego al Profanador restante y éste cayó con su blindaje atravesado por disparos de plasma al rojo blanco.

En el extremo más izquierdo ambos Dreadnoughts provocaron daños críticos al otro y cayeron doblándose sobre si mismos en un letal abrazo.

Soulbraker veía como sus fuerzas se desmoronaban y ordenó un contraataque contra las líneas de Ángeles Oscuros, su forma parecía temblar de la ira contenida mientras aplastaba a marines de la escuadra de Zadakiel sin inmutarse. Él solo era capaz de retomar su línea, solo necesitaba a alguien que acabase con la línea de Ángeles Oscuros.

El Land Raider del flanco derecho abrió sus compuertas y un lugarteniente al mando de una escuadra de elegidos desembarcó contra la escuadra de exterminadores que se había teleportado audazmente. Dos de ellos cayeron a esa distancia tan corta, pero los cuatro supervivientes cargaron y arrasaron a todos los elegidos menos dos y el propio lugarteniente.

El lugarteniente, esperando ganarse la gracia de su señor y los Dioses Oscuros abatió a los exterminadores restantes para verse rodeado de pronto por una de las escuadras tácticas. Los dos elegidos y el lugarteniente se enzarzaron en una larga melé de la que se alzó victoriosa la escuadra táctica con la cabeza del lugarteniente como trofeo.

En las filas de los Ángeles Oscuros la temperatura descendió y un cambio brusco de presión anunció más tropas teleportadas. El Rhino Damocles se apresuró a advertir que no se trataban de tropas propias, seis deformidades del culto arrasador se materializaron y lograron abatir el Predator Annihilator desde el flanco. Un instante después una escuadra de diez exterminadores de Khorne abatió al Land Speeder y se encararon para enfrentarse a Arppahon y los cinco exterminadores de asalto con un brillo jubiloso en sus ojos. Les abatirían, y después a la lejana escuadra táctica que acaba de abatir en cuerpo a cuerpo al último motorista y la línea de Ángeles Oscuros sería suya.

Arpphaon respondió a la provocación con un grito de guerra y se abalanzó hacia ellos, en ese instante los Ángeles Oscuros jugaron la última de sus cartas y otra escuadra de exterminadores, esta vez liderada por el hermano Karze apareció junto a los seguidores de Khorne.

Los cañones y bolters de asalto rugieron junto con el capellán y el resultado final se decantó a favor de los Ángeles Oscuros. La carga combinada del capellán, los exterminadores de asalto y un Balathasar cegado por la ira arrasó a los exterminadores de Khorne sin apenas tiempo para responder.

Todos los exterminadores se giraron hacia los arrasadores a la par que Karze se alejaba unos pasos.

La batalla llegaba a su fin, las fuerzas lideradas por Arpphaon barrieron a los últimos enemigos en las filas de los Ángeles Oscuros y Soulbraker estaba a punto de acabar con todos los Ángeles Oscuros de su propia línea, en la que era el último superviviente.

De un terrible zarpazo Soulbraker hizo caer de rodillas a Zadakiel, último superviviente de su escuadra que se negaba a morir y se dispuso a cargar contra otra de las escuadras tácticas cuando sintió que los Dioses Oscuros le abandonaban.

Zadakiel se giró y con el rostro desencajad de dolor pero negándose a morir hundió su hoja en el pecho de Soulbraker hasta que se partió a la altura de la empuñadura. Furioso y babeando sangre, cerca de perder la cabeza, Soulbraker se giró contra el sargento cuando sintió una presencia psíquica que se acercaba contra él.

Antes de girarse sintió la mano del bibliotecario Karze tras todo aquello y el cambio del futuro, al girarse vio a una enorme figura leonina que avanzaba en línea recta hacia él desde la figura en el horizonte que deba corresponder al bibliotecario con la mano abierta.

La esencia psíquica impacto contra él y, pese a que sus colmillos disformes jamás deberían haber atravesado su armadura demonio, se clavaron en su carne haciéndole rugir de dolor. En ese instante, comprendiendo que la batalla había acabado y se arrastró a si mismo de vuelta a la disformidad, donde planearía su venganza y sufriría por su derrota.

Un estruendo de júbilo se apoderó de los Ángeles Oscuros, quienes hincaron su rodilla en el suelo para dar gracias al León y al Emperador y ofrecer su victoria al primarca

Karze se apoyó exhausto sobre su hoja psíquica mientras Arpphaon se reunía con él y le ponía una mano con guantelete en el hombro.


  • Geburael

- Señor, los perros del Emperador han llegado.

El marine de la legión negra se dirigía a una imponente figura acuclillada delante de un altar improvisado a un dios desconocido. El marine traidor pensó por enésima vez que no le gustaba ese tipo y mucho menos estar a sus órdenes, no entendía por que Soulbraker se empeñó en admitirle entre sus filas y además le designó como sargento de una de las escuadras. Era insultante.

“Este es el hermano Geburael – anunció Soulbraker a los integrantes de la escuadra – tras la muerte de Nasfrer será vuestro nuevo sargento, le obedeceréis como si fuese yo mismo”.

Muchos fueron los que protestaron, ese desconocido de negra armadura y llamativas túnicas no parecía digno de dirigir una escuadra de la Legión Negra en combate, pronto, todas las voces que se oponían de forma más radical fueron acalladas, unas con un cuchillo en la garganta, otras siendo enviadas a la zona más dura del frente.

Geburael estaba ahí por algo importante y ya nadie se molestaba en quejarse.

- No conozco a ningún capítulo leal denominado “perros del Emperador” que haya tomado parte en Medusa V, informe detalladamente. – La voz de Geburael era fría, casi tanto como su mirada y sus actos.

- Lo siento señor, capítulo de los Ultramarines, destacamento de batalla reconocido como el 87 – b, a las órdenes del capellán Phemeus. Nivel de amenaza tres punto cuatro.

Sin decir otra palabra Gebaruel se levantó del suelo, recogió su yelmo y se encaminó hacia los transportes. Gebaruel notaba el odio que emanaba de sus camaradas de combate, simples marionetas se recordó, pero su presencia era necesaria. La había ordenado el mismísimo Zirón.

Cuando ocupó su lugar en el Rhino se tocó instintivamente las hombreras, la izquierda le identificaba como un Ángel Oscuro para sorpresa de sus compañeros, la derecha como integrante de la escuadra Efestión, bajo las órdenes de Zirón.

Gebaruel había recibido muchos nombres, antes de ser reclutado para los Ángeles Oscuros, hace más de diez mil años se llamaba Angelo, nombre de buen augurio para su pueblo. Después fue rebautizado como Gebaruel, sus enemigos comenzaron a llamarle despectivamente Cabeza, debido a su fama de planificador y frío.

Sus dos últimos nombres habían sido Hielo, para los analfabetos habitantes de una vieja ciudad colmena olvidada y Caído Dos – cero – siete, para los Ángeles Oscuros que se mantenían leales al Emperador.

Un giro brusco en el Rhino y la luz hiriente que penetró su interior le anunció la llegada al frente. Soulbraker había movilizado una fuerza desproporcionada para hacer frente al pequeño contingente de Ultramarines, escuadras de infantería, dos profanadores y una escuadra de exterminadores. Él tomaría el mando de una de las escuadras de infantería.

Nada más desembarcar, cuando su pie revestido en servoarmadura hoyó el suelo supo que algo iba mal. Un estremecimiento le recorrió la espalda y una nube nubló momentáneamente el sol de Medusa V.

De los escombros de uno de los niveles más bajos de la colmena se escucharon varios silbidos antes de que un estremecimiento les sobrecogiese a los recién desembarcados.

Los dos profanadores explotaron en sendas nubes de polvo y fuego, mientras que la escuadra desembarcada al lado de la de Gebaruel se retiró hacia las rocas más cercanas recibiendo disparo de lanzamisiles tras disparo. Los guerreros de la Legión Negra se retorcían sobre sí mismos y explotaban arrojando entrañas y fluidos al ser impactados, otros eran arrojados varios metros atrás antes de morir entre espasmos.

El Caído observó las líneas de Ultramarines, devastadores con lanzamisiles, escuadras tácticas con ellos y finalmente una escuadra de diez exterminadores liderada por el capellán avanzando hacia ellos. Algún subnormal se había acercado demasiado dentro del rango de las armas Ultramarines y éstos no habían perdonado el error.

- Exterminadores, redespliegue inmediato, acaben con le avance de los exterminadores Ultramarines, repito ¡Redespliegue inmediato!, envíen refuerzos teleportados de arrasadores a las coordenadas de combate. Situación extremadamente delicada. – Su voz parecía no afectarse por la masacre que le envolvía, su mirada fría y escrutadora observó las líneas de Ultramarines y su mente elaboró un complicado plan para contrarrestar las bajas iniciales.

Él era Gebaruel, veterano de mil guerras, superviviente de mil enfrentamientos, un Ángel Oscuro de Zirón el Grande. Su misión no era detener a los Ultramarines, pero disfrutaría arrancándole los ojos al capellán y lamiendo su piel cortada a tiras. Ya habría tiempo para cumplir el plan de Zirón después, ya habría tiempo para detener el imparable avance de sus hermanos aún leales en la zona Euryales y enseñarles la auténtica Fe.

Rápidamente reorganizó a sus hombres y los preparó para lanzarse a por los exterminadores que avanzaban cubiertos por el fuego de lanzamisiles cuando un familiar crepitar anunció la llegada de tropas teleportadas.

- Este es el momento compañeros, los exterminadores Ultramarines chocaran contra la potencia de fuego de nuestros exterminadores y arrasadores, ¡cargad! ¡Cargad y aprovechaos de su desconcierto!

Sus hombres abandonaros las posiciones que ofrecía la escasa cobertura de los profanadores abatidos y se lanzaron de cabeza contra los exterminadores. Antes de que llegasen a ellos el cuerpo sin vida del capellán enemigo cayó de rodillas sin cabeza. Había sido decapitado de un solo tajo.

Gebaruel pensó en recomendar para un ascenso al hacedor de tamaña hazaña cuando reparó en éste. Por el contra a lo que se esperaba no se trataba de un paladín revestido con armadura táctica dreadnought negra y con las insignias de la Legión Negra, sino un bibliotecario en armadura de exterminador que blandía su hoja arrasando tanto Ultramarines como marines del Caos.

Intrigado, Gebaruel avanzó hacia él para darse cuenta de lo inevitable, en su hombrera izquierda, ambos, el desconocido bibliotecario y él lucían el mismo símbolo de capítulo. Era un Ángel Oscuro, uno de esos a los que había jurado encaminar hacia la verdadera Fe en la superficie de Medusa V.

Sin dudarlo, sin miedo alguno, aferró su arma de energía y avanzó con paso firme hacia el bibliotecario que le esperaba con los brazos extendido, como el padre que espera al hijo pródigo.

- Hermano Bibliotecario Karze, tu redentor – afirmó el desconocido retirándose la cogulla y blandiendo en una floritura su arma psíquica.

-Hermano Gebaruel, Auténtico Ángel Oscuro, tu iluminador – respondió el Caído abalanzándose hacia él.

Lo último que Gebaruel pudo ver de la batalla es como los exterminadores del Ala de la Muerte habían establecido un círculo y abatían tanto a marines del caos como a Ultramarines.

