"Los
No Perdonados
El Capítulo de Marines Espaciales
de los Ángeles Oscuros"
Fuente:
Index Astartes
Vol. I pags.
18-23
Autor: Games
Workshop Ltd.
Desde su fundación como
Legión en el nacimiento del Imperio,
los Ángeles Oscuros siempre han
sido temidos por sus enemigos y tenidos
en alta estima por sus protegidos. Obstinados
e imparables en la batalla y siempre
fieles en sus cometidos con un celo religioso,
los Ángeles Oscuros se encuentran
entre los servidores más leales
del Emperador. Pero no siempre fue así.
Durante diez milenios, los Ángeles
Oscuros han ocultado un siniestro secreto,
un acto tan terrible y vergonzoso que
amenaza con destruir todo aquello que
aman con más fuerza y que, quizá,
pueda incluso suponer su condenación
eterna.
Orígenes
Los verdaderos orígenes de los
Capítulos de la Primera Fundación
están intrínsecamente ligados
al nacimiento del Imperio y a los tiempos
legendarios en los que el divino Emperador
aún caminaba entre los hombres.
La verdad acerca de lo que sucedió en
aquellas eras distantes se ha perdido y,
actualmente, solo se conserva en los antiguos
mitos de la historia del Capítulo
preservados por los Marines Espaciales
Bibliotecarios y, tal vez, en alguno de
los interminables archivos de la Santa
Biblioteca de la Sagrada Tierra. Pero,
aunque debido al terrible peso de diez
mil años de historia los hechos
son inciertos, las suposiciones son habituales.
Conoced, pues, los hechos que narran tales
conjeturas.
Los Ángeles Oscuros poseen el honor
de ser la primera de todas las Legiones
de Marines Espaciales, creados por el Emperador
para combatir en su Gran Cruzada para liberar
la raza humana de los alienígenas
y del dominio de los Dioses Oscuros. Sus
victorias tienen un halo de leyenda y,
pese a algunos rumores sobre la historia
del Capítulo, muchos lo consideran
el más grande de todos los de los
Marines Espaciales. El carácter
de todos los Capítulos está fuertemente
marcado por la personalidad de su Primarca
o Primer Nacido y los Ángeles Oscuros
no son una excepción.
Los Bibliotecarios de los Marines Espaciales
conservan historias que describen la creación
de los primeros Primarcas por parte del
Emperador. Estas explican cómo el
Emperador, imparable en Su sagrada divinidad,
reunificó todas las tribus de la
Tierra, que estaban enfrentadas por la
guerra, y las guió hacia la luz.
Sabía que había llegado el
momento de unir a toda la Humanidad, que
se había dispersado a lo largo y
ancho de la galaxia durante la Era de los
Conflictos. Sabía también
que este gran logro no podría conseguirlo
solo, pues ni siquiera él, con todo
su incontestable poder, podía estar
en todas partes a la vez. Así que,
por su propia mano, empezó a crear
a los Primarcas, los Primeros Nacidos.
Eran hijos de su sangre, aunque no meras
copias: cada uno había sido diseñado
para ser un líder de hombres, tanto
física como espiritualmente. Estos
descendientes del Emperador liberarían
a la Humanidad de los Poderes Oscuros y
la guiarían hacia una edad de oro.
Pero se sabe que algún desastre
sobrevino a los trabajos del Emperador
en la Luna antes de que los hubiera completado.
Los Primarcas, nonatos todavía,
se perdieron, dispersados entre las estrellas.
Han surgido muchas historias y leyendas
que intentan explicar este periplo de los
Primarcas. Algunas cuentan que los Dioses
Oscuros previeron los planes del Emperador
y trataron de destruir a sus futuros adversarios,
pero solo lograron que se perdieran entre
los astros; otras dicen que fue el propio
Emperador quien envió a los Primarcas
a los abismos galácticos para que
aprendieran a vivir fuera del cromo y la
ceramita del laboratorio; hay quien sostiene
incluso que fueron los Primarcas los que,
nada más nacer, decidieron alejarse
de los cuidados del Emperador para buscar
el conocimiento por su propia cuenta.
