"LA
CAÍDA
DE MEDUSA
V"
Autor:
Karze
Por
el Hermano Bibliotecario Karze (C. Fernández)
“Este planeta
va a morir. Lo único que está por
decidir es a cuántos de nosotros
arrastrará consigo”.
Inquisidor Baptiste
1. Conclavium Angelicae
-
Coordenadas de reentrada fijadas, señor,
a la espera de su orden.
El
Capitán Berethor se estremeció ligeramente
en su trono, hacía cientos de años
que no se movía del torno donde
estaba, literalmente, conectado a la nave.
Aumentando
la sensibilidad de su comunión
con el espíritu de la nave Berethor
pudo sentir las corrientes de la disformidad
sobre su propia piel, pudo ver por cientos
de ojos mecánicos y sentir un cosquilleo
en sus extremidades inferiores que indicaban
sin duda que los motores de disformidad
trabajaban a plena potencia.
-
Efectuando reentrada – la voz
artificial resonó por todo el casco
de la nave, en cada una de las celdas,
corredores y almacenes. Era la voz sintética
de Berethor, la voz del Cuervo de la Tempestad.
La
nave gimió con la reentrada
al espacio real, era uno de los momentos
más delicados, la brecha en el espacio
material se abrió y el largo casco
de la nave comenzó a materializarse.
El
casco se estremecía con terribles
descargas y los escudos se sobrecalentaban.
Los artilleros estaban en sus puestos,
preparados para cualquier imprevisto. Las
cañoneras Thunderhawk estaban también
listas para cualquier problema, nunca se
sabía que podía ocurrir en
una reentrada.
La
silueta del arcaico crucero se perfiló contra
la imponente figura de una estrella. Sus
arcobotantes desvelaron una arquitectura
recargada y ostentosa a la par que sombría
y misteriosa.
En
sus dos flancos un observador apostado
muy cerca habría podido observar
un impresionante trabajo de artesanía
que mostraba una hoja alada, símbolo
de los Ángeles Oscuros.
No
obstante esa habría sido la última
imagen que habría visto el observador,
pues a esa distancia habría sido
detectado inmediatamente y en escasos segundos
habría conocido toda la potencia
devastadora que un navío de ese
estilo podía desplegar.
Con
unas últimas sacudidas la nave
terminó la reentrada, las luces
que indicaban el protocolo Prometeus se
apagaron cuando los sensores de la nave
completaron un barrido de escaneo sin detectar
fuerzas enemigas.
Algunos
de los servidores, arrojados al suelo
por la fuerza del estremecimiento, se
pusieron en pie entre silbidos hidráulicos
y quejidos pseudohumanos.
La
nave puso rumbo sin más dilación
hacia la inmensa masa que se hallaba frente
a él, Medusa II, un planeta estéril
y olvidado por todos.
Su
objetivo no era Medusa II, su objetivo
se encontraba en órbita de Medusa
II, estacionado en el lado más alejado
de las rutas de navegación.
Conclavium Angelicae
Poco
a poco el Cuervo de la Tempestad entró en la órbita más
alta del planeta y comenzó a rodearlo
ayudado por la rotación de éste.
Sus sistemas estaban al mínimo de
potencia, toda fuente de energía
que no fuese estrictamente necesaria había
sido desconectada para evitar cualquier
tipo de rastreo.
Finalmente
terminaron de rodear el planeta y un
teatro oculto para todo aquel que no
fuese un No Perdonado ocupó todos
los arcos ojivales de observación.
La
titánica forma de la Catedral
Oscura, la reverenciada barcaza de los Ángeles
Oscuros, se encontraba estacionada en el
medio de lo que parecía ser una
enorme fuerza de No Perdonados reunida.
Las
naves más ligeras y cientos
de Thunderhawks patrullaban por todo el
perímetro de la zona de encuentro.
Sus coordenadas habían sido elegidas
en el máximo secreto y enviadas
de la forma más segura a todos los
capitanes que se dirigían al conflicto
que se avecinaba.
Si
algún pobre desgraciado cometía
la imprudencia de acercarse demasiado moriría
sin saber quien le había abatido,
daba igual si el enemigo abatido era un
alienígena, un traidor o incluso
una nave de otro capítulo del Adeptus
Astartes.
El
Cuervo de la Tempestad se apresuró a
retransmitir los códigos de identificación,
Berethor no pudo menos que sentirse emocionado
ante la presencia de tantas naves de guerra
de sus hermanos, tanto él como el
espíritu de la nave podían
sentir a decenas de espíritus a
su alrededor.
Muchas
de las naves hablaban de milenios al
servicio del León y el Emperador,
de cientos de batallas ganadas y cientos
de planetas arrasados. Sus cañones
cantaban el nombre de los enemigos abatidos,
sus hangares recitaban el nombre de los
héroes a los que habían transportado
y sus cascos mostraban la experiencia de
años de viajes continuados.
-
Saludos hermanos – anunció Berethor
por el comunicador de larga distancia – código
de identificación betha – cero – cero – tres,
el Cuervo de la Tempestad se presenta.
El
transmisor chasqueó cuando la
respuesta llegó al puente de mando:
- Bienvenidos hermanos.
Al
instante una nube de Thunderhawks rodeó al
crucero para escoltarle hasta las inmediaciones
de la Catedral Oscura. Durante el último
tramo del trayecto los tripulantes pudieron
observar a naves de todas las clases y
tamaños apostadas en el Conclavium,
la mayoría de las naves pertenecían
a los Ángeles de la Venganza, su
esquema de color negro las hacía
aún más sombrías e
intimidadoras.
Poco
a poco la silueta de la Catedral Oscura
se fue haciendo más grande,
hasta alcanzar todo su tamaño y
esplendor. Era una barcaza colosal, su
arquitectura recordaba a la de una inmensa
catedral real, pero a una escala que empequeñecía
a cualquier templo, salvo algunos de los
más magnánimos templos del
Emperador.
Uno
de sus hangares estaba abierto, esperando
la llegada de todos los hermanos, una
Thunderhawk con el esquema de color del
Librarium salió desde
el Cuervo de la Tempestad y entró en
el hangar.
Entre
las luces intermitentes del hangar y
el humo de las combustiones el portón
hidráulico de la Thunderhawk Biennacida y
la figura de un bibliotecario se recortó sobre
ella, iba acompañado de varios marines
más, todos ellos en vestidos con
túnicas.
El
hermano bibliotecario levantó la
mano ordenándoles que les esperaran
allí, no hacia falta que le acompañasen,
tampoco les estaba permitido.
- Bienvenido a bordo, hermano Karze
Una
figura encapuchada apareció caminando
con paso fuerte entre unas cajas almacenadas.
Bajo una túnica de color blanco
hueso se evidenciaba una servoarmadura
de color verde oscuro, la insignia de la
hoja rota alada brillaba tenuemente entre
varios sellos de pureza. En un momento
dado la túnica se entreabrió y
la insignia de la Campaña de Medusa
V asomó pintada en una de sus rodilleras.
Sin
más, comenzó a andar
por un largo pasillo que se adentraba en
las entrañas de la nave.
Karze
perdió la cuenta del tiempo
que pasaba caminando, pero no puedo evitar
maravillarse del paseo, en los altos muros
del pasillo se sucedían imágenes
grabadas de viejas batallas, grandes honores
ganados haciendo frente al enemigo, héroes
cuyo nombre ya era recordado por muy pocos.
Finalmente
llegaron a una arcada cerrada y custodiada
a ambos lados por sendos Ángeles
Oscuros ataviados con la insignia del Ala
de la Muerte.
Antes
de que el marine llegase a la puerta
esta ya se había abierto y reveló una
enorme estancia al otro lado.
La
figura del capellán se hizo
a un lado e indicó con un gesto
de mano la estancia.
-
Bienvenido al Conclavium Angelicae, hermano.
Si sois tan amable de aguardar al resto
de hermanos…
Una
simple mirada al interior bastó para
confirmar al hermano Karze en su decisión
y henchirle de orgullo.
Alrededor
de una gigantesca mesa ovoidal, sin distinción de rango o clase
en ningún de sus asientos, se encontraba
reunido un gran número de hermanos.
Mientras
avanzaba para tomar asiento vio que la
mayoría de los asientos aún
estaban vacíos, un capellán – interrogador
de los Ángeles Oscuros estudiaba
atentamente un holoplano de batalla, sin
duda debía ser el Gran Capellán
Interrogador Lemariont.
También pudo distinguir a un par
de hermanos conocidos de largo tiempo atrás,
camaradas en lo más crudo del combate,
también habían rostros desconocidos.
Todos
ellos eran comandantes de algún
contingente de No Perdonados en la zona
Euriales, la zona de la capital de Medusa
V. Todos ellos eran héroes, todos
ellos tenían la responsabilidad
de un planeta en sus manos.
Todos
ellos ardían en deseos de
portar un mensaje a los enemigos de la
humanidad “arrepentíos hoy,
pues mañana moriréis”.
2.La
calma que precede la Tempestad.
(Adaptado del Conclavium
Angelicae, autores: Lemariont, Brother_Luther
y Karze)
La
Gran Sala de Honor estaba inundada por
un tenue halo de incienso que los servidores
esparcían por el habitáculo
con cánticos ceremoniosos. Los servocráneos
se apresuran de un lado a otro para copiar
todas las conversaciones, nuevos servidores
aparecían con placas de datos que
repartían velozmente entre los reunidos.
El ambiente estaba cargado por al tensión
del momento, se avecinaba una nueva guerra.
Los
representantes de distintas flotas de
los No Perdonados se encontraban allí reunidos
para debatir el futuro del capítulo
en aquel mundo condenado, Medusa V. Tan
sólo en la Decimotercera Cruzada
los Ángeles Oscuros habían
reunido a tantas fuerzas como en aquel
planeta, era un asunto de vital importancia
que había reunido a los mejores
comandantes y representantes del capítulo.
El Círculo Interior se había
reunido, secretos ancestrales y ocultos
circulaban en los pensamientos de todos
los presentes.
De
pronto la gran figura vestida de armadura
negra se alzó de su sillón,
su imponente máscara de muerte era
símbolo de su poder como guerrero,
su rosarios de su estatus en el capítulo
y su nombre… terror de enemigos
y respeto de hermanos. El silencio se hizo,
la reunión debía comenzar.
-“Saludos Hermanos, son tiempos
de guerra y por eso nos encontramos aquí reunidos” –hizo
una pausa y miró al resto, caras
conocidas con las que había luchado
codo con codo en mil batallas. –“El
loado Emperador nos guía hacia la
redención, y debemos servirle y
luchar en su nombre”. – El
resto de hermanos asintieron.
-“Todos me conocéis hermanos
de batalla, soy Lemariont, nombrado Gran
Capellán Interrogador y comandante
de la Fuerza de Combate de la barcaza Venerable
Catedral Oscura”- su voz levantó el
tono-“Azrael, Señor Supremo
de los Ángeles Oscuros nos ha ordenado
honrar Medusa V, y acercarnos al perdón
del Emperador. Que así sea.”
Un
servidor que se encontraba a su espalda
acercó una copa de vino al capellán
interrogador, este la alzó junto
una plegaria y la depositó de nuevo
frente así, quitándose un
guantelete y con un ligero corte dejando
caer unas gotas de su propia sangre.
-“¿Quiénes son aquellos
que lucharán por el honor del capítulo
y la gloria del Emperador?”- con
estas palabras comenzaba el ritual del
conclave. Pasó el Cáliz de
la Retribución al siguiente hermano.
El
crujir de la servoarmadura del hermano
más próximo despertó la
atención de los presentes. Pese
a estar envuelto en los pesados hábitos
de la orden, la heráldica y la ornamentada
capa de piel de León delataban al
héroe de la 5ª Compañía.
Aquel hermano de rostro sombrío
tomó el sagrado cáliz con
ambas manos desnudas, inclinando la cabeza
en señal de respeto repitió las
palabras del Capellán Lemariont –“Loado
Emperador que nos guía hacia la
redención, al que servimos y por
el que luchamos”. – El resto
de hermanos asintieron.
El
veterano guerrero sostuvo la copa con
su mano derecha y deslizó el seguro
de la negra espada que portaba en su costado
izquierdo. Pasó suavemente su dedo
pulgar sobre la hoja y, tras guardar el
arma, vertió algunas gotas sobre
el receptáculo sagrado.
-“Tánathos, Capitán de la 5ª Compañía.
Mi brazo será implacable verdugo de aquel que se oponga a la voluntad
del Capítulo." estas palabras, llenas de ira pese al tono frío
y cortante, reverberaron en la Sala.
Tánathos miró a los presentes
y pasó el Cáliz de la Retribución
al siguiente hermano.
El
Hermano Karze, sentado al lado del hermano
Tánathos, tomó el
cáliz de las manos de éste.
Habitualmente
taciturno y callado aún
con sus hermanos, Karze tomó el
cáliz sin decir ni una sola palabra.
Con gran ceremonia desenfundó una
ornamentada hoja y dejó que su sangre
goteara hasta el cáliz.
No
pronunció ninguna palabra, pero
sus movimientos ceremoniosos y la determinación
de su mirada bastaron para infundir respeto
en sus hermanos, el silencio había
reinado mientras tenía el cáliz
en las manos, hasta el constante zumbar
de los servocráneos se había
detenido. Una vez enfundó su hoja
de nuevo la ceremonia continuó.
El
hermano bibliotecario reservaba sus palabras
y energías, muy pronto
la situación exigiría el
máximo de cada uno de ellos...
El
resto de hermanos reunidos hizo lo mismo
con gesto solemne. La reunión
del Círculo Interior daba comienzo.
El
hermano Lemariont como Comandante de
Catedral Oscura y anfitrión dio
la bienvenida al resto de comandantes alzándose
sobre su silla y extendiendo sus brazos.
-"Hermanos recitad conmigo... ¡Somos
la furia del Emperador! ¡Qué la
sangre de los impuros..." - Y así recitaron
todos el Himno del capítulo, con
fervor y devoción.
-"Hermanos No perdonados, la llamada
de la guerra toca a nuestra puerta de nuevo,
el honor nos reclama en Medusa V. El Comandante
Supremo Azrael me reclama en la Roca para
ultimar los detalles del asalto, pero los
hermanos Tánathos y Karze expondrán
los pormenores de la misión y lo
que debemos discutir. Habrá tres
fuerzas; Venganza, Castigo y una de reserva
que comandará el Señor del
Ala del Cuervo Isaac." -Isaac asintió.
El
capellán miró a Karze
y este asintió, levantándose
para exponer su plan.
El
hermano Karze se levanto consternado,
arrugas de preocupación surcaban
su rostro, habitualmente impasible. Cuando
habló, lo hizo con voz ronca y un
gesto de dolor.
- "Hermanos, un gran golpe psíquico
se ha dejado sentir en los alrededores
de Medusa, debo trasladarme sin más
dilación a la fuente de la señal
psíquica para averiguar de que se
trata. Esto me mantendrá alejado
físicamente del Conclavium por unos
días, pero me manifestaré psíquicamente
en él.
De
todas formas, antes de partir, expondré mi
plan. Las fuerzas de No Perdonados en la
zona Euryales será considerable,
pero baja. Una gran división de
nuestras fuerzas permitiría a nuestros
enemigos superarnos al abrumarnos. Aún
así, debemos mantener una estructura
móvil y capaz de adaptarse a cualquier
advenir de los hechos.
Por
eso propongo la subdivisión
de nuestras fuerzas en tres grupos de combate,
el primero, Venganza, liderado por mi mismo
si es necesario; se encargará de
la defensa de la capital a toda costa,
evitando que el archienemigo lleve a cabo
su ritual. Los últimos informes
que hemos recibido aseguran que las fuerzas
del archienemigo se preparan para atacar
con el máximo de sus fuerzas y de
forma continuada la colmena, será una
misión dura.
El
segundo, Castigo, supondrá una
fuerza de objetivo no definido, capaz de
adaptarse a diferentes objetivos a lo largo
de la campaña. Comandado en un principio
por el hermano Tánathos podría
comenzar desplegándose de forma
inmediata sobre la penitenciaría,
para contrarrestar el asedio de la Legión
Negra.
Finalmente,
un tercer grupo de reserva, de fuerzas
de la 2ª Compañía
se mantendría como reserva, capaz
de apoyar a cualquiera de los dos grupos
principales cuando sea necesario o llevar
a cabo arriesgadas misiones en solitario
si fuese necesario."
Hasta
aquí el
plan conforme e podido concebirlo, espero
poder ponerme en contacto con el Conclavium
en breve.
Respecto
al ascenso de nuestros hermanos, me muestro
de acuerdo, necesitamos ser cuantos más
mejor para hacer frente a la oleada que
se avecina."
El
hermano Karze abandonó la sala
con paso rápido, los sucesos de
aceleraban cada vez más, la hora
de empuñar las armas se acercaba
cada vez más.
Los
pasos del bibliotecario se perdieron
tras la pesada puerta de la sala, Lemariont
observó como los presentes murmuraban
sobre los consejos del enigmático
hermano Karze. El capellán alzó la
mano para restaurar el orden y dirigió su
atención en Tánathos, pues
este permanecía en silencio devolviéndole
la mirada cruzado de brazos.
-"Hermano Capitán, ¿cual es su opinión
al respecto?"
Tánathos activó los controles
de su antebrazo y un tenue mapa holográfico
apareció ante los presentes, en él
podía distinguirse el mapa del continente
principal de Medusa V, así como
las posiciones de la planta potabilizadora,
la ciudad-colmena y otros objetivos de
interés estratégico.
-"Como ya sabrán, tras la
solicitud de auxilio recibida, la mayor
parte de las tropas imperiales de refuerzo
han llegado al sistema y están comenzado
a tomar posiciones, principalmente formando
un perímetro defensivo en torno
a Euryales y los campos de refugiados.
Sin embargo nuestros enemigos no han tardado
en moverse, acaba de confirmarse que una
incursión de los xenos Tau ha logrado
ocupar la planta potabilizadora, vital
para poder mantener a los ciudadanos imperiales,
y el Alto Mando Imperial ha solicitado
la ayuda del Adeptus Astartes. Además
se han detectado fuerzas alienígenas
eldar y tiránidas acercándose
al planeta. Todo esto sumado a los rumores
de actividad orka y a la principal rebelión
formada por herejes nos sitúa en
una guerra con demasiados frentes."
Tras un breve silencio, el guerrero continuó su exposición....
-"En mi opinión el hermano
Karze tiene razón, y es fundamental
que la rebelión en Euryales sea
aplastada de inmediato, y por nuestra fuerza
principal debe destinarse a este cometido.
De igual forma no podemos ignorar la amenaza
que supone el asalto que el Caos puede
llevar a cabo contra a la penitenciaria,
es evidente que de caer en sus manos puede
ser la cabeza de puente para dirigirse
contra la Colmena a corto plazo. Ya que
la GI estará demasiado ocupada en
defender el perímetro y recuperar
la planta potabilizadora, es nuestro deber
auxiliar al Adeptus Arbites. Si el Circulo
Interno lo considera adecuado, mientras
La Fuerza Venganza lleva a cabo el despliegue
en Euryales, la Fuerza Castigo permanecerá en órbita
y contraatacar a cualquier asalto que sufra
el complejo penitenciario. Por otro lado,
en principio destinaría la 3ª fuerza
a apoyar el asalto imperial a la planta
de agua potable, pues dudo mucho de que
los comandantes de la GI logren su objetivo
fácilmente."
Con
estas palabras desapareció la
imagen fugazmente.
-"Que así sea, preparemos
a las tropas para su despliegue." -dijo
tenuemente el Capellán.
Lentamente
dirigió su mirada hacia
el bibliotecario Karze, pronto deberían
partir hacia la Roca, el Señor Supremos
de los Ángeles Oscuros, Azrael le
reclamaba y Karze deseaba acudir allí,
el restallido psíquico lo había
dejado muy preocupado.
-"Hermano Capitán, en mi ausencia
y la del Hermano Karze os quedáis
al mando del navío de guerra Catedral
Oscura, no será mucho tiempo espero.
Organizad todo para la guerra."
-"Será un
placer hermano. Nos veremos en Euriales."
Tánathos se volvió y se
dirigió con paso firme hacia la
salida, sus hombres aguardaban impacientes
y había mucho que preparar.
En
la sala del Conclaivum, ya vacía,
las pantallas de datos continuaban iluminando
la sala con una luz verde espectral. Una
larga fila de nombres de comandantes y
contingentes brillaba en la pantalla principal.
Se trataba de todos los comandantes y fuerzas
movilizadas en Euriales, así como
su distribución en los grupos de
combate.
“+++
+
Hermano Bibliotecario Karze, contingente "Lasciate
Ogne Speranza", comandante del Grupo
de Combate Venganza +
+
Gran Señor del Ala de la
Muerte Remiel, contingente “Furia
de Caliban” +
+
Gran Señor del Ala de la
Muerte Lituriel, contingente del Ala
de la Muerte “Arcángeles
de Caliban” +
+
Gran Señor Xenobius, contingente
de la Tercera Compañía
+
+
Hermano Artael, contingente de la Quinta
Compañía
+
+ Hermano Bibliotecario Tanathos,
contingente del Ala de la Muerte +
+ Hermano Codiciario Baloc, contingente
del Ala de la Muerte +
+
Hermano Druiman, contingente “Redención” +
+
Hermano Bibliotecario Khonthos, contingente
de la Décima Compañía
+
+++
+
Hermano Bibliotecario Tanathos, contingente
del Ala de la Muerte, reemplazado por
el Gran Señor Nolferek en
la tercera semana de la campaña
+
+
Capellán Maloc, contingente “Catedral
Oscura” +
+
Gran Señor Nolferek, contingente
de la Quinta Compañía,
comandante del Grupo de Combate Castigo
+
+
Capellán Galathilion, contingente
de la Tercera Compañía
+
+++
+
Señor del Ala del Cuervo
Isaac, fuerza de combate “Alas
Negras de Isaac”, comandante del
Grupo de Combate Penumbra +
+
Señor del Ala del Cuervo
Gideon, fuerza de combate “Talon” +
+++”
La
Catedral Oscura apuntaba a Medusa V,
y con su llegada se llevaría a
cabo el exterminio de todos los enemigos
del Imperio.
3. Confrontare
Est.
La
flota al completo de los No Perdonados
llegó a la órbita de Medusa
V, alrededor del planeta, y extendiéndose
por todo el sistema, una batalla naval
de proporciones apocalípticas se
desarrollaba sin descanso, decenas de naves
habían llegado a la altura de desembarco
y escupían a sus guerreros sobre
el planeta.
Decenas
de naves eran destruidas sin saber que
enemigo las había destruido.
La flota imperial y de algunos capítulos
del Adeptus Astartes se enfrentaba a la
flota del Caos, a su vez se habían
detectado avanzadillas de otras flotas
avanzando desde el exterior del sistema.
En
el interior del Cuervo de la Tempestad,
la fuerza de combate de aproximadamente
media compañía de Ángeles
Oscuros se encontraba en sus puestos, aún
sin luz, las escuadras estaban formadas
y los sargentos pasaban revista.
Horas
antes se había celebrado
un rito en la capilla, el Capellán – Interrogador
Arpphaon había arengado a los reunidos,
había orado de la forma más
radical que sabía, haciendo palpitar
odio en los corazones de los marines y
sintiendo como la sangre pedía más
sangre en sus venas.
Cuando
acabó, tras el último
rito, podía ver decenas de ojos
ardiendo por la llama de la batalla, aún
sin haber entrado en ella. Ahora sus espíritus
estaban listos para llevar el fuego purificador
a la batalla.
Los
marines marcharon hacia sus respectivas
cápsulas de desembarco o Thunderhawks
asignadas, las puertas de los hangares
comenzaron a abrirse entre las luces rojas
que indicaban precaución.
La
guerra había
comenzado y las piezas se colocaban sobre
el tablero, ahora le tocaba mover al
enemigo.
4. La colmena Euryales
Los
servidores del tecnomarine Gethel comenzaron
a revestirle con las grebas de una reverenciada
armadura táctica
dreadnought. Poco a poco las placas de
armadura color azul encajaban entre sí y
eran conectadas al caparazón negro
y al propio exoesqueleto.