El último de los marines de Soulbraker cayó al suelo vomitando sus propias entrañas y los supervivientes de la última escuadra de Ultramarines fue despedaza por el fuego de los cañones de asalto del Ala de la Muerte. Gebaruel se sintió estúpidamente orgulloso de la actuación de los Ángeles Oscuros, una sola escuadra del Ala de la Muerte había desafiado a dos ejércitos desplegados y no había dejado ningún testigo con vida. No por nada eran Ángeles Oscuros.

Todo esto lo pensó en el suelo, en el centro del círculo formado por los Exterminadores de armadura blanco hueso, con la cabeza aprisionada contra el suelo por la bota del bibliotecario, las piernas cortadas a la altura del tobillo una y de la rodilla la otra y el cuerpo inmovilizado por una tremebunda atadura psíquica.

Finalmente logró escuchar el sonido de una Thunderhawk acercándose y su cerebro le mostró fríamente las imágenes de lo que le esperaba. Maldijo no haberse podido pegar un tiro con su pistola bolter que estaba a apenas un metro de su maltrecho cuerpo.

16. ¡Asesinato!

El General O’sahu’shi pasaba revista a las fortificaciones cercanas a la brecha de Mitras, en una audaz maniobra sus guerreros se habían apoderado de una de las únicas vías de acceso al Bastión 3-0-4, un punto estratégico de vital importancia para la defensa de la brecha.

Sin duda el bando de los humanos debería negociar su recuperación, y el precio que se iba a exigir por él iba a ser muy alto, extremadamente alto.

O’sahu’shi avanzó cruzando dos edificios más, donde los trabajos de fortificación habían sido momentáneamente abandonados, pues los encargados de los mismos estaban en esos momentos combatiendo por el hacerse con el Bastión. Los edificios medio derruidos se alzaban con un orgullo caído, los pocos muros que quedaban en pie habían sido reforzados, las estructuras de más de un piso presentaban varios andamios. Ventanas, puertas y muros desprendidos habían sido reforzados con sacos de arena o madera, las cargas estaban listas para ser activadas.

Una escuadra de Kroot avanzó hacia él con su habitual parloteo inteligible, sus pieles habían adoptado un tono grisáceo desde el comienzo de la campaña y O’sahu’shi prefirió no conocer el porqué.

- Gran O’sahu’shi, los últimos Gue’la han sido exterminados en el Bastión, el Bien Supremo nos agradecerá el esfuerzo.

- Perfecto, que los planes sigan adelante, ¡escuadra! – gritó girándose hacia la escuadra de guerreros de la Casta del Fuego que le acompañaban – grandes noticias, el Bastión ha caído, preparen el comunicado para los Gue’la.

De pronto el general Tau calló y palideció, el comunicador del casco parecía haberse vuelto loco y un torbellino de voces incontroladas aullaba en su cabeza, con un gesto de fastidio arrojó el casco a lo lejos y su gesto se transformó en un gesto de terror. Las voces continuaban.

- General, usted y sus tropas tienen exactamente cinco minutos para abandonar el territorio reclamado por el Imperio de la Humanidad, obedezcan inmediatamente.

Loco de furia y terror el Tau dio varias patadas a unos cascotes cercanos y levantó amenazadoramente las armas de su armadura hacia el cielo. Los Gue’la habían llegado demasiado lejos atreviéndose a meterse en su cabeza.

- ¿Quién eres? ¡Da la cara sucio humano! ¡Tu raza se niega a aceptar el Bien Supremo, seréis eliminados por ello!

Los Kroot y la escuadra de guerreros miraron con ojos desorbitados a su general, hablando solo y con la furia casi transfigurada por el odio. Algo parecía ir mal y una extraña sensación de intranquilidad se extendió entre los guerreros.

- Mi nombre es Karze, de los Ángeles Oscuros, y daré la cara si así lo quieres, escoria alienígena

Los Kroot rugieron al ver aparecer cinco guerreros enormes entre las ruinas, la escuadra de guerreros preparó sus armas y se giraron para apuntar, el general Tau intentó saltar a la protección que ofrecía un edificio cercano sin poder evitar que un grueso proyectil casi le extirpase un brazo.

Cinco enormes figuras de exterminadores Gue’la habían aparecido entre las ruinas inexplicablemente, sus armas aún estaban humeantes por el intento de asesinato y la más avanzada de ellas, envuelta en una túnica color hueso le apuntaba con una enorme espada, a modo de desafío.

O’sahu’shi activó el modo de combate de su armadura y saltó de edificio en edificio ágilmente, habituado ya al terreno urbano de Medusa V hasta alejarse completamente de los exterminadores. Sus hombres deberían defender sus posiciones a toda cosa mientras él se batía en retirada.

Fue entonces cuando vio como todo el perímetro estaba rodeado por marines de servoarmadura color verde oscuro, aquí y allá túnicas de color hueso hondeaban como una grotesca imagen de la muerte.

El enemigo de la espada bajó su brazo libre en un gesto a sus guerreros y todos abrieron fuego como si de uno se tratasen.

Unos devastadores situados en una azotea barrieron la escuadra de guerreros de la casta de fuego sin ninguna dificultad, esparciendo su sangre y entrañas varios metros a la redonda. Habían sido tomados por sorpresa, el ataque imperial no se esperaba tan pronto.

La escuadra de Kroot intentó interceptar a los exterminadores pero las heridas provocadas por una escuadra de Gue’la de un edificio vecino les obligó a retirarse hacia cobertura.

O’sahu’shiordenó el regreso de sus fuerzas desde el Bastión refugiado en unas grandes ruinas mientras sentía como las miradas de los marines le buscaban. Cuando el familiar sonido de un transporte Mantarraya se dejó escuchar en el cielo un suspiro de alivió se le escapó.

Los guerreros desembarcaron del Mantarraya y se prepararon para desalojar una escuadra táctica de uno de los edificios cercanos, ellos no lo sabían, pero su sargento se llamaba Lucius y en esos momentos daba la orden de abrir fuego contra la nueva amenaza.

Varios Tau cayeron atravesados por proyectiles bolter mientras el resto huía hacia unas ruinas cercanas para tomar posiciones.

Tres drones francotiradores rodearon a los exterminadores y consiguieron abatir a uno de ellos, disparando justo al conducto de energía de la armadura de exterminador que asomaba junto a su antebrazo. El bibliotecario que dirigía la escuadra de giró hacia los francotiradores y un impacto de bolter de asalto seguido de una lluvia de proyectiles de sendos cañones de asalto reducieron a chatarra a los drones.

Mientras tanto el bibliotecario alzó una mano y de ella una figura centelleante y dorada avanzó desde su posición ignorando edificios y distancias hacia el comandante alienígena, un instante antes del impacto el espectro tomó forma de un inmenso león de afiladas garras y el general se tambaleó cuando la armadura detuvo el impacto.

El tiempo se acababa y más y más refuerzos Tau llegaban, ante la sonrisa de complacencia de su general. Una escuadra de armaduras Crisis y Apocalipsis intentó arrasar a los devastadores para encontrarse con una pantalla de fuego sostenido de ellos y la escuadra táctica más cercana.

Pese a que varios marines cayeron víctimas del fuego de plasma las armaduras Crisis fueron destruidas en el intento. Finalmente el sargento de los devastadores ordenó la retirada, la batalla había acabado para ellos, el tiempo se agotaba y el general Tau continuaba sin aparecer.

Loco de furia Karze ordenó a sus exterminadores avanzar a un ritmo mayor del que sus armaduras les permitían para alcanzar al general Tau, el cual hábilmente diezmaba las escuadras tácticas y se escondía del fuego de respuesta.

Una escuadra de Crisis se interpuso en el camino del bibliotecario y éste las rechazó con cinco golpes de espada, tras él quedaron las armaduras abiertas como si de papel se tratase.

Más y más refuerzos Tau comenzaron a llegar por todas partes, sin ofrecer un respiro a los marines.

La escuadra de Zadakiel se quedó sin enemigos a los que disparar mientras observaba impotente como la armadura Apocalipsis se dirigía a poyar a un comandante que continuaba fuera de la visión d todos.

La escuadra de Lucius se estaba llevando la peor parte y su integridad estaba a punto de verse amenazada cuando la orden de retirada les llegó de parte del bibliotecario. Una docena más de transportes Mantarraya se dirigía hacia la posición y la misión de asesinato había fracasado, no podían hacer frente a semejante enemigo y serían más útiles en el asalto al Bastión.

- Teleportación de regreso al crucero Cuervo de la Tempestad listo, señor. Esperamos confirmación. – sonó la voz del tecnomarine Gethel por el comunicador de larga distancia.

- Negativo, Gethel, nosotros no nos retiramos aún, ¿han sido recogidas las escuadras por la Thunderhawk Biennacida?

En ese instante los Kroot supervivientes se lanzaron contra la escuadra de exterminadores disparando sin cesar mientras el resto del ejército Tau preparaba sus posiciones para abrir fuego. La escuadra del Ala de la Muerte se defendió lanzándose al asalto y destripando a los Kroot en el cráter en el que se escondían.

- … itvo, las escuadras de Lucius, Zadakiel y Uriel han sido recogidas y Biennacida ha partido ya hacia el bastión. Hermano, permítale sugerirle una retirada inmediata, las fuerzas Tau les superan en una proporción mayor de cien a uno y continúan llegando, insisto señor, le sugiero que…

Karze observó el edificio que se alzaba junto a él, tres plantas intactas de una factoría del Adeptus Mechanicus. Sus ojos se pusieron en blanco mientras dejaba escapar a su mente de los límites de su cuerpo y sobrevolaba el campo de batalla con el tiempo casi detenido.

Aquí y allá escuadras Tau desembarcaban y escuadras de armaduras llegaban saltando desde los cielos, justo al otro extremo de la factoría el general O’sahu’shi daba las órdenes de arrasar a los atacantes.

“Solo un poco más” pensó mientras desconectaba el comunicador y acallaba la voz de Gethel.

Karze junto ambas manos y de ellas surgió la forma de un ágil depredador de las junglas de la perdida Caliban que avanzó atravesando la factoría.

O’sahu’shi se giró justo a tiempo para ver como una aparición psíquica como las que llevaba evitando un tiempo le cercenaba ambas piernas a la altura de las rodillas, gritando de impotencia cayó al suelo y con extrema dificultad se dio la vuelta para mirar a sus espaldas. Allí estaba el guerrero de la espada, mirándole desde el piso superior de la factoría acompañado de varios guerreros más, todos ellos apuntándole con sus armas.

O’sahu’shi gritó mientras volvía a escuchar la voz de Karze en su mente “escoria alienígena, aquí termina todo para ti, has huido como un cobarde pero el León te ha perseguido como a una presa, ¡Muere!”. El general Tau escuchó el sonido rotativo de dos cañones de asalto y un instante después, antes de que cerebro procesase esa información, había muerto.

- Gethel, teleportación ¡AHORA! – gritó Karze llevándose la mano al comunicador del casco.

Cuando todo el ejército Tau abrió fuego contra su posición los disparos solo atravesaron el aire.