Es probable que solo el Emperador conozca
la auténtica verdad. Lo que sí se
sabe es que, después de esa fecha,
decidió modificar genéticamente
a sujetos humanos para mejorarlos, utilizando
para ello como matriz las hélices
genéticas de los Primarcas perdidos.
Así fue como nacieron las primeras
Legiones de Marines Espaciales y fueron
estas las que acompañaron al Emperador
en su reconquista de las estrellas.
Los Bibliotecarios de los Ángeles
Oscuros recuerdan antiguas fábulas
acerca de cómo su Primarca, el que
más tarde sería conocido
como Lion El´Jonson, fue encontrado
en su perdido mundo natal: el hermoso pero
desafortunado planeta de Caliban. La mutación
y la corrupción del reino del Caos
habían maldecido Caliban y lo habían
convertido en uno de los mundos más
letales de la galaxia. Con toda certeza,
el Primarca infante debería haber
muerto escasos minutos después de
su llegada a Caliban. Resulta un misterio
cómo Jonson pudo sobrevivir, pues
este nunca habló de sus primeros
años en aquel planeta maldito.
Se dice que los habitantes de Caliban
eran una raza orgullosa y marcial, criados
para vivir y morir por la guerra. La superficie
de Caliban estaba cubierta de lujuriantes
selvas, pobladas por incontables bestias
de todo tipo engendradas por el Caos. La
ferocidad de esas criaturas obligó a
los habitantes del planeta a construir
monumentales fortalezas de piedra en enormes
claros arrebatados a la selva. Desde estas
fortalezas era desde donde gobernaba la
elite guerrera de Caliban.
La Balada de Luther explica cómo
una banda de guerreros de un grupo conocido
simplemente como la Orden descubrió al
niño Primarca en la espesura de
la selva. Su líder, un joven llamado
Luther, llevó al Primarca a la fortaleza
monasterio de la Orden y le dio el nombre
de Lion El´Jonson, que en el idioma
caliban significa "El León,
el Hijo de la Selva". Jonson se adaptó con
facilidad a las costumbres de los hombres
aprendiendo las costumbres de su raza y
adaptándose al mundo natal en un
periodo notablemente breve. Con el paso
del tiempo, Jonson y Luther se volvieron
como hermanos y cada uno parecía
complementar las habilidades y pericias
del otro. La historia de sus ataques y
sus victorias se difundió por Caliban
y el número de jóvenes que
quería unirse a la Orden fue en
aumento año tras año.
Los eruditos imperiales creen que Jonson
dirigió una cruzada a escala planetaria
contra las aberraciones del Caos que pululaban
en el interior de las selvas del planeta.
Los Grandes Señores de cada monasterio
se unieron a Jonson y a la Orden en su
cruzada y, en apenas una década,
el planeta quedó totalmente libre
de los oscuros poderes que lo habían
infestado. Libre de la garra del Caos,
el planeta de Caliban floreció como
nunca antes lo había hecho y, en
reconocimiento a su triunfo, Jonson fue
proclamado Señor Supremo de la Orden
y regente de Caliban. Se rumorea también
que, pese a que Luther, de cara al exterior,
hacía ostentación del orgullo
que sentía por los logros de Jonson,
por dentro empezó a sentir las primeras
punzadas de unos celos que algún
día se alimentarían y crecerían
hasta prácticamente destruir todo
lo que él y Jonson habían
construido.