Con
reverencia el marine se colgó una
creux terminatus de la cintura, sin poder
evitar recorrer con uno de sus dedos los
gravados de las placas superiores de las
grebas, ahí, entre varios sellos
de pureza, estaban gravadas escenas de
guerra e imágenes de gloria y honor.
Con
el dedo índice recorrió la
escena de la batalla por Sidi, ese gravado
estaba medio oculto y era el signo de su
dolor. También puedo notar gravados
más antiguos, de su predecesor,
la armadura contaba con miles de años
de historia y cada propietario había
dejado sus marcas en ella.
Los
servidores continuaron con su trabajo
y encajaron las piezas del pecho y el
generador de energía del exoesqueleto. Por
unos instantes el marine liberó su
sentido psíquico y se enroscó alrededor
de la armadura, sintiendo los ecos psíquicos
de cientos de miles de batallas y todos
sus predecesores.
Mientras
los servidores colocaban las hombreras
y las holoinsignias de la hombrera derecha
se iluminaban con el símbolo
de la espada rota, el bibliotecario vivió la
recreación de una batalla lejana
en el tiempo.
Él era otro, uno muy antiguo, su
nombre perdido en las arenas del tiempo,
sus botas pisaban suelo pantanoso y prácticamente
se hundía hasta las rodillas. Estaba
rodeado de sus hermanos, pero todo era
diferente, frente a él también
estaban sus hermanos. Reconoció el
suelo que pisaba, la tierra se convertía
en barro a causa de un intensísimo
bombardeo orbital, la tierra se sacudía
y las construcciones se desgajaban, las
selvas eran aniquiladas por el fuego y
las bestias intentaban huir para encontrarse
con al muerte en el fuego cruzado. Fuego
cruzado entre hermanos. Caliban. Hacía
diez mil años.
El
bibliotecario aferró su esencia
psíquica y la ató de nuevo
al presente, no quería ver más,
no quería sentir nada más
de aquella guerra.
En esos instantes los servidores terminaron
su tarea y se alejaron con una reverencia.
El
hermano bibliotecario miró a
su alrededor, estaba medio oculto en las
sombras de sus aposentos, el librarium
a bordo del Cuervo de la Tempestad. La
intensidad de las electrovelas estaba al
mínimo y éstas arrojaban
sugerentes sombras por doquier.
El
marine se observó de arriba
abajo, revestido por la sagrada armadura,
su ya de por si complexión destacable
era inmensa. Pensó en mover la pierna
izquierda y la armadura respondió al
instante, Gethel había hecho bien
su trabajo.
Lentamente
se dio media vuelta, recogió el
yelmo de la mesa y se cubrió el
rostro con su capucha.
Caminó entre los pasillos silenciosos
del Cuervo de la Tempestad hasta la zona
de los hangares, la mayoría de sus
hermanos ya estaban siendo desplegados,
de hecho las primeras escaramuzas ya se
habrían realizado.
La
figura negra de Arpphaón apareció a
su lado.
-
Hermano, es la hora – con una
reverencia el capellán interrogador
entregó al bibliotecario una alabarda
de la que colgaban múltiples cables
y enchufes, había sido santificada
con los óleos más sagrados,
las letanías apropiadas habían
sido recitadas. – me he permitido
recitar las Letanías de la Destrucción
Demoníaca, lo he considerado apropiado.
-
Bien hecho, hermano Arpphaón.
Espéreme junto a la Thunderhawk Biennacida,
en seguida acudiré.
El
bibliotecario sopesó su arma
psíquica y comenzó a conectarla
metódicamente, su esencia psíquica
se derramó por la hoja del arma
y sintió el frío metal como
si fuese su propia piel.
Acto
seguido, mientras llegaba a unas compuertas
blindadas, conectó los
cables de su capucha psíquica al
enchufe de su nuca. Sus capacidades psíquicas
se vieron potenciadas y a la vez sintió como
una barrera impenetrable se erguía
entre su ente psíquico y el resto
de la disformidad.
A su llegada las inmensas compuertas se
abrieron a gran velocidad y revelaron una
austera sala en penumbra.
El
marine avanzó hasta el centro
de la sala y se arrodilló cuanto
le permitió la voluminosa armadura.
El
sonido de su exoesqueleto apenas se oyó comparado con el estruendo metálico
que se oyó en el otro extremo de
la sala.
Aún
a oscuras, la gigantesca figura del hermano
Kohan era capaz de intimidar.
Kohan
hizo girar su cañón
de asalto a modo de bienvenida y chasqueó su
puño de combate.
Karze
aún no se había habituado
a verle en su forma de guerrero de antaño,
de dreadnougth.
-
Nuestra amante la guerra nos llama una
vez más, Karze – sonó su
voz artificial por toda la sala.
-
Si, señor. Nuestras tropas han
sido desplegadas, las fuerzas de los No
Perdonados han llegado a la superficie
y pronto el resto de los Astartes estarán
siguiéndonos.
-
Extraños días en los que
los Ángeles Oscuros asumimos el
mando de otros capítulos…
-
Era necesario, esta vez combatiremos
guiados por el rugido del León,
es en los tiempos de mayor necesidad cuando
los líderes son necesarios. Nosotros
les hemos mostrado un camino y ellos, desorientados
como estaban, no han dudado en seguirnos,
con mayores o menores reticencias.
-
He “oído” que
el primer asalto de nuestras tropas contra
la colmena ha sido abortado por esos xenos
de orejas picudas.
-
Exacto, aún no se que pretenden
lograr con ello, si es que esos xenos se
rigen por algún designio, el asalto
ha sido ordenado, ahora mismo Arpphaón
y el resto del Grupo de Combate Venganza
me espera en el hangar. Me gustaría
contar con tu presencia Kohan, como en
los viejos tiempos, pero la hora final
aún no ha llegado.
-
Los eldars buscan algo, si mi sabiduría
sirve de algo, sé que ellos jamás
se rigen por sin sentidos…
-
Sí, lo sé, el portal… pero…
-
Has decidido obviarlo, has aceptado el
mando de defender la colmena, no envidio
tu postura. El portal tendrá que
ser preocupación de otros. Ahora
parte y cumple la voluntad del León
y el Emperador – interrumpió Kohan
mientras comenzaba a darse la vuelta.
- ¡Por el León! – susurró Karze
apenas audible.
Karze
se dirigió rápidamente
la hangar y se detuvo junto a la figura
de Arpphaón que le esperaba en la
rampa de la Thunderhawk.
- ¿Todo listo, hermano? – apuntó Arpphaón.
-
Si, hermano, despleguemos nuestras fuerzas
lo más rápidos posible, nuestra
avanzadilla se ha visto frenada por exploradores
eldars… atacaremos directamente
en los barrios superiores de la colmena,
al corazón del enemigo. Encárgate
de reorganizar a los hermanos ya desplegados,
que utilicen técnicas de infiltración
y se preparen para apoyar a nuestro grueso
cuando sea necesario.
-
Así se hará – respondió Arpphaón
mientras la rampa se cerraba tras ellos.
5.Amanecer de guerra
Las terribles sacudidas
de la cápsula
de desembarco anunciaron a toda la escuadra
la inminente llegada, el impacto tardó apenas
dos segundos en producirse. Era en los
próximos cinco segundos donde se
diferenciaría el entrenamiento de
un marine espacial del de cualquier otro
humano.
Las compuertas
de la cápsula de
desembarco se abrieron con un chasquido
y el ruido y el humo de una batalla ya
comenzada penetraron en ella.
A pesar de sus
voluminosas y pesadas armaduras, el hermano
Karze y su escuadra de mando, todos revestidos
con armaduras tácticas
dreadnought salieron de la cápsula
y se desplegaron en formación.
Toda la información de lo que ocurría
se mostró en el visor de los cuatro
exterminadores, dos de ellos nada más
desembarcar ya habían elegido un
blanco y abrían fuego con sus cañones
de asalto. El bibliotecario ni siquiera
necesitó recibir esa información,
instantes antes de desembarcar de la cápsula
de desembarco supo la localización
exacta de las fuerzas enemigas.
Un pelotón de guardias imperiales
con sus armaduras decoradas con obscenas
runas que herían a la vista se giró para
encararse a los exterminadores.
Karze proyectó directamente en
sus mentes la imagen de la pura muerte
y el pelotón se retiró en
desbandada, sin saber a donde huir.
Mientras su escuadra
destrozaba al pelotón
enemigo que huía Karze observó el
despliegue de su contingente. Habían
atacado en el corazón mismo de la
colmena mediante cápsulas de desembarco,
las tropas del Caos, lideradas por marines
espaciales del caos habían tomado
muchos de los barrios de la colmena. Uno
de ellos estaba a punto de volver a manos
imperiales.
La guardia traidora,
sobrepasada en número
y potencia por un enemigo que no paraba
de descender como Ángeles de la
Muerte desde los cielos huyó en
desbandada hacía los edificios más
cercanos.
- Muy bien, hermanos,
hemos conseguido desembarcar, pero la
guerra comienza en este mismo instante, ¡Por el Emperador! ¡Por
el León! – bramó el
bibliotecario en medio de sus hombres,
girándose hacía donde se
suponía que estaba el mando del
enemigo añadió unas palabras
en tono más bajo – arrepentíos
hoy, pues mañana moriréis.
El enemigo había huido en desbandada,
pero regresaba reorganizado y preparado
para frustrar el desembarco de los Ángeles
Oscuros.
- ¡Tercera escuadra, fortifíquense
en el edificio del flanco derecho; cuarta
escuadra, establezcan un depósito
de munición en el edificio central;
escuadra de devastadores, acuda a las instalaciones
médicas junto con el Apotecario
Privus; Predator martillo celestial, listo
para abrir fuego contra los transportes
enemigos, exterminadores a mí! ¡Muerte
al impuro! – bramó Karze por
el comunicador de frecuencia media, no
pudo evitar sentirse orgulloso cuando sus
hombres cumplieron sus órdenes sin
perder tiempo.
El enemigo no tardó en responder,
en el centro de sus líneas tropas
de infantería ligera de camuflaje
ocupó un edificio fortificado, en
el flanco izquierdo, frente a Karze y su
escuadra un chimera apareció a toda
velocidad.
Escuadras de armas
pesadas abrieron fuego desde la cobertura
de los edificios fortificados intentando
abatir de mayor número
de marines posibles. En el flanco izquierdo
unas unidades de bestias berreantes se
abalanzaron hacia una de las escuadras
tácticas.
Los primeros movimientos
no causaron grandes bajas en ninguno
de los dos bandos, pero el poco a poco
el avance de las bestial del flanco izquierdo
fue repelido por dos de las escuadras
tácticas.
Sus certeros disparos
retrasaron su avance y cuando finalmente
llegaron uno de los sargentos veterano
desechó a los
supervivientes fácilmente.
El Predator disparó con una cadencia
de fuego elevada gracias a sus bolters
pesados, aunque debido al camuflaje y los
edificios de que disponía el enemigo
gran parte del fuego fue en vano.
Por su parte los
devastadores, emplazados en uno de los
edificios barrieron sistemáticamente
a todos los enemigos a tiro, cualquier
traidor lo suficientemente loco como para
asomarse de su cobertura no recibía
más que un proyectil explosivo de
bolter pesado y una muerte rápida,
aunque no siempre indolora.
En el flanco izquierdo
se decidió la
batalla, el chimera salí disparado
hacia delante, pero un certero disparo
de plasma consiguió destruirlo justo
instantes después de que desembarcase
la tripulación. Los exterminadores
liderados por Karze, mientras éste
lanzaba manifestaciones psíquicas
que arrasaban las filas enemigas, cargó contra
el líder renegado y su séquito.
El combate se decantó desde el
comienzo a favor de los Ángeles
Oscuros, el líder enemigo fue machacado
sin piedad y los exterminadores se sacrificaron
para dar tiempo al resto del ejército
para acabar con los renegados.
Cuando el hermano
bibliotecario Karze se preparó para descargar toda su
furia psíquica un enrome estallido
de potencia disforme barrió toda
la colmena y le hizo trastabillar, sus
defensas habían bajado unos instantes,
los suficiente para que cientos de entidades
disformes se arremolinaras en torno a él.
En una maniobra
arriesgada atrajeron todo el fuego sobre
sí, de forma que
el resto del ejército consiguió abatir
prácticamente hasta el último
hereje y Karze quedase protegido mientras
intentaba recuperar el control.
Era solo el comienzo.
Cuando Karze se
alzó de nuevo rayos
de pura energía asomaban de sus
visores del casco y el aire estaba intranquilo
entorno suyo, había necesitado de
todos sus poderes para mantenerse a salvo.
- ¡Avanzad,
avanzad! Debemos tomar las posicione
de los renegados, las fuerzas del caos
han comenzado sus sacrificios rituales.
Más fuerzas renegadas estaban esperándoles,
el archihereje Valmor había jurado
con su sangre a Ygethmor que detendría
el avance de los No Perdonados y mandaba
a todas sus fuerzas en pos del contingente
Venganza desplegados en la colmena.
En una serie de
arriesgadas maniobras Karze hizo avanzar
a sus exterminadores por un flanco y
esta vez cargó contra
el transporte de tropas enemigo, los puños
de combate de los exterminadores atravesaron
el blindaje como si se tratase de papel,
Karze no solo resistió la contracarga,
sino que acabó con todos su atacantes
sin problemas.
Aquellos que le
rodeaban podían
sentir como las Cadenas de la Furia se
estremecían con cada nueva muerte,
aumentando el poder de Karze hasta límites
insospechados.
El resto del contingente,
desplegado por los edificios desplegó toda
su potencia de fuego contra las fuerzas
enemigas desgajando incluso las piedras
con su cadencia.
Apenas sufrieron
bajas por el fuego enemigo, Karze y sus
exterminadores habían
llegado a una velocidad antinatural hasta
sus líneas y los herejes se enfrentaban
al dilema de una muerte segura sus manos
o morir por le torrente de disparos.
Pese a que los
disparos concentrados de los herejes
atrincherados lograron detener el avance
de los exterminadores, Karze en solitario
atravesó las trincheras
enemigas cortando cabezas y entrañas
en un huracán de destrucción.
Cuando sus ansias
se aplacaron Karze observó el
campo de batalla, sus escuadras, exceptuando
la de exterminadores, paneas habían
sufrido bajas, mientras que el último
hereje resbalaba inerte en esos momentos
por su hoja.
La noticia de la
masacre pronto se extendería
entre las filas del enemigo, la muerte
que y destrucción provocada por
los No Perdonados anidaría en forma
de miedo en sus corazones.
- ¡Hermanos! – gritó Karze
desde las líneas enemigas, jadeando – la
de hoy ha sido una gran batalla, ahora
sabemos que el archihereje Valmor ha jurado
detenernos, ¿qué me decís,
hermanos, le mostramos la furia del León? ¿Portamos
a nuestros enemigos nuestro mensaje de
muerte y destrucción? ¿Honraremos
al Emperador y el León?
La respuesta se
escuchó como un
solo grito por todo el campo de batalla
sembrado de muertos, todas las voces de
los Ángeles Oscuro sonaron como
una sola, como un rugido que vaticinaba
la muerte que se extendería a sus
pies.
6. El enemigo.
Una figura encapuchada
recitaba varios salmos en el centro de
la sala, la temperatura era extremadamente
baja y el aliento de los presentes se
condensaba instantáneamente
en nubecillas de vapor.
Dos círculos concéntricos
de chamanes y hechiceros rodeaban a la
figura central, sus voces eran una sola
con el hechicero, sus movimientos resultaban
hipnóticos para cualquiera que los
siguiese con la mirada.
La enorme figura
de Valmor miraba la escena extasiado,
pese a ir sin su armadura de combate
su complexión resaltaba
incluso entre aquellos que eran marines
espaciales. Valmor flexionó varias
veces sus puños, él era un
guerrero, pero aún así apreciaba
el poder de la hechicería.
Sin embargo odiaba
perder el tiempo acudiendo de un lado
a otro o preparando a sus guerreros, él
solo quería entrar en combate rodeado
de sus hombres, combatiendo por un solo
ideal, el único que consideraba
posible, el poder.
Cada victoria le
acercaba un paso más
en la dirección de la inmortalidad,
a cada nueva victoria sus dioses posaban
la mirada en él y resultaba favorecido.
De hecho ardía en deseos de acudir
de nuevo a la batalla, sus músculos
estaban en tensión, preparados para
cualquier imprevisto, su mirada era penetrante
y llevaba oculto un cuchillo de combate
de hoja negra en el cinto.
En sus manos ese
cuchillo era lo suficientemente letal
como para defenderse de una cantidad
inverosímil de enemigos. Él
era Valmor, El Que Ha Visto, su historia
se remontaba milenios en el pasado.
Hubo un tiempo,
recordó Valmor,
que combatía como uno más
por el Emperador y la idea que éste
representaba, era el portaestandarte de
un capítulo de marines espaciales
cuyo nombre hacía años que
no se pronunciaba.
Llegó un día que su capítulo
vio la Verdad y todos se arrodillaron ante
ella, recibieron las bendiciones de la
Verdad y las maldiciones de los leales
al cadáver del Trono Dorado.
Tras siglos de
combates continuados en una cruzada para
convencer al mayor número
de mundos imperiales de la existencia de
la Verdad el capítulo había
sido parado en seco por las fuerzas imperiales.
Su señor por aquel entonces ordenó lo único
que podía ordenar: la huída
al Ojo del Terror.
Valmor abandonó a sus hermanos
en algún momento, después
de la retirada ya antes de que éstos
se convirtiesen en aberraciones estúpidas. Él
aún recordaba el secreto de la Verdad,
la Verdad era Poder, el Poder era Verdad.
Poder, nada más importaba.
Y era eso mismo,
Poder, lo que el buscaba y lograba en
cada batalla, Poder en estado puro. Cuando
Valmor caminaba las realidad misma parecía arremolinarse en torno
suya, zarcillos de esencias malignas pugnabas
por escaparse de su prisión y tomar
el mundo material.
De nuevo posó su mirada en los
hechiceros, todos ellos estaba confiados
de poseer Poder, pero no eran más
que siervos del Poder, canopes a través
de los cuales se manifestaba la pura esencia
del Poder.
Incluso él mismo lo era, uno entre
tantos, si fracasaba en Medusa V, sería
destruido como muchos otros, degradado
a una bestia berreante sin conciencia,
había visto a muchos más
poderoso que él caer. Por eso quería
alcanzar un grado más en su ascenso,
pasar de ser canope del Poder a portador
del Poder, estar tocado por él,
ser uno con él, ser elevado al rango
demoníaco.
Al fin el ritual
llegó a su fin,
los hechiceros se dejaron caer al suelo,
exhaustos y débiles, las runas del
suelo de la habitación se diluyeron,
la figura central tuvo una ligera convulsión.
Sin ni siquiera
girarse para mirarle le habló,
su voz estaba empapada de Poder, lo cual
hizo estremecerse de placer a Valmor:
- Detenlos, Valmor – su voz retumbó por
toda la estancia, parecía capaz
de desgajar la misma piedra y condenarlos
a todos al infierno – detenlos, y
estarás un paso más cerca
de tu preciada meta.
Ygethmor se giró y fijó su
vista en Valmor. Los ojos del hechicero
brillaron bajo la capucha, los de Valmor
desviaron la mirada rápidamente.
- Mi espada esta
ansiosa, Ygehtmor, todos ellos sucumbirían a ella y a mis
manos, ¡Por el Poder!
Cuando Valmor comenzó a girarse
la voz del gran hechicero le hizo detenerse
de nuevo, su voz parecía extrañamente… preocupada.
- Tus primeras
defensas han caído,
Valmor, no les subestimes.
- Mis primeras
defensas han caído
por que no estaban preparadas para ese
abordaje, me dijiste que me prepara para
un contraataque de la guardia, a lo sumo
de un par de capítulos desorganizados.
Su organización ha sido impecable,
su fuerza desplegada constaba de fuerzas
de cuatro capítulos aliados, incluso
han enviado destacamentos compuestos solo
por exterminadores. Pero ahora que están
desplegados es la hora de mi ataque, ¡pasado
su ímpetu no serán rivales!
- Escúchame bien, Valmor. No se
trata de cuatro capítulos cualesquiera,
ni siquiera están ellos solos. Acércate
y mira a través de mis ojos.
Valmor se mantuvo
indeciso a una distancia prudencial,
pero Ygethmor hizo un gesto con la mano
y sus piernas reaccionaron antes de que
pudiese evitarlo. Con paso inseguro se
situó al lado de Ygethmor
y miró a través de su experiencia,
viendo lo que él quería mostrarle.
Poco a poco comenzó a ver los hechos
del presente entre las brumas de las posibilidades,
vio una gran barcaza de batalla, Catedral
Oscura supo que se llamaba, acercándose
lentamente a la órbita de Medusa
V, vio las fuerzas de los No Perdonados
desembarcando sobre la superficie de Medusa,
pero especialmente se fijó en aquellos
que llegaban a la zona Euryales, pudo ver
el grupo de combate desembarcado directamente
sobre la capital y la afrenta personal
que ello suponía.
Cuando la visión terminó supo
muchas cosas, no puedo evitar sentir respeto
hacia sus oponentes, casi tanto como ansias
de arrancarles la vida; supo que tenía
que detener la punta de lanza desembarcada
sobre la colmena a cualquier precio, que
si no lo hacía no solo se enfrentarían
al poder de los No Perdonados, sino de
todos los Adeptus Astartes que les seguían.
Cuando la visión terminó supo
la amenaza que los hijos del León
suponían para los planes de Ygehtmor.
- Antes de que
marches para detenerles, Valmor… hay algunos guerreros que
se unirán a ti.
Humillado y sorprendido
Valmor no supo que decir cuando varias
figuras revestidas con servoarmaduras
negras se presentaron ante él, sus escrutadores ojos en
seguida repararon en su insignia, y no
puedo evitar una sarcástica sonrisa
cuando reconoció la espada alada
de la legión de los Ángeles
Oscuros.
7. El cazador cazado.
Unas figuras encapuchadas
aparecieron en su campo de visión, avanzando
hacia el entre el humo y los escombros
de las calles de la colmena Medusa, sus
túnicas hondeaban con furia a su
alrededor, y las boquillas de algunos de
ellos aún humeaban.
Poco a poco se
formó un círculo
a su alrededor, pero solo dos de los hombres
se atrevieron a acercarse más.
Sus pisadas resonaban
en la marea de sangre y entrañas que había esparcida
por el suelo. Parte de esa sangre era suya
propia, pero poco a poco se diluía
entre la de sus enemigos.
Entre terribles
calambres de dolor que recorrían su cuerpo alzó la
cabeza y miró las calles que se
extendían a su alrededor.
Hasta el último de sus enemigos
yacía sin vida por las ruinas, sus
servoarmaduras yacían por doquier,
esperando un trato de honor que jamás
recibirían.
En el flanco derecho,
las tres unidades de traidores que el
enemigo había
hecho avanzar para atraer el fuego de sus
hombres yacía destripada en el suelo,
las terribles explosiones del gran calibre
de los bolters pesados les habían
desmembrado, e incluso en algunas ocasiones
reducido a papilla.
Las fuerzas del
tejado de uno de los edificios se habían retirado ante el dantesco
espectáculo.
Pero el resto de
enemigos se habían
mantenido firmes hasta el final, pese a
todas las bajas sufridas por el temible
fuego desplegado, cuando la escuadra con
armas pesadas del enemigo fue aniquilada
por el sagrado predator y una de las escuadras
tácticas, cuando su escuadra de
asalto fue detenida mientras se lanzaba
al salto.
Aquel momento fue
clave, pensó entre
los espasmos de dolor que le rodeaban,
habían abortado la carga enemiga
y a su vez habían lanzado una contracarga
que había barrido a todos sus enemigos.
Con la escuadra
de asalto enemiga barrida sus fuerzas
habían avanzado sin
oposición hacía la zona del
enemigo, abatiendo a todo aquel que encontraban.
Incluso el blindado
enemigo, oculto hasta el final de la
batalla, había caído
por un certero disparo de plasma.
La bola de fuego
blanco resultante fue como un fuego artificial
se sonrió,
fue como la felicitación del mismísimo
Emperador por la batalla.
Las dos figuras
adelantadas, los sargentos veteranos
Lucius y Zadakiel, consideraron que habían dejado tiempo suficiente
para recuperarse y avanzaron con la intención
de levantarle en vilo, pero el hermano
Karze alzó una mano rechazando la
ayuda y costosamente se irguió sobre
una de las rodillas de la pesada armadura
táctica dreadnought.