17. El Bastión 3-0-4

Transmisión entrante cero dos dos, desde La Roca, vía astropática a través de barcaza Catedral Oscura, nivel de prioridad Alpha sub-dos… transmisión entrante cero dos dos, desde La Roca, vía astro…”

El hermano bibliotecario Karze, vestido de combate, con su elaborada armadura táctica dreadnought aceptó la transmisión entrante desde el Rhino de comandancia Damocles. La columna de transportes se dirigía directamente al Bastión 3-0-4, los Ángeles Oscuros esperaban poder reconquistarlo de un solo golpe aprovechando la desorganización de los Tau. La túnica de Karze aún estaba manchada de sangre alienígena de la última batalla.

- Hermano bibliotecario Karze, comandante del Lasciate Ogne Speranza, saludos hermano – tronó la conocida voz de Ezekiel por el comunicador – los últimos informes favorables de su contingente y del Grupo de Combate Venganza han sido recibidos en La Roca, mis felicitaciones.

- Gracias, señor- el rostro del bibliotecario se ensombreció ligeramente – temo no poder decir lo mismo acerca del resto de los hermanos del Adeptus Astartes, la situación en la zona Euryales se ha vuelto extremadamente delicada y el capitán Sicarius, de los Ultramarines, se niega a reconocer la labor de los No Perdonados así como a incluirlos en sus planes de batalla.

- Hermano, Sicarius es un puritano que se negará a reconocer jamás la necesidad de nuestras actuaciones, pero eso no debe nublar tu buen juicio. Te deseo la suerte del León en tu próximo enfrentamiento, por el Bastión 3-0-4 si mi información no está desfasada, pero he de advertirte de algo más: en la puja por el Bastión vais a coincidir con una fuerza Eldar, uno de sus brujos, Earenne conoce información vital acerca de los designios de los Caídos en Medusa V, adjunto un archivo con información adicional ¡debe ser capturado a cualquier precio!

- ¡Así se hará, señor!, hasta que la espada sea reforjada – sentenció Karze antes de cortar la comunicación.

Un chirrido de orugas al frenarse en seco y las maniobras de los pilotos por adoptar una formación de batalla en el menor tiempo posible anunció al bibliotecario de la inminente batalla. Según el auspex del Damocles aún quedaba casi un kilómetro para llegar al Bastión.

Karze desembarcó del transporte mientras se ponía el casco de exterminador y oteó el horizonte, sin duda había movimiento de tropas.

- ¿Se ha confirmado que no son tropas imperiales por todas las frecuencias? – preguntó sin dirigirse a nadie en particular.

- Así se ha hecho, señor, la única respuesta que hemos recibido nos aconseja abandonar nuestra ruta si queremos seguir con vida. Se han referido a nosotros como mon-keigh, deducimos que se tratan de Eldars, señor- respondió el tecnomarine Gethel girando el costado del Rhino.

- Adopten la formación estándar de avance en batalla, escuadras tácticas en el centro de la falange, que los devastadores se encaramen a una de las ruinas cercanas y abran fuego a los objetivos más cercano, preferencia en abatir a guerreros especialistas, quiero los dos Predators en los flancos, fuego móvil. La escuadra de asalto en el flanco izquierdo, aguardando la contracarga; Land Speeder en el flanco derecho, que siga la táctica “Cazador”. Los exterminadores y yo comenzaremos en el centro de la falange, hermanos ya lo habéis oído, ¡Tomad vuestras posiciones! ¡Sargentos veteranos, quiero hablar con ustedes antes de la batalla! – Antes de que terminase la última frase todos sus hombres habían tomado posiciones y aguardaban la llegada del enemigo.

Uriel, Lucius, Zadakiel y Balathasar, los sargentos veteranos se dirigieron a su posición, así como los exterminadores del Ala de la Muerte.

- Se ha recibido un comunicado de La Roca, uno de los brujos enemigos, Earenne, ha estado estudiando los movimientos de las fuerzas del Caos y es un potencial informador acerca de la presencia de Caídos. Actuaremos como siempre, Uriel, que tus devastadores no le pongan en peligro, Lucius y Zadakiel, si se sitúa a distancia de carga es prioritario capturarle, Balathasar, mantén a tus hombres en reserva y en cuanto sea localizado ve directo a por él. No es necesario que insista en la importancia del sujeto, regresen a sus puestos.

Dos escuadras de guardianes negros aparecieron en el horizonte, acompañados de un Consejo de Videntes y una escuadra de segadores siniestros. Unos disparos lejanos indicaron también la presencia de francotiradores.

- No os dejéis engañar por su número, adoptan tácticas de combate de Lágrimas Negras. – advirtió Karze recordando la sabiduría compartida de Kohan en materia de eldars.

El Land Speeder Cazador avanzó rápidamente por el flanco derecho desafiando los disparos de los segadores con su maestría hasta situarse a distancia de disparo, el artillero reaccionó rápidamente y abatió parte de la escuadra de segadores. La batalla había comenzado.

Ambas escuadras tácticas avanzaron cubiertas por la potencia de fuego móvil de los Predators y tomaron posiciones ventajosas. Los exterminadores se dirigieron hacia el flanco izquierdo, donde los eldar avanzaban más rápidamente.

La escuadra de guardianes del centro del campo no reaccionó lo suficientemente rápido y antes de encontrar cobertura fue despedazada por el fuego de los devastadores y los blindados, el poder psíquico que les protegía sirvió de poco. Apenas habían llegado a disparar su cañón estelar.

Karze, desde el centro de la formación, utilizó todas sus capacidades psíquicas para dispersar los poderes psíquicos utilizados por el consejo mientras avanzaba hacia el flanco izquierdo.

EL flanco derecho fue tomado por el Land Speeder, al abatir al resto de segadores siniestros y obligar a los exploradores eldars a huir; mientras, en el flanco izquierdo los supervivientes de la escuadra de guardianes comenzaron a retirarse antela potencia de fuego de los Ángeles Oscuros.

Cuando parecía que los eldars habían sido rechazados un sonido crepitante apareció frente a la escuadra de guardianes que se batía en retirada y un portal a la telaraña apareció en las lecturas de todos los auspex.

- ¡Atención! Han abierto el portal, todas las escuadras en alerta – bramó Karze mientras una escuadra de guardianes de asalto liderada por Earenne, una escuadra de motocicletas y dos vypers.

Una de las vypers se aproximó rápidamente a una de las escuadras tácticas, pero uno de los predators la abatió en pleno vuelo. La otra vyper se ocultó tras unas ruinas cercanas y las motocicletas a reacción avanzaron hasta la cobertura que ocupaba el consejo.

- Balathasar, avanza hasta la posición de los guardianes de asalto y encárgate personalmente de capturar al brujo, yo me ocuparé de los videntes.

La escuadra de asaltó salió de la cobertura y voló hasta los guardianes de asalto, sin dudarlo un segundo se abalanzaron hacia ellos desde los cielos, los disparos de pistolas bolter abatieron a varios guardianes y el subir y bajar de espadas sierra inició la matanza.

En medio del tumulto y el entrechocar de armas Earenne intentó abatir a varios oponentes mediante sus poderes psíquicos, Balathasar abandonó la melé que le mantenía ocupado y exigiendo el máximo de sus retrorreactores se abalanzó contra el brujo con todo el peso de su cuerpo, lo que bastó para tumbar al eldar.

Cuando Balathasar se encaramó cargando con el cuerpo del brujo en su hombro izquierdo la batalla había terminado, el consejo de brujos había sido desalojado mediante el fuego de los predators, los exterminadores y las capacidades psíquicas del bibliotecario, la vyper restante y las motocicletas fueron abatidas por las escuadras tácticas mediante certeros disparos.

- Balathasar, que tu escuadra se encargue de escoltar a Earenne hasta la Thunderhawk Biennacida en el punto de encuentro, el resto del contingente y yo avanzaremos hasta el Bastión, debemos tomarlo a toda costa.

Una a una todas las escuadras comenzaron a avanzar a pie el kilómetro que les separaba del Bastión, el sonido de una intensa batalla comenzó a los pocos minutos.

Dos aeronaves de intrincado diseño avanzaron a gran velocidad casi a ras de suelo, la destreza de los pilotos era incomparable, sorteaban los disparos de los Ángeles Oscuros y los promontorios del terreno a una velocidad de vértigo, en apenas unos segundos habían desaparecido de la vista.

El cielo se tiñó escarlata y el sonido de explosiones sucesivas sorprendió a los marines, las naves habían descargado toda su potencia de fuego.

- Formación en punta de lanza, exterminadores al frente, escuadras tácticas apoyando, predators en los flancos, Uriel, que tus devastadores avancen a la par de las escuadras tácticas, la batalla por el Bastión ha comenzado antes de nuestra llegada.

Y así era, unos desperados Tau intentaban resistir en las ruinas bombardeadas del inmenso Bastión, el cual ocupaba casi todo el terreno al alcance de la vista. Al otro extremo del Bastión un ejército de eldars asediaba con su artillería a los acobardados Tau.

- ¡Rápido señores! Debemos tomar el Bastión antes que los eldars o nos será imposible desalojarlos con las fuerzas que disponemos.

Los Predators avanzaron por los flancos, rodeando el colosal Bastión para sorprender a los eldars en un mortífero fuego cruzado mientras todo el contingente de Ángeles Oscuros se dirigía directamente al Bastión aguantando a duras penas el fuego Tau.

El bibliotecario Karze se desmarcó de las posiciones de los marines para encargarse de las armas de artillería ligera eldars, al estar dirigidas por solo dos guardianes eran especialmente vulnerable a las manifestaciones psíquicas convocadas por Karze.

Una a una todas las armas de artillería eldar fueron acalladas y la punta de lanza alcanzó el Bastión.

Los refuerzos Tau comenzaron a llegar desde ambos bandos y el contingente eldars se aproximó para tomar el Bastión por el asalto, pero era tarde para todos ellos, los Ángeles Oscuros se habían hecho fuertes en él y estaban dispuestos a demostrar su testarudez en la defensa.

Los devastadores, desde la posición más elevada, abatieron fila tras fila del ejército eldar gracias a la enorme cadencia de fuego de los bolters pesados, los guerreros especialistas se encontraron frente a una enorme potencia de fuego en el momento en el que intentaban saltar los muros exteriores del bastión, su ataque fue abortado de la manera más sangrienta.

Mientras tanto las escuadras tácticas y los exterminadores tomaron posiciones en las zonas bajas del Bastión y abrieron fuego contra todos los enemigos que osaban aproximarse.

Al cabo de unos minutos en los que las bajas sufridas por Tau y eldars aumentaron hasta niveles críticos, los alienígenas eldars comenzaron a retirarse fuera del alcance de las armas del Bastión.

Las fuerzas de los Tau decidieron aguantar hasta que el último guerrero de la casta de fuego muriese, y fue exactamente lo que pasó, una a una las oleadas de Tau fueron rechazadas sin apenas sufrir bajas a lo largo de todo el día. Finalmente el último Tau del contingente de O’sahu’shi murió sin llegar a pisar el Bastión tres-cero-cuatro.

El sonido de los transportes de tropas imperiales comenzó a oírse al anochecer, las tropas aerotransportadas desembarcaron cerca del Bastión y se dirigieron a tomar posiciones.

- Señor, su esfuerzo y el de sus hombres ha sido excepcional, el Bastión ha sido recuperado contra todo pronóstico, el Emperador sabrá recompensar su hazaña – alabó un oficial de la Guardia Imperial caminando hacia Karze, decenas de escuadras de guardias imperial y dotaciones de armas pesadas tomaron posiciones, mientras otros tantos servidores comenzaron a fortificar de nuevo el dañado Bastión.