Mientras Jonson y Luther combatían
contra las criaturas del Caos en la selva,
el Emperador reconquistaba la galaxia mediante
su Gran Cruzada junto a sus Legiones de
Marines Espaciales. Se dice que, en cuanto
el Emperador llegó a Caliban, él
y Jonson reconocieron inmediatamente el
vínculo que los unía. Así,
el Emperador se reencontró con uno
de sus Primarcas perdidos. Según
el Apócrifo de Skarros, a Jonson
se le confió el mando de la Legión
de los Ángeles Oscuros, que había
sido construida a su imagen y semejanza,
y Caliban fue declarado planeta natal de
los Ángeles Oscuros. Los guerreros
de la Orden le pidieron unirse a sus filas
y, al poco tiempo, todos ellos se convirtieron
en Marines Espaciales. Se cree que Luther
fue el primero en ser investido y que solo
Jonson lo superaba en capacidad de mando
en la Legión. Sin embargo, cuando
el Emperador abandonó Caliban y
prosiguió con la Gran Cruzada, se
llevó a Jonson y a la mayoría
de la Legión de los Ángeles
Oscuros con él dejando atrás
a Luther y el resto de la Legión
como guarnición de defensa de su
mundo natal y como vigías contra
el regreso del Caos. Todo esto se puede
encontrar fácilmente en los archivos
del Imperio; pero el resto de la historia
antigua de los Ángeles Oscuros y
la crónica de su terrible traición
están bien ocultos. Solo los iniciados
del Círculo Interior de los Ángeles
Oscuros y, tal vez, los más altos
cargos de la Inquisición saben de
la posterior traición de Luther
y de la caída de la propia Legión.
La Traición
La Gran Cruzada continuó y los
mundos fueron cayendo, uno tras otro, ante
los Ángeles Oscuros. Las noticias
de las victorias de Jonson llegaron hasta
el último rincón de la galaxia.
En Caliban, las pequeñas ascuas
de celos y envidia que habitaban en el
corazón de Luther prendieron y se
avivaron con cada narración de las
proezas y del coraje en batalla de su hermano
hasta que lo convirtieron en un abrasador
infierno de cólera. En el interior
de su mente, su papel como celador de un
planeta olvidado se le antojó una
mancha en su honor. Así fue como
el noble caballero Luther se sumió en
una nube de amargos pensamientos.
Cuando la Herejía de Horus estalló y
muchas Legiones se rebelaron contra el
Emperador, Jonson se encontraba luchando
junto a Leman Russ, el Primarca de los
Lobos Espaciales, en el extremo más
alejado de la galaxia. Cuando ambos Primarcas
se enteraron de la traición de Horus,
dejaron al margen sus disputas personales,
reunieron sus Legiones y emprendieron el
regreso a la Tierra. Pero aquella odisea
estuvo plagada de dificultades, así que,
cuando llegaron por fin a su destino, la
Batalla por la Tierra había terminado
y los traidores habían sido derrotados.
El precio de la victoria había sido
elevado. El Imperio estaba en ruinas y
las heridas del Emperador lo habían
obligado a conectarse al mecanismo preservador
de la vida del Trono Dorado. Jonson quedó profundamente
afligido por no haber sido capaz de proteger
al Emperador ante la Herejía de
Horus y, lleno de pena, volvió a
Caliban por primera vez en muchos años.
Pero, cuando las naves de los Ángeles
Oscuros alcanzaron la órbita de
su mundo natal en lo que debería
haber sido el fin de una ardua travesía,
una fulminante andanada de fuego surgió de
la superficie del planeta y destruyó numerosas
naves, que cayeron a través de la
atmósfera como meteoritos envueltos
en llamas. La flota se alejó, confusa,
del planeta y Jonson intentó descubrir
la razón de aquel ataque. Los Ángeles
Oscuros iban a descubrir la aterradora
crónica de una traición.
Esa crónica es el terrible secreto
que los Ángeles Oscuros han ocultado
durante diez mil años, la verdad
que encubrirán a toda costa.