El combate final
había dañado
el generador de la armadura y necesitaba
todas sus fuerzas para alzar el desproporcionado
peso de la armadura.
Cuando al fin se
irguió por completo,
se retiró el casco y la cogulla
y dejó que el viento azotase su
cara.
A su alrededor
estaban sus hermanos de batalla, los Ángeles Oscuros, victoriosos
una vez más por la gracia del León.
El enemigo había sido barrido como
jamás se lo habrían imaginado,
hasta el último de ellos había
muerto, mientras que las bajas entre sus
filas habían sido mínimas.
Su presa había escapado, pero no
podría esconderse por siempre.
Mientras unos servidores
del tecnomarine Gethel se apresuraban
a reparar el sistema de energía de la armadura Karze
ordenó que remataran hasta el último
de los oponentes. La caza debía
continuar, pero no iba a permitir que nadie
escapase de la furia del León.
Habían sido dos batallas prácticamente
seguidas contra los seguidores de Valmor,
esta vez contra marines espaciales renegados,
la élite de sus fuerzas. Sus hombres
no habían tenido apenas descanso,
pero no lo habían necesitado.
Recordó como en la primera de las
batallas el resultado había sido
el mismo, el enemigo había ofrecido
una tenaz resistencia, pero cuando estuvo
reducido por la temible potencia de fuego
desplegada por los Ángeles Oscuros
una gloriosa carga había decantado
finalmente la batalla hacia el bando imperial.
Prácticamente lo mismo que en la
segunda batalla, con la diferencia que
Valmor en persona había tomado cartas.
Imbuido por temibles
poderes Valmor había
buscado a Karze durante toda la batalla,
pero Karze se había negado a enfrentarse
a él hasta el final, era más útil
entre sus hombres y ese archihereje no
se había ganado aún el honor
de enfrentarse a él en épico
combate.
Finalmente, cuando
la orden de contracarga se extendió entre los Ángeles
Oscuros Karze salió a terreno despejado,
burlándose de los cañones
enemigos y había buscado a Valmor
con la mirada.
La escuadra de
mando de exterminadores de Karze apuntó con sus cañones
de asaltó contra Valmor, pero Karze
levantó una mano deteniéndoles.
Valmor era suyo.
Mientras los supervivientes de las fuerzas
de Valmor intentaban resistir el empuje
de las fuerzas del Lasciate, Valmor y Karze
se enfrentaron en singular combate.
Valmor descargó un torbellino de
golpes contra Karze, pero éste los
detuvo sin problemas con su arma psíquica,
mientras Valmor extendía el brazo
con el que empuñaba su espada Karze
realizó una finta y hundió su
hoja en el pecho de Valmor.
Fue entonces cuando
descubrió que
algo fallaba, cuando liberó su esencia
psíquica en la hoja y buscó la
mente de Valmor para reducirla a cenizas
se encontró de cara con una barrera
psíquica.
El combate físico se detuvo, pero
el combate psíquico que tuvo lugar
destrozó varios de los pilares de
los edificios cercanos. Valmor estaba protegido
por las mismísimas fuerzas de la
disformidad, y ahora su esencia se debatía
en un combate mortal con la de Karze.
Finalmente Karze
rompió el contacto
psíquico de golpe, sufriendo un
duro golpe en el proceso. Mientras caía
de rodillas por el esfuerzo vio impotente
como Valmor se alejaba arrastrándose.
El hereje apenas
podía ponerse
en pie, se arrastraba ayudándose
de la fuerza de los brazos y dejando un
reguero de sangre tras de si.
Un chasquido eléctrico indicó a
Karze que los servidores habían
terminado su trabajo, con un dedo señaló el
rastro de sangre dejado por el archihereje
y bramó:
- ¡Hermanos, que la cacería
comience!
8.
La amenaza alienígena
Las escuadras de
exploradores se dedicaron durante horas
a seguir el rastro de Valmor, Karze estaba
dispuesto a cualquier cosa con tal de
dar con él. Lo que pocos
sabían, nadie fuera de los miembros
del círculo interior y los sargentos
veteranos Lucius, Zadakiel, Balathasar
y los exterminadores; es que por unos breves
instantes la mente de Karze y la de Valmor
habían estado en contacto y el bibliotecario
había conseguido hacerse con retazos
de los recuerdos del hereje.
Karze había revivido el encuentro
entre Valmor e Ygehtmor desde los ojos
de Valmor, y lo más importante de
todo, había visto a los Caídos.
Tras ponerse en contacto con los miembros
de más alto rango del Círculo
Interior los Caídos fueron identificados
como los miembros de la escuadra Efestión,
al mando del Ángel Caído
Zirón.
Finalmente, tras
una ardua labor, los exploradores localizaron
el escondrijo de Valmor, donde éste
intentaba recuperarse de las heridas
sufridas y reorganizar a sus hombres.
El contingente
de batalla al completo se detuvo para
esperar la orden de atacar del hermano
Karze, los que estaban cerca de él
sintieron un descenso brusco de temperatura
y supieron que la orden se iba a retrasar.
- “¡Hermanos! – Comunicó Karze
en la frecuencia de corto alcance – Valmor
y sus hombres están acorralados,
sin posibilidad de escapar, sin embargo
la resistencia que ofrecerán será encarnizada
y nosotros no somos suficientes para tomar
su plaza por la fuerza.
He enviado una
petición de refuerzos
a la honorable barcaza de batalla Catedral
Oscura, pero éstos aún tardarán,
su despliegue va a ser complejo.
Sin embargo no
podemos permitirnos perder un tiempo
precioso montando guardia, una pequeña parte de nuestro contingente
se quedará aquí, haciéndole
parecer al enemigo que todos estamos esperándoles,
el resto me seguirán”.
Tras asignar un
pequeño grupo de
marines y los exploradores a Balathasar
se giró hacia los hombres que le
seguirían.
- “El hermano Hezekiah, del contingente
Arcángeles de Caliban, se ha enfrentado
a un temible enemigo… los tiránidos.”
Algunos de los
más veteranos, guerreros
que ya se habían enfrentado con
anterioridad a la amenaza tiránida
no pudieron reprimir un estremecimiento.
La escuadra de exterminadores tocó con
reverencia sus armaduras blanco hueso.
- “Lamentablemente, nuestros hermanos
de la primera compañía deberán
hacer frente al problema sin apoyo, no
tenemos tiempo de ayudarles. Sin embargo
si que podemos hacer algo por nuestros
hermanos, atacaremos la localización
que se nos ha facilitado de uno de los
nidos en la parte más baja de la
colmena. Es todo lo que podemos hacer”.
La Thunderhawk Biennacida se
encargó de recogerlos en unos minutos,
durante el corto trayecto todos los Ángeles
Oscuros recitaron letanías de odio
contra los xenos, odiaban no poder ayudar
a sus hermanos y se concienciaban para
lo que les esperaba.
Una leve sacudida
indicó que estaban
muy cerca del suelo, las escuadras tácticas
saltaron de Biennacida y aseguraron
el perímetro mientras los lentos
exterminadores y los devastadores descendían
a paso más lento.
La inmensa mole
de un Predator se perfiló contra
las luces de aterrizaje de la cañonera,
las mismas luces que iluminaron la dantesca
escena.
Los tiránidos, cogidos por sorpresa
en un principio, reaccionaron al ataque
abalanzándose contra los recién
llegados.
Cientos de cuerpos
quitinosos avanzaron entre las escasas
ruinas presentes en los niveles inferiores
de la colmena. Éstos
parecían haberse convertido en el
territorio de caza privado de los alienígenas
y habían sido arrasados.
Antes de que las
escuadras estuviesen afianzadas, las
rápidas siluetas
de genestealers, un líder de la
progenie, varios mantifex y un poderoso
tirano alado se abalanzaron desde el flanco
derecho.
Los devastadores
intentaron rechazarlos, pero el tirano
avanzó haciendo caso
omiso a la tormenta de fuego y se lanzó a
la carga.
Un instante después el cuerpo del
tirano yacía sin vida atravesado
por la espada del bibliotecario, el crepitar
de las energías liberadas aún
se podía escuchar junto con la voz
del bibliotecario gritando órdenes
desesperadamente.
Su apoyo al flanco
derecho le impidió apoyar
al izquierdo, donde dos progenies interminables
se lanzaron contra las escuadras tácticas
a cubierto. Pese a que las progenies fueron
reducidas y arrasadas esto permitió que
dos cárnifex, un zoántropo
y tres guerreros tiránidos llegasen
indemnes.
El Predator, al
quedarse sin objetivos a los que disparar
intentó apoyar
a las escuadras abatiendo a varios de los
guerreros tiránidos y al zoántropo,
antes de que este desplegase sus temibles
poderes.
El sargento veterano
Lucius, haciendo gala de una formidable
bravura lanzó a
sus hombres contra uno de los cárnifex
y éste cayó atravesado por
los disparos de plasma y bolter. No obstante
la situación se volvía desesperada,
y mientras en el flanco derecho los últimos
genestealers y los mántifex eran
rechazados el cárnifex superviviente
y los tiránidos contra cargaron
contra la escuadra de Lucius.
Los marines eran
superados una y otra vez por tan formidables
oponentes, y poco de la escuadra solo
quedó el propio
Lucius, resistiendo hasta la muerte en
el combate.
Cuando sus fuerzas
estaban a punto de agotarse el resto
de sus hermanos consiguieron llegar a
socorrerle y los últimos
vestigios de la marea tiránida cayeron
ante la furia de los Ángeles Oscuros.
Sin ningún descanso, los marines
avanzaron contra la titánica construcción
alienígena que parecía ser
un gran nido. El sacrificio de Hezekiah
y los suyos no iba a ser en vano, el nido
había sido tomado por sorpresa y
fue debidamente reducido a pulpa.
Los marines, encabezados
por los exterminadores y el propio Karze
desatando arcos de poder avanzaron en
un amplio semicírculo
incendiándolo todo con sus lanzallamas
y purgando cada milímetro de ese
sector.
Los tiránidos, pese a ser una marea
inagotable, se lanzaban sin ningún
sentido contra las ráfagas de fuego,
presas del descontrol por el ataque al
nido. Una tras otra las oleadas descontroladas
fueron rechazadas mientras los exterminadores
llegaron hasta la base del nido y se encargaron
de arrasarlo.
Finalmente el rugido de los motores de Biennacida alejándose
fue el único ruido que se escuchó en
todo el sector purgado, y la única
prueba de la existencia de los tiránidos
fue el olor a promethium y los restos de
icor en las túnicas de los Ángeles
Oscuros.
9. Asalto final.
El rugido de bolters
aumentaba in crescendo, por unos instantes
el hermano Karze recordó la
antigua música de la sagrada Terra
y se maravilló ante el arte de la
guerra.
Hacía una hora que había
ordenado el asalto final contra las fuerzas
de Valmor, los refuerzos habían
llegado en la Thunderhawk Biennacida y
habían sido desplegados a lo largo
del cerco.
Las fuerzas supervivientes
de Valmor se apiñaban en las ruinas de un barrio
del Manufactorium, las enormes construcciones
de cadenas de montaje y factorías
se extendían a lo largo y lo alto.
Los traidores resistían a la desesperada,
sabiendo que la furia de los Ángeles
Oscuros no se iba a aplacar hasta que todos
ellos estuviesen muertos.
Karze caminó lentamente revestido
con su armadura táctica dreadnought
entre las líneas de No Perdonados.
Habían ocupado y fortificado todos
y cada uno de los edificios que les habían
sido posibles, un vuelo rasante de la Thunderhawk
había obligado a los traidores a
agachar las cabezas y ellos habían
avanzado hasta el límite del perímetro
defensivo del archihereje.
Pasó junto a la escuadra del sargento
Lucius y la del sargento Zadakiel, ambas
escuadras habían avanzado a distancia
de fuego con sus bolters y acribillaban
las líneas de traidores una y otra
vez.
Protegidos pos
sus servoarmaduras y las ruinas sus posiciones
eran prácticamente
inexpugnables, pero lo mismo pasaba con
las líneas enemigas. Karze echó de
menos no poder lanzar un ataque mediante
cápsulas de desembarco directamente
contra las líneas enemigas pero
las necesidades de la guerra lo hacían
impracticable.
Un par de fogonazos
al rojo blanco de plasma le cegaron momentáneamente,
acto seguido fueron sendos lanzamisiles
quienes hicieron activar los controles
acústicos de su casco. Si no hubiese
sido un Ángel Oscuro habría
sentido compasión por su enemigo.
Siguiendo su revisión, saludó con
una inclinación de cabeza a Balathasar,
sargento de la escuadra de asalto que tantos
honores había adquirido desde su
encuentro en Faerun.
Cuando estaba a punto de llegar a la altura
de los devastadores de Uriel un grito ensordecedor
le hizo girarse.
Todos y absolutamente
todos los traidores que aún podían combatir habían
abandonado sus posiciones en un intento
desesperado de alcanzar las líneas
de Ángeles Oscuros. Todas sus fuerzas
confluían en un punto, el edificio
defendido por Zadakiel.
Karze sintió la locura en sus mentes,
la desesperación en sus actos y
la furia en sus pasos cada vez más
rápidos. Entonces recordó las
palabras del sabio Kohan “un enemigo
acorralado es el más peligroso de
todos”, iba a ser cierto después
de todo.
Decenas de marines
de armadura color rojo se dirigían como una marea, los
hombres de Zadakiel intentaron por todos
los medios detenerles mediante le fuego
concentrado de sus bolters, el rifle de
plasma y el lanzamisiles. El concierto
de destrucción llegaba a su punto álgido.
A esa distancia
prácticamente cualquier
disparo de bolter significaba una baja
entre la marea de servoarmaduras rojas,
Karze sintió como Zadakiel ordenaba
a sus hombres abrir fuego en modo automático.
Su voz no dejaba
lugar a dudas, no había
victoria contra ese asalto, pero no iban
a dar un paso atrás. Henchido de
orgullo por la actuación del sargento
Karze se giró y ordenó su
propia carga.
Todas las fuerzas
estaban confluyendo en el mismo punto,
los traidores más
avanzados habían ya llegado a la
carga de la escuadra de Zadakiel, el resto
habían sido retenidos unos instantes
por la cadencia de fuego, más que
suficiente.
Desde el flanco
izquierdo el Land Speeder Cazador sobrevoló la calle abatiendo
con su armamento a plena potencia a todo
objetivo que parecía demasiado fuerte,
en otra situación el vuelo del gravitatorio
habría sido un suicidio, pero los
traidores ni siquiera se preocuparon de él.
Las brechas abiertas por el Speeder se
cerraban al instante, como una herida supurante.
La escuadra de
Lucius, en el flanco izquierdo abandonó sus posiciones y se lanzó a
la carga junto con la escuadra del Ala
de la Muerte y el bibliotecario. Cuando
llegaron a distancia afianzaron sus pies
en el suelo y desplegaron todo el poder
de sus armas a corta distancia, haciendo
flaquear aún más el asalto
enemigo.
La escuadra de
exterminadores liderada por Karze llegó al asalto. En el
centro de la calle reinaba el caos más
absoluto, la cacofonía discordante
del concierto, los traidores se lanzaban
como locos contra los exterminadores, para
morir abatidos por bolters de asalto, cañones
de asalto o puños de combate. Sin
embargo la escuadra de exterminadores corría
el riesgo de ser superada.
Dos escuadras de
asalto enemigas descendieron furiosamente
directamente sobre ellos. Karze partió en dos a uno de ellos
mientras descendía y se quedó asqueado
al darse cuenta del motivo por el cual
sus armaduras lucían un color rojo
más intenso: las habían cubierto
con la sangre de sus caídos.
Karze giró sobre sí mismo
haciendo trastabillar a todos cuantos le
rodeaban, maldijo la lentitud de su armadura
y bendijo la sagrada protección
que le ofrecía.
La escuadra de
Lucius estaba a punto de ser superada,
Karze ya podía distinguir
solo a Lucius, abatiendo enemigo tras enemigo
con su arma de energía, sin dar
un solo paso atrás.
Otra escuadra enemiga
llegó a la
refriega y la balanza pareció volcarse
a favor de los traidores. Un grito resonó tras
Karze, éste se giró y vio
la imponente figura de Valmor avanzando
hacia él y señalándolo
con un dedo a modo de desafío.
Karze recordó su anterior enfrentamiento,
el duelo de mentes, la forma en la que
Valmor había huido, arrastrándose
sobre su pecho con ayuda de sus brazos.
Recordó también toda la información
que había arrancado de su cerebro,
como si se tratase de una violación.
Entonces decidió que Valmor ya no
le servía para nada.
Abrió un canal de comunicación
psíquico con el conductor del Predator
Martillo Celestial y otro con el sargento
Balathasar.
Un instante después un rayo súper
calentado de láser al rojo blanco
se dirigió en línea recta
contra Valmor, desintegrando todo lo que
tocaba. Valmor sintió la amenaza
justo antes de que los cañones láser
acoplados disparasen, pero para cuando
terminó de girar el cuello ya había
muerto calcinado dentro de su servoarmadura.
Murió calcinado antes de que el
rayo láser le impactase, pero murió esbozando
una sonrisa, pues al fin había conocido
el Poder en su estado máximo, el
Poder de la Furia del Emperador, el Poder
de la Furia de los Ángeles Oscuros
y el Poder de unos Cañones Láser
Acoplados de Torreta Kz9,76 “Stormbringer”.
Un instante después su armadura
también había sido desintegrada.
En el mismo momento
que la armadura de Valmor era desintegrada
la escuadra de Balathasar descendió sobre la marea
de enemigos disparando sus pistolas bolter
y sendas pistolas de plasma. Los fogonazos
abrieron varios huecos entre los traidores,
pero el impulsó de la carga de la
escuadra de Balathasar fue lo que equilibró de
nuevo la batalla.
Karze se abrió paso a golpe de
espada hasta donde Zadakiel sobrevivía
como podía y le cubrió, haciendo
retroceder a los enemigos de nuevo hasta
la calle.
La escuadra de
Balathasar junto con la de exterminadores
rechazó a los últimos
hombres de Valmor y los devastadores y
la escuadra de Lucius junto con los dos
Predators se encargaron de abatir a todo
aquel que huía.
El concierto llegó a
su final y los acordes finales sonaron
junto con el rugido de los bolters rematando
a todos los traidores.
El sol ya se ponía cuando los últimos
estampidos de descargas se silenciaron,
Karze se giró hacia los suyos y
todos juntos rugieron por la victoria y
por el honor de los caídos en combate.
Hasta el último traidor de Valmor,
incluido él mismo, habían
sido ajusticiados. Cuando abandonaron el
campo de batalla los Ángeles Oscuros
dejaron tras de sí a todos los cadáveres
enemigos intactos crucificados, a modo
de advertencia para todo aquel que se quisiera
apartar de la Luz del Emperador.
El resto de cuerpos
ardía en una
inmensa pira en el edificio mejor conservador
de la zona industrial. Karze maldijo no
poder contar con siquiera un fragmento
de la armadura de Valmor a modo de trofeo,
y justo en el instante que ese pensamiento
acudía a su mente le pareció ver
una figura revestida con una servoarmadura
negra y una túnica que había
estado observando el advenir de los hechos
y se retiraba.
10. Viejos amigos.
Una Thunderhawk
de color verde oscuro y con la insignia
de los Ángeles
Oscuros aterrizó en una zona exterior
a la Colmena Euryales con las luces de
posición desconectadas.
El sonido de los
cierres hidráulicos
y el ronroneo del motor al mínimo
era lo único que delataba su presencia.
Cualquier observador se habría sentido
más atraído por el espectáculo
de la ciudad en el horizonte que por una
masa negra irreconocible.
Cuando la rampa
se terminó de abrir
la luz hirió en la noche, siete
figuras se recortaron contra la luz y comenzaron
a descender. Cuando llegaron al final de
la rampa se detuvieron y las puertas se
cerraron de nuevo.
Las túnicas que vestían
se revolvieron furiosas cuando una segunda
Thunderhawk se aproximó y tomó tierra
peligrosamente cerca. Su color era azul
oscuro y el signo del capítulo no
se distinguía en la noche no obstante
Karze sabía que era de los Caballeros
de la Tormenta.
La segunda Thunderhawk
había descendido
con la rampa ya extendida e instantes antes
de que tocase tierra dos figuras saltaron
a tierra.
En la más negra de las noches,
con la amoratada y henchida catapulta del
infierno brillando en el cielo de Medusa
V la guardia de honor de seis exterminadores
del bibliotecario Karze se pusieron en
posición de firmes a su alrededor.
El bibliotecario Ixart y el juez Anithos
de los Caballeros Grises avanzaron hasta
su posición.
Abandonando todo el protocolo, y ante
la mirada grave de Anithos, Karze e Ixart
avanzaron hasta darse la mano y abrazarse
como dos viejos conocidos.
- Nos encontramos
en este infierno también,
viejo amigo.
- En efecto, Karze, parece ser que se
nos quieren llevar a los dos juntos al
infierno.
- ¿Entonces, qué tienes
para mí exactamente?
- El mismísimo infierno… he
oído de tu purga al nido Tiránido
y he pensado que esto te gustaría:
una horda Tiránida como jamás
habrás visto. Ha atravesado las
defensas de la cicatriz de Guilleman y
se dirige directamente contra la colmena.
Si logra llegar y absorber el resto de
nidos será el final. Enfrentarse
a ellos es como mínimo un suicido.
El bibliotecario
Karze observó la
armadura de Ixart, estaba llena de trofeos
Tiránidos, su capítulo era
un experto en enfrentarse a esa amenaza,
si Ixart decía que era un suicidio… es
que lo era.
Acto seguido miró interrogativamente
al juez, no le gustaban los Caballeros
Grises, y menos a los inquisidores a los
que servían.
- Un viejo pacto
y una vieja deuda de sangre, venimos
a morir junto al hermano bibliotecario
Ixart – dijo Anithos
la sentirse observado.
Karze ni siquiera
se molestó en
contestarle, señaló la Thunderhawk
azul y cuando comenzaba a girarse hacia
su propia Thunderhawk añadió.
- Detrás
de vosotros, Ixart.
11. Portadores
de la muerte.
Ixart no había mentido, la avanzadilla
de las fuerzas Tiránidas superaba
más de tres veces a la fuerza reunida
entre Ixart y Karze.
Las primeras lecturas
de auspex mostraron un resultado que
muchos pensaron que era erróneo,
sin embargo cuando alzaron la vista desde
el Rhino Damocles de mando se estremecieron
al ver la realidad.
Un tirano alado,
otro tirano acompañado
de tres fenotipos conocidos como escoltas,
veintisiete fenotipos de guerrero tiránido,
dos cárnifex, tres extraños
zoántropos, visibles claramente
también para los bibliotecarios,
dieciocho mantifex, treinta y seis genestealers
y noventa y seis hormagantes. Y era solo
la avanzadilla.
Las fuerzas del Adeptus Astartes eran
cincuenta y nueve hombres y un Predator.
Los primeros movimientos
de la batalla se desarrollaron en noche
cerrada. Las fuerzas imperiales desplegaron
en línea,
preparados para contener el avance tiránido
a toda costa. Aprovecharon todas las coberturas
ofrecidas por varios edificios derruidos
frente a los que se extendía una
explanada sin cobertura apenas para los
tiránidos.
Varios pozos de
tirados y varias líneas
de espinos habían sido construidos
a toda prisa. Los espinos tenían
la dudosa misión de detener el avance
tiránido por unos instantes e incluso
llegar a dividir su avance en varias oleadas.
Karze e Ixart recorrieron
las líneas
imperiales saludando a cada uno de sus
hombres por su nombre, eran conscientes
que pocos sobrevivirían. Eran miembros
del Adeptus Astartes, no conocían
el miedo pero aún así sus
miradas eran las de hombres que encarnan
la muerte y se enfrentan a ella.
La escuadra de
Lucius y la escuadra de Zadakiel desplegaron
en los puntos más
críticos, donde su testarudez sería
más necesaria. Junto a ellos desplegó una
escuadra táctica de los Caballeros
de la Tormenta y otra de Caballeros Grises
listos para lanzarse a la carga cuando
la horda tiránida llegase.