El hermano bibliotecario Karze no llegó a responder los halagos del oficial, sencillamente se giró y ordenó por la frecuencia de mando segura a sus hombres que comenzaran la retirada hasta el punto de encuentro con Biennacida.

A sus espaldas se oyeron los juramentos del oficial ante la falta de respeto del marine, pero no pareció afectarle.


18. Planes en los planes

El olor a muerte impregnaba cada centímetro de la estancia, la escasa luz arrojaba caprichosas sombras, muchas de las cuales se fundían en representaciones de la muerte.

Las paredes estaban desnudas, salvo por la presencia de grilletes en cada una de las paredes salvo en la que se encontraba la puerta.

A un lado de la robusta puerta se encontraba una mesa de piedra sobre a que brillaban media docena de delicados instrumentos brillantes, en una pequeña palangana uno de los instrumentos estaba sumergido, limpiándose de una sangre que comenzaba a teñir todo el agua. En el centro de la sala había un banco de piedra sobre el que se encontraba, encadenado, el prisionero; sus rasgos o procedencia eran irreconocibles, apenas quedaba de él un despojo sanguinolento.

- Ya no sabe nada más, hermano – aclaró el capellán-interrogador Arpphaon a Karze.

Ambos Ángeles Oscuros estaban vestidos con unas sencillas túnicas de color hueso, la de Arpphaon estaba empapada en sangre, y de una de las mangas asomaba un arcano y recargado artefacto.

La temperatura de la sala descendió por enésima vez en las últimas horas y un gemido de dolor se alzó del prisionero. Los instrumentos de metal vibraron violentamente cuando el contacto psíquico se rompió bruscamente.

- Su cerebro sigue blindado a mis intentos de penetrar en él, no obstante confío plenamente en tus capacidades, hermano. Prepara su alma para el infierno que le espera y ejecútale.

El bibliotecario abandonó la celda dejando tras de si la áspera voz de Arpphaon recitando la Letanía de la Excomunión. Habían sido necesarios tres días de torturas continuadas para arrebatar a brujo eldar hasta la última gota de información.

Lentamente Karze dirigió sus pasos hacia una cubierta superior, los ecos de sus pisadas le seguían en la penumbra de la nave. Muy pocos hermanos quedaban en la barcaza de batalla Catedral Oscura, pues todos los efectivos estaban desplegados en la superficie de Medusa V.

Cuando cruzó por delante de las salas del Apotecarión pudo oír los gritos y gemidos de los heridos de la sangrienta guerra, tres servidores médicos cruzaron en ese momento las hojas dobles y el sonido de los instrumentos médicos y las oraciones de un sacerdote de la Eclesiarquía se dejaron escuchar.

Muy a regañadientes de la comandancia de Catedral Oscura los servicios de las hermanas de la Orden de la Pureza Celestial habían sido aceptados, los Apotecarios eran necesarios en la primera línea de batalla y alguien debía hacerse cargo de los heridos retirados a la reserva.

Finalmente Karze llegó a su camarote, una sencilla habitación sin apenas ornamentos. El camarote principal de Karze se encontraba en el crucero de asalto Cuervo de la Tempestad, pero el Gran Capellán Interrogador Lemariont había ofrecido cortésmente uno de ellos al bibliotecario.

Un duro camastro ocupaba todo el largo de una de las paredes, al lado había un pequeño mueble de madera oscura y varios tomos de libros desordenados y códices se encontraban por doquier.

Karze se dejó caer en su camastro y abrió el mueble de madera mediante un identificador genético, el robusto mueble estaba forrado de acero y era en realidad una caja fuerte casi inexpugnable.

De su interior extrajo una botella que contenía un líquido transparente y tomó un largo trago. Sus órganos mejorados le permitieron identificar sus ingredientes, y su estómago e hígado comenzaron a procesar el alcohol sin ningún problema o efecto secundario.

Finalmente tomó del interior del mueble un pequeño comunicador, una reliquia de tecnología muy antigua. Por la pantalla desfilaron una serie de cifras y símbolos en una sucesión aparentemente irracional.

Pasados unos segundos, y un par de tragos más, la pantalla oscureció y un cursor apareció en ella. Karze se levantó trabajosamente, con el sabor del alcohol aún quemándole en la boca y abandonó su celda de camino a la sala del Cónclave.

La sala del Cónclave estaba casi vacía, una decena de servidores estaban en modo inactivo cerca de las paredes y todos los asientos salvo dos estaban vacíos en torno la enorme mesa.

Tras atravesar la compuerta blindada custodiada permanentemente por sendos exterminadores del Ala de la Muerte Karze realizó una breve reverencia a modo de saludo.

- Gran Capellán Interrogador Lemariont, Gran Señor Nolferek, un honor.

- Adelante Karze, por favor – invitó el capellán con un gesto de mano – toma asiento, precisamente en estos momentos discutíamos Nolferek y yo la situación de la campaña.

- Crítica, extremadamente crítica – puntualizó Nolferek.

Karze avanzó hasta tomar asiento junto a los dos grandes guerreros, en ese momento la pantalla se iluminó y el rostro del hermano bibliotecario Tánathos.

Lemariont se levantó de su asiento para hablar.

- La situación de la campaña oscila a cada día que pasa, como todos sabéis. El mando imperial ha reconocido que las defensas comienzan a ceder, lo que supone que a situación es en realidad mucho peor. Es nuestro deber analizar la situación y tomar la decisión que convenga.

Carraspeando Nolferek se puso en pie y tomó la palabra.

- En varias zonas de guerra de Medusa V la situación es favorable para el Imperio, pero debemos atender a la situación de la zona Euryales, pues ésta es nuestra responsabilidad. Pese a los esfuerzos de los tres Grupos de Combate de los No Perdonados la línea imperial se desestabiliza a cada día que pasa. El resto de capítulos del Adeptus Astartes, así como la comandancia de la Guardia Imperial, se han desmarcado de nuestras posiciones, no podemos contar con ellos.

- Tal vez debió de ser así desde el principio, somos y siempre hemos sido independientes, intentar coordinar las fuerzas imperiales de la zona Euryales se ha demostrado ser un fracaso. – Intervino Tánathos – nuestros esfuerzos han sido más que loables, no podemos hacer más por esa vía.

- Es cierto – corroboró Karze – Sicarios, de los Ultramarines, aún se niega a reconocer el liderazgo demostrado por los Ángeles Oscuros, así como las hazañas que hemos llevado a cabo y la necesidad de nuestra presencia.

- En cualquier otro momento y lugar tus palabras podrían confundirse con arrogancia, pero en este instante no podría estar más de acuerdo – sentenció Lemariont.

Un mapa holográfico de la zona Euryales se desplegó lentamente en el medio de la mesa, las posiciones tácticas de Ángeles Oscuros aparecían marcadas por pequeñas espadas aladas, las posiciones de otros marines leales por un A mayúscula y las posiciones de la Guardia Imperial por una I mayúscula.

Los dos principales focos de resistencia se encontraban, por aglomeración, en la Colmena y la planta purificadora de agua. No obstante una gran masa de puntos rojos y amarillos, enemigos destacados y enemigos respectivamente, se hendía en la Colmena por una gran brecha mientras que un enorme cerco se cernía sobre la planta de agua.

Tánathos fue quien expuso lo que todos pensaban.

- Está claro que los No Perdonados somos insuficientes para influir en una situación con tantas fuerzas implicadas, el habernos separado de la utópica cadena de mando imperial acrecenta aún más este hecho.

- ¿Pero que hay de la misión principal adicional de perseguir a Zirón y el resto de Caídos, Karze? – preguntó Nolferek girándose hacia el bibliotecario.

- Éste es el único campo que nos es favorable, un caído fue capturado por mi propio contingente, el hermano bibliotecario Ezekiah sigue la pista a otro y un brujo eldar capturado en la toma del Bastión 3-0-4 nos ha proporcionado información de incalculable valor.

Karze extrajo de su túnica el diminuto comunicador y lo puso sobre la mesa, “con vuestro permiso” murmuró, una imagen holográfica almacenada en la memoria se proyectó desde el comunicador y todos asistieron al interrogatorio de Earenne.

En el centro de la sala de interrogatorios proyectada se veía al brujo tumbado en la mesa, con el capellán-interrogador Arpphaon junto él. El capellán se giró hacia el preso y le indicó que repitiese todo lo que había dicho a la cámara.

“Malditos mon-keigh, vuestra caída hace diez mil años condenó a la galaxia, pero la vuestra, la de los que os hacéis llamar Ángeles Oscuros ha alterado más de un destino. Os he estudiado durante cientos de años, soy el erudito de mi gloriosa raza que más sabe acerca de vosotros. Es cierto que hay una escuadra entera de los que llamáis Caídos en Medusa V, supieron de vuestra llegada a Euryales y prepararon vuestro recibimiento, muchos de los enemigos a los que habéis hecho frente han sido espoleados por los Caídos en contra vuestra.

Es Zirón el Grande quien les dirige, no bajo las órdenes de Ygethmor, pero si junto a él. Él y sus hombres pretenden hacerse más poderosos en Medusa V, muchísimo más, atrayendo la atención de los Dioses Oscuros, y han encontrado la forma, pues no hay sacrificio que complazca más a los Dioses Oscuros que la sangre de hermanos derramada, cosa que ellos logran espoleando a la mayor parte de los enemigos a los que os enfrentáis.

Si no son detenidos a tiempo, toda la escuadra será beneficiada por los Dioses Oscuros, y lo que hagan una vez lo consigan se oculta incluso para mi visión de futuro.

Hace una semana uno de esos Caídos cayó en nuestras manos y extraje personalmente toda esta información de su mente, no se que pretendéis hacer ahora que sabéis todo esto, pero ya no es mi problema”

El brujo comenzó a insultar y maldecir sin apenas recuperar el aliento, Arpphaon se giró hacia la posición del comunicador y la conexión se cortó.

El silencio se adueñó de la sala del Cónclave, ninguno de los comandantes se atrevió a romperlo durante unos segundos, hasta que Karze se alzó de su asiento.

- Señores, aunque arriesgado, tengo un plan.

- Adelante, hermano. – Invitó Tánathos.

- Como bien ha sido expuesto, no podemos influir en los acontecimientos de forma directa, pero cuando he escuchado las palabras del brujo eldar por primera vez se me ha ocurrido que tal vez la respuesta a nuestro problema la tengan nuestros hermanos Caídos. –Ya se que mis palabras rozan la herejía hermanos, pero dejadme terminar.- nuestra misión principal en Medusa V es evitar que el Caos se adueñe del planeta, para ello honramos con cada una de nuestras victorias.

El resto de hermanos del Cónclave aguardaron a que Karze recuperase el aliento.

- Seré breve, nuestros hermanos Caídos pretenden llamar la atención de los Dioses Oscuros mediante selectos “sacrificios rituales”, el asesinato del mayor número posible de sus hermanos, es decir, de nosotros. Aparte de perseguir a los Caídos, lo cual sigue siendo a primera prioridad adicional, honraremos al Emperador y su Imperio mediante una técnica controvertida: el magnicidio. Elegiremos a los mayores comandantes enemigos, en especial a los comandantes de los marines del Caos, y les derrotaremos en combate singular en el campo de batalla, en un desafío entre ellos y nosotros, los comandantes de los No Perdonados reunidos en Euryales.