Durante
muchas décadas, Luther
había corrompido a los guerreros
de Caliban proyectando sus oscuros pensamientos
de amargura y envidia a todos los Ángeles
Oscuros a su cargo. Su poderosa oratoria
los había sumergido en una furia
abrasadora contra aquellos que les habían
robado la gloria que les pertenecía
y que los habían abandonado obligándolos
a asumir poco más que el papel de
mendigos. Al igual que Horus y el resto
de traidores, Luther había sido
mancillado por las insidiosas maquinaciones
del Caos. Su orgullo y su despecho eran
todo lo que necesitaban los Dioses Oscuros
para poseerle.
Los pensamientos del Primarca son puras
conjeturas, pero lo que es indudable es
que Jonson había combatido por toda
la galaxia junto al Emperador para liberar
innumerables planetas de la abominación
del Caos y, al volver a su amado hogar,
se lo había encontrado entregado
a las mismas terribles fuerzas. Al descubrir
la verdad, su furia debió de ser
terrible. Sus naves tomaron posiciones
para destruir a aquellos que los habían
traicionado y empezaron a bombardear el
planeta sin piedad, pese a las defensas
planetarias. Las selvas ardieron y la tierra
tembló con el fragor del combate,
pues las naves y las torres de defensa
planetaria se disparaban unas a otras con
la energía de diez mil soles. Poco
a poco, las defensas fueron cayendo y la
resistencia fue debilitándose, hasta
que Jonson ordenó finalmente la
invasión y dirigió personalmente
el asalto a Caliban con el corazón
consumido por la sed de venganza.
Los Ángeles Oscuros Caídos
se habían refugiado en la gran fortaleza
monasterio de la Orden, así que
Jonson dirigió a sus guerreros contra
su propio hogar, sabiendo que Luther le
estaría esperando.
El Primarca se enfrentó a su antiguo
hermano y supo que lo había perdido,
que los Poderes Oscuros habían destruido
al honorable hombre que había sido.
El Primarca era un dios viviente entre
los hombres, pero los poderes del Caos
habían agraciado a Luther con unos
poderes prácticamente iguales en
todos los aspectos. Los dos guerreros libraron
una batalla jamás presenciada hasta
entonces y que jamás se ha vuelto
a presenciar. El antiguo hogar de la Orden
fue reducido a escombros mientras tenía
lugar esta batalla épica, pues la
flota no había detenido el bombardeo
planetario y arrasó las ciudadelas
de todos los demás monasterios.
La superficie de Caliban empezó a
resquebrajarse y a crepitar bajo el incesante
bombardeo, pues la furia que sentían
los Ángeles Oscuros no les permitió percatarse
de que estaban destruyendo su propio mundo.
Solo los Señores de los Ángeles
Oscuros saben más sobre lo que ocurrió,
pero no se lo cuentan a nadie. No obstante,
el Códice Astartes Mortis o Libro
de los Ángeles de la Muerte describe
la batalla entre Luther y Jonson: "[Ambos]
lucharon con una fuerza sobrehumana, iguales
en todos los aspectos salvo en el propósito...
Luther tropezó por accidente y dejó su
cuello expuesto ante [la hoja justiciera
de] su hermano. Cuando Luther cayó,
Jonson levantó su espada, pero [incluso
preso de una terrible rabia] no fue capaz
de asestar el golpe definitivo. Luther
no tenía tales miramientos, así que,
cuando Jonson vaciló, descargó un
terrible ataque psíquico que hirió de
muerte al Primarca… Luther se levantó henchido
[ante Lion], pero, cuando contempló cómo
el Primarca luchaba para sostenerse en
pie con la cara torcida de dolor, se le
cayó el velo de los ojos y se percató de
lo terrible de su traición. No solo
había traicionado a su amigo, a
su Legión y al Emperador, sino que
también había traicionado
su propio sentido del honor. Dejó caer
el arma a sus pies y cayó al suelo
junto a Jonson: su cordura estaba destrozada
debido a la enormidad de sus actos".