Dos escuadras de
devastadores, una de cada capítulo y el Predator Martillo
Celestial desplegaron una posición
mas retrasados, preparados para descargar
una tormenta de fuego sobre sus oponentes.
Una escuadra de exploradores francotiradores
de los Caballeros de la Tormenta avanzó sobre
el flanco derecho para abatir a cualquier
criatura monstruosa.
Finalmente una
escuadra de asalto se parapetó tras
unas ruinas aguardando el momento de la
contracarga, el bibliotecario Ixart lo
hizo en el flanco derecho y el bibliotecario
Karze en el izquierdo junto con su escuadra
de mando del Ala de la Muerte.
Los últimos vestigios de la noche
comenzaban a desvanecerse y una cacofonía
de ruidos quitinosos, de garrar rozando
el suelo y cuerpos rozándose entre
sí invadió el campo de batalla.
Las primeras criaturas aparecieron en el
horizonte.
- Uriel, que tu
escuadra de devastadores abra fuego contra
los genestealers a tiro y posteriormente
contra los mantifex, no permitas que
lleguen a nuestras posiciones. Predator
Martillo Celestial, acaba con ese tirano
alado del flanco derecho, ¡destrózalo
por el Emperador! Escuadras tácticas
tres y cuatro, mantengan sus posiciones
en los pozos de tirador, abatan a las progenies
más avanzadas, usen misiles de fragmentación.
Como respuesta
a sus órdenes toda
la línea de batalla abrió fuego
simultáneamente, la luz cegadora
provocada por los disparos convirtió la
noche en día.
Muchos de los disparos
no dieron en el blanco debido a la oscuridad,
impenetrable aún incluso para
los sentidos mejorados de los marines.
- ¡Ala de la Muerte a mí! ¡Acabad
con ese Cárnifex antes de que llegue
a nuestras líneas!
Toda la marea tiránida se abalanzó hacia
delante, sorteando los obstáculos
con facilidad y esperando ahogar a los
defensores con su mero número. Una
auténtica nube de proyectiles bolter
les recibía a cada paso que daban,
las escuadras tácticas abrían
fugo contra las progenies más avanzadas,
los devastadores abrían fuego contra
las progenies más peligrosas, convirtiéndolas
en nubes de pulpa y caparazones quitinosos
en suspensión.
Los marines veían con desesperación
como cada baja parecía no contar
en la batalla, cuando se abría una
brecha en una de las progenies otra corría
a sustituirla.
El hermano bibliotecario
Ixart avanzó en
solitario por el flanco izquierdo, abatiendo
a innumerables enemigos con sus descargas
psíquicas. El tirano de enjambre
alado, una de las criaturas más
peligrosas presentes, avanzó por
el mismo flanco, esperando poder lanzarse
en una carga casi suicida pero que ganase
tiempo al resto de progenies.
Una soberana actuación de los exploradores
francotiradores, digna de mención,
y el Predator de los Ángeles Oscuros
mandó al tirano alado al infierno
de los tiránidos, si es que existía.
En el flanco derecho
el bibliotecario Karze y la escuadra
de exterminadores abandonaron las filasy
se internaron entre las filas tiránidas,
dispuestos a abatir a toda criatura que
se acercase demasiado
- Hermano Karze,
el flanco derecho está sufriendo
mucho, el tirano alado ha sido eliminado
pero las bajas que sufre el enemigo son
insuficientes para detenerlos. Me temo
que hay presencia de demasiadas criaturas
sinápticas, ¡no podremos eliminar
la red sináptica!
- Hermano, intentad resistir todo el tiempo
posible, intentad retrasar a los exploradores
y preparad a los caballeros grises para
la contracarga.
Karze maldijo y
cortó la comunicación
psíquica con el bibliotecario Ixart,
un enorme cárnifex había
comenzado a disparar contra las líneas
y sus cañones orgánicos estaban
causando una gran devastación.
Giró la cabeza y asintió al
sargento de los exterminadores, éste,
entendiendo la señal dio las órdenes
pertinentes y el inimitable sonido de rotación
de un par de cañones de asalto se
dejó oír por encima del estruendo
causado por el cárnifex.
La mayoría de los impactos rebotaron
contra la gruesa armadura natural del tiránido,
pero comenzó a sangrar, o lo que
quiera que fuesen aquellos fluidos, por
varios impactos.
- ¡Continuad,
continuad!
Dos progenies de
guerreros tiránidos
se dirigían hacia ellos y apenas
les quedaba tiempo, si no volvían
a las líneas defensivas serían
rodeados y superados.
En el flanco izquierdo
Ixart observó impotente
como un cárnifex y varias progenies
llegaban a la altura de los exploradores
y los despedazaban en un abrir y cerrar
de ojos, ni tan siquiera había tenido
tiempo de ordenar la retirada.
La escuadra de
Lucius, apoyada por los Caballeros Grises
también sufría
la carga de una progenie de hormagantes,
los devastadores al mando de Uriel y el
Predator, ligeramente retrasados intentaban
evitar la llegada de genestealers y mantifex
a las líneas.
La escuadra de
Zadakiel había sufrido
también otra carga de hormagantes
y sus bolters se habían silenciado
dando paso al sonido de los cuchillos desenfundándose.
La escuadra de
Caballeros de la Tormenta también recibió su propia
carga de gantes, pese a que éstos
habían sufrido incontables bajas.
Karze y los exterminadores
se vieron rodeados por guerreros tiránidos y el cárnifex
se abalanzo sobre ellos rugiendo.
La línea había sido alcanzada
y las bajas entre los tiránidos
eran insuficientes.
12.
La hora más
oscura.
El tiempo y la
esperanza parecía
haberse acabado, cada marine combatía
como un héroe por derecho propio,
pero ninguno lo hacía con esperanzas
de sobrevivir
Varios exterminadores
cayeron a causa de los ataques del cárnifex y los
guerreros tiránidos, la escuadra
de Caballeros de la Tormenta rechazó a
los gantes entre gritos jubilosos solo
para darse cuenta que dos progenies más
estaban a punto de lanzarse a la carga.
Los últimos devastadores de los
Caballeros de la Tormenta murieron bajo
el fuego continuado de las criaturas tiránidas
y sus armas se acallaron para siempre.
La escuadra de
Zadakiel resistía
como podía, los marines de asalto
de los Caballeros de la Tormenta salieron
de sus posiciones para cargar a la progenie
que les superaba y acabaron conjuntamente
con todos ellos en una marea de surtidores
de sangre e icor. La escuadra de asalto
consolidó contra las líneas
tiránidas, intentando ganar tiempo
a la escuadra táctica.
No obstante los
tiránidos les recibieron
en un mortal abrazo, rodeándolos
y superándolos antes siquiera de
que tomasen tierra. Todos ellos murieron
antes de que los supervivientes de la escuadra
de Zadakiel recargasen sus bolters.
En el flanco izquierdo
la situación
era más delicada aún. Toda
la marea tiránida comenzó a
dirigirse a ese flanco para superarlo.
La escuadra de
Lucius fue finalmente superada, no sin
antes llevarse por delante a varas progenies
y los Ángeles Oscuros
cayeron entre el barro y las entrañas.
Los Caballeros Grises se lanzaron a la
carga profiriendo salvajes gritos y se
descubrieron absolutamente solos frente
a toda la marea.
El bibliotecario
Ixart se lanzó contra
una progenie de genestealers, el Predator
despedazó a todos menos a uno de
ellos, pro aún así el último
superviviente se enfrentó contra
todo pronóstico al bibliotecario
y atravesó su ancestral armadura
con sus cuatro pares de garras.
Ixart cayó momentáneamente
de rodillas, sangrando por la boca y observando
sorprendido la herida de su torso, por
la que casi asomaban sus entrañas.
Giró la cabeza y vio a todas las
escuadras luchando amargamente por su supervivencia,
toda estrategia perdida y la línea
defensiva superada ampliamente.
Apoyándose sobre su hoja intentó alzarse
de nuevo, negándose a morir frente
al genestealer, cuando estaba irguiéndose
de nuevo las garras impactaron en él.
Decenas de luces de regencia se encendieron
en el visor resquebrajado del casco.
Ixart se lo quitó y escupió sangre
a un lado, el genestealer se lanzó sobre él
de nuevo y comenzó a despedazar
la armadura de exterminador con total facilidad.
Cuando el genestealer alzaba su cara en
una mueca de victoria una descarga de proyectiles
alter le hizo estallar como a un muñeco.
El sargento Uriel
había abandonado
la posición junto a sus devastadores
y se encontraba erguido en toda su estatura
sujetando firmemente una pistola bolter
aún humeante y un cuchillo de combate,
se agachó y comenzó a arrastrar
el cuerpo aún con vida del bibliotecario
hacia la relativa seguridad de la retaguardia.
El sol había
alcanzado su cenit, compitiendo en intensidad
con la Catapulta del Infierno.
- Uriel, Predator,
dejad de disparar a los objetivos marcados,
abatid la línea
central de los tiránidos, dividid
la horda en dos oleadas, ¡hacedlo
por el León y vuestros hermanos!
La furia y rabia
no contenida por las muertes de sus hermanos
se transformaron en salvas de proyectiles
bolter que impactaron en las filas centrales
de la marea, dividiéndola
tal y como se había ordenado en
dos oleadas.
En el flanco izquierdo
los Caballeros Grises se enfrentaron
a ambas oleadas y consiguieron detenerlas,
mientras los devastadores y el Predator
atacaban a las progenies que aparecían
por el horizonte.
En el flanco derecho,
el hermano bibliotecario Karze bajó unos instantes su arma
psíquica para observar el campo
de batalla.
La escuadra de
Caballeros de la Tormenta situada tras él estaba prácticamente
intacta, la escuadra de Zadakiel a mitad
de efectivos resistía con dificultades,
en el flanco izquierdo los Caballeros Grises,
los devastadores de Uriel y el Predator
eran los últimos supervivientes.
Con un rugido y
acompañado de los
dos únicos exterminadores que quedaban
en pie pasó por encima del cadáver
del cárnifex abatido y se lanzó contra
otra progenie de guerreros, similar a la
que acaba de despedazar.
Su carga evitó que la línea
de Zadakiel se viese abrumada de nuevo
y éstos abrieron fuego de nuevo
contra las progenies que inundaban el flanco
izquierdo.
De pronto, cuando
el sol comenzaba de nuevo a ponerse una
progenie de guerreros tiránidos y dos de mantifex comenzaron
a retirarse hacia donde habían venido.
Los marines no
daban crédito de
lo que veían: habían triunfado.
Tan rápido como habían aparecido
todos los tiránidos se escabulleron,
dejando tras de sí un campo de batalla
en el que hasta el último centímetro
cuadrado estaba cubierto por cadáveres.
Un grito de victoria
y rabia recorrió la
línea de marines, varias salvas
sonaron a lo largo de la línea y
los sargentos clavaron sus armas en el
suelo a modo de respeto.
Las bajas habían sido terribles,
pero ninguno de los supervivientes había
esperado sobrevivir. Habían detenido
el avance de un enjambre tiránido
con su tenacidad y heroísmo y el
nombre de los caídos no se olvidaría
jamás.
Karze avanzó a paso rápido
hasta donde se encontraba el hermano Ixart,
a salvo en la posición de Uriel.
- ¿Cómo ha ido hermano?
Si estás aquí o todos estamos
muertos o el Emperador nos ama más
de lo que creíamos… - a cada
palabra su rostro se transformaba en una
máscara de agonía y dolor,
intentaba desesperadamente cubrirse la
herida del vientre con las manos, el color
de su armadura se había tornado
prácticamente rojo.
- Ha sido un gran
combate, hermano. El más grandioso que jamás había
presenciado – Karze se incorporó y
alzó la voz para que todos le oyesen – hoy
la voluntad del Emperador ha sido cumplida,
nos hemos alzado con la victoria frente
a los alienígenas cuando era imposible, ¡Por
el Emperador! ¡Que el nombre de los
caídos no caiga en el olvido! ¡Haremos
pagar a nuestros enemigos por cada gota
de sangre derramada!
Un
estruendoso rugido se extendió entre
los presentes, incluso el Juez Anithos se
animó a rugir por la victoria y por
los caídos en un combate que jamás
habría imaginado.
13.
Situación
La línea crepitó con aspereza,
esperando que alguien la utilizase un vez
había sido abierta. El tecnomarine
Gethel se retiró respetuosamente
para aumentar su intimidad como hacía
de costumbre.
Los servidores
lobotomizados se desconectaron automáticamente a una orden suya,
el interior de la sala era uno de os lugares
más seguros en ese mismo momento.
La Thunderhawk Biennacida había
tomado tierra en cuanto le había
sido posible y había evacuado a
los heridos y supervivientes del enfrentamiento
contra los tiránidos. Ahora la Thunderhawk
aguardaba en el hangar principal de la
nave Cuervo de la Tempestad, la
ligera y maniobrable nave que servía
como cuartel genera al Lasciate Ogne
Speranza.
Tres días de descanso habían
seguido al enfrentamiento con los tiránidos,
era un tiempo del que no disponían,
pero Karze no iba a hacer combatir a sus
hombres antes de un mínimo de tiempo.
Se habían ganado el descanso, Gethel
y sus servidores habían trabajado
frenéticamente esos tres días,
reparando y preparando todo el equipo necesario
para continuar la campaña. El Apotecario
había tenido el mismo más
trabajo, multitud de heridos, bajas hasta
el final de la campaña y varias
bajas definitivas cuyas semillas genéticas
debían ser recuperadas.
“Línea
con el Conclavium Angelicae abierta” Repitió la
máquina.
Karze se situó sobre un círculo
de color oscuro en el suelo y oprimió una
runa en el panel de control. Las puertas
de la sala de comunicación de sellaron
automáticamente en respuesta a un
código de seguridad primario y un
escáner de luz azulada comenzó a
recorrerle de arriba abajo. Sus heridas
y cicatrices, pues iba sin su armadura,
se hicieron más visibles bajo la
luz. Los tatuajes que le llegaban desde
el dorso de la mano izquierda hasta la
mejilla izquierda pasando por el hombro
resplandecieron con furia.
Uno de ellos era
muy reciente, estaba situado cerca de
lóbulo de la oreja
y, pese a que seguía la geometría
del tatuaje inicial podía verse
una pequeñísima cabeza de
tiránido con un cuchillo de combate
atravesándola.
- “Venerable Conclavium Angelicae,
hermano bibliotecario Karze informando
de la situación del Grupo de Combate
Venganza.
Las escaramuzas
iniciales para desplegar los diferentes
contingentes han concluido y la guerra
en toda su crudeza ha comenzado. La situación en la colmena está bajo
control por el momento, pese a un número
desestimable de derrotas, todas las actuaciones
de los No Perdonados del Grupo de Combate
Venganza han concluido satisfactoriamente.
La misión de aniquilación
de las fuerzas de Valmor, asumida por mi
contingente ha sido todo un éxito,
pese a no tener pruebas físicas
de la muerte del archihereje todas sus
fueron erradicadas.
El hermano Ezekiah
del Ala de la Muerte ha informado también de varias victorias,
incluida un gran noticia: un posible informador
de la situación de uno de los Caídos
de la escuadra Efestión ha sido
capturado. Parece ser que un capellán
de nuestros hermanos os Ultramarines poseía
cierta… delicada información.
El enfrentamiento ha sido inevitable pero
completamente satisfactorio: no se ha dejado
ninguna prueba de la matanza y el capellán
fue apresado.
A parte de las
victorias contra los traidores de Valmor,
los marines del Caos de la Guardia de
la Muerte y otros seguidores de los Poderes
Ruinosos por parte de Grupo de Combate
también cabe destacar las
victorias frente a la amenaza tiránida
que se ha cernido en los últimos
días sobre la Colmena.
Un enjambre completo
fue erradicado hace tres días
junto a los Caballeros de la Tormenta
como fue debidamente informado, adjunto
lista de bajas y recomendaciones de recompensas
al honor.
Debido a la situación de la ciudad
colmena y de los avances conseguidos por
los tres Grupos de Combate los objetivos
del Grupo de Combate Venganza continuará su
misión en la Colmena.
El objetivo primario
continúa siendo
acabar con todos los contingentes del caos
desplegados en a colmena, pero se añade
como objetivo primario adicional la búsqueda
y captura de los Ángeles Caídos
de la escuadra Efestión que siguen
a Zirón.
El objetivo secundario
será la
derrota de toda fuerza tiránida
que amenace el precario equilibrio de fuerzas
en la colmena y socorrer a cualquier frente
de guerra abierto por otras fuerzas imperiales.
La situación de la zona Euryales
es delicada, extremadamente delicada me
atrevería a decir, pese a que la
situación imperial en la globalidad
del planeta es satisfactoria. Será necesario
aumentar nuestras maniobras en la zona.
Sin más, corto la comunicación,
mi contingente será redesplegado
en breve, marcharemos tras la pista de
uno de los mayores generales del Caos en
la zona Euryales. ¡Gloria al León
y sus Hijos! ¡Hasta que la espada
sea reforjada!”
Karze abandonó el círculo
y la luz del escáner azulada se
detuvo inmediatamente, las compuertas se
desbloquearon y una de ellas se abrió.
- Adelante hermano
Arpphaón, espero
no haberle hecho esperar excesivamente.
- Señor, las fuerzas del general
del Caos Soulbraker han sido localizadas
como ordenó…
- Perfecto – interrumpió Karze – pasemos
a discutir acerca de ellos al strategium.
14. El pulso de
Soulbraker
Las fuerzas de
Soulbraker avanzaban sin oposición por todo el sector Euryales,
las masacres que provocaban eran de las
mayores vistas en todo el sector y ya eran
varios los comandantes, incluso del Adeptus
Astartes, que habían sido arrasados
por él.
Sus fuerzas se
dirigían en una
columna cuidada hacia la Ciudad Colmena,
listas para tomarla por la fuerza desde
los barrios más bajos hasta la cúspide.
Nadie les había plantad frente desde
su último enfrentamiento con fuerzas
enemigas y los marines de la Legión
Negra avanzaban confiadamente por los páramos
creados por la artillería.
La larga columna
de guerreros estaba seguida por varios
transportes, entre ellos un Land Raider,
que avanzaban al paso de la infantería
para no dejarlos atrasados.
Dos máquinas, mitad máquina
mitad demonio, avanzaban sobre sus seis
patas arácnidas inspeccionando los
alrededores con sus cañones de batalla.
Una escuadra de motos iba en el flanco
izquierdo, reconociendo el terreno y listas
ara avisar de cualquier problema al resto
del contingente.
El propio Soulbraker,
quien había
alcanzado el grado de príncipe demonio,
dirigía a las tropas desde su forma
cambiante. Su armadura demoníaca
gritaba con las voces de centenares de
almas condenadas y las entidades de la
deformidad se arremolinaban en torno suyo.
Su presencia había bastado para
evitar muchos de los enfrentamientos, y
su corrupta alma comenzaba a sentirse sedienta.
Poco a poco su
alma se encaminaba por los pasos del
dios de la sangre, y Soulbraker no hacía nada para evitarlo, sus
ansias de matar eran tan grandes que varios
de los suyos ya habían muerto al
ofrecerle la más mínima excusa
para ganarse una atroz muerte.
La columna ya estaba cerca de la base
de la colmena cuando unas figuras aparecieron
en el horizonte.
- Escuadra de motoristas
Apocalipsis, enemigo localizado mi temible
señor
Soulbraker, son fuerzas del Adeptus Astartes,
contingente no identificado, sus armaduras
les delatan como Ángeles Oscuros.
Esperamos órdenes.
Cuando Soulbraker
habló la tierra
gimió de dolor por su presencia
a su alrededor, su presencia era absolutamente
antinatural, su voz se alzó sin
necesidad de ningún artilugio para
que todos le oyesen.
- Guerreros, tomad
posiciones de combate, les abatiremos
desde lejos con nuestra artillería – los profanadores
resoplaron y chasquearon sus pinzas al
asentarse listas para abrir fuego – escuadrón
Apocalipsis, avance hasta sus líneas
e intente abatir todos los blindados posibles.
Mientras tres escuadras
de marines de la Legión Negra se asentaban y los
dos profanadores comenzaban a abrir fuego
un Land Raider del Caos avanzó por
el flanco derecho y las motos se lanzaron
contra los Ángeles Oscuros por el
izquierdo.
Los Ángeles Oscuros llevaban varias
horas esperando al enemigo, su columna
de blindados avanzó a plena potencia
hacia el frente, conscientes de que a la
distancia a la que se encontraban poco
podían hacer.
Un Vindicator,
un Predator Annihilator, un Land Speeder
y un Land Raider Cruzado avanzaron hacia
el frente levantando una gran nube de
humo. Tras el Land Raider avanzó la
escuadra de asalto del sargento Balathasar.
En la retaguardia la solitaria figura
de un Rhino Damocles destaca con sus antenas
desplegadas.
De pronto, dos
escuadras de marines de la Legión Negra se abalanzaron contra
el flanco derecho, habían conseguido
infiltrarse a la perfección. Sus
lanzamisiles dispararon contra el Land
Speeder y el Predator, pero el primero
solo quedó aturdido y el segundo
continuó impávido.
“¡Mierda!” Gritó uno
de los dos sargento antes de caer atravesado
por una lluvia de bolters pesados, cañones
de asalto, bolters tormenta y cañones
pesados.
Ambas escuadras
habían estado a
punto de hacer mucho daño a la línea
de Ángeles Oscuros, pero cuando éstos
terminaron de disparar solo quedaban los
cadáveres de algunos de ellos, de
los otros ni tan siquiera quedaban restos
reconocibles.
Cuando el choque
entre las motos y el frente de Ángeles Oscuros parecía
inevitable una amenaza inesperada atacó a
ambos bandos por igual. Varias progenies
de tiránidos salieron de todas partes
para enfrentarse a los recién llegados,
genestealers, espinagantes, hormagantes,
un cárnifex y un tirano con escolta
aparecieron desde el flanco izquierdo.
Los tiránidos parecían huir
de una batalla y atacaban de forma desorganizada
a ambos bandos, lo que obligaba a estar
pendiente de la amenaza que suponían.
Un disparo de unas
de las demoníacas
máquinas logró derribar casi
por completo a la escuadra de asalto, solo
el sargento Balathasar sobrevivió al
temible impacto, viendo con frustración
como sus hermanos perecían.
La línea de Ángeles Oscuros
parecía a punto de desmoronarse
y los marines de Soulbraker se lanzaron
al frente para rematar a los oponentes.
Fue entonces cuando
los Ángeles
Oscuros revelaron su plan, un rugido de
un proyectil inmenso surcó el cielo
y se incrustó justo tras uno de
los Profanadores. Cuando el humo se dispersó la
inmensa mole de un Dreadnought apareció desembarcando
de una cápsula de desembarco.
Un certero disparo
contra el Profanador más cercano hizo saltar a la máquina-demonio
por los aires, un grito de raba y frustración
se elevó del espíritu que
había poseído a la máquina.
Kohan pisaba el campo de batalla de nuevo
tras años sin hacerlo.
Fue entonces cuando
el sargento de los motoristas liberó la carga que portaba
en medio de la filas de los Ángeles
Oscuros: un inmenso devorador de almas
se alzó de su cuerpo convulsionado.
Con un rugido infernal
se lanzó hacia
el Vidicator, no obstante los Ángeles
Oscuros del Lasciate Ogne Speranza estaban
acostumbrados a enfrentarse a lo demoníaco
y no se amedrentaron. Abrieron fuego con
todas sus armas, incluido el Land Speeder
que sobrevoló la zona y cuando el
fuego cesó solo quedaba un cráter
en el suelo y los restos humeantes de materia
disforme que se deshacían en una
extraña efervescencia.
Era todo el tiempo
que necesitaban, los motoristas Apocalipsis
se situaron en el lateral del Vindicator
y abrieron fuego con sus rifles de fusión, acribillando
a la tripulación y haciéndolo
explotar de forma inmediata.
Un monstruoso Cárnifex llegó a
la altura del Land Raider Cruzado y abrió su
blindaje como si se tratase de papel. La
escuadra en su interior descendió justo
a tiempo por uno de los accesos laterales.
Cinco exterminadores de asalto liderados
por el capellán Arpphaon en armadura
de exterminador desplegaron conscientes
de que no tendrían tiempo de alcanzar
las líneas enemigas.