Por segunda vez el silencio de adueñó de la sala del Cónclave. Los cuatro generales Ángeles Oscuros se miraron entre sí durante unos minutos, la idea de adoptar una técnica utilizada por los Caídos resultaba repulsiva cuando menos, pero la oscuridad se extendía a cada día por la superficie de Medusa V.

En el comunicador guardado entre los pliegues de la túnica de Karze brillaba un mensaje recibido.

“Hermano Bibliotecario Karze,

De acuerdo a la misión que le fue encomendado a su contingente en el momento de su creación, el de la persecución de las fuerzas de lo Demoniaco y el Caos en todos y cada uno de sus aspectos y la obtención de cualquier forma de conocimiento, y con el acuerdo unánime del resto de hermanos del Círculo Interior:

Su contingente debe considerar prioritaria la captura de los Caídos en Medusa V, misión nombre en clave “Cacería”, y el plan expuesto de magnicidio a generales de el Caos, misión nombre en clave “Punición”.

Hasta que la Espada sea Reforjada,

Bibliotecario Jefe Ezequiel, Guardián de las Llaves y custodio del Libro de la Salvación.”

19. Lágrimas de acero

- Señor, los auspex muestran fuerzas enemigas acercándose, deberíamos tener contacto visual, pero no lo tenemos.

- Gracias, Uriel. A todos los guerreros: aviven el sistema de purificación de aire de las servoarmaduras, nos enfrentamos a la guardia de la muerte, un ataque vírico es más que probable.

El chasquido eléctrico de los purificadores se sucedió entre las líneas de ángeles oscuros. Los hombres estaban nerviosos, se había advertido de la presencia de un cánope entre las líneas enemigas, y pese a que el Lasciate Ogne Speranza se había entrenado especialmente para hacerles frente no dejaba de ser un reto enfrentarse a lo demoníaco.

De pronto, con el aviso de los auspex pero sin que nadie lo esperase comenzaron los disparos. Los Ángeles Oscuros habían tomado el edificio más robusto de la zona, aguardando el ataque de los marines de la plaga.

La escuadra de devastadores liderada por Uriel tomó el tejado del mismo, mientras las escuadras de Lucius y Zadakiel avanzaban por la calle para tomar posiciones. En el flanco contrario el Predator aguardaba que apareciesen los primeros objetivos. En el centro del despliegue se encontraba Karze liderando la escuadra del Ala de la Muerte, preparado para enfrentarse al comandante enemigo en singular combate.

Los disparos enemigos, disparos de armas de plasma, provenían del piso superior de un edificio cercano, los marines de la plaga asomaronabrieron fuego contra los devastadores.

Dos grandes escuadras de guardianes de la muerte lideradas cada una por un paladín avanzaron por las ruinas del flanco izquierdo, donde estaban las fuerzas de las escuadras tácticas. Entre los marines de la plaga una figura destacaba, rodeado de una nube de putrefacción y enarbolando una enorme arma semejante a una guadaña un señor del Caos lideraba a los marines de la plaga, señalando de forma amenazadora con su guadaña a las escuadras tácticas.

- Recordad, ¡Que nade abata a disparos al general enemigo, debe caer a mis manos! Sé que no tiene sentido, pero dejadle avanzar hasta mi posición – bramó Karze.

Uno de los paladines enemigos estaba poseído según los informes de la inteligencia y Karze dejó fluir su esencia psíquica fuera de su cuerpo físico para rastrearla. El general del Caos era una herida viviente en la realidad, su mera presencia hacía sangrar la esencia psíquica del bibliotecario. Sin embargo no le costó demasiad encontrar al cánope, el general del Caos era una herida en la realidad, el cánope era en si mismo una aberración tal que su esencia psíquica se retorció de dolor mientras su cuerpo físico comenzaba a sudar y temblar.

- ¡La escuadra de la azotea! La escuadra con cuatro rifles de plasma, ¡Uriel, Lucius, Zadakiel, Predator, eliminad a su paladín! Es el cánope, ¡Eliminadle!

El sonido ensordecedor de todas las armas del contingente disparando a la par le envolvió, sin embargo cuando el humo se disipó del edificio tomado por el enemigo todos pudieron observar como un solo marine de la plaga había caído víctima del fuego.

El abotargado cuerpo del cánope se elevó unos centímetros del suelo y pareció estallar debido a las convulsiones, las balas de bolter silbaban a su alrededor, pero éste parecía inmune.

Con un último estallido de energía disforme el cánope terminó su transformación y un gran demonio de Nurgle se alzó en su lugar.

Los Ángeles Oscuros redirigieron automáticamente su fuego, todo aquel capaz de herir a la gran inmundicia con relativa seguridad se centró en dispararle, sin embargo, cuando la tormenta de proyectiles de bolter pesado y cañones de asalto cesó el demonio continuó avanzando hacia el bibliotecario y los exterminadores.

Por el flanco izquierdo el fuego de las escuadras tácticas no retrasó el avance de los marines de la plaga y la más avanzada de las escuadras llegó a distancia de carga.

El combate entre las ruinas de flanco izquierdo fue muy duro, los Ángeles Oscuros combatieron con valor, pero la resistencia a las heridas que ofrecía Nurgle a los marines de la plaga fue decisiva y ninguno de los bandos consiguió superar al otro.

El Predator de Caos disparó todo su armamento contra los devastadores de Uriel mientras avanzaba por la calle principal pero no causó ninguna baja, mientras tanto el Predator de los Ángeles Oscuros intentó desalojar a la escuadra con armas de plasma sin obtener resultados.

La línea se estaba debilitando y el general del Caos parecía no estar dispuesto a enfrentarse a Karze si no era necesario, así que fue éste quien fue a por él.

Ambos generales se enfrentaron en un duelo épico entre las ruinas de un transporte blindado de una batalla anterior. El general de Nurgle intentó hacer un barrido lateral con su arma demonio, pero Karze bloqueó el ataque con facilidad. El arma demonio era muy útil contra un gran número de oponente pero difícil de usar en un duelo.

Karze contraatacó con todas sus fuerzas mientras el paladín de Nurgle comenzaba a alzar su guardia d nuevo, con un grácil gestó atravesó la guardia del paladín con facilidad, incluso a pesar del volumen de su armadura de exterminador.

La hoja de su arma psíquica se hundió entre las placas del pecho de la armadura bendecida por Nurgle, Karze no desaprovechó la ocasión y volcó todo su potencial psíquico a través del arma, llevando al paladín al borde de la muerte.

No tuvo tiempo para matarlo completamente, pues un poderoso golpe por la espalda le derrumbó. Al girarse para alzarse pudo ver al gran demonio de Nurgle dejando atrás varios cuerpos sin vida de exterminadores y al resto de la escuadra fuera de combate.

- Uriel, el demonio va hacia ti, no tenéis capacidad para detenerle, ¡retírate! – logró decir entre espasmos de dolor el bibliotecario por el comunicador.

Los bolters pesados se acallaron uno a uno mientras los hombres que los empuñaban se preparaban para retirarse, entonces, tras abrir el blindaje lateral del Predator como si de papel se tratase, el gran demonio se abalanzó sobre los hombres de Uriel.

Una sola figura se interpuso entre el demonio y los devastadores en retirada, dándoles así tiempo. La figura encapuchada arrojó a un lado su bolter ya sin munición y se preparó a hacer frente al demonio armado solo con un par de cuchillos de combate, era una imagen de valor incalculable.

El sargento veterano Uriel se había preparado para su muerte, desde que pisó el suelo de ese planeta condenado sabía que iban a pagar un precio terrible para arrebatar el planeta a las fuerzas del Caos, pero nunca llegó a imaginarse que su final llegaría combatiendo cuerpo a cuerpo contra una gran inmundicia.

Hasta cinco nurgletes saltaron hacia Uriel, y éste los rechazo uno a uno contra todo pronóstico, mientras conseguía esquivar los ataques del demonio en lo que pareció una eternidad.

Finalmente el gran demonio superó la guardia de Uriel, el destino era uno solo posible, el gran demonio acabó con su oponente aplastándolo contra la pared más cercana y reanudó la marcha hacia la escuadra táctica más cercana como si nada.

En el flanco izquierdo las escuadras tácticas realizaron una contracarga a la escuadra que había alcanzad sus posiciones y la rechazaron asesinando a todos sus oponentes, sin embargo, cuando vieron la segunda escuadra de marines de la plaga avanzando se dieron cuenta de su delicada situación, una escuadra por el frente, un gran demonio por la retaguardia y la escuadra armada con armas de plasma desde el flanco.

Lucius y Zadakiel escupieron al suelo desafiantemente cuando recibieron la orden de retirada, eran Ángeles Oscuros y odiaban con mayor fuerza que nadie tener que retirarse, pero sus muertes prematuras no servirían de nada. Antes de iniciar la retirada activaron las cargas de demolición que derribaron una fila de edificios para cubrir la retirada, eso detendría lo suficiente a las tropas de Nurgle.

Las escuadras tácticas se alejaron desde el flanco izquierdo mientras la tripulación del Predator conseguía arrancar de nuevo sus motores y huir en marcha atrás.

Justo antes de retirarse Karze se agachó junto al cuerpo de Uriel en la azotea del edificio que defendían los devastadores.

- Aguanta Uriel, el Apotecario está de camino. Todo esto no es más que una grandísima mierda, no deberíamos estar aquí, nuestra misión no es venir a morir a un planeta que ya está condenado. Deberíamos estar combatiendo en el Ojo del Terror por la misión de nuestro contingente… aguanta y algún día pondremos de nuevo rumbo al infierno del Ojo, pero aguanta, Uriel.

El Apotecario llegó y ras un solo vistazo al cuerpo de Uriel se giró a Karze para indicarle que el sargento no iba a sobrevivir, era imposible incluso para un sobrehumano como él. El Apotecario se arrodilló junto al cuerpo de Uriel y extrajo sus herramientas, después se levantó y se alejo unos pasos por respeto.

- Adelante, pídame lo que quiera hermano Uriel – insistió el bibliotecario. Su rostro se mostraba duro como la piedra, y pequeñas explosiones de poder psíquico casi incontrolado se sucedían alrededor.

- ¿Cualquier cosa, señor? – Una mueca de dolor más agudo transformó su cara en una máscara de agonía – entonces le pido que deje de pensar eso, cada vida humana cuenta, todas y cada una de ellas, no debemos olvidar quienes somos y por que estamos aquí. Este era un mundo humano habitado por humanos, y solo por eso merecía toda nuestra ayuda…

Poco a poco los movimientos de Uriel se hicieron más lentos, su rostro se relajó al librarse del peso de años de servicio y tormentos y sus ojos ambarinos se detuvieron en un punto fijo del cielo. El sargento veterano Uriel había muerto.

El grito de rabia de Karze se pudo oír entre las ruinas del sector, súbitamente varias instalaciones en ruinas se derrumbaron consumidas por descargas de energía psíquica pura.


20. Anochecer

La situación en la brecha de Mithras empeoraba a cada día que pasaba, los rumos de que el hechicero Ygehtmor se dirigía sin que nadie pudiese detenerlo hacia ella comenzó a hacer mella en la moral de los regimientos desplegados.