Alrededor de Caliban la disformidad se
convulsionó cuando los Dioses Oscuros
se dieron cuenta de que habían sido
derrotados una vez más. Si las crónicas
son ciertas, su rabia titánica abrió una
brecha en el propio tejido del espacio
alrededor de Caliban y una tormenta de
disformidad de furia inigualable emergió de
la brecha para tragarse el planeta.
El vórtice de energía disforme
desatado barrió Caliban. Furiosos
terremotos despedazaron su superficie,
que empezó a resquebrajarse. El
bombardeo sin compasión de la flota
de los Ángeles Oscuros había
debilitado el planeta, que, ante su horror,
se rompió en pedazos y dejó de
existir, ya que los restos arrojados en
sus estertores agónicos fueron tragados
por el torbellino disforme. Lo único
que quedó de Caliban fueron las
ruinas de la fortaleza monasterio de la
Orden.
Los Ángeles Oscuros sostienen que
la fortaleza en ruinas estaba vacía,
pero el Códice Astartes Mortis explica
que "...cuando los Ángeles
Oscuros descendieron a la roca muerta,
descubrieron a Luther en posición
fetal repitiendo sin cesar la misma frase.
Una y otra vez les explicaba a los Ángeles
Oscuros que ellos [los que Vigilan en la
Oscuridad] se habían llevado al
Primarca y que, un día, lo devolverían
para que perdonase a Luther por sus pecados.
Los Marines Espaciales buscaron por el
asteroide a la deriva, pero no encontraron
ni rastro del Primarca. Lion El´Jonson
había desaparecido".
Tras la caída de Caliban, los ancianos
del Capítulo celebraron un cónclave
secreto y decretaron que el conocimiento
de la caída de sus hermanos jamás
debería ser revelado. Nadie debía
saber del cisma que había dividido
al Capítulo o cómo los Ángeles
Oscuros se habían convertido al
Caos. De saberse aquel terrible secreto,
sin duda alguna el Capítulo sería
destruido, con lo que todas las esperanzas
de restaurar su honor se perderían
para siempre.
El Capítulo creó un Círculo
Interior con los oficiales más veteranos
para guardar este peligroso secreto y cada
hombre pronunció juramentos de silencio
inviolables. Los traidores de Luther, los Ángeles
Caídos, desaparecieron en lo más
profundo de la disformidad durante el cataclismo,
arrojados por la furia de los Dioses Oscuros
a través del espacio y del tiempo.
Hasta que cada Angel Caído fuera
capturado y se arrepintiese, la paz no
existiría para los Auténticos
Hijos de Lion. Así que, mientras
uno solo de los Caídos siguiera
con vida e impenitente, los Ángeles
Oscuros seguirían siendo los No
Perdonados, condenados por sus hermanos
a expiar eternamente los errores del pasado.
Planeta Natal
Tras la titánica batalla entre
Luther y Jonson, todo lo que quedó de
Caliban fue la roca sobre la que yacían
las ruinas de la fortaleza monasterio de
la Orden. Los Ángeles Oscuros excavaron
profundamente en el lecho de roca y reconstruyeron
las ruinas de la fortaleza. Así crearon
su nuevo hogar, al que llamaron La Roca.
Con el paso del tiempo, construyeron innumerables
túneles, salones y estancias e,
incluso, le añadieron motores de
disformidad para que se pudiese mover de
una estrella a otra. Por este motivo, los
reclutas de los Ángeles Oscuros
proceden de diversos mundos. Cada recluta
es estudiado a conciencia y, desde el momento
en que se convierte en un Ángel
Oscuro, su vida anterior deja de tener
importancia y lo único que le importa
es el Capítulo.
Muchos secretos oscuros yacen ocultos
en las profundidades de la Torre de los Ángeles:
mazmorras que no se han abierto en siglos;
cuevas selladas con puertas de adamantium
y bloqueadas con sellos sagrados que guardan
gigantescos almacenes de arqueotecnología.