Un Dreadnought
del Caos, con miles de años de experiencia a sus espaldas
cargó contra el Dreadnought Kohan
y se enzarzaron en un mortal baile en el
que ninguno logró imponerse al otro.
La línea de Ángeles Oscuros
se tambaleaba al borde de la derrota y
las tropas de Soulbraker se creían
ya merecedoras de la victoria cuando la
nube de polución se abrió de
nuevo y siete cápsulas de desembarco
cruzaron a mayor velocidad d la que le
ojo modificado de un marine podía
seguirlas el espacio hasta el suelo.
Una de las escuadras
tácticas desembarcó justo
al lado de los motoristas Apocalipsis y
abatieron a todos menos a uno de ellos
con su fuego rápido antes de que
pudiesen reaccionar. Con es y con la potencia
de fuego del Predator y el Land Speeder
dirigida a los tiránidos la línea
de Ángeles Oscuros se sobrepuso
y miró desafiante a los marines
del Caos.
Cinco escuadras
tácticas, todas
al mando de un sargento veterano y equipadas
con un rifle de plasma y un lanzamisiles
desembarcaron en medio de las líneas
enemigas en dos oleadas.
El ruido de las
compuertas hidráulicas
al abrirse y los pasos de las botas metálicas
al desembarcar sembró la confusión
entre sus enemigos. Los Ángeles
Oscuros habían jugado peligrosamente
al atraer toda la atención de las
fuerzas de Soulbraker sobre sus pocas fuerzas
desplegadas, pero ahora la línea
fracturada d Soulbraker parecía
incapaz de detener la marea de Ángeles
Oscuros.
El mismísimo Soulbraker se lanzó a
la carga de una de las escuadras tácticas
con la esperanza de rechazarla, sin embargo
mientras se alzaba sobre sus alas pudo
sentir un cambio de presión y tras
un breve crepitar azul una escuadra de
exterminadores del Ala de la Muerte se
materializó detrás suya.
Sin darle tiempo a detener su asalto abrieron
fuego con todo su armamento, incluidos
sendos cañones de asalto y consiguieron
producirle dos agónicas heridas.
No obstante, no bastó para detener
la carga y se enzarzó en un agrio
combate contra la escuadra táctica
cuyo final era previsible de no ser por
la legendaria testarudez de su sargento,
Zadakiel.
El resto de escuadras
tácticas
abrieron fuego contra las escuadras enemigas
y, pese a que un de ellas fue rechazada
el resto abatieron a todos sus oponentes.
Dos de ellas abrió fuego al Profanador
restante y éste cayó con
su blindaje atravesado por disparos de
plasma al rojo blanco.
En el extremo más izquierdo ambos
Dreadnoughts provocaron daños críticos
al otro y cayeron doblándose sobre
si mismos en un letal abrazo.
Soulbraker veía como sus fuerzas
se desmoronaban y ordenó un contraataque
contra las líneas de Ángeles
Oscuros, su forma parecía temblar
de la ira contenida mientras aplastaba
a marines de la escuadra de Zadakiel sin
inmutarse. Él solo era capaz de
retomar su línea, solo necesitaba
a alguien que acabase con la línea
de Ángeles Oscuros.
El Land Raider
del flanco derecho abrió sus
compuertas y un lugarteniente al mando
de una escuadra de elegidos desembarcó contra
la escuadra de exterminadores que se había
teleportado audazmente. Dos de ellos cayeron
a esa distancia tan corta, pero los cuatro
supervivientes cargaron y arrasaron a todos
los elegidos menos dos y el propio lugarteniente.
El lugarteniente,
esperando ganarse la gracia de su señor y los Dioses
Oscuros abatió a los exterminadores
restantes para verse rodeado de pronto
por una de las escuadras tácticas.
Los dos elegidos y el lugarteniente se
enzarzaron en una larga melé de
la que se alzó victoriosa la escuadra
táctica con la cabeza del lugarteniente
como trofeo.
En las filas de
los Ángeles Oscuros
la temperatura descendió y un cambio
brusco de presión anunció más
tropas teleportadas. El Rhino Damocles
se apresuró a advertir que no se
trataban de tropas propias, seis deformidades
del culto arrasador se materializaron y
lograron abatir el Predator Annihilator
desde el flanco. Un instante después
una escuadra de diez exterminadores de
Khorne abatió al Land Speeder y
se encararon para enfrentarse a Arppahon
y los cinco exterminadores de asalto con
un brillo jubiloso en sus ojos. Les abatirían,
y después a la lejana escuadra táctica
que acaba de abatir en cuerpo a cuerpo
al último motorista y la línea
de Ángeles Oscuros sería
suya.
Arpphaon respondió a la provocación
con un grito de guerra y se abalanzó hacia
ellos, en ese instante los Ángeles
Oscuros jugaron la última de sus
cartas y otra escuadra de exterminadores,
esta vez liderada por el hermano Karze
apareció junto a los seguidores
de Khorne.
Los cañones y bolters de asalto
rugieron junto con el capellán y
el resultado final se decantó a
favor de los Ángeles Oscuros. La
carga combinada del capellán, los
exterminadores de asalto y un Balathasar
cegado por la ira arrasó a los exterminadores
de Khorne sin apenas tiempo para responder.
Todos los exterminadores se giraron hacia
los arrasadores a la par que Karze se alejaba
unos pasos.
La batalla llegaba
a su fin, las fuerzas lideradas por Arpphaon
barrieron a los últimos
enemigos en las filas de los Ángeles
Oscuros y Soulbraker estaba a punto de
acabar con todos los Ángeles Oscuros
de su propia línea, en la que era
el último superviviente.
De un terrible
zarpazo Soulbraker hizo caer de rodillas
a Zadakiel, último
superviviente de su escuadra que se negaba
a morir y se dispuso a cargar contra otra
de las escuadras tácticas cuando
sintió que los Dioses Oscuros le
abandonaban.
Zadakiel se giró y con el rostro
desencajad de dolor pero negándose
a morir hundió su hoja en el pecho
de Soulbraker hasta que se partió a
la altura de la empuñadura. Furioso
y babeando sangre, cerca de perder la cabeza,
Soulbraker se giró contra el sargento
cuando sintió una presencia psíquica
que se acercaba contra él.
Antes de girarse
sintió la mano
del bibliotecario Karze tras todo aquello
y el cambio del futuro, al girarse vio
a una enorme figura leonina que avanzaba
en línea recta hacia él desde
la figura en el horizonte que deba corresponder
al bibliotecario con la mano abierta.
La esencia psíquica impacto contra él
y, pese a que sus colmillos disformes jamás
deberían haber atravesado su armadura
demonio, se clavaron en su carne haciéndole
rugir de dolor. En ese instante, comprendiendo
que la batalla había acabado y se
arrastró a si mismo de vuelta a
la disformidad, donde planearía
su venganza y sufriría por su derrota.
Un estruendo de
júbilo se apoderó de
los Ángeles Oscuros, quienes hincaron
su rodilla en el suelo para dar gracias
al León y al Emperador y ofrecer
su victoria al primarca
Karze se apoyó exhausto sobre su
hoja psíquica mientras Arpphaon
se reunía con él y le ponía
una mano con guantelete en el hombro.
- Señor,
los perros del Emperador han llegado.
El marine de la
legión negra se
dirigía a una imponente figura acuclillada
delante de un altar improvisado a un dios
desconocido. El marine traidor pensó por
enésima vez que no le gustaba ese
tipo y mucho menos estar a sus órdenes,
no entendía por que Soulbraker se
empeñó en admitirle entre
sus filas y además le designó como
sargento de una de las escuadras. Era insultante.
“Este es el hermano Geburael – anunció Soulbraker
a los integrantes de la escuadra – tras
la muerte de Nasfrer será vuestro
nuevo sargento, le obedeceréis como
si fuese yo mismo”.
Muchos fueron los
que protestaron, ese desconocido de negra
armadura y llamativas túnicas no parecía digno
de dirigir una escuadra de la Legión
Negra en combate, pronto, todas las voces
que se oponían de forma más
radical fueron acalladas, unas con un cuchillo
en la garganta, otras siendo enviadas a
la zona más dura del frente.
Geburael estaba
ahí por algo importante
y ya nadie se molestaba en quejarse.
- No conozco a
ningún capítulo
leal denominado “perros del Emperador” que
haya tomado parte en Medusa V, informe
detalladamente. – La voz de Geburael
era fría, casi tanto como su mirada
y sus actos.
- Lo siento señor, capítulo
de los Ultramarines, destacamento de batalla
reconocido como el 87 – b, a las órdenes
del capellán Phemeus. Nivel de amenaza
tres punto cuatro.
Sin decir otra
palabra Gebaruel se levantó del
suelo, recogió su yelmo y se encaminó hacia
los transportes. Gebaruel notaba el odio
que emanaba de sus camaradas de combate,
simples marionetas se recordó, pero
su presencia era necesaria. La había
ordenado el mismísimo Zirón.
Cuando ocupó su lugar en el Rhino
se tocó instintivamente las hombreras,
la izquierda le identificaba como un Ángel
Oscuro para sorpresa de sus compañeros,
la derecha como integrante de la escuadra
Efestión, bajo las órdenes
de Zirón.
Gebaruel había recibido muchos
nombres, antes de ser reclutado para los Ángeles
Oscuros, hace más de diez mil años
se llamaba Angelo, nombre de buen augurio
para su pueblo. Después fue rebautizado
como Gebaruel, sus enemigos comenzaron
a llamarle despectivamente Cabeza, debido
a su fama de planificador y frío.
Sus dos últimos nombres habían
sido Hielo, para los analfabetos habitantes
de una vieja ciudad colmena olvidada y
Caído Dos – cero – siete,
para los Ángeles Oscuros que se
mantenían leales al Emperador.
Un giro brusco
en el Rhino y la luz hiriente que penetró su interior le anunció la
llegada al frente. Soulbraker había
movilizado una fuerza desproporcionada
para hacer frente al pequeño contingente
de Ultramarines, escuadras de infantería,
dos profanadores y una escuadra de exterminadores. Él
tomaría el mando de una de las escuadras
de infantería.
Nada más desembarcar, cuando su
pie revestido en servoarmadura hoyó el
suelo supo que algo iba mal. Un estremecimiento
le recorrió la espalda y una nube
nubló momentáneamente el
sol de Medusa V.
De los escombros
de uno de los niveles más bajos de la colmena se escucharon
varios silbidos antes de que un estremecimiento
les sobrecogiese a los recién desembarcados.
Los dos profanadores
explotaron en sendas nubes de polvo y
fuego, mientras que la escuadra desembarcada
al lado de la de Gebaruel se retiró hacia las rocas
más cercanas recibiendo disparo
de lanzamisiles tras disparo. Los guerreros
de la Legión Negra se retorcían
sobre sí mismos y explotaban arrojando
entrañas y fluidos al ser impactados,
otros eran arrojados varios metros atrás
antes de morir entre espasmos.
El Caído observó las líneas
de Ultramarines, devastadores con lanzamisiles,
escuadras tácticas con ellos y finalmente
una escuadra de diez exterminadores liderada
por el capellán avanzando hacia
ellos. Algún subnormal se había
acercado demasiado dentro del rango de
las armas Ultramarines y éstos no
habían perdonado el error.
- Exterminadores,
redespliegue inmediato, acaben con le
avance de los exterminadores Ultramarines,
repito ¡Redespliegue
inmediato!, envíen refuerzos teleportados
de arrasadores a las coordenadas de combate.
Situación extremadamente delicada. – Su
voz parecía no afectarse por la
masacre que le envolvía, su mirada
fría y escrutadora observó las
líneas de Ultramarines y su mente
elaboró un complicado plan para
contrarrestar las bajas iniciales.
Él era Gebaruel, veterano de mil
guerras, superviviente de mil enfrentamientos,
un Ángel Oscuro de Zirón
el Grande. Su misión no era detener
a los Ultramarines, pero disfrutaría
arrancándole los ojos al capellán
y lamiendo su piel cortada a tiras. Ya
habría tiempo para cumplir el plan
de Zirón después, ya habría
tiempo para detener el imparable avance
de sus hermanos aún leales en la
zona Euryales y enseñarles la auténtica
Fe.
Rápidamente reorganizó a
sus hombres y los preparó para lanzarse
a por los exterminadores que avanzaban
cubiertos por el fuego de lanzamisiles
cuando un familiar crepitar anunció la
llegada de tropas teleportadas.
- Este es el momento
compañeros,
los exterminadores Ultramarines chocaran
contra la potencia de fuego de nuestros
exterminadores y arrasadores, ¡cargad! ¡Cargad
y aprovechaos de su desconcierto!
Sus hombres abandonaros
las posiciones que ofrecía la escasa cobertura
de los profanadores abatidos y se lanzaron
de cabeza contra los exterminadores. Antes
de que llegasen a ellos el cuerpo sin vida
del capellán enemigo cayó de
rodillas sin cabeza. Había sido
decapitado de un solo tajo.
Gebaruel pensó en recomendar para
un ascenso al hacedor de tamaña
hazaña cuando reparó en éste.
Por el contra a lo que se esperaba no se
trataba de un paladín revestido
con armadura táctica dreadnought
negra y con las insignias de la Legión
Negra, sino un bibliotecario en armadura
de exterminador que blandía su hoja
arrasando tanto Ultramarines como marines
del Caos.
Intrigado, Gebaruel
avanzó hacia él
para darse cuenta de lo inevitable, en
su hombrera izquierda, ambos, el desconocido
bibliotecario y él lucían
el mismo símbolo de capítulo.
Era un Ángel Oscuro, uno de esos
a los que había jurado encaminar
hacia la verdadera Fe en la superficie
de Medusa V.
Sin dudarlo, sin
miedo alguno, aferró su
arma de energía y avanzó con
paso firme hacia el bibliotecario que le
esperaba con los brazos extendido, como
el padre que espera al hijo pródigo.
- Hermano Bibliotecario
Karze, tu redentor – afirmó el
desconocido retirándose la cogulla
y blandiendo en una floritura su arma psíquica.
-Hermano Gebaruel,
Auténtico Ángel
Oscuro, tu iluminador – respondió el
Caído abalanzándose hacia él.
Lo último que Gebaruel pudo ver
de la batalla es como los exterminadores
del Ala de la Muerte habían establecido
un círculo y abatían tanto
a marines del caos como a Ultramarines.
El último de los marines de Soulbraker
cayó al suelo vomitando sus propias
entrañas y los supervivientes de
la última escuadra de Ultramarines
fue despedaza por el fuego de los cañones
de asalto del Ala de la Muerte. Gebaruel
se sintió estúpidamente orgulloso
de la actuación de los Ángeles
Oscuros, una sola escuadra del Ala de la
Muerte había desafiado a dos ejércitos
desplegados y no había dejado ningún
testigo con vida. No por nada eran Ángeles
Oscuros.
Todo esto lo pensó en el suelo,
en el centro del círculo formado
por los Exterminadores de armadura blanco
hueso, con la cabeza aprisionada contra
el suelo por la bota del bibliotecario,
las piernas cortadas a la altura del tobillo
una y de la rodilla la otra y el cuerpo
inmovilizado por una tremebunda atadura
psíquica.
Finalmente logró escuchar el sonido
de una Thunderhawk acercándose y
su cerebro le mostró fríamente
las imágenes de lo que le esperaba.
Maldijo no haberse podido pegar un tiro
con su pistola bolter que estaba a apenas
un metro de su maltrecho cuerpo.
16. ¡Asesinato!
El General O’sahu’shi pasaba
revista a las fortificaciones cercanas
a la brecha de Mitras, en una audaz maniobra
sus guerreros se habían apoderado
de una de las únicas vías
de acceso al Bastión 3-0-4, un punto
estratégico de vital importancia
para la defensa de la brecha.
Sin duda el bando
de los humanos debería
negociar su recuperación, y el precio
que se iba a exigir por él iba a
ser muy alto, extremadamente alto.
O’sahu’shi avanzó cruzando
dos edificios más, donde los trabajos
de fortificación habían sido
momentáneamente abandonados, pues
los encargados de los mismos estaban en
esos momentos combatiendo por el hacerse
con el Bastión. Los edificios medio
derruidos se alzaban con un orgullo caído,
los pocos muros que quedaban en pie habían
sido reforzados, las estructuras de más
de un piso presentaban varios andamios.
Ventanas, puertas y muros desprendidos
habían sido reforzados con sacos
de arena o madera, las cargas estaban listas
para ser activadas.
Una escuadra de
Kroot avanzó hacia él
con su habitual parloteo inteligible, sus
pieles habían adoptado un tono grisáceo
desde el comienzo de la campaña
y O’sahu’shi prefirió no
conocer el porqué.
- Gran O’sahu’shi, los últimos
Gue’la han sido exterminados en el
Bastión, el Bien Supremo nos agradecerá el
esfuerzo.
- Perfecto, que
los planes sigan adelante, ¡escuadra! – gritó girándose
hacia la escuadra de guerreros de la Casta
del Fuego que le acompañaban – grandes
noticias, el Bastión ha caído,
preparen el comunicado para los Gue’la.
De pronto el general
Tau calló y
palideció, el comunicador del casco
parecía haberse vuelto loco y un
torbellino de voces incontroladas aullaba
en su cabeza, con un gesto de fastidio
arrojó el casco a lo lejos y su
gesto se transformó en un gesto
de terror. Las voces continuaban.
- General, usted y sus tropas tienen
exactamente cinco minutos para abandonar
el territorio reclamado por el Imperio
de la Humanidad, obedezcan inmediatamente.
Loco de furia y
terror el Tau dio varias patadas a unos
cascotes cercanos y levantó amenazadoramente
las armas de su armadura hacia el cielo.
Los Gue’la habían llegado
demasiado lejos atreviéndose a meterse
en su cabeza.
- ¿Quién eres? ¡Da
la cara sucio humano! ¡Tu raza se
niega a aceptar el Bien Supremo, seréis
eliminados por ello!
Los Kroot y la
escuadra de guerreros miraron con ojos
desorbitados a su general, hablando solo
y con la furia casi transfigurada por
el odio. Algo parecía ir mal
y una extraña sensación de
intranquilidad se extendió entre
los guerreros.
- Mi nombre
es Karze, de los Ángeles
Oscuros, y daré la cara si así lo
quieres, escoria alienígena
Los Kroot rugieron
al ver aparecer cinco guerreros enormes
entre las ruinas, la escuadra de guerreros
preparó sus
armas y se giraron para apuntar, el general
Tau intentó saltar a la protección
que ofrecía un edificio cercano
sin poder evitar que un grueso proyectil
casi le extirpase un brazo.
Cinco enormes figuras
de exterminadores Gue’la habían aparecido entre
las ruinas inexplicablemente, sus armas
aún estaban humeantes por el intento
de asesinato y la más avanzada de
ellas, envuelta en una túnica color
hueso le apuntaba con una enorme espada,
a modo de desafío.
O’sahu’shi activó el
modo de combate de su armadura y saltó de
edificio en edificio ágilmente,
habituado ya al terreno urbano de Medusa
V hasta alejarse completamente de los exterminadores.
Sus hombres deberían defender sus
posiciones a toda cosa mientras él
se batía en retirada.
Fue entonces cuando
vio como todo el perímetro
estaba rodeado por marines de servoarmadura
color verde oscuro, aquí y allá túnicas
de color hueso hondeaban como una grotesca
imagen de la muerte.
El enemigo de la
espada bajó su
brazo libre en un gesto a sus guerreros
y todos abrieron fuego como si de uno se
tratasen.
Unos devastadores
situados en una azotea barrieron la escuadra
de guerreros de la casta de fuego sin
ninguna dificultad, esparciendo su sangre
y entrañas
varios metros a la redonda. Habían
sido tomados por sorpresa, el ataque imperial
no se esperaba tan pronto.
La escuadra de
Kroot intentó interceptar
a los exterminadores pero las heridas provocadas
por una escuadra de Gue’la de un
edificio vecino les obligó a retirarse
hacia cobertura.
O’sahu’shiordenó el
regreso de sus fuerzas desde el Bastión
refugiado en unas grandes ruinas mientras
sentía como las miradas de los marines
le buscaban. Cuando el familiar sonido
de un transporte Mantarraya se dejó escuchar
en el cielo un suspiro de alivió se
le escapó.
Los guerreros desembarcaron
del Mantarraya y se prepararon para desalojar
una escuadra táctica de uno de los edificios
cercanos, ellos no lo sabían, pero
su sargento se llamaba Lucius y en esos
momentos daba la orden de abrir fuego contra
la nueva amenaza.
Varios Tau cayeron
atravesados por proyectiles bolter mientras
el resto huía hacia
unas ruinas cercanas para tomar posiciones.
Tres drones francotiradores
rodearon a los exterminadores y consiguieron
abatir a uno de ellos, disparando justo
al conducto de energía de la armadura de exterminador
que asomaba junto a su antebrazo. El bibliotecario
que dirigía la escuadra de giró hacia
los francotiradores y un impacto de bolter
de asalto seguido de una lluvia de proyectiles
de sendos cañones de asalto reducieron
a chatarra a los drones.
Mientras tanto
el bibliotecario alzó una
mano y de ella una figura centelleante
y dorada avanzó desde su posición
ignorando edificios y distancias hacia
el comandante alienígena, un instante
antes del impacto el espectro tomó forma
de un inmenso león de afiladas garras
y el general se tambaleó cuando
la armadura detuvo el impacto.
El tiempo se acababa
y más y más
refuerzos Tau llegaban, ante la sonrisa
de complacencia de su general. Una escuadra
de armaduras Crisis y Apocalipsis intentó arrasar
a los devastadores para encontrarse con
una pantalla de fuego sostenido de ellos
y la escuadra táctica más
cercana.
Pese a que varios
marines cayeron víctimas
del fuego de plasma las armaduras Crisis
fueron destruidas en el intento. Finalmente
el sargento de los devastadores ordenó la
retirada, la batalla había acabado
para ellos, el tiempo se agotaba y el general
Tau continuaba sin aparecer.
Loco de furia Karze
ordenó a sus
exterminadores avanzar a un ritmo mayor
del que sus armaduras les permitían
para alcanzar al general Tau, el cual hábilmente
diezmaba las escuadras tácticas
y se escondía del fuego de respuesta.
Una escuadra de
Crisis se interpuso en el camino del
bibliotecario y éste
las rechazó con cinco golpes de
espada, tras él quedaron las armaduras
abiertas como si de papel se tratase.
Más y más
refuerzos Tau comenzaron a llegar por
todas partes, sin ofrecer un respiro
a los marines.
La escuadra de
Zadakiel se quedó sin
enemigos a los que disparar mientras observaba
impotente como la armadura Apocalipsis
se dirigía a poyar a un comandante
que continuaba fuera de la visión
d todos.
La escuadra de
Lucius se estaba llevando la peor parte
y su integridad estaba a punto de verse
amenazada cuando la orden de retirada
les llegó de parte del
bibliotecario. Una docena más de
transportes Mantarraya se dirigía
hacia la posición y la misión
de asesinato había fracasado, no
podían hacer frente a semejante
enemigo y serían más útiles
en el asalto al Bastión.
- Teleportación de regreso al crucero
Cuervo de la Tempestad listo, señor.
Esperamos confirmación. – sonó la
voz del tecnomarine Gethel por el comunicador
de larga distancia.
- Negativo, Gethel,
nosotros no nos retiramos aún, ¿han
sido recogidas las escuadras por la Thunderhawk Biennacida?
En ese instante
los Kroot supervivientes se lanzaron
contra la escuadra de exterminadores
disparando sin cesar mientras el resto
del ejército Tau preparaba sus posiciones
para abrir fuego. La escuadra del Ala de
la Muerte se defendió lanzándose
al asalto y destripando a los Kroot en
el cráter en el que se escondían.
- … itvo,
las escuadras de Lucius, Zadakiel y Uriel
han sido recogidas y Biennacida ha
partido ya hacia el bastión. Hermano,
permítale sugerirle una retirada
inmediata, las fuerzas Tau les superan
en una proporción mayor de cien
a uno y continúan llegando, insisto
señor, le sugiero que…
Karze observó el edificio que se
alzaba junto a él, tres plantas
intactas de una factoría del Adeptus
Mechanicus. Sus ojos se pusieron en blanco
mientras dejaba escapar a su mente de los
límites de su cuerpo y sobrevolaba
el campo de batalla con el tiempo casi
detenido.