El incesante ruido de decenas de posiciones de artillería resonaban día y noche, mientras que éstos dejaban de existir tal y como eran conocidos.

Un resplandor rojizo se apoderó del cielo, haciendo que no se distinguiese entre el día y la noche, relámpagos de energía disforme restallaban en el horizonte sin cesar y las comunicaciones se habían perdido casi por completo. Era imposible saber la situación de las otras zonas de guerra, aunque el aumento de la energía disforme no hacia augurar nada bueno.

Diecinueve días después de la derrota frente a la Guardia de la Muerte el Lasciate Ogne Speranza fue redesplegado de nuevo desde el navío Némesis, los heridos habían sido tratados y todos los Ángeles Oscuros habían sido reequipados. Pese a que se había intentado recortar al máximo la estancia en el navío Némesis había sido estrictamente necesario los diecinueve días.

“Reentrada atmosférica concluida, quince minutos para del despliegue en las coordenadas fijadas”.

Incluso el sonido del comunicador interno de la Thunderhawk se hacía entrecortaba y presentaba interferencias. Un escuadrón de la Armada Imperial custodiaba la Thunderhawk en su rápido descenso abriendo una cortina de fuego contra cualquier nave no identificada que se acercase.

En el interior, el cuerpo de veteranos del Lasciate, con un número de efectivos muy reducido, apenas cuatro escuadras. El sonido de los cargadores de bolter se alternaba con las letanías y oraciones. El tableteo de las placas de blindaje y el ruido de los Lightnings ahogaba el sonido de la tormenta exterior, pero todos los marines sabían que estaban descendiendo hacia las mismísimas fauces del infierno.

El hermano bibliotecario Karze soltó sus correas de sujeción y se cogió a una de las barras de metal para conseguir estabilidad.

- Hermanos, Medusa V está a punto de caer. Una vez más descendemos al infierno para combatir por el Emperador. Estaremos tres días desplegados y seremos evacuados, setenta y dos horas de pesadilla. Todos sabéis cuales son nuestras misiones, el último intento de asestar el mayor golpe posible al enemigo. Habéis sido elegidos para estas misiones por que sois los más veteranos en enfrentaros a las fuerzas del Caos, debéis de saber que todo Medusa V es ahora vuestro enemigo.

Días antes habían sido instalados unos repetidores de teleportación en la Brecha de Mithras, el Alto Mando planeaba un despliegue masivo por teleportación en la Brecha con la que dar un golpe importante a los atacantes, desgraciadamente las instalaciones habían caído en manos enemigas en un breve período de tiempo.

Los motores de la Thunderhawk rugieron a plena potencia y comenzaron a reducir potencia mientras tomaba tierra y levantaba un vendaval de polvo a su alrededor.

“Diez segund… para… apertura de las comp…tas”

Con un chasquido metálico la rampa de acceso comenzó a descender y las escuadras de Ángeles Oscuros descendieron en perfecto orden. Instantes después la Thunderhawk se elevaba de nuevo a la espera de la orden de evacuación.

El sonido de los ataques de los Lightnings ofreciendo cobertura a los marines ensordecía la batalla que estalló. La llegada de los Anglés Oscuros fue recibida por una tormenta de fuego de marines traidores.

- Hermano Karze a apoyo aéreo, hermano Karze a apoyo aéreo, hostiguen la posición 2, contingente terrestre preparado para tomar la posición 1.

Con un rugido los Ángeles Oscuros comenzaron a avanzar por la explanada, los disparos de las dotaciones enemigas correspondientes a la dotación 2 cesaron ante al ataque de la Armada y los marines llegaron sin demasiados problemas a la posición 1.

Ráfagas de bolter hacían saltar esquirlas y trozo enteros de roca en la explanada, donde los Ángeles oscuros se cubrían los unos a los otros en el avance ante la falta de cobertura.

La posición 1 eran las ruinas de una gran instalación, donde un gran número de marines traidores se habían parapetado y habrían fuego sin cesar.

Karze se giró hacia el sargento Phaleg, recién ascendido a sargento de la escuadra de devastadores tras la muerte de Uriel. Era aún joven para los estándares de edad entre los sargentos, pero su fama le precedía.

- Hermano Phaleg, necesitamos fuego de cobertura o no duraremos mucho en la explanada, ¿Qué puedes hacer?

El sargento Phaleg se giró hacia sus hombres armados con bolteres pesados he hizo una serie de gestos con las manos, los devastadores plantaron los pies en suelo y apuntaron hacia la posición 1.

La tormenta de calibre pesado no iba dirigida a los marines traidores, sino al muro de las instalaciones, el cual se derrumbó hacía dentro por la fuerza de los impactos. Una densa nube de polvo se elevó y varios enemigos fueron aplastados, otros estuvieron desorientados unos segundos. Más que suficiente.

El sargento Isiah alcanzó de un salto las ruinas del muro y vació su cargador hacia la nube de polvo, con un gesto fluido activó su puño de combate y se perdió entre las sombras del complejo.

Tras unos minutos de intenso combate en las reducidas dimensiones del complejo la voz de Isiah resonó de nuevo por el comunicador. “Posición… repito, posición 1 asegurad...”

Mientras el resto de marines se acercaban a la cobertura del edificio Karze miró el paraje, le recordaba vagamente a la descripción que tanto había oído de Marte en boca del tecnomarine Gethel. El cielo de Medusa se había tornado rojo y la luz dotaba a todo el paisaje de un tono rojizo mientras tormentas de arena se sucedían como si estuviesen en pleno desierto.

El tiempo pasaba y la confirmación de la Armada acerca de si la posición 2 había sido despejada no llegaba, lo cual no era de extrañar con las difíciles condiciones atmosféricas.

- Isiah – llamó Karze girándose hacia le interior del complejo – tus hombres y tú defenderéis esta posición, Phaleg y sus devastadores que avancen a las ruinas adyacentes y nos proporciones cobertura, debemos avanzar a la posición 2 inmediatamente.

Cuando el destacamento destinado a avanzar a la posición 2 salió de nuevo al deprimente paisaje llegaron a tiempo para ver como un Lightning era derribado y explotaba al estrellarse contra el suelo.

Dos escuadras de marines traidores avanzaban hacía la posición 1, demasiados como para ser detenidos, habían podido enfrentarse a los centinelas, pero dos escuadras completas eran demasiados.

Karze intentó utilizar sus poderes psíquicos, pero la concentración de energía disforme en la atmósfera lo hizo imposible, sus creaciones psíquicas apenas avanzaban un par de metros antes de desvanecerse.

Las sombras negras de los traidores se definían poco a poco contra la tormenta y en pocos minutos estuvieron a distancia de disparo.

- ¡Por el Emperador, por el León! ¡Muerte! – gritó el sargento Lucius desde el flanco izquierdo.

Los marines traidores abrieron fuego al unísono y pronto quedó evidente que la posición de los Ángeles Oscuros no resistiría. La posición en la que se encontraban los devastadores fue castigada hasta obligarles a resguardarse.

“… segund… en brev… ibe?...” Sonó por el transmisor de largo alcance de Karze en el momento justo que un proyectil de bolter le hacia trastabillar hacia atrás al impactarle en el hombro derecho.

Justo en el momento que caía hacia atrás pudo ver como un inmenso proyectil se dirigía hacia ellos desde el cielo, su velocidad de caída era tan elevada que estaba el rojo vivo. El fuego antiaéreo de la posición 2 intentó interceptarlo, pero su velocidad era demasiado alta.

Durante unos segundos se quedó esperando la explosión, poniéndose en paz con el Emperador, pero ésta nunca llegó.

En cambio, el sonido de unos cierres hidráulicos sonó y un crujido de metal se escuchó en la explanada. Los marines traidores cesaron de castigar la posición de los Ángeles Oscuros para disparar contra una mole confusa en medio de la tormenta.

Cuando una enorme lengua de fuego consumió a varios de los marines traidores Karze no puedo dejar de sonreír, la caballería pesada había llegado.

El hermano Kohan, encerrado en su sarcófago de Dreadnought avanzó un par de pasos antes de escupir muerte con su cañón de asalto y soltar una nueva ráfaga de promethium contra las filas de marines traidores. Durante un instante pareció que su puño de combate saludaba a los Ángeles Oscuro, instantes después el puño se alzaba de nuevo con el cadáver quebrado de un caótico.

Mientras el Dreadnought y los marines de Isiah daban cuenta de los marines del Caos el resto de los marines avanzó hacia la posición 2. Apenas unos pocos disparos dispersos les recibieron, cuando los Ángeles Oscuros llegaron el enemigo había abandonado la posición.

Cuando las llamas de la explosión de las baterías antiaéreas se alzaron en el cielo, la señal preacordada, la Thunderhawk Biennacida descendió de nuevo para recoger al Lasciate y llevarles a su nuevo objetivo. Apenas había tiempo.

21. En el Ojo del Huracán.

- ¿A cuantas horas están los refuerzos disponibles más cercanos, teniente? – inquirió con voz grave el bibliotecario.

El rostro pálido del teniente de la Guardia Imperial bastó para confirmar las peores sospechas de Karze.

- Señor… no se esperaba que el enemigo llegase hasta aquí tan rápido sin que cayese la Brecha, solo somos un destacamento de guardia de honor, lo mejor sería retirarse y minar toda la zona.

- Retirarse es dar la espalda al Emperador, ¿Daría usted la espalda al Emperador, teniente?

Karze miró alrededor, apenas una treintena de guardias imperiales ocupaban los parapetos y trincheras improvisadas alrededor de la ermita. Algunos de ellos acaban de levantarse y calentaban cafeína en hornillos portátiles, otros limpiaban con un trapo sus rifles láser o miraban con sus mirillas a las calles desiertas.

- Nada, señor, es imposible comunicarse con las posiciones imperiales de la Brecha de Mithras ni con el Alto Mando. – El tecnomarine Gethel alzó los hombros al dar la mala noticia, Medusa V era un infierno, la situación solo podía empeorar y lo habían asumido.

Karze se dirigió de nuevo al plano extendido en la mesa, con un dedo cubierto por le guantelete apunto una sección en color rojo del mapa. La posición de la Ermita estaba marcada con una equis negra a mucha distancia del marcador rojo, decenas de calles y varias líneas defensivas les separaban.

- Supongamos lo peor, que la Brecha de Mithras ha caído, o al menos que un contingente numeroso de enemigos ha conseguido superar la línea defensiva antes de que se produjese la teleportación masiva. Si el enemigo está tan cerca de la Ermita es que todas las líneas defensivas han caído sin tiempo siquiera para mandar un mensaje de auxilio.

- Pero señor, ¡eso es imposible! No pueden haber atravesado todas las líneas en menos de un día.

- Teniente, la Ermita parece proteger a esta zona de la colmena de lo peor que se está desatando ahí fuera, pero puedo jurarle que pocas veces había visto un infierno semejante. Decenas de demonios se están materializando en las calles de la colmena, el pillaje y la muerte aguardan en cada edificio. El aullido psíquico que se extiende en la atmósfera ha bastado para matar a un gran número de defensores, los demonios se han encargado del resto, por no hablar de que las tormentas parecen obedecer a los propósitos del archienemigo y descargas su furia en las posiciones más delicadas.