Solo los miembros más veteranos
de los Ángeles Oscuros, los Señores
y el Círculo Interior tienen conocimiento
de estas cámaras y podrían
revelar sus terribles secretos.
Doctrina de combate
Cuando las Legiones se fragmentaron tras
la Herejía de Horus, los Ángeles
Oscuros fueron divididos en Capítulos
según el Codex Astartes de Roboute
Guilliman. Excepto por el Ala de Muerte
y el Ala de Cuervo, los Ángeles
Oscuros siguen la doctrina de combate estándar
de los Marines Espaciales y su resistencia
obstinada ante enemigos numéricamente
muy superiores es legendaria. En situaciones
en las que incluso otros Marines Espaciales
se retirarían, los Ángeles
Oscuros lucharán hasta el amargo
fin en lugar de ceder terreno a su adversario.
Esto se refleja también en su tozudo
rechazo a retroceder ante el enemigo, incluso
en situaciones en que sería tácticamente
beneficioso.
Los Ángeles Oscuros son notablemente
intolerantes ante las razas no humanas
y rechazan luchar junto a ejércitos
que incluyan razas alienígenas.
Sospechan con extremo recelo de los extranjeros
y, a menudo, parecen reservados e intransigentes
sin motivo alguno. De hecho, hay ocasiones
en que se han retirado de repente de la
zona de guerra y no han dado explicación
alguna cuando han sido interrogados al
respecto por un Inquisidor Imperial o un
Misionero.
Organización
Para alguien del exterior, la organización
de los Ángeles Oscuros es muy similar
a la del resto de Capítulos Codex,
con diez Compañías de cien
hombres cada una. Es en sus oficiales donde
los Ángeles Oscuros se vuelven bastante
diferentes al resto de Capítulos.
Cada Capítulo tiene un número
de oficiales veteranos y soldados especialistas
que permanecen alejados del cuerpo principal
de los Marines Espaciales; entre los Ángeles
Oscuros se los llama el Círculo
Interior. Solo a los guerreros que han
luchado entre sus filas durante muchos
años y que han demostrado su lealtad
al Capítulo repetidas veces se les
permite ascender al Círculo Interior.
Son estos siniestros individuos los que
llevan la carga del vergonzoso secreto
de los Ángeles Oscuros y solo ellos
deciden quién merece unirse a sus
filas. Cada Compañía de los Ángeles
Oscuros está dirigida por un Señor
del Capítulo que ha pasado por el
Ala de Muerte del Círculo Interior.
Las dos primeras Compañías
de los Ángeles Oscuros son las que
muestran mayores diferencias respecto a
otros Capítulos Codex. La Primera
Compañía es conocida y temida
como el Ala de Muerte. Se compone de veteranos
que solo acuden al campo de batalla equipados
con su armadura de exterminador pintada
de blanco hueso. El color original de la
armadura era el negro, pero, después
de que una sola escuadra de Exterminadores
liberara su mundo natal de una infestación
Genestealer, se decretó que su armadura
sería blanca por siempre jamás
para honorar su valor. La Segunda Compañía
es el Ala de Cuervo y los Marines Espaciales
que la componen, que son maestros en los
ataques a alta velocidad, montan en motocicletas
o land speeders y se organizan en escuadrones
de cinco vehículos en lugar de en
escuadras de diez hombres. La armadura
que llevan está pintada de negro
azabache en sustitución del habitual
color verde oscuro que utilizan los Ángeles
Oscuros.
El resto del Capítulo sigue la
organización estricta que dicta
el Codex: las Compañías 3ª,
4ª y 5ª forman las Compañías
de Batalla; las 6ª, 7ª, 8ª y
9ª, las Compañías de
Reserva; y, finalmente, la 10ª es
la de Exploradores.