Aquí y allá escuadras Tau
desembarcaban y escuadras de armaduras
llegaban saltando desde los cielos, justo
al otro extremo de la factoría el
general O’sahu’shi daba las órdenes
de arrasar a los atacantes.
“Solo un poco más” pensó mientras
desconectaba el comunicador y acallaba
la voz de Gethel.
Karze junto ambas
manos y de ellas surgió la
forma de un ágil depredador de las
junglas de la perdida Caliban que avanzó atravesando
la factoría.
O’sahu’shi se giró justo
a tiempo para ver como una aparición
psíquica como las que llevaba evitando
un tiempo le cercenaba ambas piernas a
la altura de las rodillas, gritando de
impotencia cayó al suelo y con extrema
dificultad se dio la vuelta para mirar
a sus espaldas. Allí estaba el guerrero
de la espada, mirándole desde el
piso superior de la factoría acompañado
de varios guerreros más, todos ellos
apuntándole con sus armas.
O’sahu’shi gritó mientras
volvía a escuchar la voz de Karze
en su mente “escoria alienígena,
aquí termina todo para ti, has huido
como un cobarde pero el León te
ha perseguido como a una presa, ¡Muere!”. El
general Tau escuchó el sonido rotativo
de dos cañones de asalto y un instante
después, antes de que cerebro procesase
esa información, había muerto.
- Gethel, teleportación ¡AHORA! – gritó Karze
llevándose la mano al comunicador
del casco.
Cuando todo el
ejército Tau abrió fuego
contra su posición los disparos
solo atravesaron el aire.
17.
El Bastión
3-0-4
“Transmisión entrante
cero dos dos, desde La Roca, vía
astropática a través de
barcaza Catedral Oscura, nivel de prioridad
Alpha sub-dos… transmisión
entrante cero dos dos, desde La Roca,
vía astro…”
El hermano bibliotecario
Karze, vestido de combate, con su elaborada
armadura táctica
dreadnought aceptó la transmisión
entrante desde el Rhino de comandancia
Damocles. La columna de transportes se
dirigía directamente al Bastión
3-0-4, los Ángeles Oscuros esperaban
poder reconquistarlo de un solo golpe aprovechando
la desorganización de los Tau. La
túnica de Karze aún estaba
manchada de sangre alienígena de
la última batalla.
- Hermano bibliotecario
Karze, comandante del Lasciate Ogne Speranza,
saludos hermano – tronó la
conocida voz de Ezekiel por el comunicador – los últimos
informes favorables de su contingente y
del Grupo de Combate Venganza han sido
recibidos en La Roca, mis felicitaciones.
- Gracias, señor- el rostro del
bibliotecario se ensombreció ligeramente – temo
no poder decir lo mismo acerca del resto
de los hermanos del Adeptus Astartes, la
situación en la zona Euryales se
ha vuelto extremadamente delicada y el
capitán Sicarius, de los Ultramarines,
se niega a reconocer la labor de los No
Perdonados así como a incluirlos
en sus planes de batalla.
- Hermano, Sicarius
es un puritano que se negará a reconocer jamás
la necesidad de nuestras actuaciones, pero
eso no debe nublar tu buen juicio. Te deseo
la suerte del León en tu próximo
enfrentamiento, por el Bastión 3-0-4
si mi información no está desfasada,
pero he de advertirte de algo más:
en la puja por el Bastión vais a
coincidir con una fuerza Eldar, uno de
sus brujos, Earenne conoce información
vital acerca de los designios de los Caídos
en Medusa V, adjunto un archivo con información
adicional ¡debe ser capturado a cualquier
precio!
- ¡Así se hará, señor!,
hasta que la espada sea reforjada – sentenció Karze
antes de cortar la comunicación.
Un chirrido de
orugas al frenarse en seco y las maniobras
de los pilotos por adoptar una formación de batalla en el menor
tiempo posible anunció al bibliotecario
de la inminente batalla. Según el
auspex del Damocles aún quedaba
casi un kilómetro para llegar al
Bastión.
Karze desembarcó del transporte
mientras se ponía el casco de exterminador
y oteó el horizonte, sin duda había
movimiento de tropas.
- ¿Se ha confirmado que no son
tropas imperiales por todas las frecuencias? – preguntó sin
dirigirse a nadie en particular.
- Así se ha hecho, señor,
la única respuesta que hemos recibido
nos aconseja abandonar nuestra ruta si
queremos seguir con vida. Se han referido
a nosotros como mon-keigh, deducimos que
se tratan de Eldars, señor- respondió el
tecnomarine Gethel girando el costado del
Rhino.
- Adopten la formación estándar
de avance en batalla, escuadras tácticas
en el centro de la falange, que los devastadores
se encaramen a una de las ruinas cercanas
y abran fuego a los objetivos más
cercano, preferencia en abatir a guerreros
especialistas, quiero los dos Predators
en los flancos, fuego móvil. La
escuadra de asalto en el flanco izquierdo,
aguardando la contracarga; Land Speeder
en el flanco derecho, que siga la táctica “Cazador”.
Los exterminadores y yo comenzaremos en
el centro de la falange, hermanos ya lo
habéis oído, ¡Tomad
vuestras posiciones! ¡Sargentos veteranos,
quiero hablar con ustedes antes de la batalla! – Antes
de que terminase la última frase
todos sus hombres habían tomado
posiciones y aguardaban la llegada del
enemigo.
Uriel, Lucius,
Zadakiel y Balathasar, los sargentos
veteranos se dirigieron a su posición, así como
los exterminadores del Ala de la Muerte.
- Se ha recibido
un comunicado de La Roca, uno de los
brujos enemigos, Earenne, ha estado estudiando
los movimientos de las fuerzas del Caos
y es un potencial informador acerca de
la presencia de Caídos.
Actuaremos como siempre, Uriel, que tus
devastadores no le pongan en peligro, Lucius
y Zadakiel, si se sitúa a distancia
de carga es prioritario capturarle, Balathasar,
mantén a tus hombres en reserva
y en cuanto sea localizado ve directo a
por él. No es necesario que insista
en la importancia del sujeto, regresen
a sus puestos.
Dos escuadras de
guardianes negros aparecieron en el horizonte,
acompañados de
un Consejo de Videntes y una escuadra de
segadores siniestros. Unos disparos lejanos
indicaron también la presencia de
francotiradores.
- No os dejéis engañar por
su número, adoptan tácticas
de combate de Lágrimas Negras. – advirtió Karze
recordando la sabiduría compartida
de Kohan en materia de eldars.
El Land Speeder
Cazador avanzó rápidamente
por el flanco derecho desafiando los disparos
de los segadores con su maestría
hasta situarse a distancia de disparo,
el artillero reaccionó rápidamente
y abatió parte de la escuadra de
segadores. La batalla había comenzado.
Ambas escuadras
tácticas avanzaron
cubiertas por la potencia de fuego móvil
de los Predators y tomaron posiciones ventajosas.
Los exterminadores se dirigieron hacia
el flanco izquierdo, donde los eldar avanzaban
más rápidamente.
La escuadra de
guardianes del centro del campo no reaccionó lo suficientemente
rápido y antes de encontrar cobertura
fue despedazada por el fuego de los devastadores
y los blindados, el poder psíquico
que les protegía sirvió de
poco. Apenas habían llegado a disparar
su cañón estelar.
Karze, desde el
centro de la formación,
utilizó todas sus capacidades psíquicas
para dispersar los poderes psíquicos
utilizados por el consejo mientras avanzaba
hacia el flanco izquierdo.
EL flanco derecho
fue tomado por el Land Speeder, al abatir
al resto de segadores siniestros y obligar
a los exploradores eldars a huir; mientras,
en el flanco izquierdo los supervivientes
de la escuadra de guardianes comenzaron
a retirarse antela potencia de fuego
de los Ángeles Oscuros.
Cuando parecía que los eldars habían
sido rechazados un sonido crepitante apareció frente
a la escuadra de guardianes que se batía
en retirada y un portal a la telaraña
apareció en las lecturas de todos
los auspex.
- ¡Atención! Han abierto
el portal, todas las escuadras en alerta – bramó Karze
mientras una escuadra de guardianes de
asalto liderada por Earenne, una escuadra
de motocicletas y dos vypers.
Una de las vypers
se aproximó rápidamente
a una de las escuadras tácticas,
pero uno de los predators la abatió en
pleno vuelo. La otra vyper se ocultó tras
unas ruinas cercanas y las motocicletas
a reacción avanzaron hasta la cobertura
que ocupaba el consejo.
- Balathasar, avanza
hasta la posición
de los guardianes de asalto y encárgate
personalmente de capturar al brujo, yo
me ocuparé de los videntes.
La escuadra de
asaltó salió de
la cobertura y voló hasta los guardianes
de asalto, sin dudarlo un segundo se abalanzaron
hacia ellos desde los cielos, los disparos
de pistolas bolter abatieron a varios guardianes
y el subir y bajar de espadas sierra inició la
matanza.
En medio del tumulto
y el entrechocar de armas Earenne intentó abatir
a varios oponentes mediante sus poderes
psíquicos, Balathasar abandonó la
melé que le mantenía ocupado
y exigiendo el máximo de sus retrorreactores
se abalanzó contra el brujo con
todo el peso de su cuerpo, lo que bastó para
tumbar al eldar.
Cuando Balathasar
se encaramó cargando
con el cuerpo del brujo en su hombro izquierdo
la batalla había terminado, el consejo
de brujos había sido desalojado
mediante el fuego de los predators, los
exterminadores y las capacidades psíquicas
del bibliotecario, la vyper restante y
las motocicletas fueron abatidas por las
escuadras tácticas mediante certeros
disparos.
- Balathasar, que tu escuadra se encargue
de escoltar a Earenne hasta la Thunderhawk Biennacida en
el punto de encuentro, el resto del contingente
y yo avanzaremos hasta el Bastión,
debemos tomarlo a toda costa.
Una a una todas
las escuadras comenzaron a avanzar a
pie el kilómetro que
les separaba del Bastión, el sonido
de una intensa batalla comenzó a
los pocos minutos.
Dos aeronaves de
intrincado diseño
avanzaron a gran velocidad casi a ras de
suelo, la destreza de los pilotos era incomparable,
sorteaban los disparos de los Ángeles
Oscuros y los promontorios del terreno
a una velocidad de vértigo, en apenas
unos segundos habían desaparecido
de la vista.
El cielo se tiñó escarlata
y el sonido de explosiones sucesivas sorprendió a
los marines, las naves habían descargado
toda su potencia de fuego.
- Formación en punta de lanza,
exterminadores al frente, escuadras tácticas
apoyando, predators en los flancos, Uriel,
que tus devastadores avancen a la par de
las escuadras tácticas, la batalla
por el Bastión ha comenzado antes
de nuestra llegada.
Y así era, unos desperados Tau
intentaban resistir en las ruinas bombardeadas
del inmenso Bastión, el cual ocupaba
casi todo el terreno al alcance de la vista.
Al otro extremo del Bastión un ejército
de eldars asediaba con su artillería
a los acobardados Tau.
- ¡Rápido señores!
Debemos tomar el Bastión antes que
los eldars o nos será imposible
desalojarlos con las fuerzas que disponemos.
Los Predators avanzaron
por los flancos, rodeando el colosal
Bastión para
sorprender a los eldars en un mortífero
fuego cruzado mientras todo el contingente
de Ángeles Oscuros se dirigía
directamente al Bastión aguantando
a duras penas el fuego Tau.
El bibliotecario
Karze se desmarcó de
las posiciones de los marines para encargarse
de las armas de artillería ligera
eldars, al estar dirigidas por solo dos
guardianes eran especialmente vulnerable
a las manifestaciones psíquicas
convocadas por Karze.
Una a una todas
las armas de artillería
eldar fueron acalladas y la punta de lanza
alcanzó el Bastión.
Los refuerzos Tau
comenzaron a llegar desde ambos bandos
y el contingente eldars se aproximó para tomar el Bastión
por el asalto, pero era tarde para todos
ellos, los Ángeles Oscuros se habían
hecho fuertes en él y estaban dispuestos
a demostrar su testarudez en la defensa.
Los devastadores,
desde la posición
más elevada, abatieron fila tras
fila del ejército eldar gracias
a la enorme cadencia de fuego de los bolters
pesados, los guerreros especialistas se
encontraron frente a una enorme potencia
de fuego en el momento en el que intentaban
saltar los muros exteriores del bastión,
su ataque fue abortado de la manera más
sangrienta.
Mientras tanto
las escuadras tácticas
y los exterminadores tomaron posiciones
en las zonas bajas del Bastión y
abrieron fuego contra todos los enemigos
que osaban aproximarse.
Al cabo de unos
minutos en los que las bajas sufridas
por Tau y eldars aumentaron hasta niveles
críticos, los alienígenas
eldars comenzaron a retirarse fuera del
alcance de las armas del Bastión.
Las fuerzas de
los Tau decidieron aguantar hasta que
el último guerrero de
la casta de fuego muriese, y fue exactamente
lo que pasó, una a una las oleadas
de Tau fueron rechazadas sin apenas sufrir
bajas a lo largo de todo el día.
Finalmente el último Tau del contingente
de O’sahu’shi murió sin
llegar a pisar el Bastión tres-cero-cuatro.
El sonido de los
transportes de tropas imperiales comenzó a oírse
al anochecer, las tropas aerotransportadas
desembarcaron cerca del Bastión
y se dirigieron a tomar posiciones.
- Señor, su esfuerzo y el de sus
hombres ha sido excepcional, el Bastión
ha sido recuperado contra todo pronóstico,
el Emperador sabrá recompensar su
hazaña – alabó un oficial
de la Guardia Imperial caminando hacia
Karze, decenas de escuadras de guardias
imperial y dotaciones de armas pesadas
tomaron posiciones, mientras otros tantos
servidores comenzaron a fortificar de nuevo
el dañado Bastión.
El hermano bibliotecario
Karze no llegó a
responder los halagos del oficial, sencillamente
se giró y ordenó por la frecuencia
de mando segura a sus hombres que comenzaran
la retirada hasta el punto de encuentro
con Biennacida.
A sus espaldas
se oyeron los juramentos del oficial
ante la falta de respeto del marine,
pero no pareció afectarle.
18. Planes en los
planes
El olor a muerte
impregnaba cada centímetro
de la estancia, la escasa luz arrojaba
caprichosas sombras, muchas de las cuales
se fundían en representaciones de
la muerte.
Las paredes estaban desnudas, salvo por
la presencia de grilletes en cada una de
las paredes salvo en la que se encontraba
la puerta.
A un lado de la
robusta puerta se encontraba una mesa
de piedra sobre a que brillaban media
docena de delicados instrumentos brillantes,
en una pequeña palangana
uno de los instrumentos estaba sumergido,
limpiándose de una sangre que comenzaba
a teñir todo el agua. En el centro
de la sala había un banco de piedra
sobre el que se encontraba, encadenado,
el prisionero; sus rasgos o procedencia
eran irreconocibles, apenas quedaba de él
un despojo sanguinolento.
- Ya no sabe nada
más, hermano – aclaró el
capellán-interrogador Arpphaon a
Karze.
Ambos Ángeles Oscuros estaban vestidos
con unas sencillas túnicas de color
hueso, la de Arpphaon estaba empapada en
sangre, y de una de las mangas asomaba
un arcano y recargado artefacto.
La temperatura
de la sala descendió por
enésima vez en las últimas
horas y un gemido de dolor se alzó del
prisionero. Los instrumentos de metal vibraron
violentamente cuando el contacto psíquico
se rompió bruscamente.
- Su cerebro sigue
blindado a mis intentos de penetrar en él, no obstante confío
plenamente en tus capacidades, hermano.
Prepara su alma para el infierno que le
espera y ejecútale.
El bibliotecario
abandonó la celda
dejando tras de si la áspera voz
de Arpphaon recitando la Letanía
de la Excomunión. Habían
sido necesarios tres días de torturas
continuadas para arrebatar a brujo eldar
hasta la última gota de información.
Lentamente Karze
dirigió sus pasos
hacia una cubierta superior, los ecos de
sus pisadas le seguían en la penumbra
de la nave. Muy pocos hermanos quedaban
en la barcaza de batalla Catedral Oscura,
pues todos los efectivos estaban desplegados
en la superficie de Medusa V.
Cuando cruzó por delante de las
salas del Apotecarión pudo oír
los gritos y gemidos de los heridos de
la sangrienta guerra, tres servidores médicos
cruzaron en ese momento las hojas dobles
y el sonido de los instrumentos médicos
y las oraciones de un sacerdote de la Eclesiarquía
se dejaron escuchar.
Muy a regañadientes de la comandancia
de Catedral Oscura los servicios de las
hermanas de la Orden de la Pureza Celestial
habían sido aceptados, los Apotecarios
eran necesarios en la primera línea
de batalla y alguien debía hacerse
cargo de los heridos retirados a la reserva.
Finalmente Karze
llegó a su camarote,
una sencilla habitación sin apenas
ornamentos. El camarote principal de Karze
se encontraba en el crucero de asalto Cuervo
de la Tempestad, pero el Gran Capellán
Interrogador Lemariont había ofrecido
cortésmente uno de ellos al bibliotecario.
Un duro camastro
ocupaba todo el largo de una de las paredes,
al lado había
un pequeño mueble de madera oscura
y varios tomos de libros desordenados y
códices se encontraban por doquier.
Karze se dejó caer en su camastro
y abrió el mueble de madera mediante
un identificador genético, el robusto
mueble estaba forrado de acero y era en
realidad una caja fuerte casi inexpugnable.
De su interior
extrajo una botella que contenía un líquido transparente
y tomó un largo trago. Sus órganos
mejorados le permitieron identificar sus
ingredientes, y su estómago e hígado
comenzaron a procesar el alcohol sin ningún
problema o efecto secundario.
Finalmente tomó del interior del
mueble un pequeño comunicador, una
reliquia de tecnología muy antigua.
Por la pantalla desfilaron una serie de
cifras y símbolos en una sucesión
aparentemente irracional.
Pasados unos segundos,
y un par de tragos más, la pantalla oscureció y
un cursor apareció en ella. Karze
se levantó trabajosamente, con el
sabor del alcohol aún quemándole
en la boca y abandonó su celda de
camino a la sala del Cónclave.
La sala del Cónclave estaba casi
vacía, una decena de servidores
estaban en modo inactivo cerca de las paredes
y todos los asientos salvo dos estaban
vacíos en torno la enorme mesa.
Tras atravesar
la compuerta blindada custodiada permanentemente
por sendos exterminadores del Ala de
la Muerte Karze realizó una
breve reverencia a modo de saludo.
- Gran Capellán Interrogador Lemariont,
Gran Señor Nolferek,
un honor.
- Adelante Karze,
por favor – invitó el
capellán con un gesto de mano – toma
asiento, precisamente en estos momentos
discutíamos Nolferek y yo la situación
de la campaña.
- Crítica, extremadamente crítica – puntualizó Nolferek.
Karze avanzó hasta tomar asiento
junto a los dos grandes guerreros, en ese
momento la pantalla se iluminó y
el rostro del hermano bibliotecario Tánathos.
Lemariont se levantó de
su asiento para hablar.
- La situación de la campaña
oscila a cada día que pasa, como
todos sabéis. El mando imperial
ha reconocido que las defensas comienzan
a ceder, lo que supone que a situación
es en realidad mucho peor. Es nuestro deber
analizar la situación y tomar la
decisión que convenga.
Carraspeando Nolferek
se puso en pie y tomó la palabra.
- En varias zonas
de guerra de Medusa V la situación es favorable para
el Imperio, pero debemos atender a la situación
de la zona Euryales, pues ésta es
nuestra responsabilidad. Pese a los esfuerzos
de los tres Grupos de Combate de los No
Perdonados la línea imperial se
desestabiliza a cada día que pasa.
El resto de capítulos del Adeptus
Astartes, así como la comandancia
de la Guardia Imperial, se han desmarcado
de nuestras posiciones, no podemos contar
con ellos.
- Tal vez debió de ser así desde
el principio, somos y siempre hemos sido
independientes, intentar coordinar las
fuerzas imperiales de la zona Euryales
se ha demostrado ser un fracaso. – Intervino
Tánathos – nuestros esfuerzos
han sido más que loables, no podemos
hacer más por esa vía.
- Es cierto – corroboró Karze – Sicarios,
de los Ultramarines, aún se niega
a reconocer el liderazgo demostrado por
los Ángeles Oscuros, así como
las hazañas que hemos llevado a
cabo y la necesidad de nuestra presencia.
- En cualquier
otro momento y lugar tus palabras podrían confundirse con
arrogancia, pero en este instante no podría
estar más de acuerdo – sentenció Lemariont.
Un mapa holográfico de la zona
Euryales se desplegó lentamente
en el medio de la mesa, las posiciones
tácticas de Ángeles Oscuros
aparecían marcadas por pequeñas
espadas aladas, las posiciones de otros
marines leales por un A mayúscula
y las posiciones de la Guardia Imperial
por una I mayúscula.
Los dos principales
focos de resistencia se encontraban,
por aglomeración,
en la Colmena y la planta purificadora
de agua. No obstante una gran masa de puntos
rojos y amarillos, enemigos destacados
y enemigos respectivamente, se hendía
en la Colmena por una gran brecha mientras
que un enorme cerco se cernía sobre
la planta de agua.
Tánathos
fue quien expuso lo que todos pensaban.
- Está claro que los No Perdonados
somos insuficientes para influir en una
situación con tantas fuerzas implicadas,
el habernos separado de la utópica
cadena de mando imperial acrecenta aún
más este hecho.
- ¿Pero que hay de la misión
principal adicional de perseguir a Zirón
y el resto de Caídos, Karze? – preguntó Nolferek
girándose hacia el bibliotecario.
- Éste es el único campo
que nos es favorable, un caído fue
capturado por mi propio contingente, el
hermano bibliotecario Ezekiah sigue la
pista a otro y un brujo eldar capturado
en la toma del Bastión 3-0-4 nos
ha proporcionado información de
incalculable valor.
Karze extrajo de
su túnica el diminuto
comunicador y lo puso sobre la mesa, “con
vuestro permiso” murmuró,
una imagen holográfica almacenada
en la memoria se proyectó desde
el comunicador y todos asistieron al interrogatorio
de Earenne.
En el centro de
la sala de interrogatorios proyectada
se veía al brujo tumbado
en la mesa, con el capellán-interrogador
Arpphaon junto él. El capellán
se giró hacia el preso y le indicó que
repitiese todo lo que había dicho
a la cámara.
“Malditos mon-keigh, vuestra caída
hace diez mil años condenó a
la galaxia, pero la vuestra, la de los
que os hacéis llamar Ángeles
Oscuros ha alterado más de un destino.
Os he estudiado durante cientos de años,
soy el erudito de mi gloriosa raza que
más sabe acerca de vosotros. Es
cierto que hay una escuadra entera de los
que llamáis Caídos en Medusa
V, supieron de vuestra llegada a Euryales
y prepararon vuestro recibimiento, muchos
de los enemigos a los que habéis
hecho frente han sido espoleados por los
Caídos en contra vuestra.
Es Zirón el Grande quien les dirige,
no bajo las órdenes de Ygethmor,
pero si junto a él. Él y
sus hombres pretenden hacerse más
poderosos en Medusa V, muchísimo
más, atrayendo la atención
de los Dioses Oscuros, y han encontrado
la forma, pues no hay sacrificio que complazca
más a los Dioses Oscuros que la
sangre de hermanos derramada, cosa que
ellos logran espoleando a la mayor parte
de los enemigos a los que os enfrentáis.
Si no son detenidos
a tiempo, toda la escuadra será beneficiada por los
Dioses Oscuros, y lo que hagan una vez
lo consigan se oculta incluso para mi visión
de futuro.
Hace una semana
uno de esos Caídos
cayó en nuestras manos y extraje
personalmente toda esta información
de su mente, no se que pretendéis
hacer ahora que sabéis todo esto,
pero ya no es mi problema”
El brujo comenzó a insultar y maldecir
sin apenas recuperar el aliento, Arpphaon
se giró hacia la posición
del comunicador y la conexión se
cortó.