Varios de los guardias imperiales cercanos dejaron de hacer lo que estaban haciendo y se miraron nerviosamente entre ellos. Un par de ellos hicieron la señal del aquila en su pecho.

Una figura envuelta en capa de camuflaje urbano apareció en el arco de la Ermita y pidió permiso para entrar.

- Señor, los exploradores han sido dispuestos y sus informes ya se han recibido, el sargento Vigilas nos ha proporcionado los vectores de aproximación de las fuerzas enemigas. – el marine miró significativamente a Karze para saber si debía continuar, tras una ligera inclinación de cabeza del bibliotecario prosiguió – Tres destacamentos de marines del Caos se aproximan, uno parece ser de seguidores del caos absoluto, otro de ellos es de Devoradores de Mundos, y el tercero de Guardia de la Muerte. Además una horda tiránida se dirige a nuestra posición desde el suroeste, atraída por la señal. Desde el noroeste una fuerza de Eldars y desde el sureste una Orkos. Proporción aproximada de las fuerzas enemigas en capacidad destructiva de seis a uno.

- ¡Emperador! – dijo sin poder remediarlo el teniente de la Guardia Imperial, treinta guardias imperiales y no más de seis marines para hacer frente a semejante horda de enemigos.

Incluso el resto del Lasciate Ogne Speranza estaba lejos de allí, el contingente principal, liderado temporalmente por el Dreadnought Kohan había continuado con la operación preestablecida mientras que Karze se había rodeado de unos pocos hombres de confianza y la escuadra de exploradores de Vigilus y se había dirigido a la Ermita.

Una extraña señal psíquica había aparecido en la posición de la Ermita, tras unas largas horas de estudiarla Karze decidió que se trataba de una señal para reunir las fuerzas del Caos, su decisión apresurada de dirigirse a la Ermita no serviría de mucho si todos morían ante los atacantes.

La Ermita se alzaba orgullosa entre la devastación que la rodeaba, ocupaba una posición ligeramente elevada, como si la ciudad hubiese absorbido una pequeña colina con el crecimiento de sus edificios.

La atmósfera parecía calmada en la zona circundante, el bibliotecario no había exagerado con la situación del resto del planeta, no obstante, por alguna gracia divina, la zona de la Ermita parecía estar a salvo de la tormenta disforme.

Mientras una mota de polvo caía brillando desde el cielo, Karze fijó sus ojos en la estatua que presidía el altar principal, ahora medio en ruinas. No recordaba haber visto una imagen semejante en sus largos años de servicio, quizá fuese un santo local o un héroe olvidado. Justo en ese momento, mientras la estatua parecía devolverle la mirada un grito sacó a todos de su ensimismamiento.

Uno de los guardias del perímetro exterior se retorcía sobre si mismo y abundante sangre manaba de su abdomen, cuando se giró hacia el interior de la capilla todos vieron el proyectil que le había alcanzado: un Shuriken.

- Les tenemos encima, la dotación del bolter pesado que abra fuego contra ellos, teniente, Ángeles Oscuros a mi, avancemos por las ruinas de la derecha. – bramó el bibliotecario dejando al teniente al mando de la defensa y abalanzándose hacia las posiciones eldar.

Una cortina de proyectiles Shuriken y misiles segador intentó detener el avance de los Ángeles Oscuros, pero los proyectiles impactaban inofensivamente en las ruinas que utilizaban de cobertura.

Unas sombras fugaces pasaron por delante de la escuadra de marines abriendo fuego, las servoarmaduras resistieron todos los impactos, a cambio un eldar cayó hacia atrás a causa de un impacto directo de bolter.

- Hermano Eko, avance con el lanzallamas hacia el hueco de las escaleras y abra fuego, los segadores siniestros se encuentran en el piso superior, hermano Arthel y Raman, tomen el piso superior.

El comunicador de corto alcance, el único que aún funcionaba y a duras penas chasqueó al recibir un entrecortado mensaje del teniente.

“… Vector establecid… aproximación en… utos… refuerzos inmediata… nidos, repito ¡TIRÁNIDOS!”

- Hermanos – dijo alzando la voz por encima del estruendo de los bolteres el bibliotecario – despejad estos edificios de la presencia Eldar piso por piso si es necesario, es el enemigo más rápido de cuantos se acercan y no deben llegar a la línea de la guardia.

Tras recibir un asentimiento general como respuesta Karze guardó su pistola bolter y se dirigió hacia la izquierda empuñando su hoja psíquica con ambas manos.

Hasta tres guerreros eldars intentaron detenerle mientras cruzaba a toda prisa las ruinas ocupadas por ellos, dos de los atacantes terminaron destripados antes siquiera que diesen la alarma, el tercero de ellos murió cuando su cerebro se convirtió en cenizas.

Cuando el hermano Karze salió de entre las ruinas a la plaza de la Ermita de nuevo vio como los guardias imperiales resistían parapetados, el fuego de gran calibre del bolter pesado mantenía a raya a los eldars mientras los marines acababan con ellos, sin embargo una marea de cuerpos quitinosos precedidos por el chasquear de múltiples garras se dirigía rápidamente hacia la Ermita.

El bibliotecario salto sobre uno de los gantes de avanzadilla, aplastándolo con su peso, rodó sobre si mismo y cortó por la mitad a dos más. Volteando su espada rechazó el ataque del resto de la progenie y entonces apareció el enemigo que esperaba. Un guerrero tiránido apareció de pronto entre las ruinas abalanzándose sobre él. Después de que ambos oponentes resistieran sus disparos con relativa facilidad se abalanzaron el uno sobre el otro. Momentáneamente Karze pareció desvanecerse, al instante siguiente atravesaba con su espada al guerrero desde el cuello hasta la parte alta del cráneo.

Entonces concentró todo su potencial psíquico, o lo que quedaba de él, en la mente del tiránido, sintió con infinito asco las interconexiones psíquicas de toda la horda que avanzaba hacia él, sintiendo los nodos sinápticos como focos de luz y corrupción simultáneamente. Entonces abrió aún más su mente y abrazó la sinapsis, infundiendo una sola idea en ella: un vector este-sur.

Durante unas décimas de segundo la red sináptica se estrechó sobre la mente del bibliotecario, arrastrándole al borde de la muerte, entonces, mientras un débil y tímido rayo de luz se abría paso entre las tormentas para iluminarle, Karze sintió una fuerza corriendo por sus venas como nunca antes la había sentido.

Sintió Medusa V como un ser vivo agonizante, un ser con múltiples heridas y que los parásitos devoraban vivo, sintió la sangre derramada en Medusa V y cientos de voces disformes aullando a su alrededor. Entonces, en medio del caos psíquico, sintió un aura de paz y tranquilidad a sus espaldas, justo en dirección de la Ermita. Centrándose en ese espacio de paz repitió su pensamiento en la red sináptica y el contacto se rompió.

Karze cayó de rodillas y el mundo real se redibujó a su alrededor, todos los tiránidos avanzaban como una masa en la dirección que había indicado. El fragor de la batalla llenó de nuevo sus sentidos, los fogonazos de las explosiones obligaron a los sensores de su servoarmadura a aplicar varios filtros de protección.

Clavando su espada en el suelo y ayudándose de ella se incorporó y se dejó caer contra un muro cercano. Girando la cabeza pudo ver como a su derecha salían varias llamas del piso superior de una torre en ruinas: sus hermanos debían haber acabado con la amenaza de las armas pesadas eldars.

Sin embargo fue al girarse por completo cuando se sobrecogió, las nubes que llevaban días cubriendo Medusa V parecían haberse disuelto justo encima de la Ermita y un rayo de luz bajaba iluminándola con un resplandor dorado.

Con sus últimas fuerzas elevó su mirada psíquica, aprovechando el poder que surgía de la Ermita. En el sur los marines de la Guardia de la Muerte eran asaltados por la horda tiránida, el paladín de los marines caía justo en ese momento atravesado por media docena de garras de genstealer, el resto de marines caóticos tomaba posiciones defensivas, deteniendo su avance.

En el sureste pudo sentir la presencia de la escuadra de exploradores de Vigilus, cinco rifles francotirador abrieron fuego y un enorme piel verde cayó de bruces. Una enorme energía psíquica emanó del resto de la horda de pieles verdes de forma incontrolada por la muerte de su kaudillo.

El sargento Vigilus bajó alzó de nuevo su rifle francotirador para observar la escena, el kaudillo Orko había caído aplastando a un par de gretchins, el resto de Orkos gritaba de furia, sin saber que hacer y haciendo entrechocar sus armas de forma amenazante.

- Retirada, hermanos, hemos cumplido – susurró a los cuatro exploradores que le rodeaban.

Lentamente deshicieron el camino hacia la Ermita, alejándose todo lo rápido que el sigilo les permitía. Cuando llegaron a la Ermita la escuadra de marines ya se había reunido con el resto de defensores.

- ¿Dónde está vuestro comandante? – Inquirió el teniente – las posiciones eldar han sido arrasadas y los tiránidos y marines de Nurgle que han sobrevivido y se han acercado al perímetro los hemos abatido con facilidad. Sin embargo aún faltan tres fuerzas de las que defendernos, y siguen siendo demasiados.

Pese a que el teniente intentaba ser precavido estaba claro que el optimismo se había apoderado de las fuerzas imperiales tras la visión de la inexplicable luz, lo que había sido tomado como una señal del Emperador por los guardias imperiales.

- Se equivoca, teniente – replicó Vigilus – en estos mismos momentos los Orkos se están enfrentando a las fuerzas de Khorne. Los guerreros de Khorne habrán entrado en un frenesí de muerte y los Orkos también, se destrozarán entre ambos. Solo debe preocuparse de las fuerzas del Caos Absoluto, que avanzan con impunidad…

El alarido de un guardia indicó que las fuerzas del Caos estaban llegando, acto seguido la cabeza de su compañero explotó tras recibir un impacto directo. Los rifles láser apenas hacían nada contra varias escuadra de Marines Elegidos que se dirigían arrogantemente hacia la Ermita. Los marines del Caos se dedicaron a caminar sencillamente entre la tormenta de fuego conjunta de guardias imperiales y Ángeles Oscuros.

Los marines del Caos avanzaban lentamente, abriendo cortas pero letales ráfagas de fuego de bolter, una figura destacaba del resto, un paladín alrededor del cual las voces de demonios aullaban y varias figuras disformes parecían comenzar a tomar forma. El paladín alzó una mano y su voz pudo oírse como un trueno a muchos metros de distancia.

- Seguidores del Falso Emperador, ¿Dónde está vuestro Salvador? ¿Dónde está vuestro falso dios para protegeros? ¡Respondedme! ¡Habéis sido abandonados! Vengo en nombre de los Cuatro auténticos Poderes, escuchad sus nombres y arrodillaos ante el Panteón: ¡Tzeentch!...

Cuando el Paladín pronunció el blasfemo nombre las tormentas rugieron con renovada fuerza y parecieron devorar literalmente la luz que hasta ese momento bajaba de los cielos. Los reflectores y hasta las más mínimas luces se apagaron de golpe en la Ermita.

- ¿Qué podemos hacer? ¿Dónde está el bibliotecario? – aulló al borde del ataque de nervios el teniente.