Creencias
El Capítulo de los Ángeles
Oscuros rinde culto al Emperador de la
Humanidad, pero, muy a disgusto de la Eclesiarquía,
no lo reverencian como dios. Al igual que
la mayoría de Capítulos de
la Primera Fundación, los Ángeles
Oscuros veneran a su Primarca tanto como
al propio Emperador, al que veneran como
fundador del Imperio y como su creador:
para los Ángeles Oscuros, el Emperador
es un hombre, no un dios.
La fuerza que empuja al Capítulo
es la caza de los Ángeles Caídos
que fueron tragados por el vórtice
que destruyó Caliban. Solo cazando
y capturando a todos y cada uno de los Ángeles
Caídos podrán los Ángeles
Oscuros ser absueltos ante los ojos del
Emperador. Los Caídos se han dispersado
por el tiempo y el espacio, así que,
diez milenios después, su búsqueda
dista mucho de estar cerca del fin. Es
por esta búsqueda por la que los Ángeles
Oscuros persiguen cualquier rumor, no importa
lo débil que sea, que les proporcione
la oportunidad de capturar a uno de los
Caídos. Cuando un Caído es
capturado, se lo lleva de vuelta a La Roca
y se lo arroja a la mazmorra más
oscura, donde los terribles Capellanes-Interrogadores
intentan conseguir que se arrepienta de
sus pecados pasados. Si el Caído
se arrepiente, su muerte será rápida
y relativamente poco dolorosa; pero, en
la mayoría de casos, el Caído
rechaza esta posibilidad y el Capellán
se ve obligado a usar todos los medios
a su alcance para obligarlo a arrepentirse.
A menudo esto significa la muerte del Caído,
pero este es un precio muy pequeño
por añadir su nombre al Libro de
la Salvación.
Semilla Genética
Al tratarse los Ángeles Oscuros
de la primera Legión de los Marines
Espaciales, su semilla genética
es una de las más puras y menos
degradadas. Cuando las Legiones se dividieron
tras la Herejía de Horus, los Ángeles
Oscuros dieron lugar a tres Capítulos
Sucesores: los Ángeles de Absolución,
los Ángeles Redentores y los Ángeles
Vengadores. En conjunto, estos Capítulos
son conocidos como los No Perdonados y
todos siguen cumpliendo la misión
de su Capítulo padre: perseguir
a los Caídos.
No existen mutaciones conocidas en la
semilla genética de los Ángeles
Oscuros, por lo que resulta asombroso el
reparo con que los Altos Señores
de la Tierra la usan para fundar nuevos
Capítulos. Sin duda, existen otros
Capítulos Sucesores de los Ángeles
Oscuros, pero su nombre y su localización
no están registrados.
Grito de Guerra
"¡Arrepentíos, pues
mañana moriréis!"
El León y el Lobo
Una
de las más famosas crónicas
de rivalidad jamás contadas
en la galaxia es la que narra el
enfrentamiento entre los Ángeles
Oscuros y los Lobos Espaciales. Se
remonta a los tiempos de la Gran
Cruzada. Por aquel entonces, las
Legiones de los Marines Espaciales
ampliaban cada día un poco
más las fronteras del Imperio.
Cada Primarca pugnaba por destacar
en excelencia ante los ojos del Emperador
y, entre ellos, ninguno más
que Leman Russ, Primarca de los Lobos
Espaciales. Solo Horus y Lion El´Jonson
superaban sus victorias (lo que,
para él, significaba una frustración
constante). Fue en el mundo de Dulan,
en el que los Lobos Espaciales luchaban
junto a los Ángeles Oscuros,
donde estos problemas estallaron
en conflicto. El Tirano Durath había
insultado personalmente al Emperador
al sacrificar a miles de sacerdotes
imperiales a su deidad demoníaca,
así que tanto Russ como Jonson
deseaban tener el honor de acabar
con la herejía. El terco Primarca
de los Lobos Espaciales se encendió de
ira cuando Durath proclamó que
Russ era el "perrito faldero
del Emperador" y que serviría
de alimento a su mascota Grox.