El silencio se
adueñó de
la sala del Cónclave, ninguno de
los comandantes se atrevió a romperlo
durante unos segundos, hasta que Karze
se alzó de su asiento.
- Señores,
aunque arriesgado, tengo un plan.
- Adelante, hermano. – Invitó Tánathos.
- Como bien ha
sido expuesto, no podemos influir en
los acontecimientos de forma directa,
pero cuando he escuchado las palabras
del brujo eldar por primera vez se me ha
ocurrido que tal vez la respuesta a nuestro
problema la tengan nuestros hermanos Caídos. –Ya
se que mis palabras rozan la herejía
hermanos, pero dejadme terminar.- nuestra
misión principal en Medusa V es
evitar que el Caos se adueñe del
planeta, para ello honramos con cada una
de nuestras victorias.
El resto de hermanos
del Cónclave
aguardaron a que Karze recuperase el aliento.
- Seré breve, nuestros hermanos
Caídos pretenden llamar la atención
de los Dioses Oscuros mediante selectos “sacrificios
rituales”, el asesinato del mayor
número posible de sus hermanos,
es decir, de nosotros. Aparte de perseguir
a los Caídos, lo cual sigue siendo
a primera prioridad adicional, honraremos
al Emperador y su Imperio mediante una
técnica controvertida: el magnicidio.
Elegiremos a los mayores comandantes enemigos,
en especial a los comandantes de los marines
del Caos, y les derrotaremos en combate
singular en el campo de batalla, en un
desafío entre ellos y nosotros,
los comandantes de los No Perdonados reunidos
en Euryales.
Por segunda vez
el silencio de adueñó de
la sala del Cónclave. Los cuatro
generales Ángeles Oscuros se miraron
entre sí durante unos minutos, la
idea de adoptar una técnica utilizada
por los Caídos resultaba repulsiva
cuando menos, pero la oscuridad se extendía
a cada día por la superficie de
Medusa V.
En el comunicador
guardado entre los pliegues de la túnica
de Karze brillaba un mensaje recibido.
“Hermano
Bibliotecario Karze,
De acuerdo
a la misión que
le fue encomendado a su contingente en
el momento de su creación, el
de la persecución de las fuerzas
de lo Demoniaco y el Caos en todos y
cada uno de sus aspectos y la obtención
de cualquier forma de conocimiento, y
con el acuerdo unánime del resto
de hermanos del Círculo Interior:
Su contingente
debe considerar prioritaria la captura
de los Caídos en Medusa
V, misión nombre en clave “Cacería”,
y el plan expuesto de magnicidio a generales
de el Caos, misión nombre en clave “Punición”.
Hasta que la Espada sea Reforjada,
Bibliotecario
Jefe Ezequiel, Guardián
de las Llaves y custodio del Libro de
la Salvación.”
19.
Lágrimas
de acero
- Señor, los auspex muestran fuerzas
enemigas acercándose, deberíamos
tener contacto visual, pero no lo tenemos.
- Gracias, Uriel.
A todos los guerreros: aviven el sistema
de purificación
de aire de las servoarmaduras, nos enfrentamos
a la guardia de la muerte, un ataque vírico
es más que probable.
El chasquido eléctrico de los purificadores
se sucedió entre las líneas
de ángeles oscuros. Los hombres
estaban nerviosos, se había advertido
de la presencia de un cánope entre
las líneas enemigas, y pese a que
el Lasciate Ogne Speranza se había
entrenado especialmente para hacerles frente
no dejaba de ser un reto enfrentarse a
lo demoníaco.
De pronto, con
el aviso de los auspex pero sin que nadie
lo esperase comenzaron los disparos.
Los Ángeles Oscuros
habían tomado el edificio más
robusto de la zona, aguardando el ataque
de los marines de la plaga.
La escuadra de
devastadores liderada por Uriel tomó el
tejado del mismo, mientras las escuadras
de Lucius y Zadakiel avanzaban por la
calle para tomar posiciones. En el flanco
contrario el Predator aguardaba que apareciesen
los primeros objetivos. En el centro
del despliegue se encontraba Karze liderando
la escuadra del Ala de la Muerte, preparado
para enfrentarse al comandante enemigo
en singular combate.
Los disparos enemigos,
disparos de armas de plasma, provenían
del piso superior de un edificio cercano,
los marines de la plaga asomaronabrieron
fuego contra los devastadores.
Dos grandes escuadras
de guardianes de la muerte lideradas
cada una por un paladín
avanzaron por las ruinas del flanco izquierdo,
donde estaban las fuerzas de las escuadras
tácticas. Entre los marines de la
plaga una figura destacaba, rodeado de
una nube de putrefacción y enarbolando
una enorme arma semejante a una guadaña
un señor del Caos lideraba a los
marines de la plaga, señalando de
forma amenazadora con su guadaña
a las escuadras tácticas.
- Recordad, ¡Que nade abata a disparos
al general enemigo, debe caer a mis manos!
Sé que no tiene sentido, pero dejadle
avanzar hasta mi posición – bramó Karze.
Uno de los paladines
enemigos estaba poseído
según los informes de la inteligencia
y Karze dejó fluir su esencia psíquica
fuera de su cuerpo físico para rastrearla.
El general del Caos era una herida viviente
en la realidad, su mera presencia hacía
sangrar la esencia psíquica del
bibliotecario. Sin embargo no le costó demasiad
encontrar al cánope, el general
del Caos era una herida en la realidad,
el cánope era en si mismo una aberración
tal que su esencia psíquica se retorció de
dolor mientras su cuerpo físico
comenzaba a sudar y temblar.
- ¡La escuadra de la azotea! La
escuadra con cuatro rifles de plasma, ¡Uriel,
Lucius, Zadakiel, Predator, eliminad a
su paladín! Es el cánope, ¡Eliminadle!
El sonido ensordecedor
de todas las armas del contingente disparando
a la par le envolvió, sin embargo cuando el
humo se disipó del edificio tomado
por el enemigo todos pudieron observar
como un solo marine de la plaga había
caído víctima del fuego.
El abotargado cuerpo
del cánope
se elevó unos centímetros
del suelo y pareció estallar debido
a las convulsiones, las balas de bolter
silbaban a su alrededor, pero éste
parecía inmune.
Con un último estallido de energía
disforme el cánope terminó su
transformación y un gran demonio
de Nurgle se alzó en su lugar.
Los Ángeles Oscuros redirigieron
automáticamente su fuego, todo aquel
capaz de herir a la gran inmundicia con
relativa seguridad se centró en
dispararle, sin embargo, cuando la tormenta
de proyectiles de bolter pesado y cañones
de asalto cesó el demonio continuó avanzando
hacia el bibliotecario y los exterminadores.
Por el flanco izquierdo
el fuego de las escuadras tácticas no retrasó el
avance de los marines de la plaga y la
más avanzada de las escuadras llegó a
distancia de carga.
El combate entre
las ruinas de flanco izquierdo fue muy
duro, los Ángeles
Oscuros combatieron con valor, pero la
resistencia a las heridas que ofrecía
Nurgle a los marines de la plaga fue decisiva
y ninguno de los bandos consiguió superar
al otro.
El Predator de
Caos disparó todo
su armamento contra los devastadores de
Uriel mientras avanzaba por la calle principal
pero no causó ninguna baja, mientras
tanto el Predator de los Ángeles
Oscuros intentó desalojar a la escuadra
con armas de plasma sin obtener resultados.
La línea se estaba debilitando
y el general del Caos parecía no
estar dispuesto a enfrentarse a Karze si
no era necesario, así que fue éste
quien fue a por él.
Ambos generales
se enfrentaron en un duelo épico
entre las ruinas de un transporte blindado
de una batalla anterior. El general de
Nurgle intentó hacer un barrido
lateral con su arma demonio, pero Karze
bloqueó el ataque con facilidad.
El arma demonio era muy útil contra
un gran número de oponente pero
difícil de usar en un duelo.
Karze contraatacó con todas sus
fuerzas mientras el paladín de Nurgle
comenzaba a alzar su guardia d nuevo, con
un grácil gestó atravesó la
guardia del paladín con facilidad,
incluso a pesar del volumen de su armadura
de exterminador.
La hoja de su arma
psíquica se
hundió entre las placas del pecho
de la armadura bendecida por Nurgle, Karze
no desaprovechó la ocasión
y volcó todo su potencial psíquico
a través del arma, llevando al paladín
al borde de la muerte.
No tuvo tiempo
para matarlo completamente, pues un poderoso
golpe por la espalda le derrumbó. Al girarse para alzarse
pudo ver al gran demonio de Nurgle dejando
atrás varios cuerpos sin vida de
exterminadores y al resto de la escuadra
fuera de combate.
- Uriel, el demonio
va hacia ti, no tenéis
capacidad para detenerle, ¡retírate! – logró decir
entre espasmos de dolor el bibliotecario
por el comunicador.
Los bolters pesados
se acallaron uno a uno mientras los hombres
que los empuñaban
se preparaban para retirarse, entonces,
tras abrir el blindaje lateral del Predator
como si de papel se tratase, el gran demonio
se abalanzó sobre los hombres de
Uriel.
Una sola figura
se interpuso entre el demonio y los devastadores
en retirada, dándoles así tiempo. La figura
encapuchada arrojó a un lado su
bolter ya sin munición y se preparó a
hacer frente al demonio armado solo con
un par de cuchillos de combate, era una
imagen de valor incalculable.
El sargento veterano
Uriel se había
preparado para su muerte, desde que pisó el
suelo de ese planeta condenado sabía
que iban a pagar un precio terrible para
arrebatar el planeta a las fuerzas del
Caos, pero nunca llegó a imaginarse
que su final llegaría combatiendo
cuerpo a cuerpo contra una gran inmundicia.
Hasta cinco nurgletes
saltaron hacia Uriel, y éste los rechazo uno a uno contra
todo pronóstico, mientras conseguía
esquivar los ataques del demonio en lo
que pareció una eternidad.
Finalmente el gran
demonio superó la
guardia de Uriel, el destino era uno solo
posible, el gran demonio acabó con
su oponente aplastándolo contra
la pared más cercana y reanudó la
marcha hacia la escuadra táctica
más cercana como si nada.
En el flanco izquierdo
las escuadras tácticas
realizaron una contracarga a la escuadra
que había alcanzad sus posiciones
y la rechazaron asesinando a todos sus
oponentes, sin embargo, cuando vieron la
segunda escuadra de marines de la plaga
avanzando se dieron cuenta de su delicada
situación, una escuadra por el frente,
un gran demonio por la retaguardia y la
escuadra armada con armas de plasma desde
el flanco.
Lucius y Zadakiel
escupieron al suelo desafiantemente cuando
recibieron la orden de retirada, eran Ángeles Oscuros
y odiaban con mayor fuerza que nadie tener
que retirarse, pero sus muertes prematuras
no servirían de nada. Antes de iniciar
la retirada activaron las cargas de demolición
que derribaron una fila de edificios para
cubrir la retirada, eso detendría
lo suficiente a las tropas de Nurgle.
Las escuadras tácticas se alejaron
desde el flanco izquierdo mientras la tripulación
del Predator conseguía arrancar
de nuevo sus motores y huir en marcha atrás.
Justo antes de
retirarse Karze se agachó junto
al cuerpo de Uriel en la azotea del edificio
que defendían los devastadores.
- Aguanta Uriel,
el Apotecario está de
camino. Todo esto no es más que
una grandísima mierda, no deberíamos
estar aquí, nuestra misión
no es venir a morir a un planeta que ya
está condenado. Deberíamos
estar combatiendo en el Ojo del Terror
por la misión de nuestro contingente… aguanta
y algún día pondremos de
nuevo rumbo al infierno del Ojo, pero aguanta,
Uriel.
El Apotecario llegó y ras un solo
vistazo al cuerpo de Uriel se giró a
Karze para indicarle que el sargento no
iba a sobrevivir, era imposible incluso
para un sobrehumano como él. El
Apotecario se arrodilló junto al
cuerpo de Uriel y extrajo sus herramientas,
después se levantó y se alejo
unos pasos por respeto.
- Adelante, pídame lo que quiera
hermano Uriel – insistió el
bibliotecario. Su rostro se mostraba duro
como la piedra, y pequeñas explosiones
de poder psíquico casi incontrolado
se sucedían alrededor.
- ¿Cualquier cosa, señor? – Una
mueca de dolor más agudo transformó su
cara en una máscara de agonía – entonces
le pido que deje de pensar eso, cada vida
humana cuenta, todas y cada una de ellas,
no debemos olvidar quienes somos y por
que estamos aquí. Este era un mundo
humano habitado por humanos, y solo por
eso merecía toda nuestra ayuda…
Poco a poco los
movimientos de Uriel se hicieron más lentos, su rostro se
relajó al librarse del peso de años
de servicio y tormentos y sus ojos ambarinos
se detuvieron en un punto fijo del cielo.
El sargento veterano Uriel había
muerto.
El grito de rabia
de Karze se pudo oír
entre las ruinas del sector, súbitamente
varias instalaciones en ruinas se derrumbaron
consumidas por descargas de energía
psíquica pura.
20. Anochecer
La situación en la brecha de Mithras
empeoraba a cada día que pasaba,
los rumos de que el hechicero Ygehtmor
se dirigía sin que nadie pudiese
detenerlo hacia ella comenzó a hacer
mella en la moral de los regimientos desplegados.
El incesante ruido
de decenas de posiciones de artillería resonaban día
y noche, mientras que éstos dejaban
de existir tal y como eran conocidos.
Un resplandor rojizo
se apoderó del
cielo, haciendo que no se distinguiese
entre el día y la noche, relámpagos
de energía disforme restallaban
en el horizonte sin cesar y las comunicaciones
se habían perdido casi por completo.
Era imposible saber la situación
de las otras zonas de guerra, aunque el
aumento de la energía disforme no
hacia augurar nada bueno.
Diecinueve días después
de la derrota frente a la Guardia de la
Muerte el Lasciate Ogne Speranza fue redesplegado
de nuevo desde el navío Némesis,
los heridos habían sido tratados
y todos los Ángeles Oscuros habían
sido reequipados. Pese a que se había
intentado recortar al máximo la
estancia en el navío Némesis
había sido estrictamente necesario
los diecinueve días.
“Reentrada atmosférica concluida,
quince minutos para del despliegue en las
coordenadas fijadas”.
Incluso el sonido
del comunicador interno de la Thunderhawk
se hacía entrecortaba
y presentaba interferencias. Un escuadrón
de la Armada Imperial custodiaba la Thunderhawk
en su rápido descenso abriendo una
cortina de fuego contra cualquier nave
no identificada que se acercase.
En el interior,
el cuerpo de veteranos del Lasciate,
con un número de efectivos
muy reducido, apenas cuatro escuadras.
El sonido de los cargadores de bolter se
alternaba con las letanías y oraciones.
El tableteo de las placas de blindaje y
el ruido de los Lightnings ahogaba el sonido
de la tormenta exterior, pero todos los
marines sabían que estaban descendiendo
hacia las mismísimas fauces del
infierno.
El hermano bibliotecario
Karze soltó sus
correas de sujeción y se cogió a
una de las barras de metal para conseguir
estabilidad.
- Hermanos, Medusa
V está a punto
de caer. Una vez más descendemos
al infierno para combatir por el Emperador.
Estaremos tres días desplegados
y seremos evacuados, setenta y dos horas
de pesadilla. Todos sabéis cuales
son nuestras misiones, el último
intento de asestar el mayor golpe posible
al enemigo. Habéis sido elegidos
para estas misiones por que sois los más
veteranos en enfrentaros a las fuerzas
del Caos, debéis de saber que todo
Medusa V es ahora vuestro enemigo.
Días antes habían sido instalados
unos repetidores de teleportación
en la Brecha de Mithras, el Alto Mando
planeaba un despliegue masivo por teleportación
en la Brecha con la que dar un golpe importante
a los atacantes, desgraciadamente las instalaciones
habían caído en manos enemigas
en un breve período de tiempo.
Los motores de la Thunderhawk rugieron
a plena potencia y comenzaron a reducir
potencia mientras tomaba tierra y levantaba
un vendaval de polvo a su alrededor.
“Diez segund… para… apertura
de las comp…tas”
Con un chasquido
metálico la rampa
de acceso comenzó a descender y
las escuadras de Ángeles Oscuros
descendieron en perfecto orden. Instantes
después la Thunderhawk se elevaba
de nuevo a la espera de la orden de evacuación.
El sonido de los
ataques de los Lightnings ofreciendo
cobertura a los marines ensordecía
la batalla que estalló. La llegada
de los Anglés Oscuros fue recibida
por una tormenta de fuego de marines traidores.
- Hermano Karze
a apoyo aéreo,
hermano Karze a apoyo aéreo, hostiguen
la posición 2, contingente terrestre
preparado para tomar la posición
1.
Con un rugido los Ángeles Oscuros
comenzaron a avanzar por la explanada,
los disparos de las dotaciones enemigas
correspondientes a la dotación 2
cesaron ante al ataque de la Armada y los
marines llegaron sin demasiados problemas
a la posición 1.
Ráfagas de bolter hacían
saltar esquirlas y trozo enteros de roca
en la explanada, donde los Ángeles
oscuros se cubrían los unos a los
otros en el avance ante la falta de cobertura.
La posición 1 eran las ruinas de
una gran instalación, donde un gran
número de marines traidores se habían
parapetado y habrían fuego sin cesar.
Karze se giró hacia el sargento
Phaleg, recién ascendido a sargento
de la escuadra de devastadores tras la
muerte de Uriel. Era aún joven para
los estándares de edad entre los
sargentos, pero su fama le precedía.
- Hermano Phaleg,
necesitamos fuego de cobertura o no duraremos
mucho en la explanada, ¿Qué puedes
hacer?
El sargento Phaleg
se giró hacia
sus hombres armados con bolteres pesados
he hizo una serie de gestos con las manos,
los devastadores plantaron los pies en
suelo y apuntaron hacia la posición
1.
La tormenta de
calibre pesado no iba dirigida a los
marines traidores, sino al muro de las
instalaciones, el cual se derrumbó hacía
dentro por la fuerza de los impactos. Una
densa nube de polvo se elevó y varios
enemigos fueron aplastados, otros estuvieron
desorientados unos segundos. Más
que suficiente.
El sargento Isiah
alcanzó de un
salto las ruinas del muro y vació su
cargador hacia la nube de polvo, con un
gesto fluido activó su puño
de combate y se perdió entre las
sombras del complejo.
Tras unos minutos
de intenso combate en las reducidas dimensiones
del complejo la voz de Isiah resonó de nuevo
por el comunicador. “Posición… repito,
posición 1 asegurad...”
Mientras el resto
de marines se acercaban a la cobertura
del edificio Karze miró el
paraje, le recordaba vagamente a la descripción
que tanto había oído de Marte
en boca del tecnomarine Gethel. El cielo
de Medusa se había tornado rojo
y la luz dotaba a todo el paisaje de un
tono rojizo mientras tormentas de arena
se sucedían como si estuviesen en
pleno desierto.
El tiempo pasaba
y la confirmación
de la Armada acerca de si la posición
2 había sido despejada no llegaba,
lo cual no era de extrañar con las
difíciles condiciones atmosféricas.
- Isiah – llamó Karze girándose
hacia le interior del complejo – tus
hombres y tú defenderéis
esta posición, Phaleg y sus devastadores
que avancen a las ruinas adyacentes y nos
proporciones cobertura, debemos avanzar
a la posición 2 inmediatamente.
Cuando el destacamento
destinado a avanzar a la posición 2 salió de
nuevo al deprimente paisaje llegaron a
tiempo para ver como un Lightning era derribado
y explotaba al estrellarse contra el suelo.
Dos escuadras de
marines traidores avanzaban hacía la posición 1, demasiados
como para ser detenidos, habían
podido enfrentarse a los centinelas, pero
dos escuadras completas eran demasiados.
Karze intentó utilizar sus poderes
psíquicos, pero la concentración
de energía disforme en la atmósfera
lo hizo imposible, sus creaciones psíquicas
apenas avanzaban un par de metros antes
de desvanecerse.
Las sombras negras
de los traidores se definían poco
a poco contra la tormenta y en pocos
minutos estuvieron a distancia de disparo.
- ¡Por el Emperador, por el León! ¡Muerte! – gritó el
sargento Lucius desde el flanco izquierdo.
Los marines traidores
abrieron fuego al unísono y pronto quedó evidente
que la posición de los Ángeles
Oscuros no resistiría. La posición
en la que se encontraban los devastadores
fue castigada hasta obligarles a resguardarse.
“… segund… en brev… ibe?...” Sonó por
el transmisor de largo alcance de Karze
en el momento justo que un proyectil de
bolter le hacia trastabillar hacia atrás
al impactarle en el hombro derecho.
Justo en el momento
que caía hacia
atrás pudo ver como un inmenso proyectil
se dirigía hacia ellos desde el
cielo, su velocidad de caída era
tan elevada que estaba el rojo vivo. El
fuego antiaéreo de la posición
2 intentó interceptarlo, pero su
velocidad era demasiado alta.
Durante unos segundos
se quedó esperando
la explosión, poniéndose
en paz con el Emperador, pero ésta
nunca llegó.
En cambio, el sonido
de unos cierres hidráulicos
sonó y un crujido de metal se escuchó en
la explanada. Los marines traidores cesaron
de castigar la posición de los Ángeles
Oscuros para disparar contra una mole confusa
en medio de la tormenta.
Cuando una enorme
lengua de fuego consumió a
varios de los marines traidores Karze no
puedo dejar de sonreír, la caballería
pesada había llegado.
El hermano Kohan,
encerrado en su sarcófago
de Dreadnought avanzó un par de
pasos antes de escupir muerte con su cañón
de asalto y soltar una nueva ráfaga
de promethium contra las filas de marines
traidores. Durante un instante pareció que
su puño de combate saludaba a los Ángeles
Oscuro, instantes después el puño
se alzaba de nuevo con el cadáver
quebrado de un caótico.
Mientras el Dreadnought
y los marines de Isiah daban cuenta de
los marines del Caos el resto de los
marines avanzó hacia
la posición 2. Apenas unos pocos
disparos dispersos les recibieron, cuando
los Ángeles Oscuros llegaron el
enemigo había abandonado la posición.
Cuando las llamas
de la explosión
de las baterías antiaéreas
se alzaron en el cielo, la señal
preacordada, la Thunderhawk Biennacida descendió de
nuevo para recoger al Lasciate y llevarles
a su nuevo objetivo. Apenas había
tiempo.
21.
En el Ojo del Huracán.
- ¿A cuantas horas están
los refuerzos disponibles más cercanos,
teniente? – inquirió con voz
grave el bibliotecario.
El rostro pálido del teniente de
la Guardia Imperial bastó para confirmar
las peores sospechas de Karze.
- Señor… no se esperaba
que el enemigo llegase hasta aquí tan
rápido sin que cayese la Brecha,
solo somos un destacamento de guardia de
honor, lo mejor sería retirarse
y minar toda la zona.
- Retirarse es
dar la espalda al Emperador, ¿Daría
usted la espalda al Emperador, teniente?
Karze miró alrededor, apenas una
treintena de guardias imperiales ocupaban
los parapetos y trincheras improvisadas
alrededor de la ermita. Algunos de ellos
acaban de levantarse y calentaban cafeína
en hornillos portátiles, otros limpiaban
con un trapo sus rifles láser o
miraban con sus mirillas a las calles desiertas.
- Nada, señor, es imposible comunicarse
con las posiciones imperiales de la Brecha
de Mithras ni con el Alto Mando. – El
tecnomarine Gethel alzó los hombros
al dar la mala noticia, Medusa V era un
infierno, la situación solo podía
empeorar y lo habían asumido.
Karze se dirigió de nuevo al plano
extendido en la mesa, con un dedo cubierto
por le guantelete apunto una sección
en color rojo del mapa. La posición
de la Ermita estaba marcada con una equis
negra a mucha distancia del marcador rojo,
decenas de calles y varias líneas
defensivas les separaban.
- Supongamos lo
peor, que la Brecha de Mithras ha caído, o al menos que
un contingente numeroso de enemigos ha
conseguido superar la línea defensiva
antes de que se produjese la teleportación
masiva. Si el enemigo está tan cerca
de la Ermita es que todas las líneas
defensivas han caído sin tiempo
siquiera para mandar un mensaje de auxilio.