- Rezar, rezar es lo único que podemos hacer – fue la única respuesta de un anónimo Ángel Oscuro.

- … ¡Khorne!...

Tras pronunciar el segundo de los nombres comenzó a llover sangre desde las nubes del cielo, en pocos segundos la lluvia de sangre fue torrencial y decenas de charcos y riachuelos se formaron. En cada uno de los charcos de sangre se veían reflejados rostros fantasmagóricos que parecían reírse de los atemorizados defensores.

- … ¡Nurgle!...

Varios de los guardias imperiales supervivientes cayeron de rodillas y comenzaron a vomitar extrañas criaturas del tamaño de puños que les devoraban desde dentro, además las paredes de la Ermita comenzaron a pudrirse y desmoronarse como si fuesen un cadáver.

- … y ¡Slaanesh! – rugió el Paladín con un pie ya en la Ermita y decapitando al hermano Arthel de un solo tajo.

Todos los defensores imperiales retrocedieron hasta chocar espalda con espalda, rodeador por los marines elegidos. Un tímido disparo de pistola bolter surgió de uno de los exploradores y rebotó contra el yelmo del Paladín. Uno de los marines elegidos vació el cargador de su bolter en la cara del explorador salpicando de sangre todo lo que estaba cerca.

En ese momento el Paladín alzó su espada y se preparó para descargar un tajo sobre la estatua que presidía la Ermita, la única pieza que parecía haberse salvado hasta entonces.

La impía hoja del Paladín jamás llego a rozar siquiera la estatua, giró bruscamente la cabeza mientras sus brazos descendían empuñando la hoja. Ante la sorpresa de lo que estaba viendo el golpe del Paladín se detuvo antes de llegar a la estatua.

La figura encorvada y cubierta de sangre perteneciente a Karze se mantenía como por puro milagro entre las ruinas del portón de la Ermita, a su lado una figura de apenas la altura de un niño humano, cubierta por una túnica como su encorvado acompañante, sujetaba un grueso tomo.

Todos los presentes, incluso aquellos más negados para percibir la disformidad, pudieron sentir la increíble emanación psíquica proveniente del misterioso ser que sujetaba el libro. Algunos de los marines elegidos abrieron fuego contra él, pero inexplicablemente los proyectiles perdían su fuerza antes de llegar al objetivo o se desviaban.

La pequeña figura abrió el tomo y el bibliotecario Karze empezó a hablar con voz clara mirando directamente al Paladín.

- Los enemigos del Emperador no son tolerados en este suelo sagrado, abandona la Ermita y sufre la furia de mis hermanos o quédate para sufrir un tormento inimaginable.

Una carcajada del Paladín fue toda la respuesta que el bibliotecario recibió.

- Has de saber – prosiguió impasiblemente Karze – que la entidad demoníaca atada a tu arma no está nada a gusto aprisionada, solo es necesario pronunciar su nombre para liberar su esencia.

Si el Paladín no hubiese llevado puesto su casco todos podrían haber comprobado que ya no sonreía, intentó soltar la espada pero su propia mano parecía no obedecerle y la aferró con aún más fuerza.

El hermano Karze se giró hacia el tomo abierto y leyó un nombre.

- Tach’akin’ar… ¡Tach’akin’ar, yo te libero de tu prisión!

Hubo un grito surgido de la nada, un grito que hizo estremecerse a todos los presentes y parecía querer desgarrar la propia realidad. Tan súbitamente como apareció, la esencia que había gritado pareció desvanecerse.

El cuerpo sin vida del Paladín había caído a los pies de la estatua y el resto de los marines elegidos se habían esfumado. Poco a poco la enrarecida atmósfera sobre la Ermita se desvaneció y los supervivientes observaron aliviados y sobrecogidos como las nubes se deshacían en jirones y de nuevo un halo de luz cubría la Ermita.

Pasadas unas horas el lento mecanismo formado por el frente imperial reaccionó y varios transportes de tropas aseguraron la zona alrededor de la Ermita. Un alto número de defensores de la Guardia Imperial había recibido la orden de establecer una última resistencia en la ciudad mientras el resto de ejércitos imperiales eran evacuados.

Entre los transportes llegó una solitaria Thunderhawk con decenas de cicatrices de guerra, Biennacida. Los marines supervivientes cargaron con los caídos y subieron lentamente a la Thunderhawk, sabiendo que su sacrificio en la Ermita y su misión en el agonizante planeta llegaban a su fin. Solo en ese momento el bibliotecario Karze dejó que se le prestara ayuda y fue subido a la nave con ayuda de dos servidores del Apotecario. Justo antes de que la rampa de la cañonera se cerrase el bibliotecario miró una última vez a la estatua de la Ermita e hizo el signo del Aquila en su pecho.

La Brecha de Mithras había caído definitivamente, pero la férrea resistencia del frente imperial había retrasado el avance del Caos lo suficiente, pese a que finalmente las fuerzas de Ygehtmor habían irrumpido en la colmena y se habían adueñado de casi toda su extensión, era demasiado tarde.

En el apogeo de la tormenta, con la tormenta disforme visible desde cualquier punto del planeta y sus cambiantes colores dominando los cielos cientos de naves abandonaban el planeta, entre ellas los transportes de las fuerzas de los No Perdonados.


22. Muere un planeta.

El navío de batalla Némesis, asignado al Lasciate Ogne Speranza había atracado en los muelles exteriores de la inmensa barcaza Catedral Oscura.

Como ya se hiciera antes de la campaña, la flota de los No Perdonados se había reunido de nuevo y la comandancia del sector Euriales se reunía de nuevo en el Conclavium.

En una celda habilitada especialmente para él, le hermano Karze estaba sentado frente a una pequeña mesa abarrotada de códices, pergaminos y placas de datos. Su arma psíquica descansaba apoyada contra la pared, aún no había limpiado siquiera la hoja de la sangre derramada a lo largo de la campaña.

Estaba sentado con las manos entrelazadas y los párpados cerrados, sin embargo sus ojos se movían a gran velocidad bajo éstos.

- Hermano Bibliotecario Jefe Ezekiel, soy el Hermano Karze.

- Me alegro de oírle, hermano. Se han recibido los primeros informes de la evacuación, hoy es un día de regocijo para el capítulo, pues los planes del archienemigo han sido frustrados una vez más. El hermano Belial no ha dudado en reconocer el increíble esfuerzo realizado por los No Perdonados en Euriales.

- Gracias, señor. Servir al León y al Emperador es toda recompensa necesaria para un hermano de fe. En unos minutos tendrá lugar el último Cónclave de la campaña de Medusa V, se presentarán los informes oficiales de la campaña.

- Toda referencia al Lasciate Ogne Speranza será borrada debidamente, hermano Karze. Toda la información recopilada sobre las fuerzas de los Poderes Ruinosos clasificada como alto secreto y guardada en la cámara santificada del Librarium, su contingente ha vuelto a cumplir las expectativas de su creación al aumentar nuestros conocimientos sobre el Enemigo.

- En el informe extraoficial del Lasciate Ogne Speranza se incluirá debidamente toda la información requerida acerca de la invocación y la infestación demoníaca. He de informar además acerca los extraños hechos acaecidos en la Ermita, de mi trato con lo demoníaco y la presencia de un Vigilante de la Oscuridad, así como de la captura de un segundo integrante de la escuadra de Ángeles Caídos Efestión.

- Habrá tiempo de sobra para hablar de todo lo relacionado con los Poderes Ruinosos una vez su contingente esté de regreso en La Roca, además hay ciertos detalles de los que deberá responder ante los máximos integrantes del Círculo Interior, ¿Cómo fue la captura del segundo Caído?

- Mientras acudía a la Ermita junto con los exploradores al mando de Vigilus y unos pocos hermanos de los más veteranos con el trato del Caos el resto del contingente, con el mando relegado en el Señor Kohan acudieron a un enclave secreto de la Inquisición. Un grupo de Inquisidores había decidido no ejecutar a los oficiales enemigos en el campo de batalla, sino capturarlos. La posición del enclave fue descubierta y una fuerza enemiga se dirigió hacia él.

Nuestro reverenciado hermano encerrado en su sarcófago dirigió de forma excelente, como es habitual en él, a nuestros hermanos y no solo pudieron atravesar las líneas enemigas para llegar a la defensa de la posición sino que cumplió con la misión encargada. Los defensores supervivientes fueron sacrificados por temor a la infestación del Caos y los oficiales cautivos fueron llevados a tierra sagrada donde fueron ejecutados para seguir con el plan Punición. Sin duda el elevado número de generales del Caos sacrificados debió de ser un duro golpe. Mayor fue aún el regocijo de nuestros hermanos al encontrar a un Caído entre los oficiales, el cual, obviamente, fue exonerado del sacrificio y puesto a disposición inmediata del Capellán-Interrogador.

- Es suficiente por ahora, hermano Karze, acuda al Cónclave y tras él ponga rumbo inmediato a La Roca para entregar sus informes confidenciales. Que el León sea contigo, hermano, hoy tú y tu contingente os lo merecéis más que nunca.

Minutos más tarde las puertas de la Sala del Cónclave se abrieron lentamente revelando una figura encapuchada conocida.

El hermano bibliotecario Karze avanzó con paso lento y cansado pero seguro hasta su asiento y dejó caer todo su peso sobre él. Con movimientos algo torpes que ponían en evidencia múltiples heridas y cicatrices de las batallas recién finalizadas se quitó el yelmo y lo dejó sobre la mesa.

El pelo rubio enmarañado cayó sobre sus hombros revelando un rostro marcado de arrugas y mirada perdida, una profunda cicatriz partía en dos su ceja derecha. Su túnica estaba desgarrada en decenas de sitios y las manchas de sangre, algunas se podría decir incluso que aún fresca y otros fluidos la salpicaba de arriba abajo. Su armadura se veía dañada y aboyada en muchos sitios.

- Evacuación del Lasciate Ogne Speranza concluido... último informe presentado ante el Vigilantis Sanctum. Hermanos pido disculpas por la demora de la segunda parte, pero el trabajo de estos últimos días lo ha demorado. Evaluación final de mi contingente: 32 victorias, elevado número de masacres y solo una derrota. Retirados del servicio por muerte bajo mínimos, entre ellos a destacar el sargento veterano Uriel de la escuadra de devastadores, retiradas temporales del servicio mínimas. Varias operaciones especiales cumplidas, frente a las fuerzas de Valmor, la persecución de Soulbraker, la amenaza tiránida, la toma del Bastión 3 - 0 - 4, defensa de la brecha de Mithras, Operación Ojo del Huracán y Operación Jaque Mate. Y lo que es más importante: dos Caídos de la escuadra Efestión capturados y en disposición del capellán - interrogador Arpphaon.

Las arrugas de cansancio se acentuaron en el rostro del bibliotecario y dejó reposar todo su peso sobre el inmenso respaldo de su asiento. Un largo suspiro surgió de él mientras un contador de números rojos en la holopantalla se acercaba al final.

"0.00.00.05 para perder la señal de Medusa V
0.00.00.04 para perder la señal de Medusa V
0.00.00.03 para perder la señal de Medusa V
0.00.00.02 para perder la señal de Medusa V
0.00.00.01 para perder la señal de Medusa V
0.00.00.00 para perder la señal de Medusa V
...
Señal de Medusa V perdida."

 

 

 
 
 
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