Russ
juró que le separaría
la cabeza de los hombros y pidió a
los Ángeles Oscuros que permitieran
a los Lobos Espaciales efectuar un
asalto inmediato a la Fortaleza Carmesí del
Tirano. Jonson había pasado
varios días observando los
puntos débiles de la fortaleza,
planificando meticulosamente el ataque;
por lo tanto, no iba a consentir
que un bárbaro impetuoso arruinara
sus planes cuidadosamente elaborados.
Así que rechazó la
petición de Russ e inició el
asalto a la fortaleza sufriendo un
número de bajas notablemente
reducido. Russ, ocupado en un violento
combate en la base de la muralla,
solo pudo aullar de rabia cuando
vio cómo Jonson abatía
a Durath en lo alto de la fortaleza.
Tras la batalla, Russ corrió por
los salones de la fortaleza y le
asestó a Jonson un golpe en
la cabeza. Los dos Primarcas lucharon
durante un día y una noche,
cada uno incapaz de superar la
destreza de su rival.
Al
final, la pareja se derrumbó,
exhausta, y Russ empezó a
reír al darse cuenta de lo
cómico de la situación.
Pero Jonson no rió. Pensaba
que el primer golpe de Russ había
sido a traición, así que,
mientras el Primarca de los Lobos
Espaciales reía, Jonson lo
golpeó dejándolo inconsciente.
Entonces consideró que su
honor estaba satisfecho. El postrado
Russ fue sacado de la fortaleza por
sus hombres y, cuando recobró la
consciencia, los Ángeles Oscuros
ya habían partido para luchar
en la campaña de Alisore.
Russ juró que se vengaría
por la mácula en su honor
y, hasta ahora, cada vez que los
Lobos Espaciales y los Ángeles
Oscuros se encuentran uno de sus
hombres debe volver a librar el
antiguo duelo igual que los Primarcas
para que el honor de ambos pueda
quedar satisfecho.
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Comandante Azrael,
Señor Supremo de los Ángeles Oscuros
El actual y, según algunos,
más grande Señor Supremo
de los Ángeles Oscuros, fue
reclutado entre las tribus de cazadores
de cabezas del mundo salvaje de Kimmeria.
Su naturaleza salvaje fue templada
por el Capítulo y pronto demostró ser
un guerrero noble y diligente. Como
cualquier otro humilde hermano de
batalla luchó en varias batallas
victoriosas durante la Purga de Truan
IX y llegó al cargo de Comandante
del Ejército durante el aplastamiento
de la rebelión tecnorrevivalista
de Faze V, una victoria que le aportó mucho
prestigio entre los Señores
del Capítulo. Con tales victorias
sobre sus hombros no tuvo que pasar
demasiado tiempo para que Azrael
fuera introducido en el Ala de la
Muerte y recibiera el mando de la
3a Compañía. Como Capitán
de esta Compañía de
Batalla, luchó en incontables
campañas y obtuvo un gran
respeto debido a sus hazañas
hasta que llegó a Señor
del Ala de Muerte en el 917.M41.
El Señor Supremo de los Ángeles
Oscuros elige en secreto a su sucesor
de entre las filas del Círculo
Interior; cuando el Señor Supremo
del Capítulo murió en
el 939.M41, era inevitable que Azrael
le sucediese. A Azrael se le entregaron
el Yelmo de Lion y la Espada de los
Secretos, dos objetos con un profundo
significado religioso para los Ángeles
Oscuros, los símbolos tradicionales
de los Señores Supremos. Junto
con estas reliquias obtuvo el título
honorífico de Guardián
de la Verdad. Azrael sigue
guiando el Capítulo en la batalla y
su noble comportamiento y su honor
intachable son, aún hoy,
un ejemplo para todos.
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