- Pero señor, ¡eso es imposible!
No pueden haber atravesado todas las líneas
en menos de un día.
- Teniente, la
Ermita parece proteger a esta zona de
la colmena de lo peor que se está desatando ahí fuera,
pero puedo jurarle que pocas veces había
visto un infierno semejante. Decenas de
demonios se están materializando
en las calles de la colmena, el pillaje
y la muerte aguardan en cada edificio.
El aullido psíquico que se extiende
en la atmósfera ha bastado para
matar a un gran número de defensores,
los demonios se han encargado del resto,
por no hablar de que las tormentas parecen
obedecer a los propósitos del archienemigo
y descargas su furia en las posiciones
más delicadas.
Varios de los guardias
imperiales cercanos dejaron de hacer
lo que estaban haciendo y se miraron
nerviosamente entre ellos. Un par de
ellos hicieron la señal
del aquila en su pecho.
Una figura envuelta
en capa de camuflaje urbano apareció en el arco de la
Ermita y pidió permiso para entrar.
- Señor, los exploradores han sido
dispuestos y sus informes ya se han recibido,
el sargento Vigilas nos ha proporcionado
los vectores de aproximación de
las fuerzas enemigas. – el marine
miró significativamente a Karze
para saber si debía continuar, tras
una ligera inclinación de cabeza
del bibliotecario prosiguió – Tres
destacamentos de marines del Caos se aproximan,
uno parece ser de seguidores del caos absoluto,
otro de ellos es de Devoradores de Mundos,
y el tercero de Guardia de la Muerte. Además
una horda tiránida se dirige a nuestra
posición desde el suroeste, atraída
por la señal. Desde el noroeste
una fuerza de Eldars y desde el sureste
una Orkos. Proporción aproximada
de las fuerzas enemigas en capacidad destructiva
de seis a uno.
- ¡Emperador! – dijo sin poder
remediarlo el teniente de la Guardia Imperial,
treinta guardias imperiales y no más
de seis marines para hacer frente a semejante
horda de enemigos.
Incluso el resto
del Lasciate Ogne Speranza estaba lejos
de allí, el contingente
principal, liderado temporalmente por el
Dreadnought Kohan había continuado
con la operación preestablecida
mientras que Karze se había rodeado
de unos pocos hombres de confianza y la
escuadra de exploradores de Vigilus y se
había dirigido a la Ermita.
Una extraña señal psíquica
había aparecido en la posición
de la Ermita, tras unas largas horas de
estudiarla Karze decidió que se
trataba de una señal para reunir
las fuerzas del Caos, su decisión
apresurada de dirigirse a la Ermita no
serviría de mucho si todos morían
ante los atacantes.
La Ermita se alzaba
orgullosa entre la devastación que la rodeaba, ocupaba
una posición ligeramente elevada,
como si la ciudad hubiese absorbido una
pequeña colina con el crecimiento
de sus edificios.
La atmósfera parecía calmada
en la zona circundante, el bibliotecario
no había exagerado con la situación
del resto del planeta, no obstante, por
alguna gracia divina, la zona de la Ermita
parecía estar a salvo de la tormenta
disforme.
Mientras una mota
de polvo caía
brillando desde el cielo, Karze fijó sus
ojos en la estatua que presidía
el altar principal, ahora medio en ruinas.
No recordaba haber visto una imagen semejante
en sus largos años de servicio,
quizá fuese un santo local o un
héroe olvidado. Justo en ese momento,
mientras la estatua parecía devolverle
la mirada un grito sacó a todos
de su ensimismamiento.
Uno de los guardias
del perímetro
exterior se retorcía sobre si mismo
y abundante sangre manaba de su abdomen,
cuando se giró hacia el interior
de la capilla todos vieron el proyectil
que le había alcanzado: un Shuriken.
- Les tenemos encima,
la dotación
del bolter pesado que abra fuego contra
ellos, teniente, Ángeles Oscuros
a mi, avancemos por las ruinas de la derecha. – bramó el
bibliotecario dejando al teniente al mando
de la defensa y abalanzándose hacia
las posiciones eldar.
Una cortina de
proyectiles Shuriken y misiles segador
intentó detener
el avance de los Ángeles Oscuros,
pero los proyectiles impactaban inofensivamente
en las ruinas que utilizaban de cobertura.
Unas sombras fugaces
pasaron por delante de la escuadra de
marines abriendo fuego, las servoarmaduras
resistieron todos los impactos, a cambio
un eldar cayó hacia
atrás a causa de un impacto directo
de bolter.
- Hermano Eko, avance con el lanzallamas
hacia el hueco de las escaleras y abra
fuego, los segadores siniestros se encuentran
en el piso superior, hermano Arthel y Raman,
tomen el piso superior.
El comunicador
de corto alcance, el único
que aún funcionaba y a duras penas
chasqueó al recibir un entrecortado
mensaje del teniente.
“… Vector establecid… aproximación
en… utos… refuerzos inmediata… nidos,
repito ¡TIRÁNIDOS!”
- Hermanos – dijo alzando la voz
por encima del estruendo de los bolteres
el bibliotecario – despejad estos
edificios de la presencia Eldar piso por
piso si es necesario, es el enemigo más
rápido de cuantos se acercan y no
deben llegar a la línea de la guardia.
Tras recibir un
asentimiento general como respuesta Karze
guardó su pistola
bolter y se dirigió hacia la izquierda
empuñando su hoja psíquica
con ambas manos.
Hasta tres guerreros
eldars intentaron detenerle mientras
cruzaba a toda prisa las ruinas ocupadas
por ellos, dos de los atacantes terminaron
destripados antes siquiera que diesen
la alarma, el tercero de ellos murió cuando su cerebro
se convirtió en cenizas.
Cuando el hermano
Karze salió de
entre las ruinas a la plaza de la Ermita
de nuevo vio como los guardias imperiales
resistían parapetados, el fuego
de gran calibre del bolter pesado mantenía
a raya a los eldars mientras los marines
acababan con ellos, sin embargo una marea
de cuerpos quitinosos precedidos por el
chasquear de múltiples garras se
dirigía rápidamente hacia
la Ermita.
El bibliotecario
salto sobre uno de los gantes de avanzadilla,
aplastándolo
con su peso, rodó sobre si mismo
y cortó por la mitad a dos más.
Volteando su espada rechazó el ataque
del resto de la progenie y entonces apareció el
enemigo que esperaba. Un guerrero tiránido
apareció de pronto entre las ruinas
abalanzándose sobre él. Después
de que ambos oponentes resistieran sus
disparos con relativa facilidad se abalanzaron
el uno sobre el otro. Momentáneamente
Karze pareció desvanecerse, al instante
siguiente atravesaba con su espada al guerrero
desde el cuello hasta la parte alta del
cráneo.
Entonces concentró todo su potencial
psíquico, o lo que quedaba de él,
en la mente del tiránido, sintió con
infinito asco las interconexiones psíquicas
de toda la horda que avanzaba hacia él,
sintiendo los nodos sinápticos como
focos de luz y corrupción simultáneamente.
Entonces abrió aún más
su mente y abrazó la sinapsis, infundiendo
una sola idea en ella: un vector este-sur.
Durante unas décimas de segundo
la red sináptica se estrechó sobre
la mente del bibliotecario, arrastrándole
al borde de la muerte, entonces, mientras
un débil y tímido rayo de
luz se abría paso entre las tormentas
para iluminarle, Karze sintió una
fuerza corriendo por sus venas como nunca
antes la había sentido.
Sintió Medusa V como un ser vivo
agonizante, un ser con múltiples
heridas y que los parásitos devoraban
vivo, sintió la sangre derramada
en Medusa V y cientos de voces disformes
aullando a su alrededor. Entonces, en medio
del caos psíquico, sintió un
aura de paz y tranquilidad a sus espaldas,
justo en dirección de la Ermita.
Centrándose en ese espacio de paz
repitió su pensamiento en la red
sináptica y el contacto se rompió.
Karze cayó de rodillas y el mundo
real se redibujó a su alrededor,
todos los tiránidos avanzaban como
una masa en la dirección que había
indicado. El fragor de la batalla llenó de
nuevo sus sentidos, los fogonazos de las
explosiones obligaron a los sensores de
su servoarmadura a aplicar varios filtros
de protección.
Clavando su espada
en el suelo y ayudándose
de ella se incorporó y se dejó caer
contra un muro cercano. Girando la cabeza
pudo ver como a su derecha salían
varias llamas del piso superior de una
torre en ruinas: sus hermanos debían
haber acabado con la amenaza de las armas
pesadas eldars.
Sin embargo fue
al girarse por completo cuando se sobrecogió, las nubes
que llevaban días cubriendo Medusa
V parecían haberse disuelto justo
encima de la Ermita y un rayo de luz bajaba
iluminándola con un resplandor dorado.
Con sus últimas fuerzas elevó su
mirada psíquica, aprovechando el
poder que surgía de la Ermita. En
el sur los marines de la Guardia de la
Muerte eran asaltados por la horda tiránida,
el paladín de los marines caía
justo en ese momento atravesado por media
docena de garras de genstealer, el resto
de marines caóticos tomaba posiciones
defensivas, deteniendo su avance.
En el sureste pudo
sentir la presencia de la escuadra de
exploradores de Vigilus, cinco rifles
francotirador abrieron fuego y un enorme
piel verde cayó de bruces.
Una enorme energía psíquica
emanó del resto de la horda de pieles
verdes de forma incontrolada por la muerte
de su kaudillo.
El sargento Vigilus
bajó alzó de
nuevo su rifle francotirador para observar
la escena, el kaudillo Orko había
caído aplastando a un par de gretchins,
el resto de Orkos gritaba de furia, sin
saber que hacer y haciendo entrechocar
sus armas de forma amenazante.
- Retirada, hermanos,
hemos cumplido – susurró a
los cuatro exploradores que le rodeaban.
Lentamente deshicieron
el camino hacia la Ermita, alejándose todo lo rápido
que el sigilo les permitía. Cuando
llegaron a la Ermita la escuadra de marines
ya se había reunido con el resto
de defensores.
- ¿Dónde está vuestro
comandante? – Inquirió el
teniente – las posiciones eldar han
sido arrasadas y los tiránidos y
marines de Nurgle que han sobrevivido y
se han acercado al perímetro los
hemos abatido con facilidad. Sin embargo
aún faltan tres fuerzas de las que
defendernos, y siguen siendo demasiados.
Pese a que el teniente
intentaba ser precavido estaba claro
que el optimismo se había
apoderado de las fuerzas imperiales tras
la visión de la inexplicable luz,
lo que había sido tomado como una
señal del Emperador por los guardias
imperiales.
- Se equivoca,
teniente – replicó Vigilus – en
estos mismos momentos los Orkos se están
enfrentando a las fuerzas de Khorne. Los
guerreros de Khorne habrán entrado
en un frenesí de muerte y los Orkos
también, se destrozarán entre
ambos. Solo debe preocuparse de las fuerzas
del Caos Absoluto, que avanzan con impunidad…
El alarido de un
guardia indicó que
las fuerzas del Caos estaban llegando,
acto seguido la cabeza de su compañero
explotó tras recibir un impacto
directo. Los rifles láser apenas
hacían nada contra varias escuadra
de Marines Elegidos que se dirigían
arrogantemente hacia la Ermita. Los marines
del Caos se dedicaron a caminar sencillamente
entre la tormenta de fuego conjunta de
guardias imperiales y Ángeles Oscuros.
Los marines del
Caos avanzaban lentamente, abriendo cortas
pero letales ráfagas
de fuego de bolter, una figura destacaba
del resto, un paladín alrededor
del cual las voces de demonios aullaban
y varias figuras disformes parecían
comenzar a tomar forma. El paladín
alzó una mano y su voz pudo oírse
como un trueno a muchos metros de distancia.
- Seguidores del
Falso Emperador, ¿Dónde
está vuestro Salvador? ¿Dónde
está vuestro falso dios para protegeros? ¡Respondedme! ¡Habéis
sido abandonados! Vengo en nombre de los
Cuatro auténticos Poderes, escuchad
sus nombres y arrodillaos ante el Panteón: ¡Tzeentch!...
Cuando el Paladín pronunció el
blasfemo nombre las tormentas rugieron
con renovada fuerza y parecieron devorar
literalmente la luz que hasta ese momento
bajaba de los cielos. Los reflectores y
hasta las más mínimas luces
se apagaron de golpe en la Ermita.
- ¿Qué podemos hacer? ¿Dónde
está el bibliotecario? – aulló al
borde del ataque de nervios el teniente.
- Rezar, rezar
es lo único que
podemos hacer – fue la única
respuesta de un anónimo Ángel
Oscuro.
- … ¡Khorne!...
Tras pronunciar
el segundo de los nombres comenzó a llover sangre desde las
nubes del cielo, en pocos segundos la lluvia
de sangre fue torrencial y decenas de charcos
y riachuelos se formaron. En cada uno de
los charcos de sangre se veían reflejados
rostros fantasmagóricos que parecían
reírse de los atemorizados defensores.
- … ¡Nurgle!...
Varios de los guardias
imperiales supervivientes cayeron de
rodillas y comenzaron a vomitar extrañas criaturas del tamaño
de puños que les devoraban desde
dentro, además las paredes de la
Ermita comenzaron a pudrirse y desmoronarse
como si fuesen un cadáver.
- … y ¡Slaanesh! – rugió el
Paladín con un pie ya en la Ermita
y decapitando al hermano Arthel de un solo
tajo.
Todos los defensores
imperiales retrocedieron hasta chocar
espalda con espalda, rodeador por los
marines elegidos. Un tímido
disparo de pistola bolter surgió de
uno de los exploradores y rebotó contra
el yelmo del Paladín. Uno de los
marines elegidos vació el cargador
de su bolter en la cara del explorador
salpicando de sangre todo lo que estaba
cerca.
En ese momento
el Paladín alzó su
espada y se preparó para descargar
un tajo sobre la estatua que presidía
la Ermita, la única pieza que parecía
haberse salvado hasta entonces.
La impía hoja del Paladín
jamás llego a rozar siquiera la
estatua, giró bruscamente la cabeza
mientras sus brazos descendían empuñando
la hoja. Ante la sorpresa de lo que estaba
viendo el golpe del Paladín se detuvo
antes de llegar a la estatua.
La figura encorvada
y cubierta de sangre perteneciente a
Karze se mantenía
como por puro milagro entre las ruinas
del portón de la Ermita, a su lado
una figura de apenas la altura de un niño
humano, cubierta por una túnica
como su encorvado acompañante, sujetaba
un grueso tomo.
Todos los presentes,
incluso aquellos más negados para percibir la disformidad,
pudieron sentir la increíble emanación
psíquica proveniente del misterioso
ser que sujetaba el libro. Algunos de los
marines elegidos abrieron fuego contra él,
pero inexplicablemente los proyectiles
perdían su fuerza antes de llegar
al objetivo o se desviaban.
La pequeña figura abrió el
tomo y el bibliotecario Karze empezó a
hablar con voz clara mirando directamente
al Paladín.
- Los enemigos
del Emperador no son tolerados en este
suelo sagrado, abandona la Ermita y sufre
la furia de mis hermanos o quédate
para sufrir un tormento inimaginable.
Una carcajada del
Paladín fue toda
la respuesta que el bibliotecario recibió.
- Has de saber – prosiguió impasiblemente
Karze – que la entidad demoníaca
atada a tu arma no está nada a gusto
aprisionada, solo es necesario pronunciar
su nombre para liberar su esencia.
Si el Paladín no hubiese llevado
puesto su casco todos podrían haber
comprobado que ya no sonreía, intentó soltar
la espada pero su propia mano parecía
no obedecerle y la aferró con aún
más fuerza.
El hermano Karze
se giró hacia
el tomo abierto y leyó un nombre.
- Tach’akin’ar… ¡Tach’akin’ar,
yo te libero de tu prisión!
Hubo un grito surgido
de la nada, un grito que hizo estremecerse
a todos los presentes y parecía querer desgarrar la propia
realidad. Tan súbitamente como apareció,
la esencia que había gritado pareció desvanecerse.
El cuerpo sin vida
del Paladín
había caído a los pies de
la estatua y el resto de los marines elegidos
se habían esfumado. Poco a poco
la enrarecida atmósfera sobre la
Ermita se desvaneció y los supervivientes
observaron aliviados y sobrecogidos como
las nubes se deshacían en jirones
y de nuevo un halo de luz cubría
la Ermita.
Pasadas unas horas
el lento mecanismo formado por el frente
imperial reaccionó y
varios transportes de tropas aseguraron
la zona alrededor de la Ermita. Un alto
número de defensores de la Guardia
Imperial había recibido la orden
de establecer una última resistencia
en la ciudad mientras el resto de ejércitos
imperiales eran evacuados.
Entre los transportes
llegó una
solitaria Thunderhawk con decenas de cicatrices
de guerra, Biennacida. Los marines
supervivientes cargaron con los caídos
y subieron lentamente a la Thunderhawk,
sabiendo que su sacrificio en la Ermita
y su misión en el agonizante planeta
llegaban a su fin. Solo en ese momento
el bibliotecario Karze dejó que
se le prestara ayuda y fue subido a la
nave con ayuda de dos servidores del Apotecario.
Justo antes de que la rampa de la cañonera
se cerrase el bibliotecario miró una última
vez a la estatua de la Ermita e hizo el
signo del Aquila en su pecho.
La Brecha de Mithras
había caído
definitivamente, pero la férrea
resistencia del frente imperial había
retrasado el avance del Caos lo suficiente,
pese a que finalmente las fuerzas de Ygehtmor
habían irrumpido en la colmena y
se habían adueñado de casi
toda su extensión, era demasiado
tarde.
En el apogeo de la tormenta, con la tormenta
disforme visible desde cualquier punto
del planeta y sus cambiantes colores dominando
los cielos cientos de naves abandonaban
el planeta, entre ellas los transportes
de las fuerzas de los No Perdonados.
22. Muere un planeta.
El navío de batalla Némesis,
asignado al Lasciate Ogne Speranza había
atracado en los muelles exteriores de la
inmensa barcaza Catedral Oscura.
Como ya se hiciera
antes de la campaña,
la flota de los No Perdonados se había
reunido de nuevo y la comandancia del sector
Euriales se reunía de nuevo en el
Conclavium.
En una celda habilitada
especialmente para él, le hermano Karze estaba
sentado frente a una pequeña mesa
abarrotada de códices, pergaminos
y placas de datos. Su arma psíquica
descansaba apoyada contra la pared, aún
no había limpiado siquiera la hoja
de la sangre derramada a lo largo de la
campaña.
Estaba sentado
con las manos entrelazadas y los párpados cerrados, sin embargo
sus ojos se movían a gran velocidad
bajo éstos.
- Hermano Bibliotecario Jefe Ezekiel,
soy el Hermano Karze.
- Me alegro
de oírle, hermano.
Se han recibido los primeros informes
de la evacuación, hoy es un día
de regocijo para el capítulo,
pues los planes del archienemigo han
sido frustrados una vez más. El
hermano Belial no ha dudado en reconocer
el increíble esfuerzo realizado
por los No Perdonados en Euriales.
- Gracias,
señor. Servir al
León y al Emperador es toda recompensa
necesaria para un hermano de fe. En unos
minutos tendrá lugar el último
Cónclave de la campaña
de Medusa V, se presentarán los
informes oficiales de la campaña.
- Toda referencia
al Lasciate Ogne Speranza será borrada debidamente,
hermano Karze. Toda la información
recopilada sobre las fuerzas de los Poderes
Ruinosos clasificada como alto secreto
y guardada en la cámara santificada
del Librarium, su contingente ha vuelto
a cumplir las expectativas de su creación
al aumentar nuestros conocimientos sobre
el Enemigo.
- En el informe
extraoficial del Lasciate Ogne Speranza
se incluirá debidamente
toda la información requerida
acerca de la invocación y la infestación
demoníaca. He de informar además
acerca los extraños hechos acaecidos
en la Ermita, de mi trato con lo demoníaco
y la presencia de un Vigilante de la
Oscuridad, así como de la captura
de un segundo integrante de la escuadra
de Ángeles Caídos Efestión.
- Habrá tiempo de sobra para
hablar de todo lo relacionado con los
Poderes Ruinosos una vez su contingente
esté de regreso en La Roca, además
hay ciertos detalles de los que deberá responder
ante los máximos integrantes del
Círculo Interior, ¿Cómo
fue la captura del segundo Caído?
- Mientras
acudía a la Ermita
junto con los exploradores al mando de
Vigilus y unos pocos hermanos de los
más veteranos con el trato del
Caos el resto del contingente, con el
mando relegado en el Señor Kohan
acudieron a un enclave secreto de la
Inquisición. Un grupo de Inquisidores
había decidido no ejecutar a los
oficiales enemigos en el campo de batalla,
sino capturarlos. La posición
del enclave fue descubierta y una fuerza
enemiga se dirigió hacia él.
Nuestro reverenciado
hermano encerrado en su sarcófago dirigió de
forma excelente, como es habitual en él,
a nuestros hermanos y no solo pudieron
atravesar las líneas enemigas
para llegar a la defensa de la posición
sino que cumplió con la misión
encargada. Los defensores supervivientes
fueron sacrificados por temor a la infestación
del Caos y los oficiales cautivos fueron
llevados a tierra sagrada donde fueron
ejecutados para seguir con el plan Punición.
Sin duda el elevado número de
generales del Caos sacrificados debió de
ser un duro golpe. Mayor fue aún
el regocijo de nuestros hermanos al encontrar
a un Caído entre los oficiales,
el cual, obviamente, fue exonerado del
sacrificio y puesto a disposición
inmediata del Capellán-Interrogador.
- Es suficiente
por ahora, hermano Karze, acuda al
Cónclave y tras él
ponga rumbo inmediato a La Roca para
entregar sus informes confidenciales.
Que el León sea contigo, hermano,
hoy tú y tu contingente os lo
merecéis más que nunca.
Minutos más tarde las puertas de
la Sala del Cónclave se abrieron
lentamente revelando una figura encapuchada
conocida.
El hermano bibliotecario
Karze avanzó con
paso lento y cansado pero seguro hasta
su asiento y dejó caer todo su peso
sobre él. Con movimientos algo torpes
que ponían en evidencia múltiples
heridas y cicatrices de las batallas recién
finalizadas se quitó el yelmo y
lo dejó sobre la mesa.
El pelo rubio enmarañado cayó sobre
sus hombros revelando un rostro marcado
de arrugas y mirada perdida, una profunda
cicatriz partía en dos su ceja derecha.
Su túnica estaba desgarrada en decenas
de sitios y las manchas de sangre, algunas
se podría decir incluso que aún
fresca y otros fluidos la salpicaba de
arriba abajo. Su armadura se veía
dañada y aboyada en muchos sitios.
- Evacuación del Lasciate Ogne
Speranza concluido... último informe
presentado ante el Vigilantis Sanctum.
Hermanos pido disculpas por la demora de
la segunda parte, pero el trabajo de estos últimos
días lo ha demorado. Evaluación
final de mi contingente: 32 victorias,
elevado número de masacres y solo
una derrota. Retirados del servicio por
muerte bajo mínimos, entre ellos
a destacar el sargento veterano Uriel de
la escuadra de devastadores, retiradas
temporales del servicio mínimas.
Varias operaciones especiales cumplidas,
frente a las fuerzas de Valmor, la persecución
de Soulbraker, la amenaza tiránida,
la toma del Bastión 3 - 0 - 4, defensa
de la brecha de Mithras, Operación
Ojo del Huracán y Operación
Jaque Mate. Y lo que es más importante:
dos Caídos de la escuadra Efestión
capturados y en disposición del
capellán - interrogador Arpphaon.
Las arrugas de
cansancio se acentuaron en el rostro
del bibliotecario y dejó reposar
todo su peso sobre el inmenso respaldo
de su asiento. Un largo suspiro surgió de él
mientras un contador de números
rojos en la holopantalla se acercaba al
final.
"0.00.00.05 para perder la señal
de Medusa V
0.00.00.04 para perder la señal
de Medusa V
0.00.00.03 para perder la señal
de Medusa V
0.00.00.02 para perder la señal
de Medusa V
0.00.00.01 para perder la señal
de Medusa V
0.00.00.00 para perder la señal
de Medusa V
...
Señal de Medusa V perdida."